La ciudad medieval de Asturias. Si no has estado nunca, puede que no te imagines que así llaman a Avilés y no sepas que tiene el que probablemente sea el casco histórico medieval más bonito del Principado. Porque sí, la imagen que tiene Avilés, “hogar” del mayor centro siderúrgico de España, es la de ciudad industrial. La bienvenida desde la autopista tampoco es de las mejores: ahí están las chimeneas de las fábricas sustituyendo a la alfombra roja… Ni vaquitas felices asturianas ni campanarios medievales, ¡chimeneas grises! Pero, si eres capaz de superar esa gris bienvenida, te encontrarás con un casco histórico precioso y lleno de vida, con las líneas sinuosas del Centro Niemeyer, con las esculturas del cementerio de la Carriona, con las dunas en la playa de Salinas… Porque hay muchísimo que ver en Avilés, ¿a que no te lo esperabas?
Te llevamos por esta pequeña ciudad en la que todo está cerca, donde lo antiguo y lo contemporáneo se dan la mano y donde la comida, como en todo el norte de España, está para chuparse los dedos. Aquí están nuestros nueve lugares que visitar en Avilés.
Lo primero que ver en Avilés: el casco histórico de la “ciudad medieval de Asturias”
Soportales, plazuelas, iglesias y palacios de diferentes estilos: de románico a indiano pasando por barroco y neogótico. Esto es el casco histórico de Avilés, tal vez el mejor conservado y más bonito de Asturias. Bueno, junto con el de Oviedo, que nadie se nos ofenda –si quieres comparar, puedes leer el artículo en el que te contamos qué ver en Oviedo o el de ciudades de Asturias, donde hablamos también de Gijón–.
Entre sidra y sidra, que el casco histórico también está lleno de bares, restaurantes y sidrerías, hay unas cuantas paradas obligatorias. La Plaza de España, con el ayuntamiento. La calle la Ferrería, centro del antiguo casco amurallado. La iglesia de los Padres Franciscanos, junto al antiguo puerto, con su puerta desgastada por el salitre. El palacio de Camposagrado, el edificio barroco más bonito de Avilés.
El barrio marinero medieval de Sabugo, con la plaza Carbayo, la iglesia vieja de Sabugo y sus bancos de piedra en los que se reunía la Comunidad de Mareantes para planear la pesca, incluida la de ballenas. La calle Rivero, tramo del Camino del Norte, de las más concurridas de Avilés. La fuente de los caños de San Francisco, del siglo XVII. El parque de Ferrera, con sus jardines de estilo inglés y francés. O el parque de Carbayedo, antigua sede de la feria del ganado, con su hórreo y su abrevadero convertido en fuente.
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Si quieres saber más sobre cada uno de estos y otros rincones, te aconsejamos bajarte de la página web oficial de turismo la Comarca de Avilés este folleto con un recorrido detallado por los principales atractivos del casco histórico. También puedes hacer una visita guiada genérica o tours temáticos e incluso un free tour por Avilés, aquí lo puedes reservar.
La calle Galiana y sus soportales
Nos ha faltado mencionar una calle, la más bonita e icónica del casco antiguo de Avilés, la calle Galiana. La calle con más edificios con soportales consecutivos, más de 250 metros ininterrumpidos, de toda la ciudad. El soportal cobijaba de la lluvia y del sol a los artesanos que trabajaban aquí al aire libre, tenían sus almacenes y cuadras en la planta baja, su vivienda en el piso superior y su huerto en la parte trasera.
¿Sabías que…?
Parece ser que Avilés es la segunda ciudad con más kilómetros, unos cuatro, de soportales de España, solo por detrás de Santiago de Compostela. Digo “parece ser” porque estas cuentas nunca están muy claras –aunque tampoco deberían ser tan difíciles–.
Tres curiosidades en las que deberías fijarte en esta calle. La primera: el pavimento bajo los soportales de dos tipos. Por un lado, el empedrado para el ganado y, por otro, las losetas lisas para el paso de las personas. Andar con madreñas por el empedrado era misión imposible. La segunda: las peculiares “mirillas” que quedan todavía en tres de las casas. Son agujeros en el techo del soportal, el suelo de las viviendas, por donde se veía quién llamaba a la puerta. Y la tercera: aunque sean casas diferentes, las columnas son todas prácticamente iguales. Seguramente serían obra del mismo cantero. No es lo común, en Bolonia, por ejemplo, cada casa tiene sus columnas diferentes de las otras.
La Plaza: el mercado de Avilés
Otro de los rincones más bonitos del casco histórico de Avilés es la plaza de Hermanos Orbón. Una plaza rectangular completamente rodeada por galerías de madera soportadas por columnas de hierro adornadas con rejería. Aunque su nombre oficial sea ese, plaza de Hermanos Orbón, todos en Avilés la conocen como la plaza del Mercado. ¿Por qué? Pues fácil. Porque en su centro se alza el edificio del mercado de abastos de la ciudad: “La Plaza”. Es el lugar ideal para hacerte con productos típicos de la comarca y de Asturias: desde pescado y marisco del Cantábrico hasta pan de pueblo pasando por carne o quesos asturianos.
¿Sabías que…?
La primera vez que fuimos, lo visitamos un lunes sin saber que justo era el mejor día. Todos los lunes por la mañana se celebra aquí el tradicional mercado semanal de Avilés. En la plaza, alrededor del edificio central, los “paisanos” de los pueblos de la comarca montan pequeños puestos donde venden sus productos: sidra, dulces, patatas, huevos, manzanas, higos, etc.
El Centro Niemeyer: arquitectura contemporánea de primer nivel
Cuando un arquitecto de la talla de Oscar Niemeyer llega a una pequeña ciudad como Avilés causa sensación. Y efectivamente, la ría de Avilés ya no es la misma. Desde 2011, entre la zona industrial gris y el casco histórico medieval hay una nueva entidad, el Centro Cultural Internacional Oscar Niemeyer.
Arquitectura contemporánea al más puro estilo Niemeyer: curvas que recuerdan elementos de la naturaleza –olas, árboles, montañas y el cauce de un río–, el color blanco y el cuerpo de una mujer dibujado en pocas líneas. La cúpula del complejo nos recordó muchísimo a la del Museo Nacional de Brasilia. Habíamos salido de Brasil enamorados de Niemeyer y, sobre todo, de la catedral metropolitana de Brasilia, y en Avilés tuvimos otro flechazo.
Centro de convenciones, exposiciones, conciertos… y un mirador de 360º desde la torre de 20 metros de altura hacia el casco histórico, la ría y el mismo complejo. Te lo contamos en nuestro artículo El Centro Niemeyer de Avilés: las curvas más seductoras de Asturias.
Un lugar menos común que visitar en Avilés: el cementerio de la Carriona
Si nos preguntaras qué ver en Avilés y tuviéramos que elegir solo tres lugares, lo tendríamos muy claro: el casco histórico, el Centro Niemeyer y el cementerio de la Carriona. Es el trío mágico del turismo en la ciudad. Si eres muy impresionable o te da reparo visitar cementerios, pasa directamente al siguiente punto. Pero que sepas que este camposanto no es nada tétrico y sí un verdadero museo al aire libre, de hecho está incluido en la ruta europea de los cementerios.
Como suele pasar, “la ciudad de los muertos” es un reflejo de “la ciudad de los vivos”. El cementerio de La Carriona fue inaugurado en 1890, en pleno auge del comercio marítimo que hizo prosperar la clase burguesa avilesina. Los indianos que hicieron su fortuna en Cuba, al volver a su tierra, llenaron la ciudad de palacios y el cementerio de grandes monumentos funerarios. El objetivo: demostrar su riqueza en vida y tras la muerte. Por ello, contrataron a los más importantes arquitectos y escultores del momento, dando vida a verdaderas obras de arte. En la avenida principal están algunos de los hipogeos y esculturas más impresionantes, aunque merece la pena darse una vuelta por todo el cementerio. Si vas en verano, no te pierdas el tour guiado, puedes pedir información en la oficina de turismo de Avilés, cada año cambian los días y horarios.
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Entre toda las esculturas del cementerio, hay una que no puedes perderte: la del ángel de la tumba de la marquesa de San Juan de Nieva, tallada en mármol de Carrara por el escultor asturiano Cipriano Folgueras Doiztúa. No te pierdas ni un detalle, todos llenos de simbología…
El museo de historia de la ciudad: el MHUA
Si te quedas poco tiempo en Avilés, probablemente querrás dedicarlo a pasear por su casco histórico y a visitar lugares emblemáticos como el Centro Niemeyer. Pero, si estás un poco más y te gustan los museos, te recomendamos el Museo de la historia urbana de Avilés, MHUA. Además, es gratis. Nosotros fuimos en nuestra segunda visita y nos sirvió para conocer curiosidades de su historia, desde su fundación hasta nuestros días. Todo de forma muy entretenida y visual y con recursos arquitectónicos curiosos. Uno de ellos, las ventanas: hacia la Avilés medieval, con la iglesia de los Padres Franciscanos –primera parroquia de la ciudad–, a un lado, y hacia la Avilés contemporánea, con el Centro Niemeyer, al otro.
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En el museo descubrimos que la ciudad más antigua de EEUU, San Agustín de la Florida, fue fundada por un avilesino en el siglo XVI. Pedro Menéndez, conocido como “el adelantado”, le da otro sobrenombre a Avilés: “la ciudad del adelantado”.
La visita a la rula de Avilés
Desde la Edad Media, la historia de Avilés ha ido de la mano de su ría y sus pescadores. Hasta 1920, vendían su pesca del día directamente en los barcos recién atracados. Ese año se construyó el primer edificio dedicado a la subasta de pescado: la rula. El pescado se guardaba en cajas de madera, los compradores pujaban por los lotes que les interesaban y los subastadores gritaban el precio de salida bajando hasta llegar a la puja ganadora… tenía que ser todo un espectáculo.
La rula ha perdido esa tradición y, desde 2009, se ubica en un edificio moderno a las afueras de Avilés. En la Nueva Rula la subasta a la baja es dirigida por sistemas informáticos, está totalmente automatizada y sigue estrictas normas sanitarias. Aún así, tiene su encanto visitarla –en verano hay visitas guiadas, tienes información en su página web– y ver cómo el pescado llega del mar a nuestras mesas. Y, si eres suficientemente imaginativo, puedes evocar la imagen del subastador gritando hace un siglo. Sería curioso que la máquina también gritara los precios, ¿no?
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En la ría, de camino a la rula, aunque mucho más cerca del casco histórico, está la escultura más vistosa de la ciudad. Su título oficial es Avilés, aunque todos en la ciudad la conocen como los pinchos, las púas, los cuernos… Según nos comentó la guía, representa los mástiles de un barco y la unión entre el mar y la tierra. El acero corten es un guiño al presente industrial de la ciudad. Es una de las muchas esculturas que hay en Avilés: la foca y Pedro Menéndez en el Parque del Muelle, “la Monstrua” en Sabugo, el pastor en el Parque del Carbayedo…
El museo de la mina de Arnao, bajando a las profundidades
Avilés no es solo la ciudad. En su comarca, y a muy poca distancia del centro, hay unas cuantas visitas interesantes. Entre ellas, una de las más llamativas es la mina de Arnao, convertida en museo. Entrar en una mina en Asturias ya es todo un clásico, y en este caso estamos hablando de la mina de carbón más antigua del Principado.
Un recorrido interesante, emotivo y cautivador a partes iguales, te lo contamos en detalle en nuestro artículo El museo de la mina de Arnao: la visita a la mina de carbón más antigua de Asturias. Querrás bajar a ese pozo y recorrer esas galerías… Y también puedes parar en la playa de Arnao, justo al lado.
Avilés tiene playa: surf, dunas y un museo de anclas en la playa de Salinas
Entonces, ¿Avilés tiene playa? La ciudad en sí no, pero en la comarca hay unas cuantas. De hecho, de camino a la mina, a diez minutos en coche del casco histórico de Avilés, está una de las mejores playas de Asturias para practicar surf: la playa de Salinas.
Aunque no te guste el surf, la enorme playa de Salinas tiene de todo. Dunas salvajes a un lado; un curioso museo de anclas –sí, has leído bien, ¡de anclas!– al aire libre, un puente colgante y un busto de Philippe Cousteau en la roca al otro, y un restaurante con estrella Michelin en un balneario –el Real Balneario de Salinas– en el medio. ¿Qué más se puede pedir?
Mapa con todos los lugares que ver en Avilés
Aquí tienes un mapa con todos los lugares que visitar en Avilés de los que te hemos hablado, para que te orientes y no te pierdas ninguno.
Dónde dormir: hoteles en el centro
Si quieres aprovechar la marcha y la vida nocturna, lo mejor es quedarte a dormir en Avilés, concretamente en su casco histórico. Tienes hoteles y alojamientos de todas las categorías, desde el NH Collection Palacio de Avilés, un cinco estrellas ubicado en el Palacio de Ferrera –uno de los palacios barrocos más bonitos de la ciudad– hasta pensiones o el albergue de peregrinos del Camino de Santiago, albergue Pedro Solís, que por aquí pasa el Camino del Norte.
En nuestro caso, dormimos en el hotel Don Pedro –por Pedro Menéndez–, un hotel de tres estrellas muy bien valorado y en el que nos trataron fenomenal. La ubicación es inmejorable, en pleno casco histórico. Aquí puedes consultar precios y disponibilidad.
Dónde comer en Avilés: restaurantes y sidrerías
De acuerdo, hay muchas cosas que ver en Avilés pero, seguimos en Asturias, habrá que parar a comer también, ¿no? Si buscas cocina asturiana –con sus cachopos, sus fabes, sus quesos y, cómo no, el pescado que llega del Cantábrico al plato pasando por la rula–, también la encontrarás en Avilés. Aunque aquí con algún toque diferente: más vino que sidra y dulces locales, como las marañuelas y el bollo mantecado, típico sobre todo de Semana Santa.
¿Sabías que…?
Si, además de comer, quieres vivir una experiencia diferente –y te gustan las multitudes– tienes que viajar a Avilés el domingo o el lunes de Pascua, en la fiesta de El Bollo. Todo el mundo saca comida a la calle y se reúnen ¡más de 15.000 personas en su casco histórico!
En nuestras dos visitas a la ciudad, el mejor sitio donde hemos comido ha sido El Pañol, en Sabugo, con su cocina creativa e ingredientes de primera. Merece la pena ir a Avilés solo para comer ahí. Pero tampoco nos olvidamos de los platos de mar en la sidrería Casa Lin; de las raciones de longaniza de Avilés y de queso de La Peral en Casa Tataguyo; de los pinchos en Apiñón Bistró y en la Vinoteca Syrah, ni de la tabla de quesos asturianos, la borona, los tortos y los frixuelos de Tierra Astur.
Ahora seguro que ya ni te acuerdas de las chimeneas de las fábricas que veías desde la carretera…
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