¿Cuántas veces has visto algo que te ha llamado la atención, pero lo has dejado pasar? Por suerte para nosotros, Eusebi Güell no era de los que olvidan. Durante la Exposición Universal de París en 1878, Güell descubrió una vitrina que le llamó la atención. Era la de la Guantería Comella. Apuntó el nombre de su diseñador, Antoni Gaudí, y decidió conocerle a su vuelta a Barcelona. Así, casi por casualidad, comenzó la relación más prolífica del modernismo catalán que se forjó con paseos por el monte y diversos trabajos. Años después, Eusebi encargaría a Antoni la construcción de su casa familiar: el Palau Güell.
Podríamos decir que Gaudí se esmeró especialmente en el Palau Güell. Tal vez, su amistad con Eusebi, forjada a base de excursiones del Círculo Catalán, le “obligó” a levantar una casa de la que el conde se sintiera orgulloso. Un palacio del que pudiera presumir entre la burguesía catalana. Y vaya que se esforzó, desde la cochera hasta la azotea, no dejó nada al azar. Todo está estudiado para hacer más fácil la vida de los habitantes de la casa y hasta de sus invitados. Invitados que hoy somos turistas que visitamos el Palau Güell.
Entramos en un edificio Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO desde 1984. “El único ejemplo de arquitectura doméstica que Gaudí completó y no ha sufrido modificaciones esenciales”, según el folleto del propio Palau Güell.
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Si estás pensando en visitar el Palau Güell, echa un vistazo a nuestro artículo sobre los edificios modernistas de Barcelona para completar tu recorrido arquitectónico por la Ciudad Condal. Y, ya puestos, busca más ideas en Qué ver en Barcelona en un fin de semana y en 60 cosas que hacer y que ver en Barcelona, si tienes más tiempo.
El Palau Güell de Barcelona: un poco de historia
Una vitrina. Todo comenzó con una vitrina y con buena memoria. Siguió con salidas al campo con el Círculo Catalán. Y acabó con palacios, colonias, parques, bodegas… ¿Cuánto le debe Gaudí a la ayuda de Güell? ¿Cuánto le debe Güell a la obra de Gaudí?
Lo que está claro es que, en el inicio de la relación, el que salía “ganando” era Gaudí. Por aquel entonces, la fortuna del Conde de Güell estaba entre las 25 más grandes del mundo según una estimación de Forbes. Al cambio actual, hablamos de unos 75 millones de euros. Gaudí encontró un mecenas con los bolsillos llenos y Güell un arquitecto capaz de hacerle destacar entre la burguesía catalana.
¿Sabías que…?
La obra de Gaudí en Comillas también se debe a Eusebi. El marqués de Comillas era el suegro de Güell y, gracias a esta relación, surgieron el Capricho y el mobiliario del Palacio de Sobrellano.
En 1886, Güell encargó a Gaudí la construcción de su casa familiar. Recuerda su fortuna, obviamente no iba a ser una casita cualquiera: ocuparía toda una manzana. Sería un palacio y, como con el resto de edificios modernistas, no se iban a comer la cabeza buscándole un nombre: el Palau Güell. Tras cuatro años de obras, en 1890 la familia Güell se mudó a su nuevo hogar. Allí permaneció hasta que se trasladaron al Park Güell.
El palacio pasó a manos de la Diputación de Barcelona en 1945, cuando Mercè Güell –hija de Eusebi– lo cedió para usos culturales.
La fachada y la forja
El hierro es el elemento principal de la fachada del Palau Güell –obviando la piedra, por supuesto–. Los dos grandes arcos parabólicos, marca de la casa en Gaudí, están cerrados por dos elaboradas rejas de forja que recuerdan a las antiguas celosías. No te quedes a la altura de los ojos y levanta tu mirada para buscar la E y la G en lo alto de cada una de ellas. Pero no acaba ahí el virtuosismo de la forja. Entre los dos arcos, la reja de la ventana parece crecer como un árbol sobre el que se posa un ave fénix.
¿Sabías que…?
El tamaño de las puertas estaba pensado para que tanto los dueños como sus invitados pudieran acceder al palacio a caballo o en carruaje.
También tiene tribuna el Palau Güell, de piedra y de lado a lado del edificio. Y también está decorada con forja en sus ventanas. Más arriba, la piedra se hace dueña y señora de la fachada hasta crear una ilusión de muralla almenada con torres de defensa. Sobre cada una de las torres, en la azotea, asoman sus características y coloridas chimeneas.
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La visita al interior más allá de la azotea con sus chimeneas
Siéntete parte de la burguesía de principios del siglo XX y no te quedes en la fachada del Palau Güell. ¡Es hora de entrar!
La planta baja y el sótano
Ya no entran los invitados al Palau Güell en carruaje, pero, aún así, la visita comienza por el sótano del palacio, donde se encontraban los establos. No creas que un espacio que solo vería el servicio no iba a estar diseñado a conciencia por Gaudí. Enormes columnas de ladrillo soportan el techo –una estructura que nos recordó un poco a la sala hipóstila del Hospital de Sant Pau– con detalles como los agarraderos con forma de unicornio y la rampa helicoidal.
En la planta baja, además del patio, estaban las cocheras. Fíjate en los escalones que hay a la izquierda de la escalera principal: están ahí para ayudar a bajar de los carruajes y de los caballos.
La planta noble
Prepárate para el despliegue decorativo de Gaudí: vidrieras, arcos y columnas de piedra, artesonados y puertas de madera, lámparas de forja, chimeneas, capillas, bancos, mobiliario… Ocho salas llenas de muestras de ingenio. ¿Nuestra favorita? Como no podía ser de otra manera, el salón central. Un espacio cubierto por una cúpula parabólica en la que se abren pequeños agujeros por los que entra la luz natural. Casi parece que estás bajo un cielo estrellado.
La planta noble también tiene una terraza desde la que ver la fachada interior donde el hierro vuelve a ser protagonista, junto con los primeros azulejos de colores.
¿Sabías que…?
El Palau Güell se comunicaba con la casa familiar de la Rambla por un corredor acristalado que sale de la terraza de la planta noble.
Por encima de la planta noble, en la entreplanta, se encuentra la tribuna de los músicos. Durante los conciertos, la música llegaba al salón central desde arriba, rebotando en la cúpula y envolviendo a los invitados.
Dormitorios y desván
No hay muebles en los dormitorios de la familia, pero la amplitud, la decoración de las paredes, techos y suelos, así como las chimeneas, dejan claro que la vida en el Palau Güell no era nada incómoda. Al menos para la familia. También en la planta de dormitorios está la zona de baño, con dos bañeras, chimeneas, retrete…
En el desván, hoy diáfano, era donde vivía el personal de servicio. Aquí había once habitaciones –el servicio vivía un poco más incómodo–, lavadero y cocina. No tendrían mucho tiempo para hacerlo, pero tú sí lo tendrás: asómate al salón central por los ventanales interiores.
La azotea y las chimeneas
Desde la calle ya habrás visto alguna de las chimeneas que coronan el Palau Güell. Lo que no se aprecia es que hay ¡20 chimeneas! en lo alto del edificio. Veinte, todas distintas y decoradas con la técnica del trencadís. Gaudí convirtió las salidas de las chimeneas en coloridos árboles.
En el centro de la azotea se levanta una aguja de quince metros de altura que cubre la cúpula del salón central. Y, ¿cómo llega la luz que decíamos antes a los agujeros? Por los ventanales de la aguja que funciona como la linterna de una iglesia.
Visita virtual al Palau Güell
No hay nada como la experiencia de recorrer las salas del Palau Güell en persona, pero, si no tienes posibilidad o para ir abriendo boca, también puedes hacer una visita virtual desde la comodidad de tu casa, a través de este enlace.
Información práctica del Palacio Güell: entradas, horarios, precios y cómo llegar
El Palau Güell se encuentra en el Carrer Nou de la Rambla, 3 y 5. Puedes llegar fácilmente en transporte público: la estación de metro más cercana es Liceu –línea 3– y las líneas de autobús 14, 59, 91 y 120 pasan muy cerca. Recuerda que con la tarjeta Hola BCN! puedes utilizar todo el transporte público en Barcelona. El Barcelona Bus Turístic también es una opción para llegar.
El palacio abre todos los días del año excepto los lunes no festivos, el 1 y 6 de enero, el 25 y 26 de diciembre y la cuarta semana de enero. El horario es de 10 h a 20 h de abril a septiembre y hasta las 17:30 el resto del año. Ten en cuenta que la taquilla cierra a las 19 h y a las 17 h respectivamente.
El precio de la entrada del Palau Güell es de 12 € –en tiempos de pandemia se ha rebajado a 5 €–. El primer domingo de cada mes, el 12 de febrero, el 23 de abril, el 11 y el 24 de septiembre, el 15 de diciembre y la Noche de los Museos la entrada es gratuita. La entrada incluye una visita guiada: en castellano los sábados a las 12 h. Tienes más información en su página oficial.
Date una vuelta por un palacio como solo Gaudí podía imaginar.
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