Son solo 11 kilómetros, pero ¡vaya 11 kilómetros! Hablamos de la costa del Garraf con sus playas, sus calas y sus curvas. Olvídate de lo que diga Google Maps que vas a tardar en recorrerlos con el coche. ¿18 minutos? Ya te avisamos de que será más tiempo… y eso que no hay muchos miradores. Unos paisajes preciosos que unen el verde del bosque –el Parque Natural del Garraf– con el azul del mar como si de un cuadro impresionista se tratara.
Eso sí, como no dejan de ser 11 kilómetros, también te incluimos unos cuantos lugares más que ver en el Garraf, desde ciudades hasta un monasterio budista. Sí, como lo lees, un monasterio budista. Sin olvidar, como siempre, unas recomendaciones culinarias y de alojamiento. Para los más osados, una sorpresa acuática al final… ¿Te atreves?
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No dejes de echar un vistazo a nuestros lugares que ver cerca de Barcelona. Tendrás motivos más que suficientes para salir de la Ciudad Condal.
Vilanova i la Geltrú: la capital del Garraf por descubrir…
Y pensar que fue una casualidad atmosférica la que nos descubrió Vilanova i la Geltrú. En nuestro primer viaje a la comarca, nuestro plan original era recorrer la costa del Garraf con el coche, hasta que el cielo se rompió y se puso a llover como si no hubiera un mañana. A menos de 60 km/h en la autopista, buscamos una salida para poder parar el coche con seguridad. La salida era a Vilanova i la Geltrú. Nada menos que la capital del Garraf.
Lo que podría parecer un inconveniente se tornó pronto en una carambola afortunada. En Vilanova i la Geltrú nos encontramos con un pequeño pueblo pesquero –la zona de la Geltrú–, con uno de los mejores museos de ferrocarriles del país, con una biblioteca llena de obras de arte, con un castillo, con un faro, con playas, con la gamba roja… Sí, te aseguramos que merece la pena que hagas una parada antes de comenzar tu ruta por la costa del Garraf.
Después, cuando el clima se puso de nuestra parte, incluso hicimos una corta travesía en barco hasta la costa de la vecina Sitges.
Te lo contamos todo en nuestro artículo Turisteando por casualidad en Vilanova i la Geltrú.
Sitges: la perla de la comarca
¿Sabías que los fundadores de dos grandes marcas de ron nacieron en Sitges? Sí, Don Facundo Bacardi y Don Andrés Brugal dieron sus primeros pasos en la calles de la ciudad. Está claro que la fiesta forma parte del ADN de una de las localidades de costa más famosas de la provincia de Barcelona.
Pero no solo de fiesta vive Sitges, también de arte y cultura. Desde el archiconocido festival de cine fantástico de Cataluña, el Sitges Film Festival, hasta los patios pintados –famosos gracias a los cuadros de Santiago Rusiñol–, pasando por la arquitectura de la iglesia de San Bartolomé y Santa Tecla y la modernista.
Si tú pensabas que solo había playas –ojo, que hay nada menos que ¡26 playas en Sitges!–, echa un vistazo a nuestro artículo Sitges, más que un festival de cine para conocer todo lo que no sabías y que te hará parar el coche.
Aiguadolç: puerto deportivo y pueblo mediterráneo en miniatura
Sin salir de Sitges, aunque saliendo de la ciudad, nos encontramos con un rincón lleno de encanto. Hablamos de su puerto deportivo: Aiguadolç. Una barrera cierra el paso a los coches a lo que, sin prestar mucha atención y desde fuera, parece una urbanización de casitas blancas junto a los amarres de los barcos…
No te dejes engañar. No es solo “una urbanización”. Es todo un pequeño pueblo lleno de callecitas estrechas, plazoletas, edificios de dos alturas perfectamente encalados… Todo el encanto de un pueblecito pesquero protegido de las miradas curiosas de los turistas por una barrera.
Date una vuelta tranquilo. Dejando que esa calma tan mediterránea te relaje. Disfrutando del blanco y del azul, del sol –en el paseo marítimo al que se asoman todos los mástiles y restaurantes– y de la sombra –en las callejuelas casi desiertas–. Una cura de paz interior antes de lanzarte a la carretera de la costa del Garraf con sus curvas, sus miradores y su tráfico.
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A no ser que hayas conseguido alquilar uno de los apartamentos de Aiguadolç, tendrás que dejar tu coche en el aparcamiento público que hay junto al acceso al puerto deportivo.
Las playas del Garraf y la ruta de los miradores
Un par de comentarios prácticos antes de lanzarte a tu ruta por la costa del Garraf.
Lo más habitual es hacer el recorrido desde Aiguadolç hasta el pueblo de Garraf. ¿Por qué? Porque de esa forma la costa quedará a tu derecha y podrás parar en los distintos miradores que se abren en la carretera. Si vas en sentido contrario, no podrás parar en muchos de ellos al estar prohibido el cambio de sentido y separados los carriles por doble raya continua. Solo podrás girar en los accesos a las playas… y tampoco en todos.
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Cuando pares en los miradores, sé un turista cívico y no dejes basura en ellos. En el suelo, al lado de las papeleras, encontramos bolsas y botellas de plástico, latas de refrescos, papeles….
El segundo comentario es un consejo: lleva lleno el depósito de gasolina. La ruta es preciosa y las paradas serán casi constantes. Pero es una carretera estrecha y sin gasolineras –siguen siendo solo 11 kilómetros–. Por si fuera poco, las que encuentres al final tienen los precios, por decirlo suavemente, bastante altos. Lo sabemos por experiencia. Cometimos el error de lanzarnos a la carretera sin fijarnos y se nos encendió la luz de la reserva casi llegando a Garraf. No hubo problema para encontrar una gasolinera en Castelldefels… pero mucho más cara que todas las que habíamos visto en el viaje.
Dicho esto, arranca el coche y conduce despacio. No solo por las curvas, también por los miradores. Nosotros paramos en todos. Tardamos en hacer la ruta y eso que no nos bañamos. ¿Merecen todos la pena? No te vamos a engañar, no. En el mapa, más abajo, indicamos cuáles son los más espectaculares y por cuáles no hace falta parar. Aunque, como siempre, es cuestión de opiniones.
La cala Morisca
Una de las playas que nos habían recomendado por su belleza es la cala Morisca. Cuando me acerqué a la barrera del aparcamiento, el vigilante me dijo que con la cámara no podía dejarme pasar: se trata de una playa nudista. Ya que nosotros no íbamos con la intención de bañarnos, tenemos que confesar que no llegamos a ver la arena –la vía del tren separa la carretera de la cala–. Aún así, confiamos en el criterio de los que nos la recomendaron y, si buscas un lugar donde bañarte –y no te importa el nudismo–, ya nos contarás qué tal la experiencia.
La playa de Les Casetes en el pueblo de Garraf y sus chiringuitos
La otra playa de la que nos habían hablado es la playa de Les Casetes. ¿Qué hace especial a esta playa? Las casetas blancas y verdes que se asoman a la misma arena. El origen parece estar en los pescadores de la zona que las levantaron para guardar sus utensilios de pesca. Pero, claro, estando en ese lugar privilegiado, en cuanto ir a bañarse al mar se puso de moda cambiaron su función. En los años ‘20 fueron habilitadas para pasar las vacaciones.
La imagen es la unión perfecta de los elementos de esta parte de la costa del Garraf. El verde del monte del interior y el blanco de la arena de la playa que da paso al azul del mar. Nos sale el pintor impresionista que llevamos dentro…
Por cierto, si no sale tu vena artística o, incluso saliendo quieres tomar algo, nos hablaron muy bien de dos chiringuitos en la misma playa de Le Casetes: ArubaLuba y ArubaGurugú. No nos acercamos –cuestión de tiempo y de que la playa estaba bastante llena– pero… ahí queda.
¿Sabías que…?
Aunque no dispongas de coche y no estés recorriendo la costa del Garraf puedes acercarte a la playa de Les Casetes fácilmente desde Barcelona en tren. La estación de Rodalies de Garraf está al lado, cinco minutos caminando.
El Parque Natural del Garraf
Al llegar al pueblo de Garraf, nos desviamos hacia el interior alejándonos de la costa. ¿Te imaginas entrar en un parque natural casi en la orilla del mar? Vale, visto así no es tan extraño… pero es que el Parque Natural del Garraf está lleno de pinares y encinares. Un cambio completo de paisaje, aunque el azul del mar sigue visible.
No teníamos mucho tiempo y era finales de julio con un sol de justicia, pero lo que más se hace en el parque son rutas de senderismo. De hecho, solo hay una carretera transitable con coche.
Siguiendo esa carretera unos kilómetros, llegamos a la masía de la Pleta –de arquitectura modernista–, hoy oficina de información en la que te puedes hacer con un mapa con las rutas. Enfrente y más adelante también hay un par de zonas de aparcamiento para dejar el coche y comenzar a caminar.
El monasterio budista del Garraf: un rincón tibetano al lado de Barcelona
Si el parque natural se puede considerar una “sorpresa”, ¿qué pensarías si te dijésemos que hay un monasterio budista en el Garraf? Pues sí, un remanso de espiritualidad tibetana. Se trata del Palau Novella, un edificio modernista, mandado construir por Pere Domènech i Grau. Un indiano que regresó de Cuba con una gran fortuna. La llegada de la filoxera acabó con su sueño y tuvo que vender el edificio y los terrenos colindantes.
La comunidad de monjes budistas Sakya Tashi Ling se encuentra aquí desde 1996. Están abiertos al público a través de visitas guiadas al interior del monasterio y de visitas libres por zonas comunes. Una de las zonas más llamativas es la estupa de la Salud. No te equivoques y sigue las flechas –se gira en el sentido de las agujas del reloj–. Y no dejes de girar los 108 cilindros de oración.
No coincidimos con el horario de las visitas guiadas al monasterio –puedes verlos aquí–. Llegamos poco antes de la hora de comer y teníamos que esperar dos horas para la siguiente… así que no vimos el interior. Una aclaración, la visita guiada la hacen los propios monjes y está centrada en el budismo más que en la arquitectura del palacio.
Hoteles en el Garraf: dónde dormir
Después de la conducción, de las paradas, de los paisajes… hay que descansar como uno se merece. Como no somos muy de fiesta, nos decantamos por un “hotel de interior”, en Sant Pere de Ribes, el Hotel Desitges. Habitaciones amplias, tranquilidad –y eso estando a solo 5 km del centro de Sitges un viernes por la noche de julio– y un buen desayuno, aquí puedes ver precios y disponibilidad, y aquí los de otros hoteles de Sitges y alrededores.
En viajes anteriores dormimos en Vilanova i la Geltrú –aquí puedes ver precios y disponibilidad de hoteles en la ciudad– y en Castelldefels –echa un vistazo aquí a los precios–.
Restaurantes en el Garraf: dónde comer
Vale que no vas a andar mucho –a no ser que hagas una ruta de senderismo por el Parque Natural del Garraf–, pero eso no quita que haya que comer. Nosotros comimos en Vilanova i la Geltrú en el restaurante La Botiga y en Castelldefels en Solraig. Vale, Castelldefels ya no es Garraf, pero es la siguiente ciudad –donde echamos gasolina, ¿recuerdas?–.
Del primero recordamos el all cremat, “ajo quemado”. La expresión máxima de la cocina marinera de Vilanova con diferentes tipos de pescado, patatas, tomate y, por supuesto, ajo y aceite de oliva. Y no dejes de probar la gamba roja de Vilanova, una delicia.
En el segundo, la estrella fue el arroz meloso trufado con gamba roja y guindilla vasca –finalista en el concurso de Mejores Arroces 2018–. Sin olvidar las croquetas, los huevos rotos con jamón o los calamares a la andaluza. Sí, salimos rodando…
Rincón Salta Conmigo
Siguiendo por el paseo marítimo de Castelldefels, enfrente de la oficina de turismo, nos encontramos con un banco gigante. No dejes de acercarte para la hacer la foto del juego de perspectiva.
Mapa con todo lo que tienes que ver en el Garraf
Aquí está, como siempre, el mapa con todo lo que ver en el Garraf. Lo prometido es deuda y marcamos en gris los miradores que, a nuestro juicio, no merecen la parada.
Deportes acuáticos junto a la costa del Garraf: el Canal Olímpic
Más allá de bañarte en las playas y las calas de la costa del Garraf, descubrimos un lugar especial en que disfrutar de los deportes acuáticos de otra forma. De nuevo, no es el propio Garraf, pero sí en la cercana Castelldefels. Hablamos del Canal Olímpic creado para las pruebas de las Olimpiadas de Barcelona 92.
¿Qué se puede hacer allí? Casi de todo lo que tenga que ver con el agua. Nosotros nos vinimos arriba y tratamos de probar el Cable Sky. ¿Qué es el Cable Sky? Una especie de esquí acuático en el que no hay una barca tirando del cable, sino que va suspendido por unos rieles. ¿Por qué nos vinimos arriba? Porque no conseguimos mantenernos en la tabla ni tres segundos… y eso que lo intentamos de rodillas. Lo bueno: el agua estaba estupenda y se agradecía el baño. Lo malo: la constatación de que, más allá de saltar, lo nuestro no son los deportes.
Paisajes de un Mediterráneo subido, ciudades llenas de encanto, sorpresas… y hasta un poco de adrenalina en el Garraf.
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