No nos cansamos de repetirlo, cuando hablamos de viajar a Italia, de nuestra ruta por ciudades del norte de Italia y siempre: mi país es mucho más que Venecia, Florencia, Roma y Pompeya. Ciudades como Mantua, Mantova en italiano, son prueba de ello. Un río, el Mincio, que aquí se ensancha en tres lagos artificiales –el Lago Superiore, el Lago di Mezzo y el Lago Inferiore–, rodea una ciudad que acogió una de las cortes más ricas del Renacimiento en la península italiana. Si en Florencia estaban los Medici, en Milán los Sforza y en Ferrara los Este, aquí estaban los Gonzaga, artífices de una riqueza tangible medio milenio después gracias a algunas de las obras de arte más valiosas del Renacimiento italiano. Riqueza que le ha valido a Mantua ser declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
No dejes de bajar a ver las fotos de la Camera degli Sposi, te preguntarás cómo podías no haber escuchado hablar de ella nunca. Es, definitivamente, una de las cosas que ver en Mantua, pero hay mucho más. ¿Cuánto tiempo necesitas? Diríamos que, por lo menos, un par de días enteros, pero en un día te puedes hacer una primera idea, sin llegar a Sabbioneta.
Palazzo Te, Palacio del Té, o lo que tienes que ver en Mantua sí o sí
Si no has escuchado hablar de Mantua, pues imagino que menos aún del Palazzo Te –Palacio del Té–. Si te digo que es una de las villas del siglo XVI más bonitas y más famosas de Italia, puede que empiece a convencerte de ir. ¿Y si te digo que se tardaron dos años en construirla pero diez, nada menos, en decorarla con sus frescos y que, cuando los veas, diez te parecerán pocos? Si quieres saber más, echa un vistazo a nuestro artículo El Palacio del Té de Mantua: honesto ocio renacentista.
Todas las salas, con sus frescos, te dejarán boquiabierto: la de los caballos, la de Amor y Psique, la de Ovidio… pero en la Sala de los Gigantes está asegurado el efecto “wow”. Nos paramos un rato allí y lo comprobamos: ningún turista podía evitar exclamar esa expresión tan internacional nada más poner un pie en ella.
Estarás rodeado por la representación de la mitológica derrota de los gigantes, arrollados por el colapso de las laderas del Olimpo que habían intentado escalar, a manos de Júpiter. No podrás evitar sufrir con ellos, compartir su dolor, sentir sus penas, su angustia, su sofoco… y al mismo tiempo fascinación por el artista que, a casi medio milenio de distancia, aún te transmite esas emociones.
¿Sabías que…?
El nombre, Palazzo Te, no tiene nada que ver con la bebida más típica de las cinco de la tarde en Gran Bretaña. “Te” sería una abreviación de tejeto, una palabra que haría referencia a las cabañas cubiertas de paja –teje o tezze– que había en la zona, en el sur de la ciudad, antes de la construcción del palacio.
Palazzo Ducale, el Palacio Ducal de Mantua, y el castillo de San Jorge: la otra visita obligada
El otro sitio que tienes que ver en Mantua por obligación es el Palazzo Ducale –Palacio Ducal–, que se visita junto con el Castello di San Giorgio –Castillo de San Jorge–.
En éste último está el que probablemente sea el lugar más conocido de Mantua –en Italia–: la Camera degli Sposi, habitación de los novios, también conocida como camera picta, habitación pintada. Sus frescos, realizados por Andrea Mantegna en el siglo XV, se consideran unas de las más sublimes obras maestras del Renacimiento italiano. ¡Que no es moco de pavo!
Mantegna representó, en las cuatro paredes de la sala, escenas de la vida de los Gonzaga, señores de Mantua, en una especie de pabellón exterior. Pero es en el techo donde se encuentra la escena más famosa: el célebre trampantojo del óculo con sus figuras mirando hacia abajo. ¡Soberbio!
Por su parte, el Palazzo Ducale, más que un simple palacio, es un intrincado complejo de edificios, iglesias, plazas internas, jardines, pasadizos porticados… no es casualidad que se le definió como “Ciudad en forma de palacio”. Más salas llenas de frescos asombrosos, cuadros, esculturas clásicas… Dedícale tiempo e intenta superar esa extraña sensación de no poderlo retener todo al final de la visita. Sí, el Palacio Ducal de Mantua abruma.
Si quieres información sobre entradas y precios, visita su página oficial. En temporada alta, para visitar la Camera degli Sposi hay que reservar con antelación.
La Sala del zodiaco en el Palazzo d’Arco: la Mantua menos conocida
La tercera camera picta, totalmente recubierta de frescos, de Mantua es mucho menos conocida que las anteriores, pero es casi tan sensacional como ellas. Se pintó después de la Camera degli Sposi pero antes de la Sala dei Giganti, a principios del siglo XVI. Es la Sala dello Zodiaco, donde se representaron, además de los signos del zodiaco, los meses del año.
Se acaba de restaurar pero ha perdido algo que la hacía única: las láminas de oro –de las que quedan trazas– que la llenaban y que se iluminaban con la luz de la chimenea que hubo ahí en su momento creando un efecto único. No se sabe ni quién mandó pintar la sala –está representado con vestido negro, tocado negro y tres llaves bajo el signo de cáncer–, ni es seguro quién la pintó. Misterios que le dan un toque más si es que lo necesita.
La sala se visita junto con el neoclásico palazzo d’Arco, si quieres información sobre entradas y precios, visita su página oficial.
La basílica de San Andrés: la iglesia que, sin duda, tienes que ver en Mantua
Si sólo tuvieras tiempo para visitar una iglesia en Mantua, ésta tendría que ser la basilica di Sant’Andrea –basílica de San Andrés de Mantua–. Sí, una de las obras maestras de la arquitectura renacentista religiosa italiana también está aquí. Su arquitecto fue Leon Battista Alberti. Puede que no te suene, aunque sí que te sonará una de sus obras más famosas: la fachada de la iglesia de Santa Maria Novella de Florencia.
Eso sí, también hay mezclas de otras épocas como el campanario medieval de la iglesia anterior o la cúpula de 80 metros del siglo XVIII.
Tres lugares que no te puedes perder en la iglesia. La primera capilla a la izquierda, donde está enterrado Andrea Mantegna, el pintor de la Camera degli Sposi. La cripta con la reliquia de la Sangre de Jesús, que se dice que llevó a Mantova San Longino, tras recoger en el Gólgota la tierra empapada en la Sangre de Cristo. Y los frescos de Giulio Romano, el del Palacio del Té, en la tercera capilla de la derecha, donde está la urna de San Longino.
La piazza delle Erbe y la Rotonda di San Lorenzo
En Mantua no hay una sino dos “plazas mayores” que siguen compartiendo su mercado histórico el jueves por la mañana. Una de ellas es la piazza delle Erbe, con sus soportales, el lateral de la iglesia de San Andrés, el palazzo della Ragione con su torre del reloj y la Rotonda di San Lorenzo.
Esta iglesia de planta circular mandada construir en el siglo XI es uno de los edificios religiosos más antiguos de Mantua. El interior, con sus columnas de terracota y mármol, su pasillo elevado y los restos de los frescos medievales, es tan sencillo como fascinante.
La piazza Sordello y la catedral de Mantua
La otra plaza, la piazza Sordello, con sus 150×60 m, es la verdadera plaza mayor de Mantua. Aquí se encontraba el primer núcleo medieval de la ciudad, delimitado por los lagos y por un foso.
Ahora, un lado está completamente ocupado por el complejo del Palacio Ducal, con su secuencia de soportales. En otro se alza la catedral de Mantua: la cattedrale di San Pietro. A pesar de ser otro de los edificios religiosos más antiguos de la ciudad, de la catedral románica, del siglo XI, sólo queda el campanario. Hay elementos casi de todas las épocas, desde un sarcofago paleocristiano del siglo IV-V hasta la fachada del siglo XVIII, sin olvidar el Renacimiento, claro.
El Teatro scientifico Bibiena
El Teatro scientifico accademico, o teatro scientifico Bibiena, fue sin duda lo que más nos sorprendió de Mantua. Porque en Italia la Mantua Renacentista es muy conocida pero, ¿y la barroca? Ésta es una joya de arquitectura barroca, pero, al mismo tiempo, no se parece a ningún teatro barroco que hemos visto. Sus dos únicos colores –blanco y ocre–, sus líneas sencillas y elegantes al mismo tiempo, su armonía… es difícil de explicar, cuando entres te darás cuenta.
Se construyó en el siglo XVIII para hospedar reuniones científicas –de ahí el nombre– pero también se utilizaba, y se sigue utilizando, como cualquier otro teatro.
Si quieres información sobre entradas y precios, visita la página oficial del ayuntamiento de Mantua.
¿Sabías que…?
Poco más de un mes después de la inauguración, Wolfgang Amadeus Mozart, con sólo 14 años, tocó en el teatro en su primera gira italiana junto a su padre Leopold, el 16 de enero de 1770.
La iglesia de San Sebastián de Mantua, la Casa de Mantegna y el museo de Tazio Nuvolari
En el sur de la ciudad, cerca del Palazzo Te, se encuentran otros tres rincones muy interesantes de Mantua. Uno es la iglesia de San Sebastián de Mantua, del mismo arquitecto que San Andrés. Otro es la Casa del Mantegna –el pintor de la Camera degli Sposi–, aquí en realidad no entramos pero sí pasamos a ver su curioso patio. Y el tercero, al que no pudimos entrar por cuestión de horarios, es el pequeño museo de Tazio Nuvolari: ¿qué te parecería ver coches históricos dentro de una iglesia renacentista?
Las mejores vistas de la ciudad
En una ciudad rodeada por lagos, está claro que no sólo tiene que haber palacios, plazas e iglesias para visitar. Hay algo más que ver en Mantua: los amaneceres y atardeceres en los lagos y el perfil de la ciudad reflejándose en su agua.
Rincón SaltaConmigo
Para admirar ese perfil, hay que cruzar el puente de la via Legnano, al lado del castillo, y llegar a la otra ribera del río Mincio. Las vistas desde ahí, tanto de día como en la hora azul o de noche, son preciosas. Eso sí, si vas en invierno como nosotros, prepárate a pasar un frío gélido.
Mapa con los principales lugares de interés que ver en Mantua
Aquí tienes un mapa con todos los lugares de interés que ver en Mantua que te hemos aconsejado. ¡Para que no te pierdas ni uno!
Qué ver cerca de Mantua: Sabbioneta
A unos 30 km y unos 50 minutos en autobús de Mantua, se encuentra Sabbioneta, la “ciudad ideal” del Renacimiento que, junto con Mantua, ha sido declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Es, en realidad, un pequeño pueblo que se puede visitar en medio día, pero tiene rincones muy interesantes, te lo contamos en nuestro artículo Sabbioneta: la ciudad ideal del Renacimiento italiano.
Mantova Sabbioneta Card
Si haces todas estas visitas, es muy aconsejable que te hagas con una Mantova Sabbioneta Card. Incluye todos los museos de los que hemos hablado y alguno más –el arqueológico, el diocesano y el de la ciudad–, los de Sabbioneta y el transporte público en la ciudad y hacia Sabbioneta. Cuesta 20 € y sólo la entrada al complejo del Palacio Ducal cuesta lo mismo, así que, no lo dudes. En su página oficial tienes más información.
Hoteles en Mantua, Italia
Si buscas un hotel en Mantua, te aconsejamos el hotel en el que nos alojamos nosotros: el Hotel dei Gonzaga. Es un tres estrellas sin muchas pretensiones, pero tiene una buena relación calidad-precio –por lo menos en temporada baja, cuando fuimos nosotros–, está limpio, el personal es muy simpático, y, sobre todo, está en el centro más centro: en plena piazza Sordello. Nosotros teníamos vista a la catedral y al Palacio Ducal. Aquí puedes ver precios y disponibilidad del hotel. Si no te convence estar tan céntrico, aquí puedes buscar entre otros hoteles en Mantua.
Gastronomía típica de Mantua
Si nos lees a menudo, sabrás que somos unos apasionados de la gastronomía italiana y lo mucho que nos gusta recalcar lo diferente que es en cada rincón del país. En Mantua, como suele pasar, la gastronomía daría para un artículo –o un libro– entero. Desde luego, es una razón para quedarse un poco más y disfrutarla.
Uno de sus platos más típicos, y el más conocido en el resto de Italia, es el tortelli di zucca: pasta rellena de calabaza. Nosotros, por supuesto, lo probamos, y tampoco dejamos escapar un risotto alla pilota, risotto con “salamella mantovana”, una variedad local de salchicha de carnicería. De entrante, gras pìstà –“grasa machacada” en dialecto mantuano–, o sea tocino. No suena mal, ¿no? Aunque venía acompañado de polenta, y no somos muy fans de la polenta.
Por cierto, verás por todos lados, en las panaderías, pastelerías y hasta en las tiendas de recuerdos, la sbrisolona: una tarta de almendras muy típica de aquí. En el hotel la servían en el desayuno y podías cogerla a cualquier hora en la entrada: ¡una tentación!
Seguimos descubriendo la “otra Italia”, ¿a que también apetece recorrerla?
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