En nuestra ruta en coche por la Bretaña francesa y Mont Saint-Michel no podíamos dejar de visitar su primera capital, Vannes. Una ciudad con más de dos mil años de historia pero con la tranquilidad que transmite su pequeño casco histórico amurallado. Casas de entramado de madera, palacios de piedra, una catedral llena de curiosidades, uno de los mercados cubiertos más antiguos de Bretaña… estaba claro que teníamos motivos suficientes. De lo que dudábamos era de si tendríamos tiempo de visitar todo lo que ver en Vannes.
Tour guiado en español, la primera toma de contacto con Vannes
Si tienes poco tiempo para recorrer la primera capital de Bretaña, ¿qué tal un tour guiado por Vannes en español de un par de horas? Caminarás por las calles, verás los edificios de entramado de madera, conocerás parte de su historia… y luego puedes entrar en los lugares que más te hayan llamado la atención. Aquí puedes ver precios y reservar.
Un poco de historia de Vannes: la ciudad dos veces milenaria
Vannes es, junto con Rennes, la única ciudad con más de dos milenios de historia de Bretaña. Fundada por los romanos en el siglo I a.C. y convertida en sede episcopal –la forma de mantener los privilegios de ciudad en la Edad Media– en el siglo V, tuvo el honor de ser la primera capital del ducado de Bretaña.
Según nos contó nuestro guía en la ciudad, el punto exacto de su fundación se eligió con la marea: un bote sin remos y sin corriente subió con la marea en el golfo de Morbihan y, en el lugar en que se paró, se construyó Vannes. Puede que no sea más que una leyenda, pero lo cierto es que casi todas las ciudades de Bretaña están construidas al final de golfos o bahías, resguardados del mar. ¿Le tenían miedo al mar? No, se lo tenían a lo que llegaba de él… Los vikingos arrasaron la ciudad en más de una ocasión.
De hecho, el mar fue uno de los motivos de su apogeo: el comercio con velas para barcos enriqueció a los comerciantes que se encargaron de mostrarlo al mundo con sus casonas. Más tarde, esos mismos comerciantes cometieron el error de no invertir en la maquinaria que acabaría por mover los barcos y llegó su declive. El “miedo a lo que llegaba del mar”, por otra parte, definió a la propia ciudad con la construcción de su muralla.
La muralla, les remparts, de Vannes y sus puertas
Vannes es una ciudad amurallada, aunque no toda la antigua muralla sigue en pie. En cualquier caso, no deberías dejar de pasar por alguna de las puertas que la abren para acceder al casco histórico. Nuestra recomendación es entrar por la puerta de San Vicente –quédate con este nombre, para nosotros fue una sorpresa–, al final del puerto deportivo.
Durante el siglo XIX, se planteó la posibilidad de derribar la muralla y dejar que la ciudad creciera libremente. La idea se encontró con un problema económico. ¿Poco original? Sin duda, pero no era el coste de la obra, sino el de recomprar la muralla el que frenó la operación. La muralla, desde el siglo XVII, se había vendido a particulares que la utilizaron para construir sus casas y, obviamente, no estaban dispuestos a perderlas sin una compensación adecuada. Gracias a eso hoy todavía podemos ver casi un 70% de la muralla de Vannes, que sigue en manos privadas.
La catedral de Saint Pierre: lo primero que ver en Vannes
Llegamos a Vannes una hora antes del cierre de la basílica catedral de Saint Pierre –abierta de 8.30 a 19– por lo que, nada más atravesar la puerta de San Vicente, nos dirigimos a ella sin paradas intermedias.
Aquí nos encontramos con una muestra de esos ataques vikingos de los que hablaba antes: fueron ellos los que arrasaron la antigua catedral románica del siglo XIII. La única parte que queda de la construcción original es la torre de la izquierda, mientras que la fachada es del siglo XIX. Entre una época y otra, también hay elementos de estilo gótico flamígero.
Como curiosidad, el plano de la basílica es único en Bretaña: una única nave con capillas laterales como el de la catedral de Perpiñán o de Girona. También cuenta con una torre circular, uno de los primeros elementos renacentistas de Bretaña, inspirada en el palacio Farnese de Roma.
Una anécdota más: en la novela Veinte años después de Alejandro Dumas, Aramis se convierte en obispo de Vannes… ahí es nada.
San Vicente Ferrer y la catedral de Vannes
La casualidad nos llevó a visitar la catedral de Vannes el día 5 de abril. De entrada un día cualquiera, hasta que una simpática señora que estaba en su interior nos hizo notar que era el aniversario de la muerte de San Vicente… Que no era otro que el valenciano San Vicente Ferrer. Por orden del duque de Bretaña llegó a Vannes para predicar en 1418 y fue aquí donde murió, un año después, el 5 de abril. ¡Sorpresas te da la vida!
¿Cuánta gente sabrá que las reliquias del santo valenciano están aquí? Ahora, estamos casi seguros de que pocos pero, en el siglo XVI, se llegó a organizar una expedición militar para recuperar sus restos. Uno de los canónigos de la basílica escondió tan bien los restos del santo que permanecieron “perdidos” durante 40 años.
Nos encontramos también con la representación de otro santo español, en este caso mucho más antiguo: San Isidro Labrador, debido a la cantidad de campesinos de la zona. Eso sí, en la estatua va vestido con ropa bretona.
La Cohue, el museo de Bellas Artes de Vannes
Al otro lado de la plaza de Saint Pierre está La Cohue, mercado en bretón. Uno de los mercados cubiertos más antiguos de Bretaña, del siglo XIII. No sólo mercado, también sala de justicia, sede del parlamento a mediados del XVII, teatro en el siglo XIX y, hoy en día, Museo de Bellas Artes. Poco más podemos decir, porque cerraba incluso antes que la catedral, a las 18.00 y abre a las 13.30.
Rue des Halles y St Salomon: las casas de entramado de madera
Con la visita de la catedral, acababan los compromisos horarios y nos dedicamos a pasear por las calles del casco antiguo de Vannes, disfrutando de la típica arquitectura bretona con sus casas de entramado de madera.
Nuestro guía nos hizo notar –poco probable que nos hubiéramos dado cuenta solos– cómo cambiaban las “cruces” de las maderas en las paredes. Es la forma de saber el momento en que fueron construidas. Las más antiguas tienen los listones de madera en forma de aspa, cruz de San Andrés. Era la forma más eficiente de mantener las vigas en su sitio, pero ocupaba mucho espacio y no había hueco para abrir ventanas. Los techos de paja y los hogares y velas no se llevaban muy bien y era habitual que hubiera grandes incendios.
A partir del siglo XV, se construyeron muros cortafuegos y se usaron cruces más pequeñas que permitían abrir ventanas más grandes. Las casas del siglo XVII son las que cuentan con ventanas más grandes aún: ya se podía fabricar cristal más fácilmente y de mayor tamaño. Aunque siempre hay antiguas rehabitilitadas que rompen esta regla temporal.
Hoy en día las casas de entramado de madera están a la vista de todos pero, en sus orígenes, las paredes estaban cubiertas para que parecieran casas de piedra. Fue el turismo el responsable de que los postes de robles –que se envejecían durante más de treinta años, a veces hasta cien, en agua– empezaran a ver la luz del sol.
En la Rue des Halles y la Rue St Salomon es donde más casas de entramado de madera encontrarás. Cada una tiene los listones de madera pintados con diferentes colores y, algunas, tienes textos escritos en latín o francés. Echa un vistazo al número 13 de la Rue St Salomon donde está la “casa de los leones”.
La casa de Vannes y su mujer
Una de las casas de entramado de madera más especiales es la de “Vannes y su mujer”. ¿Quiénes son Vannes y su mujer? Los personajes esculpidos en un ángulo de esta casa de entramado de madera. Puede que estés ante uno de los carteles de hotel más antiguos de Bretaña: su aspecto regordete y el tamaño de la casa hace pensar que se tratara de una posada del siglo XVI.
También hay que ver edificios de piedra en Vannes: la plaza Henri IV
Cerca de la catedral, en la plaza Henri IV, las casas de entramado de madera conviven con las de piedra construidas a partir del siglo XVII. Un muestrario de la arquitectura bretona y un lugar que ver en Vannes sí o sí.
Otras construcciones de piedra son el château Gaillard –hoy museo de historia y arqueología– y, fuera de la muralla, el ayuntamiento y la prefectura.
La Tour du Connétable, la torre del condestable
A la salida del casco histórico de Vannes nos encontramos con la torre del condestable, tour du Connétable. Es la torre más alta de la muralla, levantada en el siglo XV. Una imponente construcción militar con matacanes y saeteras, pero también vivienda. El condestable del que toma el nombre, Arthur de Richemont, se convirtió después en duque de Bretaña.
Los lavaderos: otro lugar curioso que visitar en Vannes
Junto a los jardines, al otro lado de la puerta Poterne, se encuentran los antiguos lavaderos. Pueden parecer como los de cualquier otro pueblo, pero éstos tenían chimeneas en las que se hacía hervir el agua para blanquear la ropa. Aquí está, de nuevo, la seña de identidad arquitectónica de la bretaña francesa: paredes de entramado de madera, en el segundo piso del lavadero. Por cierto, estuvieron en uso hasta el siglo XX.
El castillo de l’hermine y sus jardines
El castillo de l’hermine, del armiño –el símbolo del ducado de Bretaña–, se construyó en el siglo XIV como residencia de los duques de Bretaña. Incluso se alojó en sus habitaciones el rey Francisco I, el de los castillos del valle del Loira. Pero no es ése el edificio que se ve hoy en día: la mansión actual se construyó en el siglo XVIII. La incorporación del ducado a la corona francesa hizo que el castillo se abandonara y sus piedras se usaran para la construcción del puerto. En la actualidad, se utiliza como sala de exposiciones temporales.
Los jardines del castillo se encuentran en los fosos medievales de la muralla, donde tenían lugar los torneos organizados por el duque de Bretaña. La delicadeza del jardín a la francesa contrasta con la historia de un lugar de sangrientas justas y batallas.
Mapa con los lugares de interés que ver en Vannes
El hecho de que llegáramos con la hora justa determinó el orden de nuestras visitas por la ciudad pero, como cada uno puede organizarse como quiera, dejamos aquí un mapa con los lugares de interés que ver en Vannes.
Dónde dormir en Vannes: hotel La Villa Garenne
Como nos pasó en Carcasona, preferimos dormir fuera del casco histórico para admirar su muralla. La Villa Garenne, justo delante del castillo de l’hermine y sus jardines, nos lo permitió. Un pequeño hotel de cinco habitaciones dedicadas cada una a un arte: pintura, música, literatura, fotografía y la buena mesa, sí, en Francia la buena mesa es un arte. Aquí puedes ver los precios y disponibilidad de La Villa Garenne y aquí los de más hoteles en Vannes.
Al lado del hotel está el restaurante Les remparts donde cenamos y tenemos que decir que la comida fue muy buena. Un dos en uno casi sin moverse.
Cuando una ciudad porta el título de ciudad durante más de dos mil años es evidente que tiene mucho que enseñar. Vannes no es la excepción.
¿Te quieres de ir de viaje a Vannes? Aquí puedes hacerlo:
- Escoge el hotel que más te guste al mejor precio en Vannes.
- Alquila el coche en Francia al mejor precio comparando entre varias compañías aquí.
- Las mejores guías de Francia aquí.
- Contrata tu tour guiado en Vannes aquí.
- Contrata tu seguro de viaje con un 5% de descuento aquí.