Rennes es mucho más que el aeropuerto más cercano a Mont Saint-Michel. Rennes tiene más de dos mil años de antigüedad: fue fundada por los Redones, una tribu gala, en el siglo II a.C. Una de las ciudades más importantes del antiguo reino, y posteriormente, ducado de Bretaña durante la Edad Media. Y, hoy en día, capital de la región del mismo nombre. Queda claro que hay mucho que ver en Rennes. Refrena tu impulso abacial y pasea por sus calles, antes de lanzarte a una ruta en coche por la Bretaña francesa y Mont Saint-Michel.
Tour guiado en español para los que no tienen tiempo
Si tienes poco tiempo para recorrer la capital bretona, una buena idea puede ser hacer un tour guiado por Rennes en español de un par de horas. Será un primera toma de contacto para conocer la ciudad y su historia mientras caminas. Después, puedes entrar en alguno, o en todos, los lugares que ver en Rennes. Aquí puedes ver precios y reservar.
El parlamento de Bretaña, lo primero que ver en Rennes
Una de las joyas turísticas de Rennes es el parlamento de Bretaña. El imponente edificio ha vivido más de un episodio destructivo. El primero en 1720 cuando, sólo once años después de acabarse, sufrió un incendio. El mismo que asoló gran parte de la ciudad, construida en madera como el propio palacio, durante nada menos que ¡seis días! El último, en 1994 cuando una manifestación contra las normas de pesca europea acabó, de nuevo, con el palacio en llamas.
Una curiosidad sobre el edificio: el llamado parlamento nunca ejerció como tal. De hecho, la capital de la Bretaña histórica, el ducado de Bretaña, estaba “compartida” entre Nantes –hoy capital de otra región francesa: Pays de la Loire–, Vannes y la propia Rennes. ¿Por qué se llama parlamento bretón entonces? Porque lo mandó construir el rey de Francia después de anexionarse el ducado y quería hacer un guiño a la sumisión del antiguo poder bretón, aunque el edificio sólo funcionara como corte de justicia.
Fueron los mismos trabajadores que construyeron el palacio de Versalles los que lo decoraron. Con esos antecedentes, estaba claro que nos íbamos a encontrar frescos, decoración profusa, cuadros y esculturas en cada esquina… y sí, efectivamente nos encontramos con todo ello, sobre todo muchas alegorías a la justicia. Aunque, después de los incendios, mucho es restaurado.
Una curiosidad más: en la grand’chambre se colocaron unas tribunas para los reyes. Reyes que no visitaron nunca el parlamento. Ninguna sorpresa para los bretones, puesto que tampoco se construyó una escalera para acceder a las tribunas. Todo el mundo sabía que eran decorativas.
El edificio es la sede del palacio de justicia y, en su interior, tienen lugar los juicios de la región. Tenlo en cuenta porque, si hay juicios importantes, es posible que algunas de las salas estén cerradas en las visitas guiadas y que se extremen los controles de seguridad a la entrada.
Visitamos el parlamento a última hora. Sólo la guía y nosotros paseando por sus salas y, somos así, le preguntamos si había fantasmas en un lugar en que se había impartido tanta justicia. La respuesta de la guía fue que en la plaza del parlamento se colocó una guillotina en tiempos de la Revolución francesa: del juicio al cadalso en un paseo. De todas formas, no oímos quejidos, ni susurros, ni ruidos de arrastrar muebles…
Visitas: Se hacen visitas en el parlamento de Bretaña todos los días previa reserva en la página oficial de la oficina de turismo.
La catedral de Rennes, la catedral de Saint-Pierre
Cinco fueron las ciudades fundadas por los romanos en la Bretaña histórica, pero sólo tres de ellas mantuvieron su status a lo largo de los siglos: Vannes, Nantes y Rennes. ¿Por qué? Porque las tres contaron con obispados dentro de sus murallas. Y obispado significa… ¡catedral!
La “sobriedad” de la fachada neoclásica de la catedral de Rennes no da pistas sobre el interior con sus órganos monumentales, un altar románico, imitación de mármol, mosaicos y un dosel de madera.
Vamos a quedar muy mal, pero no tuvimos ocasión de entrar. Tuvimos que elegir entre el parlamento y la catedral por la hora a la que llegamos y, bueno, elegimos lo civil.
Horario: Abierta todos los días de 9.30 a 12.00 y de 15.00 a 18.00
Las calles más bonitas de Rennes con sus casas de entramado de madera
A partir del siglo XVI, la arquitectura tradicional de esta zona de Bretaña consistió en casas construidas con entramados de madera. El incendio que asoló el parlamento bretón y toda la ciudad en 1720, acabó con muchas de ellas –sólo sobrevivieron 270 de las más de 1.000– y, por extensión, con la costumbre. Se prohibió utilizar la madera como material de construcción para evitar nuevas catástrofes como aquélla.
Impresiona ver los ángulos en los que se mantienen algunas de las casas de entramado de madera. Se soportan unas a otras y, cuando alguna falta, la madera se “mueve” y las casas adyacentes se inclinan como si bailaran. No te preocupes, los carpinteros bretones eran unos auténticos maestros y no hay peligro de que sus creaciones te caigan encima –siempre que se respete un mantenimiento mínimo–.
La rue du Chapitre es una de las mejores calles para disfrutar de este tipo de arquitectura. La Edad Media sigue presente en su trazado y en sus casas. Asómate al interior de las tiendas y podrás ver las vigas de madera que soportan los pisos superiores de los edificios. En esta calle se encuentra el restaurante Au P’tit Grenier con su fachada del siglo XVII única por estar decorada con tres colores, ya que todas las demás sólo tienen dos.
La rue du Champ Jacquet, la rue Saint-Georges, la rue Saint-Guillaume, con la casa de los canónigos, la rue Monnaie, con la Maison Ti-Koz, o las animadas rue Saint-Michel y place Sainte-Anne son otros sitios en los que disfrutar de esta arquitectura única. No te pierdas las pequeñas tallas de madera que suelen decorar las fachadas, casi todas de antiguos comercios.
Por cierto, en el momento de su construcción, los listones de madera quedaban cubiertos por un revocado. Fue con la llegada del turismo a partir de los años 1970 cuando se eliminaron estas capas y se dejó la madera a la vista. Curioso, ¿no?
Vivir la fiesta en Rennes
Rennes es una ciudad universitaria y, por ende, con una vida muy animada. Toda ciudad bretona que se precie cuenta con una rue du soif, literalmente calle de la sed. El nombre lo explica todo: son calles llenas de bares a los que la gente acude a saciar su sed. En Rennes, la “calle de la sed” es la rue Saint-Michel. Matas dos pájaros de un tiro: además de disfrutar de sus casas de entramado de madera puedes sentarte en alguna de las terrazas de los bares a ver la vida pasar.
En la plaza San Miguel y en la de Santa Ana también podrás saciar tu sed y tus ganas de ver casas de entramado de madera. Si quieres probar bebidas típicas bretonas no dejes de pasar por Ty Anna Tavarn, en la plaza de Santa Ana. Por cierto, hay una bebida de cola tradicional bretona que se llama Breiz… nosotros no somos muy de colas y no la probamos, pero quién sabe, lo mismo está mejor que la americana.
No son las únicas casas de entramado que han cambiado de “actividad”. La misma casa de los canónigos fue un restaurante de comida típica bretona hasta hace unos años. Pero el caso más llamativo es el de una antigua cárcel, en activo hasta mediados del siglo XIX, que se ha convertido en centro de ocio con cuatro restaurantes y cuatro bares en su interior, La Prison Saint-Michel, en 7 Allée Rallier du Baty.
Descubrir sus patios
Las ciudades que conservan parte de su trazado y de sus edificios medievales siempre tienen secretos que descubrir. Callejones estrechos que se abren en coquetas plazas casi ocultas o grandes y antiguas puertas que dan paso a patios interiores que son una maravilla congelada en el tiempo.
Nos contaron que hay muchos de estos patios pero que, lamentablemente, son privados y sólo se puede acceder a ellos si los vecinos te abren la puerta… En cualquier caso, no dejes de asomarte cuando veas una puerta abierta, puedes encontrar un tesoro.
Más cosas que ver en Rennes
Ya ha quedado claro que la capital bretona tiene mucho que ofrecer, pero todavía hay unas cuantas más cosas que ver en Rennes. Empecemos por el principio: ¿qué es lo primero que hay que hacer cuando uno llega a una ciudad? Ir a la oficina de turismo. En este caso, visitar la oficina de turismo de Rennes tiene triple objetivo. Obtener información de la ciudad; visitar la antigua capilla de Saint-Yves, donde se encuentra; y conocer la historia de Rennes gracias a la exposición que acoge.
Si tienes la fortuna de ir a Rennes un sábado por la mañana, no te puedes perder el mercado en la plaza Les Lices. En la Edad Media era el lugar donde se organizaban justas y torneos y hoy en día acoge el mayor mercado al aire libre de Francia. Recuerda, los sábados por la mañana. Por la tarde, es una zona de bares en la que los rennaises salen a disfrutar del buen tiempo –cuando fuimos nosotros, un sol de justicia–.
Si buscas más cultura, no dejes de visitar el museo de Bellas Artes, en el antiguo palacio universitario, y el de Bretaña, en Les Champs-Libres. A pesar de lo que nos gustan los museos, no entramos en ninguno, las casas de entramado de madera nos atraparon en la calle.
La Plaza de la Mairie: el ayuntamiento y la ópera
La plaza de la Mairie es la principal de Rennes, junto con la del parlamento. Muestra un juego de formas y volúmenes casi como si de un juguete para bebés se tratara. Los edificios del ayuntamiento y de la ópera, uno frente al otro, encajarían si se tocaran, aunque sus fechas de su construcción disten más de dos siglos.
Al sur, se abre la plaza de la República con el Palais du Commerce, sede de la oficina de correos.
Puertas mordelesas
La ciudad de Rennes ha contado a lo largo de su historia con tres murallas: la romana, del siglo III; la medieval, construida para protegerse de Francia en el siglo XV; y la posterior, del XVI que se destruyó con la anexión a Francia. Quedan pocos vestigios pero aún resiste una puerta de la muralla del siglo XV: las puertas mordelesas, en la Rue des Portes Mordelaises.
Están trabajando en la zona, tirando edificios para recuperar parte de la muralla y poner en valor este patrimonio ahora bastante escondido.
Parc du Thabor
Rennes es una ciudad muy verde y como prueba de ello está el Parc du Thabor, uno de los más famosos de Francia –siempre según los rennaises–. Tenemos que decir que es una maravilla de simetría, de cuidado, de organización… En sus diez hectáreas combina un parque a la francesa, uno a la inglesa, un invernadero y un jardín botánico. Cuando pasamos por allí las flores decoraban cada esquina y el césped ponía la alfombra verde perfecta.
El parc du Thabor, antiguo jardín de los monjes de Saint-Melaine, es el escenario hoy en día de conciertos y espectáculos al aire libre, eventos mucho menos religiosos que antaño.
Mapa con los principales lugares de interés que ver en Rennes
Como siempre, para facilitar tu visita a la ciudad, hemos preparado un mapa con los lugares de interés que ver en Rennes. Así podrás hacerte una idea de las distancias y organizar el orden en el que recorrer la capital bretona.
Cómo llegar a Rennes: aeropuerto y vuelos
Rennes cuenta con su propio aeropuerto bastante cerca de la ciudad. Es un aeropuerto pequeño pero hay vuelos directos a bastantes ciudades de España y, con escala en París, se puede llegar desde cualquier lugar. Aquí puedes ver los precios de los vuelos.
Una vez en el aeropuerto, se puede llegar a la ciudad con el autobús número 57 en menos de 20 minutos. Al salir del aeropuerto, hay que seguir el camino indicado en el suelo hasta la parada. Un consejo: si ves que hay mucha gente esperando, menos de 200 metros antes en esa misma calle está la parada anterior, podrás sentarte. Coge un folleto con los horarios en el aeropuerto porque los fines de semana baja mucho la frecuencia y no querrás perder el vuelo de vuelta.
De Rennes a Mont Saint-Michel
Ya contamos cómo llegar de Rennes a Mont Saint-Michel en nuestro artículo sobre la abadía con toda la información necesaria para disfrutar de la visita.
Dónde cenar en Rennes
Una ciudad universitaria no sólo está llena de bares y terrazas, también hay gran cantidad de restaurantes –algunos en edificios con historia como ya hemos mencionado–. Nosotros nos decantamos por una crêperie en la rue du Chapitre, la de las casas de entramado de madera, la crêperie La Saint George.
Nos llevamos una sorpresa con la carta en la que todas las galettes tienen nombres de “Georges” famosos, desde George Washington a George Michael. Deliciosas y muy contundentes. Pero uno no va a una crêperie y no deja hueco para el postre en forma de crêpe dulce, ¿verdad?
Hoteles en Rennes
Para dormir nos alejamos un poco del centro y de la zona más animada. Poco, que era un paseo andando –que se agradeció después de las galettes– y que nos permitió descansar en un ambiente mucho más tranquilo. La elección fue el Hôtel le Magic Hall, una antigua sala de cine reconvertida en hotel en la que la decoración recordaba su pasado cinematográfico. Nos comentaron que, siguiendo con ese aire artístico, el hotel cuenta con una pequeña sala de grabación en la que algunos grupos han grabado sus maquetas.
La “sorpresa” fue que uno espera cierta oscuridad en un cine… pues no, la habitación es completamente blanca y muy luminosa con vistas al parque –el hotel está rodeado de uno–. Aquí puedes ver los precios y disponibilidad del Hôtel le Magic Hall, y aquí los de otros hoteles de Rennes, por si prefieres otra zona de la ciudad.
Ahora sí, con los deberes hechos, después de haber disfrutado de todo lo que hay que ver en Rennes, puedes seguir tu viaje.
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