En nuestro recorrido por la Baja Silesia y los alrededores de Wrocław uno de los sitios que más nos impactó fue la abadía de Krzeszów. Quién se imaginaba que ahí, en medio de la nada, nos encontraríamos con esa enorme basílica barroca que parece caída del cielo. Fue bajar del coche y alucinar. Bueno, incluso antes de bajar, que se ve desde lejos. La basílica tiene casi 30 metros de ancho y, con las capillas y el mausoleo anexos, unos 120 metros de largo. Y luego hay otra iglesia y más edificios… Pero no solo es el tamaño –que también importa–, ¡esos frescos y esa decoración barroca! Está claro que los duques de Silesia no andaban mal de dinero.
Si ya has visto todo lo que tenías que ver en Wrocław y te queda algo de tiempo para una excursión, te vamos a convencer de que merece la pena acercarse a la abadía de Krzeszów.
Un poco de historia de la abadía de Krzeszów
La historia de la abadía de Krzeszów se remonta al siglo XIII, cuando se levantó la primera iglesia gótica dedicada a la Asunción de la Virgen. De esa primera iglesia y de los edificios que se fueron levantando a su alrededor no queda nada: la abadía tuvo un pasado más bien “movidito”. Fue saqueada y tomada por los husitas en el siglo XV y en el XVII primero por la Lisowczycy –una unidad de caballería polaco-lituana–, después por los ejércitos de Sajonia y Brandeburgo y finalmente por el ejército sueco.
Tras todas estas incursiones, empezó la época dorada de la abadía de Krzeszów, a finales del siglo XVII. Fue a partir de entonces cuando se enriqueció y llegó a convertirse en el mayor centro espiritual y cultural de la Contrarreforma en Silesia. Se levantaron diferentes edificios monásticos, capillas y las dos iglesias: las joyas barrocas del complejo. La consagración de la iglesia de San José fue en 1696 y la de la nueva iglesia de la Asunción de la Virgen en 1735, tras 7 años de obras.
¿Sabías que…?
Esos 7 años eran simbólicos: hacían referencia a los años de construcción del Templo de Jerusalén. La idea de los cistercienses era convertir Krzeszów en una Nueva Jerusalén.
Desde mediados del siglo XVIII hasta principios del XX llegó otra época negra. Época que empezó con el paso de la región a Prusia y la desamortización de la abadía y acabó con su ocupación por parte de los nazis que la usaron, entre otras cosas, como centro de tránsito de prisioneros judíos hacia campos de concentración. Tras la Segunda Guerra Mundial, una nueva comunidad de monjas se instaló en la abadía, llegaron las restauraciones y la iglesia abacial se convirtió en basílica menor en 1998.
El complejo de la abadía
El complejo de la abadía cisterciense de Krzeszów, incluyendo las iglesias, las capillas, los edificios anexos para los monjes y otras estructuras, es enorme. Te hablamos solo de sus edificios principales, los que visitarás.
La basílica de la Asunción de la Virgen
Empezamos por el edificio principal del complejo, llamado oficialmente Basílica Menor de la Asunción de la Santísima Virgen María. Su fachada fue la que nos dio la bienvenida y ¡qué bienvenida! Con esa forma cóncavo-convexa, esas esculturas y esas torres blancas de más de 70 metros de altura –71,1 para ser exactos– rematadas por cúpulas de cobre resaltando sobre el azul del cielo. Ya teníamos nuestra postal de Krzeszów. Y era solo el principio… Los cistercienses tenían que demostrar la grandiosidad del catolicismo a los protestantes y no se iban a quedar en la fachada.
El interior es del más puro estilo barroco y rococó. Estucos, esculturas, frescos ilusionistas, un enorme órgano –uno de los más grandes de Europa, con 50 registros y 6.606 tubos–, las tallas de las sillerías del coro, el púlpito rococó y, sobre todo, el altar mayor con su ostentoso retablo. Aquí es donde se conserva lo más preciado de la iglesia: el icono mariano más antiguo de Polonia, un siglo más antiguo que el de Częstochowa. Un icono bizantino que, según la leyenda, habrían traído aquí los ángeles desde Rímini, donde habría llegado tras el saqueo de Bizancio en la Cuarta Cruzada, a principios del siglo XIII.
¿Sabías que…?
La corona del icono la puso el mismísimo Papa Juan Pablo II en 1997, un año antes de otorgarle a la iglesia el título de basílica menor.
La iglesia de San José
A la izquierda de la basílica de la Asunción de la Virgen, la iglesia de San José casi pasa desapercibida. Según el proyecto inicial, también iba a tener dos torres, pero colapsaron durante su construcción en 1693. El jefe de obra fue despedido y las torres no se volvieron a levantar. Probablemente habría sido más vistosa también por fuera, pero aquí la sorpresa está en el interior.
Hablamos del mayor ciclo de frescos barrocos al norte de los Alpes –la competencia de Italia y España era demasiado grande…– realizados por el apodado “Rembrandt de Silesia”, Michael Willmann. No sabemos si su obra está a la altura de la de Rembrandt, pero sus frescos barrocos sobre la vida de José no dejan de ser espectaculares, sobre todo el panorámico de los Reyes en el presbiterio.
Gracias a la audioguía, nos enteramos de muchos datos curiosos. Por ejemplo, que los paisajes de las escenas son de Silesia y no de Palestina. En algunas hay abetos y hayas, también aparece el castillo de Bolków, los Reyes Magos regalan lino –famoso en Silesia en la época– y la Virgen lleva un gorro de la época del pintor.
¿Sabías que…?
Lo más curioso son los “juegos irónicos” de Willmann. Tras ser encerrado por el abad por beber mucho e ir a la hostería, se representó a sí mismo como posadero en la escena en que María y José buscan posada en Belén. También dejó un “recado” para uno de los monjes que solía reprenderlo y decirle cómo pintar mejor: lo pintó, con gafas y todo –aunque no hubiera en la Palestina de la época–, regañando a otros sacerdotes.
El mausoleo de los Piastas
Lindando con el muro posterior de la basílica de la Asunción de la Virgen hay otro edificio barroco construido en paralelo a la iglesia: el mausoleo de los Piastas, la dinastía que fundó el monasterio. La primera iglesia gótica se construyó con Bolko I El Estricto, enterrado aquí junto a su nieto Bolko II el Pequeño, el último duque de Silesia de la dinastía. Notarás el contraste con la decoración barroca: las tumbas son medievales, originalmente se encontraban en la primera iglesia medieval.
¿Sabías que…?
Bolko III, al que está dedicado un epitafio en el que se dice que «sufrió una herida mortal», tuvo en realidad una muerte muy poco gloriosa: le cayó un ladrillo en la cabeza.
De nuevo, decoración barroca “a todo trapo”: estucos, esculturas y frescos que ensalzan la gloriosa historia de los Piastas y su rol de fundadores de la abadía, además del de los abades.
La capilla de Loreto y la de Santa María Magdalena
La basílica tiene otras dos capillas a las que se accede desde el exterior: la de Loreto y la de Santa María Magdalena.
La primera es una copia de la Santa Casa de Loreto, la casa de la Anunciación en Nazaret, llevada por los ángeles a Loreto (Italia). Incluso hay una imagen mariana réplica de la de Loreto. La segunda tiene otra copia: la del Santo Sepulcro. Es la 32ª estación de un gran Via Crucis en 23 capillas que se tarda más de dos horas –sin rezos– en recorrer. La 33ª estación –sí, aquí son 33 y no 15–, Jesús en el abismo, está ¡en el techo del mausoleo de los Piastas!
No olvides echar un vistazo por unas rejas a los subterráneos de la iglesia: verás algunas tumbas de los monjes benedictinos –la comunidad benedictina estuvo antes y después de la cisterciense– con sus cuerpos momificados.
El resto del complejo
Además de las dos iglesias y el mausoleo de los Piastas, el complejo del monasterio incluye el jardín del claustro, la casa de huéspedes del abad, una finca que ahora es la casa de servicio al peregrino, un jardín, la oficina y las instalaciones de la abadía –refectorio, cocina, biblioteca, etc.–.
Pero no es todo: a dos kilómetros de Krzeszów está “Betlejem”, Belén, una especie de pequeña aldea del monasterio que incluye una capilla con la gruta de la Natividad, las primeras estaciones del calvario, una casa de huéspedes y un “pabellón de verano sobre el agua”. Por otro lado, en lo alto de la colina de Santa Ana, está la capilla de Santa Ana. Nosotros nos centramos en el complejo principal y no fuimos a estos dos sitios.
Ya hemos dicho que los cistercienses querían crear una Nueva Jerusalén. La iglesia principal dedicada a la Virgen representaba el Templo de Jerusalén y el resto de edificios recordaban otros lugares de la Tierra Santa –el calvario y Belén– y otros parientes cercanos a Jesús –José con su iglesia y Santa Ana con su capilla–.
Información práctica: horarios y precios
La abadía de Krzeszów abre todos los días del año con este horario: de 9:00 a 18:00 del 1 de mayo al 31 de octubre y de 9:00 a 16:00 del 1 de noviembre al 30 de abril.
En cuanto a los precios, hay dos tipos de visita. La estándar da acceso a la basílica con sus capillas exteriores –Loreto y Santa María Magdalena–, la iglesia de San José y el mausoleo de los Piastas por 18 PLN –unos 4 €–. Y la extendida –dos horas y media– incluye también los subterráneos de la iglesia, la subida al tejado y a las torres de la basílica y el pabellón de verano sobre el agua por 25 PLN –unos 5,5 €–. Con ambas se entrega una audioguía, solo para el recorrido estándar. No está en español, pero sí en inglés.
En la página oficial del monasterio de Krzeszów tienes los horarios y los precios del complejo actualizados y con más detalles.
En la web también tienes los precios de las visitas guiadas en inglés –para un mínimo de 5 personas– e información sobre visitas especiales, como la nocturna.
Saltaconmiconsejo
Si vas en verano, llévate algo para cubrir hombros y rodillas: no se puede entrar con camisetas escotadas, de tirantes, pantalones cortos ni vestidos o faldas por encima de la rodilla.
Cómo llegar y el tour desde Breslavia
Si vas en coche, no tendrás problema para llegar a la abadía de Krzeszów, pregunta a Google Maps o al navegador cómo llegar a la Opactwo Cysterskie w Krzeszowie o Kloster Grüssau –el nombre alemán que tuvo bajo la dominación prusiana–. Desde Wrocław/Breslavia, son unos 100 kilómetros, una hora y tres cuartos más o menos, en coche. Pero, si no estás de roadtrip no te merece la pena alquilar un coche solo para llegar hasta aquí. En ese caso, una buena opción es contratar un tour desde Wrocław, echa un vistazo a este que, además, incluye el castillo de Bolków. Así podrás tener también guía en castellano, que no se ofrece en la abadía.
La perla barroca de Polonia te espera perdida en medio de Silesia.