Después de la primera entrega de nuestras experiencias viajeras por Sudamérica y la Antártida… ¡aquí va la segunda! Todavía nos esperaban más experiencias «originales»… Hay muchas más que se nos han quedado en la recámara por supuesto, ¡ha sido duro elegir!
Aprender a hacer pizza en Ecuador
Soy italiana y muy exigente en cuanto a comida italiana, así que cuando nos comentaron en la estupenda Hacienda Uzhupud, cerca de Cuenca, Ecuador, que teníamos actividad sorpresa y descubrí que se trataba de hacer pizza me horroricé pensando en lo mala que sería. Pero la sorpresa fue doble al descubrir lo deliciosa que estaba la masa de pizza que preparaba el cocinero ecuatoriano —que, eso sí, había aprendido de una italiana pero en EEUU—. A nosotros no nos salieron tan bien, pero las suyas estaban riquísimas, de las mejores que he probado en mi vida, incluso en Italia o en Argentina. Lo que no te esperas en Ecuador…
Escuchar la arqueóloga que abrió el fardo funerario de la Señora de Cao
El descubrimiento cerca de Trujillo, en Perú, de la señora mochica rebautizada Señora de Cao fue todo un evento. Recomendamos a todos hacerle los honores a la señora de esta fascinante civilización, es una experiencia única. Además, nosotros tuvimos la suerte de poder hablar con una de las arqueólogas que participaron en el trabajo de apertura de su fardo funerario. Escucharla revivir esos momentos es impagable.
Aprender a cocinar con el mejor chef de ceviche de Perú
Ya en nuestro primer viaje al país, Perú nos había conquistado por su cultura… incluida la culinaria. El ceviche, probablemente el plato más famoso en el extranjero aunque tenga orígenes muy humildes, sigue siendo uno de nuestros favoritos. ¿Y qué mejor que ver como lo prepara el mejor chef, galardonado más veces por preparar el ceviche más rico del país? Pudimos hacerlo en Lima, y no lo vamos a olvidar. El chef Luís Cordero nos conquistó.
Descubrir el lado oscuro de la riqueza de Potosí
En Potosí las visitas a las minas se han convertido en una atracción turística. Nosotros fuimos con un ex-minero y pudimos ver de cerca las terribles condiciones en las que tienen que trabajar para sacar la poca plata y el resto de minerales que quedan en la famosa mina. Se nos heló el sangre en las venas. Duro pero ineludible.
Pasar la Navidad en un pueblo fantasma
Todas las Navidades vuelvo a mi pueblo, en Italia, y me reúno con toda mi gran familia. Sólo un año me perdí la Navidad en mi pueblo quedándome en España y no me gustó nada. Cuando se acercaba el momento en el viaje ya estaba un poco de mal humor… Y el sitio en el que acabamos, desde luego, no ayudó. Purmamarca tiene paisajes espectaculares pero es un pequeño pueblo en el que no podíamos cambiar nuestro dinero y no había casi nada abierto en Nochebuena ni en Navidad. Resultado: Nochebuena a la cama sin cenar. Castigada por no ir a casa.
Ver en acción al sargento de hierro del Tapati Rapa Nui
Todos los años en la Isla de Pascua, en los primeros 15 días de febrero, se celebra el Tapati Rapa Nui, un festival en el que se reviven las tradiciones del pueblo nativo de la isla, los Rapa Nui. Nosotros llegamos justo antes —en los días del Tapati Rapa Nui estaba todo lleno y los billetes de avión eran carísimos— pero pudimos asistir a los entrenamientos, en los gimnasios del pueblo. Entre otras actividades, hay competiciones entre grupos de bailes polinesios, formados en su mayoría por aficionados. Pero el entrenador del grupo que fuimos a ver venía del mundo profesional, y vaya si se veía. Cuando levantaba la voz y hacía discursos de entrenador de fútbol de película americana nos quedábamos boquiabiertos…
Saber lo que sienten unas bombonas de gas
Cuando llegamos a la carretera austral chilena, vimos que era una estrecha carretera de tierra y que había cola de mochileros haciendo autostop entendimos que nos costaría movernos por ahí… Y efectivamente así fue. Un par de autobuses por semana, muy pequeños y siempre llenos son el único medio de transporte público que hay. Así que no que da otra que… ¡levantar el dedo! ¿El problema? También pasan muy pocos coches. Así que cuando pasó una camioneta del gas no dudamos en subirnos a su caja (abierta y sólo “protegida” por unos barrotes). Dos horas después, helados y “empanados” en polvo patagónico, llegamos a nuestro destino.
Estar rodeados por una marea de guano de pingüino
En el turbulento paso de Drake se encuentra la puerta a otro mundo. Ir a la Antártida es ver un planeta con otros colores —escalas de grises y azules que es difícil imaginar— y donde todavía el hombre no se siente dueño sino invitado. Donde un barco enorme se hace minúsculo al lado de los icebergs que se separan de los glaciares que llevan ahí milenios. Todo lo que conocías es pequeño y efímero. Pero los pingüinos te traen a la realidad. Hay muchísimos, de muchas especies, y son muy pero que muy terrenales. Hacen ruido y… lo dejan todo lleno de guano. Al fin y al cabo, ¡ellos también son pájaros!
Acabar hartos del delicioso bife de chorizo argentino
La comida argentina es muy variada, desde empanada a los muchos platos italianos, pizzas, fruta y verdura, (poco) pescado… Pero, como amantes de la carne, lo que siempre buscábamos era un buen “asado” y, en particular, bife de chorizo. Sí, la carne argentina es tan buena como se dice, o más. Y además, es barata. Siempre que podíamos lo comíamos tanto que al final, sin poder creérnoslo, ¡acabamos hartos! Ya se nos pasó y nos comeríamos uno ahora mismo.
