Cuando uno viaja por Irlanda se da cuenta enseguida de que toda la belleza de los paisajes de Irlanda no cabe en una foto y comienza a disparar como si le fuera la vida en ello tratando de capturar en la tarjeta de memoria todo lo que le deja sin aliento: los verdes –ni te imaginas cuántas tonalidades de verde puede haber, sin desmerecer a Asturias ni a Galicia–, los tonos del mar –desde el azul Caribe hasta el negro tormenta–, los colores de las puestas de sol, la historia de las cruces celtas, los mil y un castillos…
En la pantalla de la cámara sigues notando que algo falla. Esos 3×2 –o 4×3 según la cámara– no hacen justicia a lo que tienes delante. El siguiente paso es hacer fotos más grandes: panoramas. Ésa fue, al menos, nuestra evolución durante nuestra ruta por Irlanda y, aunque no solemos usar fotografías panorámicas en el blog, hemos decidido que hay que enseñarlas –además de que, durante el viaje, según compartimos alguna de estas fotos de Irlanda en Facebook, se “aprobó por votación popular” que hubiera un artículo con ellas–.
Fotos de castillos de Irlanda que necesitan un panorama
Todos los castillos de Irlanda merecerían una fotografía panorámica para tratar de mostrar el paisaje que les rodea: jardines, verdes prados, lagunas… porque en Irlanda hay sitio para que los edificios “respiren” y nada te estropee un buen paisaje.
Nuestro viaje a Irlanda comenzaba con un castillo, el de Birr. Allí el panorama lo compone el fabuloso jardín que lo rodea. Tuvimos que esperar a que se abrieran un poco las nubes –la primera impresión en Irlanda fue de cielos cubiertos y amenaza de lluvia, aunque luego no llovió en toda la semana– para nuestra primera panorámica llena de color: azul, verde, amarillo, morado, blanco… Esto es Irlanda.
El castillo de la familia Guinness, Ashford Castle, convertido en hotel y considerado como el mejor del mundo en 2015 por Virtuoso, también necesita una panorámica por la inmensidad del edificio con sus torres y sus alas, sus jardines y –aunque ya no se vea– el lago, también de su propiedad.
Como no podía ser de otra forma, nuestro viaje a Irlanda también acabó con un castillo. Uno con caché cinematográfico, el de Trim, donde se rodaron escenas de Braveheart. No vimos a Mel Gibson gritando en sus murallas, pero sí necesitamos un panorama para mostrarlo todo.
Los acantilados de Moher son panorámicos
Ya hemos escrito un artículo dedicado a los Cliffs de Moher lleno de fotografías de esta maravilla de la Naturaleza… pero todas se quedaban pequeñas. En los acantilados de Moher nos volvimos locos y, además de las fotografías normales y de los timelaspse, fueron nada menos que 32 las fotos panorámicas que tomamos.
La puesta de sol se alió con nosotros y con un cielo imponente para que no fuéramos capaces de dejar de disparar pensando que la cada toma era mejor que la anterior, que era la definitiva. Hasta que, después de mirar la foto recién sacada, levantábamos la vista y veíamos que el espectáculo no sólo no había terminado sino que era aún más bonito.
Los tonos anaranjados de la puesta de sol consiguieron hacer “amigable” un lugar que es dramático en su forma. Los acantilados, capaces de cortarte la respiración con su caída al mar, se teñían de un “cariñoso” naranja y encendían nuestras cámaras.
Inis Mór, cómo una isla tan pequeña puede necesitar tantas panorámicas
Inis Mór, con poco más de 30 kilómetros cuadrados, ya nos convenció de que tenía tanto que mostrar que necesitaba su propio artículo. Pero, como con los acantilados de Moher, los de Inis Mór tampoco cabían en una foto.
Por no hablar de las murallas de Dun Auengus con sus miles de años de antigüedad. ¿Cómo colocas tres murallas concéntricas, un fuerte, un acantilado, el mar… en una sólo imagen? Haciéndola panorámica.
Antiguas iglesias que no caben en una foto
Las cruces celtas forman parte de la cultura irlandesa y tienen que volver a casa en las tarjetas de memoria después de un viaje. La primera fue en Inis Mór en Seven Churches, en las islas Aran.
La segunda fue en Clonmacnoise en el condado de Offaly. Lugares llenos de espiritualidad a los que todavía hoy llegan cientos de peregrinos cada año.
Paisajes de Connemara y la Wild Atlantic Way
La península de Connemara nos mostró su mejor cara y parte de la Wild Atlantic Way –la ruta panorámica costera–.
Desde las ciudades costeras como Roundstone con sus pequeños puertos…
… hasta impresionantes playas que parecen sacadas de un Caribe de aguas tranquilas y de color turquesa.
Eso sí, ¡siguen estando frías!
Aunque no hay que olvidar que Connemara sigue siendo Irlanda y que el color que manda es el verde.
Tanto que hasta colocan bancos para que disfrutes de él y del azul del agua.
Irlanda y el verde, un amor inquebrantable
“No diga Irlanda, diga verde” éste podría ser el eslogan del país.
Y, si le colocamos unas ovejas, el cuadro es completo y perfecto.
Te han entrado más ganas aún de ir a Irlanda después de ver estas panorámicas… y lo sabes.
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