Sólo una vez en mi vida no había pasado la Navidad en Italia con mi familia. Nunca volví a repetirlo… hasta el 2013. En el año en el que realizamos nuestro sueño de viajar sin billete de vuelta, no podría volver a mi pueblo para pasar las fiestas. La verdad es que no me gustaba la idea y no estaba del mejor de los humores. Gran parte del 24, además, la pasaríamos metidos en un autobús. Nos esperaba un viaje que, desde San Pedro de Atacama, en Chile, nos llevaría de vuelta, ocho meses después, al país en el que empezó la aventura de nuestro #LatTrip: Argentina. Nos habíamos despedido de él en Puerto Iguazú y aquí encontramos un nuevo mundo. Del verde de la selva y la asombrosa potencia del agua en las cataratas de Iguazú, a un desierto en altura, con cardones y montañas de colores. El norte argentino nos daba la bienvenida desde las ventanillas de nuestro autobús, que se balanceaba entre las asombrosas curvas y más aún asombrosa inclinación de la carretera que nos llevaría hasta Purmamarca. Ése era el destino elegido para pasar la Navidad. Y no nos acogió muy bien: tiendas cerradas, ningún sitio donde cambiar dólares a pesos argentinos y pocos restaurantes abiertos. Así que… no hubo cena de Nochebuena. Un día un poco triste. Pero al día siguiente todo cambiaría, al admirar el cerro de los siete colores…
Jujuy: Purmamarca y la Quebrada de Humahuaca
Purmamarca es un pueblo encantador, no lo puedo negar. Eso sí, como decía los días de Nochebuena y Navidad no son los mejores para visitarlos y no nos dio una muy cálida bienvenida, pero recomiendo a todo el mundo pasar un par de días ahí. La iglesia del siglo XVII, con sus techos de cardón, es muy cuca pero lo mejor, sin duda, es recorrer el Paseo de los Colorados. Es un pequeño trekking circular de unos cuatro kilómetros –una hora aproximadamente– que empieza y acaba en el pueblo y que deja boquiabierto. Describir las caprichosas formas y colores de las montañas es difícil así que voy a dejar a las imágenes que hablen, aunque las fotos no le hagan tampoco toda la justicia que merecen a los paisajes…
Desde Purmamarca se puede visitar el resto de la Quebrada de Humahuaca, con sus cerros que cambian de color según el día y sus cardones que parecen caídos del cielo. Se extiende por 170 km de sur a norte empezando a unos 40 km de Salvador de Jujuy, a lo largo de la Ruta Nacional Nº 9. Nosotros fuimos a Tilcara, base para visitar su Pucará, una fortaleza precolmbina, y la Garganta del Diablo, pero, de nuevo, los transportes no nos ayudaron en el día de Navidad. No pudimos recorrer mucho los alrededores, sólo dar una vuelta por la ciudad y volver, como habíamos llegado, «a dedo» –haciendo auto-stop–. En cualquier caso, sólo con recorrer la carretera hasta Tilcara y después a Salta fue más que suficiente para impregnarnos con la magia del lugar.
Desde Purmamarca se puede llegar también a las Salinas Grandes: nosotros las cruzamos llegando desde San Pedro de Atacama pero, viniendo del Salar de Uyuni, ya no nos impresionaron tanto.
Dormir en Purmamarca: Hotel Killari
No se puede decir que Purmamarca sea muy grande, lo que permite que el Hotel Killari, «Luz de Luna» en quechua, esté a sólo dos cuadras –manzanas– de la Plaza 9 de Julio, la plaza principal de la ciudad, y justo debajo del Cerro de los Siete Colores. Sus pequeñas construcciones en adobe y techos de caña se integran perfectamente con el estupendo paisaje que las rodea. Además tiene un muy pintoresco jardín botánico en diferentes niveles que llega hasta casi la base del cerro.
La ciudad de Salta
Después de tantos pequeños pueblos –desde Uyuni en Bolivia a Purmamarca en Argentina, pasando por San Pedro de Atacama en Chile–, teníamos ganas de un poco de animación. Salta no nos desilusionó. Gente caminando por sus calles a todas horas, una oferta de restaurantes de todo tipos –no dejéis de acercaros al mercado y comer una mega-milanesa napolitana o de probar un asado en alguno de los restaurantes de la ciudad– y… hasta ¡supermercados! Sí, todo nos hacía ilusión al volver a una ciudad. Eso sí, aquí también el 1 de enero estaba todo cerrado, ese día la animación volvió a desvanecer, pero sólo temporalmente.
Salta, además, es una bonita ciudad colonial y es el centro turístico más importante del norte argentino desde donde parten los tours a todos los lugares turísticos de la región. En la oficina de turismo os darán un mapa detallado de los alrededores e información sobre las rutas turísticas y los precios de los tours.
MAAM, Museo de Arqueología de Alta Montaña de Salta
La visita más interesante en la ciudad es el MAAM Salta: el Museo de Arqueología de Alta Montaña. Después de la visita al Museo Santuarios Andinos de Arequipa y a su «momia» Juanita, no podíamos dejar de presentar nuestros respetos a los niños del Lluillaillaco. Niños que los incas ofrecieron para apaciguar a sus dioses que, como Juanita, fueron enterrados en la cima de un volcán, en este caso el Lluillaillaco. En el museo se expone de forma alternada sólo uno de los tres niños –la Niña del Rayo, el Niño y la Doncella– junto con los objetos que acompañaron a los tres en su entierro. Creíamos que Juanita estaba bien conservada, pero la Niña del Rayo nos dejó boquiabiertos. Esperábamos que nos saludara en cualquier momento.
Dormir en Salta: Hotel Colonial Salta
En una ciudad con historia lo mejor es dormir en un sitio con historia. Así que escogimos el Hotel Colonial, emplazado en un edificio histórico del siglo XIX y hotel desde hace nada menos que 70 años, cuando el abuelo de su actual dueño empezó a dar vida al negocio. Su ubicación, además, no podría ser mejor: en la misma plaza 9 de julio, la plaza central donde se encuentra la catedral y centro de la vida de la capital salteña. En un sitio con tanta actividad y tanto que hacer, el centro es donde hay que estar y desde luego que estuvimos ahí. Ah, ¡no os perdáis las ricas tartas del desayuno!.
Incluso tuvimos la suerte de disfrutar de un ensayo de tango en el Hotel Colonial. El piano que veis en la foto y la voz femenina de una cantante nos deleitaron poco antes de despedirnos de Salta.
Cachi y el Parque Nacional los Cardones
De la mano de Turismo la Posada, hicimos nuestra primera excursión en los alrededores de Salta hasta llegar al pequeño pueblo de Cachi. Dos de las atracciones del camino son la Quebrada de Escoipe y la Cuesta del Obispo que nos llevó a 3.348 msnm hasta la Piedra del Molino. El pueblo de Cachi en sí, con su iglesia con decoraciones y techo de cardones, también es bastante bonito, pero el rey de la excursión es, sin duda, el Parque Nacional los Cardones. Una inmensa extensión –la segunda reserva de cardones del mundo por detrás del Saguaro National Park de Arizona– con más de 300 especies de esta planta. Tienen hasta 15 metros de altura y, dependiendo de la especie, crecen entre 1 y 7 centímetros al año: ¡echad cuentas de cuanto llevan ahí!
La puna salteña: San Antonio de los Cobres en el Recorrido del Tren de las Nubes
El tren de las Nubes es uno de los recorridos turísticos más espectaculares de las reestructuradas vías férreas argentinas… o eso nos han comentado. Nosotros no nos pudimos subir a él porque cierra todos los años debido al clima en la temporada de lluvias –funciona desde finales de marzo hasta principios de diciembre–. La alternativa, para disfrutar de los mismos paisajes, es ir hasta San Antonio de los Cobres en carretera y nosotros lo hicimos en tour, de nuevo, con Turismo La Posada. Se recorren los largos 390 km hasta llegar a San Antonio de los Cobres, divisando en muchos sitios las vías del tren, y se pasa por la Quebrada del Toro, con sus bonitos cerros de colores y cardones, y por el interesante sitio arqueológico preincáico de Santa Rosa de Tastil, con su museo. Fue la excursión que menos nos impresionó, pero tuvimos un guía tan bueno, Pierre, que hizo que mereciera la pena el viaje. Gran conocedor de la historia y de la morfología del territorio, nos fascinó con su guiado. Un franco-salteño que se nota que está enamorado de su nueva tierra, ¡aunque eche de menos el queso francés!
La Quebrada de las Conchas, Cafayate y su vino y los Valles Calchaquíes
El tour a Cafayate fue el último que hicimos en la zona de Salta y esta vez nos decantamos por la Agencia del Peregrino que, a pesar de su nombre, no trabaja sólo con turismo religioso sino también cultural. Con ellos llegamos hasta Cafayate, tierra del Torrontés, uno de los vinos blancos más famosos de Argentina. Tuvimos ocasión de visitar una de las bodegas con más historia de la ciudad y, en el camino, de volver a sorprendernos con las formaciones rocosas salteñas, que rivalizan en belleza con las de la Quebrada de Humahuaca en Jujuy. La Reserva Natural Quebrada de las Conchas –con la Garganta del Diablo, el Anfiteatro, el Sapo, el Obelisco, los Castillos…– es algo que no hay que perderse. Y lo mejor es ir en coche o en tour, porque en el autobús no se puede parar para admirar todas las diferentes formaciones rocosas.
Vimos mucho y aún así dejamos mucho que ver en el Norte argentino, uno de esos destinos que te atrapan y te llaman para que vuelvas.