70 días, 16 sellos del país en el pasaporte después de cruzar ocho veces sus fronteras terrestres y volar hasta y desde allí en nuestro viaje de un año y una semana por Sudamérica. Argentina fue nuestra entrada al subcontinente, nuestro punto de acceso y nuestro lugar de despedida 372 días después. Una de las razones por las que le tenemos un cariño especial.
Un país de un tamaño más de cinco veces mayor que España, pero tan poco conocido como el resto de sus vecinos. Más allá de Buenos Aires, de las cataratas de Iguazú, del Perito Moreno y del bife de chorizo, quedaba un país que descubrir. En esos 70 días tuvimos tiempo de visitar lo conocido y de sorprendernos con lo inesperado. Aquí dejamos nuestros favoritos: los 15 lugares que ver en Argentina.
Como siempre en los listados, ha sido muy complicado elegir… porque no hubo nada de lo que visitamos en Argentina que pensemos que no merezca la pena. Es cierto que algunos lugares tienen una carga emocional especial que puede que nos haga ser un poco menos objetivos, pero aseguramos que todos lo merecen. Ordenarlos por preferencia era pedirnos demasiado, así que lo hemos hecho según nuestro recorrido por el país.
Buenos Aires: la capital más europea de América
Buenos Aires nos ayudó a comenzar nuestro viaje recordándonos a Madrid a cada paso. Sus avenidas, sus edificios, sus parques… estábamos todavía en casa, aunque era una casa en la que los porteños hablaban con otro acento, la carne se “asaba” y el chotis había dado paso al tango.
Desde el colorido Caminito hasta los rascacielos de Puerto Madero; desde los cementerios de la Recoleta y de la Chacarita hasta Palermo y sus tiendas trendy; desde los mercados de pulgas hasta las librerías… Uno puede pasar una vida en Buenos Aires viendo y haciendo cosas nuevas cada día. Tantas, que llegamos a hacer un listado con 60 cosas que hacer en Buenos Aires, eso sí, fuimos buenos y las ordenamos por barrios.
Las misiones jesuíticas: viajando al siglo XVII en el Nordeste argentino
Si has visto la película La Misión con Jeremy Irons y Robert De Niro, visitar las misiones jesuíticas de la provincia argentina de Misiones será como pasear por sus decorados. Pero no lo son, son las ruinas reales.
Casi como si de una pequeña Angkor Wat se tratara, la naturaleza también ha reclamado su espacio –”robado” por los monjes jesuitas en el siglo XVII– y sube por las paredes de las iglesias y las casas conventuales. Una curiosidad, el sol que aparece en la bandera argentina tiene los mismos rayos –32, alternando uno recto y otro ondulado– que el sello de la Compañía de Jesús.
Si has decidido visitarlas, no dejes de cruzar la frontera de Paraguay para ver también las de este país. Te contamos todo en este artículo sobre las misiones jesuíticas. Y, si ya estás convencido, puedes ver los precios de tours guiados a las misiones aquí.
Cataratas del Iguazú, la garganta del diablo está en Argentina
Uno de los grandes atractivos del país. Una parada obligada entre los lugares que ver en Argentina: las cataratas de Iguazú. El lugar donde la naturaleza muestra todo su poder con el rugido del agua en la garganta del diablo. Pocas veces sentirás una vibración tan intensa en el pecho como cuando te asomes a esa caída de la que no se ve el fondo. Y pocas veces te sorprenderán tanto las aves, capaces de lanzarse entre la bruma y seguir volando sin ser aplastadas por las aguas.
¿Es mejor el lado argentino o el brasileño de las cataratas de Iguazú? Es la típica pregunta y, como no sabríamos decidirnos, utilizamos la típica respuesta: Argentina tiene las cataratas y Brasil el palco. Nuestro consejo: visita los dos. Eso fue lo que hicimos nosotros y lo puedes leer en nuestro artículo viviendo las cataratas de Iguazú.
Que no quieres andar buscando el autobús que te lleva al parque y al día siguiente el que te cruza la frontera para ver el otro lado de las cataratas de Iguazú… Pues los tours son tu salvación, aquí puedes ver los precios de la visita al lado argentino y aquí al lado brasileño.
Purmamarca: el cerro de los siete colores y el paseo de los colorados
Nunca olvidaremos Purmamarca. La pequeña población del norte que pocas veces encontrarás entre los lugares que ver en Argentina. Pero que se convirtió en algo especial para nosotros porque fue allí donde pasamos la Navidad. Tampoco pienses que se trató de una fiesta en la que la gente se lanzara a las calles a celebrar o hubiera mucho ambiente. Por no haber, no había ni autobuses, ni estaban abiertas las casas de cambio…
Pero los que estaban abiertos –imposibles de cerrar– eran el cerro de los siete colores y el paseo de los colorados. Dos maravillas naturales que, como árboles de Navidad decorados con espumillón de colores, dieron el toque perfecto a la fecha. Los distintos metales que forman el cerro, con sus distintas reacciones al contacto con el aire, hacen del cerro de los siete colores una curiosidad natural única… o casi, porque los colores nos volverían a sorprender en Argentina.
Purmamarca está en la quebrada de Humahuaca, declarada Patrimonio Cultural y Natural de la Humanidad por la UNESCO. Un profundo surco que va desde Bárcena al sur hasta Tres Cruces al norte y que merece una visita con detalle.
Salta, ¡era imposible que no pasáramos por allí!
Desde el primer momento que pusimos un pie en Sudamérica, cada vez que decíamos el nombre del blog, nos tomaban por argentinos porque creían que éramos de Salta. Así que la ciudad se convirtió en una parada obligada y, aunque en un principio había sido casi de broma, acabamos tan gratamente sorprendidos con ella que no podíamos dejar de incluirla entre nuestros lugares favoritos que visitar en Argentina.
Comenzando por su plaza de Armas y acabando por su museo de arqueología de alta montaña, el MAAM, donde alucinamos con las cuatro momias incas encontradas a más de 6.000 metros de altura. Sin olvidar su ambiente acogedor, su tranquilidad de ciudad pequeña, su arquitectura señorial…
La quebrada de las Conchas: joya del Norte de Argentina
El norte argentino es un gran desconocido. Subido en las estribaciones de los Andes, alejado de los circuitos turísticos más habituales, mantiene un aire andino de unión con la Pachamama y de tradiciones precolombinas. Desde Salta hicimos varias excursiones que nos descubrieron el impresionante anfiteatro de la quebrada de las Conchas y, una vez más, aunque totalmente diferente, la garganta del diablo.
Los cardones –los cactus de las películas del oeste–, los valles calchaquíes o Cafayate también deberían entrar en tu recorrido por el norte de Argentina.
Córdoba, la ciudad en la que sentirse como en casa
Llegar a una ciudad y hacerte con sus rutinas después de llevar nueve meses de viaje te lleva a enamorarte de ella, de sus calles, de sus restaurantes, de sus parques… porque todos son lugares conocidos. Estuvimos una semana en Córdoba, viajando sin viajar. Paseando por sus calles como si fueran nuestras, porque, junto con Buenos Aires, Córdoba no dejaba de recordarnos a nuestra casa, pero sin perder esos toques que no nos dejaban olvidar que seguíamos de viaje.
La manzana jesuítica con la iglesia, la universidad y el colegio de Monserrat, ya justifica la visita a la ciudad. Siguiendo con los jesuitas –también la Compañía de Jesús dejó su huella en el noroeste argentino– no hay que perderse las estancias jesuíticas, Patrimonio UNESCO. Aunque, la mayor sorpresa son, sin duda, los pueblos tiroleses–sí, tiroleses– de los alrededores: Cumbrecita y Villa General Belgrano, con su propio Oktoberfest, fundados por emigrantes alemanes y austriacos.
El parque nacional Quebrada del Condorito, los cóndores todavía vuelan libres en Argentina
El parque nacional Quebrada del Condorito es el único lugar en el que los cóndores siguen reproduciéndose de forma natural. ¿Qué mejor forma de disfrutar del rey de los Andes, el mensajero de los dioses en las culturas andinas, el cóndor, que visitando su casa? El parque se encuentra a unos 20 km de la ciudad de Córdoba, en la Pampa de Achala.
Mendoza, la bodega de Argentina
No tuvimos la fortuna de visitar Mendoza en plena vendimia, pero sí que nos acercamos a alguna de sus bodegas. La ciudad está tan unida al vino que su avenida principal está arbolada para que las uvas se mantuvieran frescas con la sombra de los árboles mientras eran transportadas hasta las bodegas.
Desde allí, no puedes dejar pasar la ocasión de presentarle tus respetos a la montaña más alta de Sudamérica: el Aconcagua.
La región de los lagos y San Carlos de Bariloche
San Carlos de Bariloche fue nuestro puerta de entrada a la Patagonia y tenemos que decir que no pudo haber una puerta más bonita. La naturaleza ha sido especialmente generosa con esta zona de Argentina y no dejamos de disfrutar de la vista desde Cerro Campanario y Cerro Catedral, de la navegación por el lago Nahuel Huapi, del paseo por el bosque de arrayanes –que cuentan que sirvió de inspiración a Walt Disney para el bosque de Bambi–, del rugido del Cerro Tronador con su glaciar de altura… y de los chocolates que abundan en las tiendas de la ciudad. Echa un vistazo a nuestro artículo Bariloche, nuestra entrada a la Patagonia para saber más. Aquí puedes ver precios de tours si prefieres visitar estos lugares con guía.
La cueva de las manos: recuerdos de hace 9.000 años
Uno no espera encontrar unas huellas prehistóricas en Sudamérica… hasta que se topa con un abrigo rocoso en donde “conviven” huellas de manos desde hace 9.000 años. Y decimos conviven porque no se dejaron de añadir manos hasta hace poco más de 1.000: 8.000 años de manos en positivo y negativo. No dejes de buscar las huellas de choique –una especie de avestruz– ni las manos de seis dedos.
La tierra de colores: otro capricho de la naturaleza de la Patagonia argentina
Un lugar tan poco conocido que ni hemos encontrado un nombre “oficial”. Tierra de colores es lo más ajustado que se nos ha ocurrido para este “juego” de la naturaleza. ¿Cómo llegamos a un lugar del que ni sabemos el nombre? Por casualidad. Dormíamos en una hacienda cercana y salimos a pasear. Nos preguntaron si queríamos ver los colores y, sin saber a qué se referían, dijimos que sí y… sorpresa. Montículos de arena ocres, rosas, amarillos escondidos a pocos metros de la carretera. Ya dijimos que los colores nos volverían a sorprender en Argentina.
Ushuaia, la puerta a la Antártida
No tuvimos mucha suerte con nuestro paso por la ciudad y sólo pudimos decir lo que podríamos haber hecho en Ushuaia… Una nevada, un problema con el cargador del portátil y un resfriado se confabularon para que tengamos que volver al fin del mundo otra vez. Aquí puedes ver todas las actividades que se pueden hacer en el fin del mundo…
Eso sí, nuestro objetivo principal en Ushuaia era ver la ciudad desde el agua, concretamente desde un barco que nos llevara a la Antártida… y eso sí que lo cumplimos.
El glaciar Perito Moreno: el rey de los glaciares en la Patagonia argentina
Cuando contábamos que teníamos previsto viajar a la Antártida antes de visitar el glaciar Perito Moreno, nos decían que, después de ver los grandes glaciares del continente blanco, el Perito Moreno nos parecería un cubito de hielo en un vaso. Nada más lejos de la realidad. Da igual cuánto hielo hayas visto antes, el Perito Moreno es un imprescindible que ver en Argentina.
Asomarse desde las pasarelas y ver la extensión de hielo que se acerca lenta pero inexorablemente hasta el lago es sobrecogedor. Acercarse con el barco te muestra la altura real de esa pared de hielo. Oír cómo cruje y se rompen sus pedazos demuestra su auténtica fuerza. Aquí puedes ver los precios de las excursiones a los glaciares desde El Calafate.
Península Valdés, la casa de ballenas, leones marinos, pingüinos y orcas
Llegamos a la Península Valdés en el momento en que debían llegar también las orcas. Debían llegar, pero no llegaron… hasta unos días después de que nos hubiéramos ido nosotros. ¿Merece la pena la visita si no hay orcas? Por supuesto. Los leones marinos están todo el año nadando en sus aguas, las pingüineras vibran con sus ruidosos pingüinos y, según el momento en que visites Puerto Madryn, es posible que veas las ballenas nadar en la bahía desde el paseo marítimo.
Es difícil elegir entre todas las maravillas que ver en Argentina. Sabemos que nos dejamos muchas: El Chaltén, los Esteros del Iberá o los parques nacionales Ichigualasto o Talampaya… pero fueron las que nos dio tiempo a ver en 70 días. Hay que volver para ampliar la lista y seguir disfrutando de la gastronomía argentina por el camino.
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