El círculo de piedras de Stonehenge es uno de los mayores misterios de la arquitectura y de la historia de la humanidad. Para empezar, no se tiene una idea exacta de su antigüedad, el hecho de que se pueda calcular la edad de las piedras no implica que se conozca con precisión el momento en que se colocaron. Traer las piedras azules desde las montañas Preseli, a casi 400 km de distancia, y las sarsen, desde unos 30 km, levantarlas con su peso de entre 45 y 9 toneladas, colocarlas en un círculo perfecto… Aunque, sin lugar a dudas, el mayor de sus misterios es su utilidad ¿con qué finalidad se construyó?
Llegar a Stonehenge desde Salisbury
El objetivo de nuestro viaje a Bristol era visitarlo. Desde la estación de tren de Salisbury, hay varios trenes directos desde Bristol y Londres, sale The Stonehenge Tour que en poco más de media hora deja en el aparcamiento del complejo megalítico. El Sol se ponía –en noviembre– a las 16.14 y nos pareció buena idea tratar de ver el atardecer desde semejante decorado milenario. En invierno la hora de cierre es las cuatro de la tarde, momento en el que sale el último autobús de vuelta a Salisbury. Sería un poco justo pero lo intentaríamos.
Lo primero que nos sorprendió, antes incluso de llegar, fue su tamaño. Tantos años oyendo hablar de la circunferencia de 30 metros de diámetro y de la magnificencia de las piedras, nos llevó a una pequeña decepción: no era tan grande como lo habíamos imaginado. Un círculo de piedras colocado en mitad de una típica campiña inglesa desde donde no se ve ni una construcción humana, excepto el centro de visitantes. Puede que esta “falta de referencias” fuera la culpable de la sensación. La otra sorpresa fue que está pegado a la carretera, de hecho una valla junto a ésta marca el fin del complejo.
Admirando las piedras azules y sarsen
Como pasó en Malta, la antigua civilización que construyó este emplazamiento megalítico desapareció sin dejar información, por lo que el misterio de su función y su historia quedarán ocultos. La orientación que alinéa el complejo con la salida del Sol en el solsticio de verano y con su puesta en el solsticio de invierno parece algo poco casual, ¿tal vez un observatorio o un templo religioso? También se han encontrado enterramientos, ¿tal vez un cementerio para gente importante? La complejidad de su construcción llevó a pensar en una obra alienígena, ¿tal vez una señal de los extraterrestres para orientarse? –¿qué tendrán los extraterrestres que siempre aparecen: Pirámides de Egipto, Moáis de la Isla de Pascua…?–.
En la actualidad todo el complejo está protegido y no es posible entrar en el círculo con la visita normal. A lo largo de los siglos, locales y visitantes arrancaron limaduras de las piedras, debido a que se les atribuyeron propiedades curativas, tales como sanar picaduras de animales venenosos o purificar el agua de los pozos, lo que provocó la destrucción de gran parte del monumento.
El frío, el viento y la amenaza de lluvia que nos acompañaron, no impidieron que paseáramos durante dos horas alrededor del circulo –sí, la audioguía, incluida en la entrada, tiene muchas que contar–. Lamentablemente no pudimos disfrutar mucho de la puesta de Sol porque, además de que el cielo estaba muy cubierto, tiene lugar –en noviembre– detrás de una loma.
Leyendas de Stonehenge, desde Merlín al diablo
Durante siglos se asoció Stonehenge con la cultura celta y los druidas pero, aunque su fecha exacta de construcción no es del todo conocida, se sabe que data de alrededor de 3000 a.C., lo que le otorga casi 2.500 años de antigüedad sobre la cultura celta. Y, ¿cómo no relacionarlo con el druida/mago más famoso, Merlín, y el rey Arturo? Las leyendas hablan incluso del padre del rey, Uther Pendragon. Una de ellas, obra de Geoffrey de Monmouth siglo XII, cuenta que el mago Merlín le aconsejó trasladar desde Killaraus, Irlanda, el monumento de piedras conocido como “el círculo de los gigantes” hasta su emplazamiento actual. La idea era honrar para la eternidad la memoria de 460 nobles asesinados por los sajones y enterrados en el lugar. Los enviados del rey no pudieron desmontar el monumento y tuvo que ser el propio Merlín el que, mágicamente, trasladara las piedras hasta donde se encuentra hoy manteniendo su forma.
El diablo también tenía algo que decir. Según otra leyenda, fue el mismo diablo el que se hizo con las piedras al engañar a una anciana irlandesa que las tenía en su propiedad. Le prometió pagarle todo el dinero que fuera capaz de contar mientras él trasladaba las piedras… la vieja, al ver al caballero que le ofrecía el trato, aceptó. Antes de que pudiera contar nada, el diablo, disfrazado de caballero, ya se había llevado las piedras, el dinero y había desaparecido.
Es posible que nunca se conozca con seguridad el significado de la construcción pero sólo el hecho de que se levantara ya provoca asombra y lo convierte en una visita a hacer una vez en la vida.
Más información en la página oficial de English Heritage.