En mi segundo viaje a Irlanda lo tenía claro: esta vez no podía salir del país sin visitar los acantilados de Moher. Cuando uno piensa en Irlanda le vienen a la mente enormes prados verdes, ovejas, vacas… y la fuerza del océano contra su costa. Y si hay un tipo de costa que se asocia con Irlanda es la agreste, la dura, la violenta, con los acantilados como su máxima expresión. Ya hemos llegado a la palabra mágica: acantilados. Ya no hay escapatoria, ya los tienes en la cabeza, no puedes evitar pensar en los cliffs of Moher y sus paredes negras.
Los acantilados de Moher, marca de Irlanda
No se puede decir que los acantilados sean algo ajeno a España –de hecho, los más altos de la Europa continental son los acantilados de Vixía Herbeira en Galicia–, pero estar “acostumbrados” a ellos no evita que nos encanten y nos atraigan. Un espectáculo de la naturaleza que asombra y asusta a partes iguales: el punto intermedio entre el querer ver lo que hay debajo y el no poder acercarse al borde porque el miedo te paraliza.
Irlanda cuenta acantilados en cada uno de los puntos cardinales de su costa, pero son los cliffs of Moher, al oeste de la isla frente al océano Atlántico, los que se llevan la mayoría de fotos y visitas. ¿Justificado? Sin duda. No son los más altos, sus 216 metros de altura máxima quedan muy lejos de los más de 1.500 metros del Thumbnail en Groenlandia o de los más de 600 del gallego Vixía Herberia, pero sus ocho cabos, sus paredes negras casi verticales y sus casi 13 kilómetros de longitud los convierten en una maravilla de la naturaleza.
Lo que te espera en los cliffs of Moher
El hecho de que se trate de uno de los lugares más populares de Irlanda, además de una zona de protección especial para aves, explica la infraestructura con la que se encuentra el turista al llegar.
En el centro de visitantes hay una exposición que explica la formación de semejante maravilla y una proyección en 3D que nos lleva a volar alrededor de los acantilados como si fuéramos montados en una de las miles de aves que tiene allí su casa permanente o temporal –atentos que puede marear más la película que asomarse al borde–. Para ser sincero, nosotros pasamos el centro sin parar mucho, las ganas de ver la obra de la naturaleza superaban con creces el interés por ver cualquier obra del hombre…
El centro de visitantes está construido en la zona más interior de los acantilados, lo que hace que, desde la salida, se puedan ver todos los cabos a derecha e izquierda. La primera imagen impresiona. Cuando te recuperas del impacto de las paredes negras y las olas del Atlántico surge la primera pregunta: ¿derecha o izquierda? La verdad es que, en nuestro caso, era una decisión menor porque teníamos claro que íbamos a verlo todo: toda la tarde estaba reservada para los acantilados.
Cuando acaba la zona “protegida” de los acantilados de Moher, tanto a la derecha como a la izquierda, comienzan caminos de tierra –sin la protección de la pared de láminas de roca–. El “problema” es que es más fácil acercarse al borde, perder el equilibrio, caer… A diferencia de en el Preikestolen noruego, en los acantilados de Moher sí se dice que han muerto varias personas así que, ¡atento a dónde pones el pie!
El mejor mirador de los acantilados de Moher
Cornelius O’Brien construyó, a principios del siglo XIX, un mirador sobre los acantilados para todos los visitantes que llegaban atraídos por su belleza: la torre O’Brien. El mejor mirador de los cliffs of Moher permite, en días claros, ver las islas Aran, la costa de Connemara, la bahía de Galway e incluso las montañas Kerry.
Fue también Cornelius O’Brien quien construyó las paredes de lámina de roca para marcar los caminos –además de para ganar una apuesta: que era capaz de construir un muro de seis pies de altura y un pulgada de grosor– y una mesa de piedra circular para los visitantes. De hecho, se dice que O’Brien construyó todo en la zona excepto los acantilados.
Consejos para tu visita a los acantilados de Moher
La visita a los acantilados de Moher, ya sea por libre o en una excursión, será mejor si tienes en cuenta estos consejos y con la información de la página oficial de los cliffs of Moher.
Cómo llegar a los acantilados de Moher
Nosotros fuimos a los acantilados en coche desde el Bunratty Castle por la R476 desde el sur y, antes de ver siquiera el mar, encontramos un enorme aparcamiento a la derecha de la carretera –si se conduce desde Doolin a la izquierda–, en el que dejar el coche y, tras cruzar la carretera, caminar hasta el centro de visitantes. Tengo que decir que me recordó bastante lo que encontramos en Stonehenge.
Otra forma de llegar a los acantilados de Moher es caminando por la costa –más abajo te explico cómo–. Así había llegado un sueco que trataba de volver a la ciudad haciendo autostop y que acercamos un poco. Desde Doolin se puede ir en autobús, aunque la frecuencia es tan baja que nuestro amigo sueco se lanzó al autostop mientras esperaba su vuelta.
Tours y excursiones a los acantilados de Moher
Si lo tuyo no es conducir y tampoco tienes mucho tiempo, puedes contratar un tour desde Dublín que te lleve hasta allí y te devuelva a la capital en un día. Serán doce horas intensas… Aquí puedes ver los precios de los tours a los acantilados de Moher.
Cuánto tiempo estar en los cliffs of Moher
Los acantilados de Moher son muy grandes, casi 13 kilómetros de longitud aunque la zona protegida no llegue a ocho. Incluso sin salir del camino señalizado necesitarás un mínimo de tres horas y media o cuatro para llegar de una punta a otra con calma disfrutando del paisaje y haciendo unos miles de fotografías.
Si llegas por tu cuenta, reserva una mañana o una tarde enteras para la visita. Si vas con una excursión, asegúrate de que tendrás suficiente tiempo para pasear cuando estés allí, una hora se irá parado en la salida del centro de visitantes antes de llegar a preguntarte si a la derecha o a la izquierda.
Senderismo en los acantilados de Moher
Si te gusta caminar y tienes tiempo hay una ruta de unos 20 kilómetros, Cliffs of Moher Coastal Trail, que sale desde Liscannor hasta el pueblo de Doolin pasando por los acantilados de Moher. Si quieres llegar sólo hasta el centro de visitantes son 12 km desde Liscannor (unas 3,5 horas) y 8 km desde Doolin (2,5 – 3 horas). A pesar de que nos gusta caminar – para muestra el Camino de Santiago– no teníamos tiempo para hacerlo todo y “sólo” recorrimos los acantilados de lado a lado un par de veces.
Avistamiento de aves
Los acantilados de Moher son una zona de protección especial para aves. Se trata del hogar de más de 20 especies de aves marinas –la mayor colonia de aves marinas de Irlanda– y, en temporada de reproducción, puede llegar a haber hasta 30.000 parejas. Coge tus prismáticos y busca al simpático frailecillo, aunque ten en cuenta que son migratorios y que no siempre los encontrarás. Su temporada de cría va de finales de mayo a mediados de julio. Nosotros, en septiembre, no los vimos.
Paseos en barco
Es posible ver los acantilados de Moher desde el océano a bordo de barcos que salen de Doolin y de Liscannor. Aquí puedes ver los precios y reservar tu paseo en barco desde Doolin. Nosotros no lo hicimos pero llegamos a verlos, desde un poco más lejos, en el ferry que une Doolin con las islas de Aran.
Clima en los acantilados de Moher
Es Irlanda y puede llover en cualquier momento –por qué iba a estar todo tan verde si no–. Prepara el chubasquero y calzado adecuado para tu visita, pero no dejes de llevar protector solar. Si tienes suerte y el tiempo acompaña podrás disfrutar de una impresionante puesta de sol, más allá sólo hay océano hasta llegar a América.
Nuevas tecnologías
No tendrás que esperar a llegar a tu hotel para contarles a tus amigos las maravillas que has visto en los acantilados de Moher, hay conexión wifi gratuita en toda la zona. También relacionado con las nuevas tecnologías, puedes descargarte una app grauita con una audio guía de los acantilados tanto para Android como para iPhone.
Los acantilados de Moher en el cine, más allá de Harry Potter
Una maravilla natural como los acantilados de Moher de Irlanda no podía no llamar la atención de directores y localizadores de exteriores de cine. Puede que la película más famosa en la que aparecen sea Harry Potter y el misterio del príncipe, pero también aparecen en otras como La hija de Ryan
, La princesa prometida
o El hombre de Mackintosh
.
No importa cuántas fotos hayas visto de los acantilados de Moher, cuando estés allí te dejarán sin habla, no sabrás a qué lado mirar, no querrás irte nunca y, cuando lo hagas, no dejarás de pensar en volver.
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