Pocas ciudades cuentan con un patrimonio artístico tan colosal como la capital de la Toscana. Es por eso que pocos viajes a Italia la dejan fuera de su itinerario. La cuna del Renacimiento se disfruta en cada rincón, pero sin duda las iglesias de Florencia no pueden faltar entre los puntos bien marcados en el mapa de cosas que hay que ver en Florencia. Porque disfrutar de la belleza de los cuadros en los museos está bien, pero deleitarse con el arte en los lugares para los que fue creado es aún mejor.
Ahora bien, ¿qué iglesias de Florencia visitar? La cantidad de edificios religiosos de la ciudad es tan desmesurada y las maravillas que atesoran tan espectaculares que habría que pasar semanas en ella para recorrerlas todas. Nosotros, en lugar de semanas, pasamos allí “sólo” una semana y éstas fueron las que nos parecen las imprescindibles. Las hemos puesto en orden de “importancia” –si es que se puede establecer tal orden, por supuesto, totalmente subjetivo– para que te sea más fácil decidirte si no puedes visitarlas todas. Otro motivo para elegir entre todas las iglesias de Florencia es que, muchas de ellas, cobran entrada.
El Duomo de Florencia, la Catedral de Santa María del Fiore
No hay discusión posible. Te gusten o no las iglesias, no puedes viajar a Florencia sin presentarle tus respetos al Duomo di Firenze, la catedral de Santa María del Fiore. Tan sobrecogedor es el conjunto, catedral, campanario y baptisterio, que le dedicamos un día entero a su visita –cierto que también incluimos el museo–. Y, ante semejantes obras de arte, tampoco podíamos dejar de escribir un artículo completo para responder con detalle al qué, al cómo, al dónde, al cuánto, al cuándo… y a todo lo que se te pueda ocurrir preguntar: La catedral de Florencia, el campanario, el baptisterio y el museo: todo sobre su visita.
La basílica de Santa María Novella, la otra iglesia imprescindible de Florencia
Una de las primeras cosas que nos sorprendió en su momento de los templos católicos de Florencia es la cantidad de basílicas que acoge la ciudad. Nada más y nada menos que cinco visitamos en una semana –además de la catedral y otras iglesias– ¡y hay cinco más! La más famosa es, sin duda, la basílica de Santa María Novella. Puede que el hecho de ser la más cercana a la estación central de tren –también llamada Santa María Novella– sea, en un primer momento, el motivo… Pero, una vez que te colocas delante de esa fachada de mármol blanco y verde del siglo XV y cruzas su umbral, te das cuenta de que daría igual dónde estuviera y cómo se llamara la estación de tren.
A pesar del “parecido” de su fachada con la de la Catedral –y con la de Santa Croce–, ésta sí es original. Mientras las otras son del siglo XIX, la de Santa María Novella es una obra maestra del Renacimiento italiano.
En su interior, obras de Domenico Ghirlandaio, Giotto, Miguel Ángel o de Brunelleschi. Al lado, el museo formado por dos claustros, dos capillas y el refectorio. En el claustro verde –al que se accede desde la basílica– se encuentran los frescos de Paolo Uccello del Pecado original y del Diluvio universal. En el claustro de los muertos, los frescos que decoran las capillas sepulcrales de los nobles florentinos del siglo XIV. La capilla de los Españoles está completamente cubierta de un ciclo de frescos de Andrea di Bonaituo del siglo XIV. En el refectorio, la última cena…
Será sólo la segunda de las iglesias de Florencia que visites pero ya te estarás preguntado, ¿cómo es posible juntar tantas maravillas en una única ciudad? Ahora entenderás el hechizo de la capital Toscana… y todavía no has visto nada.
La basílica de San Lorenzo: de Donatello a Miguel Ángel
Prepárate para lo que se te viene encima. La basílica de San Lorenzo. Obra de Brunelleschi, quien había diseñado la cúpula de la catedral pocos años antes. A pesar de que el encargo inicial era comandado por las ocho familias más ricas de la ciudad, fueron los Medici los que finalmente compraron sus partes a los otros siete. Los poderosos Medici de Florencia… ya puedes imaginar lo que hay tras esa inacabada fachada. Sí, inacabada, con los ladrillos a la vista.
Si en la catedral tendrás que pasar un día prácticamente entero, en la basílica de San Lorenzo también verás cómo el tiempo se escapa entre tus dedos. Además de las naves de la propia basílica, de planta de cruz latina, y su sacristía vieja, la biblioteca Laurenciana y las capillas de los Medici, cappelle Medicee, donde están enterrados los grandes miembros de la familia, con sus esculturas de Miguel Ángel, reclamarán tu atención. Eso sí, las dos últimas, la biblioteca y las capillas Medici –con la sacristía nueva–, tienen accesos independientes, con sus entradas distintas. Aquí puedes ver información sobre todo el complejo Laurenciano.
Púlpitos de San Lorenzo: la última obra de Donatello
Aunque la basílica de San Lorenzo estuviera completamente vacía en medio de un solar, sólo para ver la última obra de Donatello, los púlpitos de San Lorenzo, merecería la pena entrar. Entrar, y pagar el acceso a ella. Sí, porque para ver los púlpitos de Donatello hay que pagar una entrada extra. Como si de un torniquete de metro se tratara, hay que echar una moneda de euro para que gire y poder acceder.
Dos son sus púlpitos decorados con relieves en bronce: el de la Resurrección, de casi tres metros de longitud, y el de la Pasión, de 2,80 metros. El primero, el de la Resurrección fue, si se puede decir, más obra de Donatello, que no pudo participar tanto en el trabajo del segundo por su edad.
El nivel de detalle, la fuerza del relato, la expresividad de las figuras, la elegancia de la composición… todo lo que se diga es poco y se queda corto cuando uno se encuentra cara a cara –el euro da acceso a una plataforma que te coloca a su altura– con esta obra majestuosa. Eso sí, el plástico que los protege no es muy amigable para las fotos…
Sacristía vieja de San Lorenzo
La sacristía vieja, también obra de Brunelleschi, es de una simplicidad máxima en la unión del círculo y del cuadrado que le da vida. El Renacimiento italiano en estado puro. Además de la belleza y la pureza de sus líneas arquitectónicas, la obra de Donatello –esculturas en este caso– que decora este pequeño espacio la hace única.
La basílica de la Santa Cruz: el panteón de los italianos ilustres en Florencia
La visita a la basílica de la Santa Cruz, la Santa Croce, ofrece un punto más que el resto de iglesias de Florencia. No sólo por el hecho de que fuera aquí donde Stendhal sufrió su famoso desvanecimiento ante tanta belleza, lo que después se conocería como el síndrome de Stendhal. Tampoco por los frescos de las capillas Bardi y Peruzzi, de Giotto, los crucifijos de Cimabue y de Donatello o la capilla Pazzi, de Brunelleschi. Todo ello soberbio. Lo que hace “diferente” a la Santa Cruz es que alberga los restos –o los cenotafios– de grandes personajes italianos: de Miguel Ángel a Galileo Galilei pasando por Dante o Maquiavelo.
Tanto tiene que ver la basílica de la Santa Croce que le hemos dedicado un artículo completo a esta gran joya –grande también literalmente: 40 metros de alto por 100 de largo– florentina: La basílica de la Santa Cruz y sus tumbas: el panteón de los italianos ilustres.
La basílica de la Santísima Anunciación: el triunfo del barroco
Cambiamos de estilo por un momento. Dejamos el Renacimiento y nos lanzamos al barroco italiano en la basílica de la Santísima Anunciación, Santissima Annunziata. El nombre se debe a una pintura que se encuentra en su interior que, según la tradición cristiana, fue concluida por un ángel cuando el monje que la estaba realizando la abandonó porque no se veía capaz de alcanzar la belleza que la imagen merecía.
La discreta fachada que, para mantener el estilo de la plaza, replica la del Hospital de los Inocentes, no da ninguna pista de lo que encontrarás al cruzar sus puertas. Antes incluso. En su atrio, el llamado claustro de los votos –al que se accede antes que a la propia basílica–, se encuentra un increíble ciclo de frescos sobre la vida de la Virgen y la historia de Filippo Benizzi, San Felipe Benicio.
¿Sabías que…?
El nombre de claustro de los votos se debe a que se construyó para alojar las ofrendas votivas en cera que dejaban los peregrinos que llegaban hasta la basílica para adorar la pintura de la Anunciación. Hoy en día no encontrarás ninguna, a finales del siglo XVIII se fundieron todas para hacer velas.
Aunque nada prepara para la profusión de decoración del interior de la basílica, barroco puro, horror vacui máximo. Columnas, paredes, techo y suelo cubiertos de mármol. Capillas llenas de estatuas, de frescos y de cuadros. Relieves en arcos, paredes y techos cubiertos con pan de oro… Y juegos de luz a través de sus vidrieras que dan todavía más impresión de riqueza si es que fuera posible.
Por cierto, la imagen de la Anunciación –hoy todavía muy venerada– se encuentra en una capilla a la izquierda de la entrada.
La iglesia San Miniato al Monte: románico puro en lo alto de Florencia
Un nuevo salto de estilo arquitectónico. Esta vez, al pasado. La iglesia de San Miniato al Monte es la única iglesia románica de Florencia, del siglo XIII. Para nosotros, más allá de las obras de arte que alojan las demás, la más bonita de la ciudad después de la catedral.
Desde fuera no parece distinta al resto, con su fachada de mármol blanco y serpentina verde, pero el interior no tiene comparación. Además de ser más pequeña, la decoración es completamente única: los mosaicos bizantinos, las formas geométricas en el pavimento, los frescos en las paredes laterales…
Por si fuera poco, está situada en una colina por encima del Piazzale Michelangelo con lo que puedes disfrutar de una preciosa panorámica de Florencia desde allí. Si tienes tiempo –y llegas antes de que cierren, no como nosotros– no te pierdas su cementerio.
La basílica del Espíritu Santo y crucifijo de Miguel Ángel
En la basílica del Espíritu Santo, Santo Spirito, tras una sencilla fachada del siglo XVIII –ya hemos visto que hay cierta tendencia a redecorar las fachadas de las iglesias de Florencia–, te encontrarás con una de las arquitecturas renacentistas más puras y armónicas de la ciudad.
Comenzó su construcción, en 1444, el gran Filippo Brunelleschi, sí, el de la cúpula del duomo y de la basílica de San Lorenzo. Aunque después participaron otros arquitectos, mantiene la estructura que él le imprimió, con sus tres naves separadas por grandes columnas monolíticas de capiteles corintios. El altar barroco y muchas obras maestras renacentistas, entre ellas una Virgen en trono con santos de Filippino Lippi, decoran la iglesia.
¿Sabías que…?
Se conoce como Virgen en trono a la representación de la Virgen sentada con el niño sobre su regazo, haciendo las veces de trono al hijo de Dios.
En el refectorio del antiguo convento agustino de Santo Spirito se encuentra un fresco de la última cena, Cenacolo en italiano, y una crucifixión. Se trata de la Fondazione Salvatore Romano y tiene una entrada independiente.
La sacristía con el crucifijo de Miguel Ángel
Desde la nave izquierda, a través de un elegante vestíbulo con una preciosa bóveda de cañón artesonada, se entra en la sacristía, también de estilo renacentista. Ahí se encuentra un crucifijo de madera esculpido por un joven Miguel Ángel.
La cappella Brancacci en la iglesia de Santa María del Carmine
En este caso, más que de una iglesia, hablamos de la capilla de una iglesia que –como hemos visto ya en alguna de las anteriores– hoy tiene tiene entrada separada del templo. De hecho, está gestionada por el ayuntamiento y no por la Iglesia. Se trata de la recientemente restaurada cappella Brancacci, dentro de la iglesia de Santa María del Carmine.
El nombre de la capilla es un homenaje a Felice Brancacci, el rico comerciante de seda y político que la comisionó. La decoración al fresco que los pintores renacentistas Masaccio y Masolino realizaron aquí entre 1423 y 1424, y luego continuó en 1480 Filippino Lippi, se considera una de las grandes obras maestras del primer Renacimiento. Según Giorgio Vasari, para muchos el primer historiador del arte, los frescos de Masaccio fueron “escuela del mundo”, ya que fueron objeto de estudio de todos los grandes pintores del Renacimiento.
La iglesia de Todos los Santos y el crucifijo de Giotto
La iglesia de Todos los Santos, Ognissanti, alberga otro par de joyas de Domenico Ghirlandaio en Florencia: una Virgen de la Misericordia y una Última cena. La primera, en la capilla de los Vespucios, cappella Vespucci, muestra incluso una imagen del famoso Américo Vespucio –del que deriva el nombre del continente americano– de niño. El Cenacolo se encuentra en el antiguo refectorio del convento.
La familia Vespucio también contrató a Botticelli para que decorara la iglesia. Hoy en día puede verse un fresco de San Agustín realizado por este artista.
Rincón SaltaConmigo
Simonetta Vespucci, la que fue musa de Botticelli, está enterrada en la iglesia. Fue ella la modelo para el Nacimiento de Venus y para la Primavera del famoso artista, los dos en la Galería Uffizi. Tanta era la admiración de Botticelli por Simonetta, considerada la mujer más bella de su tiempo, que pidió ser enterrado junto a ella.
Lo más conocido de la iglesia, eso sí, es el gran crucifijo atribuido a Giotto, el que se considera el precursor del Renacimiento italiano.
La iglesia de Orsanmichele: la iglesia no iglesia
La iglesia de Orsanmichele es probablemente la más peculiar de las iglesias de Florencia, con su estructura de paralelepípedo estrecho y muy alto. Lo primero que pensarás es que no parece una iglesia. Y no te faltará razón, porque no nació como tal, sino como mercado del grano. Se levantó en el siglo XIII con ese propósito.
Tras ser arrasada por un incendio, volvió a levantarse en el siglo XIV. Fue entonces cuando se dividió en tres plantas: las dos superiores se utilizarían como almacenes de grano, mientras la planta baja se convertiría en la nueva iglesia de las Artes Liberales, llamada Orsanmichele, o sea San Michele in Orto, San Miguel del huerto.
La signoria que entonces gobernaba Florencia obligó a todos los gremios de la ciudad a decorar los nichos del exterior de la iglesia con figuras de sus santos patrones. Las estatuas las realizaron algunos de los mejores artistas del Renacimiento. Aunque hoy los originales se conservan en el Museo di Orsanmichele –en la parte superior del edificio–, se pueden ver en el exterior de la iglesia las copias de esas obras maestras. Entre ellas un San Jorge de Donatello.
En el interior, con sus dos naves que hacen que parezca una doble iglesia, hay frescos del siglo XIV y un precioso tabernáculo en mármol y cristal coloreado considerado una obra maestra del gótico de Florencia.
La iglesia de Santa María Magdalena de’ Pazzi y el fresco de Perugino
La última de nuestras iglesias de Florencia –y, evidentemente, hemos dejado muchas fuera del listado– es la de Santa María Magdalena de’ Pazzi. Más allá de la historia del edificio, construido a mediados del siglo XIII, la iglesia entra en nuestra lista por la Crucifixión de Perugino, en la sala capitular del antiguo convento. Un sobrecogedor fresco en tres partes que es, a la vez, un trampantojo: las columnas que separan las partes del “tríptico” también están pintadas al fresco.
Mapa con las iglesias de Florencia que no te puedes perder
Aunque he dicho que el orden era, por una vez, de más a menos recomendadas –aunque siempre desde un punto de vista totalmente personal–, hemos preparado un mapa con la localización de las iglesias de Florencia para que puedas organizar tus visitas a tu conveniencia.
Una pequeña pincelada del arte que atesoran las iglesias de Florencia: de la arquitectura a los frescos, de las esculturas a los relieves… y eso por no hablar de todas las capillas que han dejado su función litúrgica para ser convertidas en museos. Stendhal sabía que no había humano capaz de soportar tanta belleza.
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2 Comentarios
Espectaculares fotos. Reconozco que solo visité el Duomo, Santa Croce y Santa Maria Novella. Pero con estas fotos que tomaron sin dudarlo haré una visita al resto de iglesias que recomiendan. Saludos
Hola, Alberto.
Lo cierto es que todo en Florencia merece una visita, una segunda, una tercera… y no dejar de volver. Siempre se descubre un nuevo rincón. Cuando hayas visitado las ocho iglesias de las que hablamos que te faltan… verás que hay más motivos para regresar 🙂
¡Un saludo!