Rocas de formas caprichosas, resultado de 300 millones de años de trabajo de la Madre Naturaleza. Nombres evocadores, que las acompañan desde que los hombres se empeñaron en darle significado a esas formas. Un color peculiar y de lo más romántico, el rosa, que choca con el azul intenso del Canal de la Mancha. Las mareas, que tienen el poder de cambiar completamente el paisaje en pocas horas. Una fauna y una flora únicas en tierras galas. Todo esto es la costa de granito rosa de la Bretaña francesa.
¡Bienvenido a la Aod ar vein ruz! O, lo que es lo mismo, la costa de las piedras rojas en bretón –los franceses le han bajado de tonalidad–. Te contamos dónde está, cómo llegar y qué no deberías perderte en este lugar tan sugestivo. Lugar por el que no pasamos en nuestra primera ruta por la Bretaña francesa en coche, error al que le hemos puesto remedio en nuestro segundo viaje.
- La costa de granito rosa de Francia: qué es y dónde se encuentra (distancia de Rennes)
- Qué ver y cómo ver la costa de granito rosa de Bretaña: ruta y puntos imprescindibles
- La Pointe de Bihit, en Trébeurden
- La playa de Trébeurden y su puesta de sol
- La playa de Goas Treiz, paraíso del kitesurf
- Castel Erek, en la Île Grande
- El menhir “cristianizado” de Saint Uzec
- El Parc du Radôme, con su enorme radomo blanco
- La playa de la Grève Blanche en Trégastel
- La bahía de Coz Pors en Trégastel
- La bahía de Santa Ana con su playa y el molino de marea Tourony de Trégastel
- El parque de las esculturas Christian Gad et Daniel Chee, en Ploumanac’h
- La playa de Saint-Guirec, Ploumanac’h
- El faro de Ploumanac’h y lo mejor de la costa de granito rosa: el sentier des douaniers
- Más información práctica: alojamiento
- Mapa de la costa de granito rosa de Francia
La costa de granito rosa de Francia: qué es y dónde se encuentra (distancia de Rennes)
Antes de nada, vamos a situarnos. Estamos en la costa norte de la Bretaña francesa, en el departamento de Côtes-d’Armor. En el lado francés del Canal de la Mancha, para que nos entendamos. No hay grandes ciudades por aquí: la población “grande” más cercana –de unos 20.000 habitantes– es Lannion, a unos 170 km de Rennes.
La costa de granito rosa se extiende aproximadamente desde la localidad de Trébeurden hasta la de Perros-Guirec. Aunque la zona más conocida, y donde realmente se encuentra más granito rosa, es la que va de Trégastel a Ploumanac’h. Incluso recorriendo toda la línea de la costa, por la route de la corniche, la carretera que la sigue, no hablamos de más de 30 km y una hora, sin paradas.
¿Por qué se llama así?
¿Y por qué se llama costa de granito rosa? La respuesta es parecida a la de la pregunta sobre el color del caballo blanco de Santiago… Pues porque las rocas de esta parte de la costa bretona están formadas en su mayoría por granito rosa. Un rosa que, según la zona, según la cantidad de luz y según la hora del día –los atardeceres, con sus tonos anaranjados, siempre ayudan– es más o menos evidente y más o menos bonito. A veces parecen más grisáceas o marronáceas… pero sí, ¡confirmamos que son rosas!
¿Sabías que…?
El granito es una roca magmática formada por diferentes minerales. Uno de ellos es el feldespato, el que le da su color rosáceo al granito –bueno, en realidad, un tipo de feldespato, la ortoclasa–. A más feldespato/ortoclasa, más color rosa.
En la costa de granito rosa no es solo el color lo característico de sus rocas, sino también sus formas y su manera de agruparse. Te enseñamos otra expresión “rara” más: caos de bloques, caos de bolas o berrocal. Se trata de conjuntos de rocas graníticas redondeadas, los berruecos –si eres de Madrid, la Pedriza es un berrocal, por ejemplo–. Las rocas graníticas se rompen por fisuras por las que entra el agua que se convierte en hielo. La erosión de la lluvia, del mar y del viento las va redondeando… et voilá! Claro, que hacen falta unos cuantos “añitos”…
Qué ver y cómo ver la costa de granito rosa de Bretaña: ruta y puntos imprescindibles
Ya hemos dicho que las distancias son muy cortas. Eso sí, hay muchísimas cosas que ver en la costa de granito rosa, incluso en el interior. Te avisamos, vas a querer parar en cada curva. Daría para pasar por lo menos un fin de semana solo aquí, así que lo que veas dependerá del tiempo que tengas y de si quieres tirarte en una playa o no. En nuestro caso íbamos solo a ver paisajes.
En esta página web, Granite Rose Tour, de la oficina de turismo local, tienes información sobre todos los puntos que visitar en la zona, ¡hay 40! Además, están clasificados como imprescindibles, insólitos, interiores y accesibles. La verdad es que está muy bien. También hay una app del mismo nombre que puedes descargarte y que te cuenta qué hay en cada punto –en todos ellos hay un código QR para que te la bajes–. Nosotros hicimos, con la ayuda de una guía local, una selección para medio día de visitas, que es el tiempo que pasamos en la zona y aquí te hablamos de cada una de las paradas.
Por cierto, si eres más tradicional y prefieres un mapa en papel, puedes coger uno en la oficina de turismo de Lannion, en la de Perros-Guiréc, en la de Trégastel o en la de Trébeurden. Aquí tienes también una guía detallada de la zona, que incluye un área más grande, incluso el bonito pueblo de Tréguier que nosotros visitamos antes de llegar a la costa de granito rosa.
Pero ¡vamos a nuestra selección!
La Pointe de Bihit, en Trébeurden
Desde la punta de Bihit, en Trébeurden, hay vistas magníficas… O eso dicen, porque nosotros fuimos por la mañana y la niebla lo cubría casi todo. Pero bueno, algo intuimos. A un lado la pequeña Île Mignonne, de granito gris, y la playa de Porz Mabo. Al otro, el promontorio de Le Castel y la Île Milliau, de granito rosa, y la playa de Tresmeur. Un lugar ideal para empezar la ruta de la costa de granito rosa con vistas de 10.
La playa de Trébeurden y su puesta de sol
La siguiente parada es en Le Castel para bajar al puerto y a la playa de Trébeurden, con sus característicos vestuarios blancos y su barandilla blanca y azul. Aquí, hacia el puerto, hay, según nos comentaron, una puesta de sol preciosa. Nosotros no estuvimos en la hora adecuada…
La playa de Goas Treiz, paraíso del kitesurf
Ya he dicho que había niebla, así que viento no había. Por eso nuestra parada en la playa de Goas Treiz fue rápida. La playa es conocida por ser el paraíso del kitesurf de la zona y se suele llenar de cometas de colores… pero no cuando nosotros fuimos.
Por cierto, cerca está L’Atelier de l’Huître, nos hablaron de él pero tampoco eran horas cuando pasamos y JAAC no es muy fan de las ostras. Si tú lo eres, ¡puede ser una buena parada!
Castel Erek, en la Île Grande
La Isla Grande, Île Grande, daría para pasar medio día solo en ella. Sus paisajes y sus casas típicas de pescadores, con sus techos de granito gris extraído de la misma isla, son famosos. Pero ahí seguíamos, con nuestro tiempo ajustado… Así que nos fuimos directamente hacia la punta de Toul-Ar-Staon o Castel Erek, con sus vistas a las Sept-Îles al este, a la isla de Millau al oeste y al archipiélago de Triagoz al norte. Aquí, según nos comentó nuestra guía, las olas son espectaculares con temporales y marea alta.
La reserva natural de las siete islas: alcatraces y frailecillos
En la misma zona puedes ver también las huellas de la antigua cantera de granito –entre 1860 y 1910 se extrajeron de aquí 800 toneladas de granito azul y blanco– y el edificio de la estación ornitológica de la LPO –Ligue de Protection des Oiseaux–, la organización nacional francesa de protección de las aves. Aquí hay un centro de recuperación de aves y un pequeño centro de visitantes con información sobre la cercana Réserve naturelle nationale des Sept-Îles.
¿Sabías que…?
El archipiélago de las siete islas es la mayor reserva natural de Francia y el mayor santuario de aves del litoral francés. Nada menos que 27 especies de aves, unas 20.000 parejas cada año, nidifican aquí antes de emprender sus largas migraciones. Entre ellas está la única colonia de alcatraces de Francia y ¡hasta frailecillos!
Hay una sola compañía, Armor Navigation, con barcos que visitan estas colonias en verano desde Perros-Guirec. Nosotros no tuvimos tiempo. Nos habría encantado volver a ver frailecillos después de Islas Feroe.
El menhir “cristianizado” de Saint Uzec
Nuestra ruta se aleja un poco de la costa de granito rosa con una breve excursión hacia el interior. La ocasión lo merece: nos espera un menhir de 7,4 metros de alto, 2 metros de ancho y… ¡60 toneladas! ¿Cómo lo llevarían hasta ahí? ¡Obelix seguro que hubiera podido!
Hay muchísimos megalitos neolíticos en Bretaña y también en esta zona. Eso sí, en toda Bretaña solo hay diez menhires cristianizados, y este es uno de ellos. En el siglo XVII, en plena época barroca, se le añadió una cruz con un Cristo esculpido en lo alto. Además, en una de sus caras se esculpieron la imagen de la Virgen, un sol y una luna y diferentes símbolos ligados a la Pasión. Desde los dados con los que los soldados se jugaron la túnica de Cristo hasta las monedas de Judas, pasando por el gallo de San Pedro, la mano de Pilatos o la escalera con la que bajaron a Cristo de la cruz. Todavía queda incluso algo de la pintura con la que estaba decorado.
El Parc du Radôme, con su enorme radomo blanco
Pasamos de la época neolítica a la segunda mitad del siglo XX. En particular, a los años ‘60. Fue entonces cuando se construyó una enorme antena de 340 toneladas, pionera en la historia de las telecomunicaciones vía satélite. En 1962 se utilizó para transmitir imágenes televisadas en vivo desde Estados Unidos, a través del satélite Telstar, por primera vez. La antena está cubierta por un enorme radomo –la palabra técnica para los recubrimientos de las antenas– blanco de 64 metros de diámetro y 50 metros de altura. Vamos, que te encontrarás con una enorme bola blanca. Ahora es monumento nacional y parte de la Cité des télécoms, el museo de telecomunicaciones de Orange. Es curioso, pero tampoco diríamos que es una parada imprescindible.
En el Parc du Radôme, donde se encuentra, hay también un planetario, el Planétarium de Bretagne, y un parque de atracciones en el que se reconstruye un poblado galo –sí, ¡como el de Asterix y Obelix!–: el Village Gaulois. Eso sí, no tiene nada que ver con el Parc Astérix.
La playa de la Grève Blanche en Trégastel
Volvemos a la costa y llegamos a Trégastel. Aquí la primera etapa es el mirador hacia la plage de la Grève Blanche. La lengua de arena que une la costa a la Île aux Lapins marca el límite entre la arena más gruesa y rosada de la plage de la Grève Rose –playa de la arena rosa– y la arena fina y blanca de la plage de la Grève Blanche –playa de la arena blanca–. Con marea baja, se puede llegar a pie hasta la Île aux Lapins y la Île Seigle, frente a la playa.
Aquí empiezan a aparecer esos caos de granito rosa de formas peculiares, como la «couronne du roi Gradlon» –la corona del rey Gradlon– cuyo contorno domina el paisaje. Puedes bajar a la playa o verla desde arriba, desde el mirador panorámico como en nuestro caso –en el mapa te indicamos dónde está–. Como curiosidad, justo debajo del mirador están los restos de una estación de radares alemana de la Segunda Guerra Mundial.
La bahía de Coz Pors en Trégastel
Aún en Trégastel, nos dirigimos hacia la bahía de Coz Pors y la playa del mismo nombre. Aquí encontramos más formaciones de granito rosa, una playa, una piscina cubierta frente al mar… ¡qué más se puede pedir! Para llegar, aparcamos detrás del Aquarium. No nos gustan los aquariums, como todos los lugares con animales en cautiverio, pero este, desde fuera, hay que verlo. Está construido bajo un caos de granito rosa donde antes había modestas casas de pescadores. En 1869, encima de este caos se colocó una estatua de Jesús: Jésus sauveur du monde –Jesús salvador del mundo–. Eso sí, los vecinos la llaman cariñosamente «Le Père Éternel» –el Padre eterno–.
La bahía de Santa Ana con su playa y el molino de marea Tourony de Trégastel
De camino al punto más famoso de la costa de granito rosa, Ploumanac’h, paramos en la playa de Santa Ana y en el molino de marea de Tourony, ambos todavía en Trégastel. Desde aquí, en la playa de Tourony, también se ven el Château de Costaérès –una gran mansión neomedieval del siglo XIX– y el puerto de Ploumanac’h.
El parque de las esculturas Christian Gad et Daniel Chee, en Ploumanac’h
Ahora sí, ya estamos en Ploumanac’h, en el corazón de la costa de granito rosa. Antes de ir hacia lo más conocido, para un momento en el parque de las esculturas Christian Gad et Daniel Chee –los dos canteros al que está dedicado–. Aquí puedes admirar unas bonitas esculturas hecha con… sí, has adivinado, ¡granito rosa! Son una veintena, todas contemporáneas.
Una de ellas es el Ankou, la personificación de la muerte en la mitología bretona. Es él quien se ocupa de llevarse las almas de los difuntos en su viejo carro. Así que, cuando se escucha un sonido chirriante, se dice que es el del carro del Ankou y que alguien morirá pronto…
La playa de Saint-Guirec, Ploumanac’h
Finalmente llegamos a “lo gordo”. Tras aparcar el coche –en el mapa indicamos también dónde está el aparcamiento gratuito– llega el momento de la playa más conocida de Ploumanac’h: la de Saint-Guirec. Sobre una antigua estela de los galos, accesible solo con marea baja, se encuentra un pequeño oratorio de granito rosa del siglo XI-XII. La estatua de Saint-Guirec de su interior, también de granito rosa, es mucho más reciente: de 1904. Fue entonces cuando se sustituyó la original de madera.
¿Sabías que…?
Según la tradición, la mujeres que querían casarse tenían que meter una aguja, horquilla o similar en la nariz de la estatua. Si se quedaba encajada, se casarían ese mismo año. En esa época casarse para las mujeres era un logro –por suerte estamos en otra– y la pobre estatua se quedó sin nariz de tanto toqueteo.
Muy cerca hay una capilla, también dedicada a Saint-Guirec, que recuerda un poco el casco de un barco. Justo detrás, está la roca conocida como “cama de Saint-Guirec”. Una roca plana que, según la tradición, ayudaría a los bebés a empezar a andar, las madres los tumbarían encima… et voilá otra vez.
Al otro lado de la playa, respecto a la capilla, está la “maison Eiffel”. Una casa construida en 1903 para Albert Eiffel, hijo de Gustave. En sus terrenos se encuentra la roca llamada “gorro de Napoleón” por su forma. Un mensaje en clave retransmitido por la BBC en 1944 en el que se mencionaba este gorro de Napoleón revelaba a los maquis franceses el inminente desembarco.
Al lado de esta casa empieza la ruta más famosa de la costa de granito rosa…
El faro de Ploumanac’h y lo mejor de la costa de granito rosa: el sentier des douaniers
Esa ruta es el sentier des douaniers, el sendero de los aduaneros. Llamado así porque aquí venían los aduaneros a buscar a los contrabandistas a principios del siglo XX.
Aquí fue donde descubrimos que eso del granito rosa no era mentira. Los berrocales de granito tenían un color rosa casi intenso. Eso sí, hay que decir que el sol, que por fin perdió su timidez ese día, ayudó mucho. Pasamos de la niebla de la mañana a ¡quemarnos a medio día! ¿Y qué decir de las formas de las rocas? Vimos la “cabeza de muerto”, la “vieira”, los “amantes”, la “botella del revés”, otro “gorro de Napoléon” y hasta una “bruja”. Nos acordamos un poco de las formas peculiares de las rocas del Parque Natural del Cap de Creus.
Color rosa y formas caprichosas. Si solo tienes tiempo para ver una cosa en la costa de granito rosa, tendría que ser el sendero de los aduaneros. ¡Aquí lo tienes todo! Tampoco falta el paisaje típico de las landas –estamos en las landas de Ploumanac’h–, con su vegetación baja y sus flores coloridas.
También hay algún edificio. Algún pequeño almacén –lo que parece una capilla es un almacén–, polvorines, garitas para los aduaneros y, sobre todo, el faro. La imagen del faro de granito rosa sobre ese precioso caos, también de granito rosa, es probablemente la más famosa de la costa. El nombre del faro, Men Ruz, significa piedra roja en bretón. Eso sí, el original, derribado por los alemanes en 1944, había sido construido en 1860 y era de granito gris. Todavía queda algún resto bajo el actual.
Información práctica del sendero de los aduaneros
El sentier des douaniers es parte del sendero de gran recorrido GR 34 que recorre toda la costa de Bretaña. El sendero de los aduaneros comienza en la playa de Saint-Guirez en Ploumanac’h y llega a la playa de Trestraou en Perros-Guirec. Son unos 8 km ida y vuelta y es muy fácil. Si no tienes tiempo de llegar hasta Perros-Guirec y volver, puedes hacer solo la parte más interesante, la que está llena de formaciones de granito rosa, y luego volver hacia el centro de Ploumanac’h. En el mapa te indicamos el punto en el que desviarte desde el GR34 y el punto final en el que acaba en Ploumanac’h. Y aquí tienes el Wikiloc del camino.
Más información práctica: alojamiento
No nos alojamos en la costa de granito rosa, ya que la zona era de paso para nosotros. Pero aquí tienes hoteles en Ploumanac’h, aquí en Perros-Guirec –también incluyen los de Ploumanac’h, que es parte del municipio de Perros-Guirec–, aquí en Trégastel y aquí en Trébeurden –una buena opción para ver la puesta de sol–. En nuestro caso, veníamos de la isla de Bréhat, y nos alojamos justo enfrente, en el Best Western Plus Les Terrasses De Brehat, y nos íbamos hacia Morlaix, donde nos alojamos en el Hôtel de l’Europe. Ambos hoteles están muy bien. Ah, en Les Terrasses De Brehat hasta ¡puedes desayunar ostras!
Mapa de la costa de granito rosa de Francia
Aquí tienes un mapa con todos los puntos de interés en la costa de granito rosa de los que te hemos hablado, para que no te pierdas ni uno.
Y ahora sí, ¡a disfrutar de ese rosa tan único encarado al azul del mar!
¿Quieres visitar la costa de granito rosa? Aquí puedes hacerlo:
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