No vamos a decir que Bangkok sea nuestra ciudad favorita. Puede que tuviéramos las expectativas muy altas –conocemos a mucho enamorado de la capital tailandesa– o, simplemente, que no sea nuestra ciudad ideal. Lo que es cierto es que estamos en un punto intermedio, olvídate de eso de “o la amas o la odias”, aquí hay muchos tonos de gris. Su caos, sus exagerados contrastes –de las chabolas a los rascacielos de lujo, de la comida callejera a los restaurantes con estrella Michelin, del tren cutre al metro y el skytrain supermodernos– y su gigantesco tamaño nos confirmaron que puedes pasar mucho tiempo en ella sin aburrirte. Nosotros, de hecho, casi dos semanas. Y aquí está la demostración, nuestro listado de 60 cosas que hacer y que ver en Bangkok.
A pesar de esos casi 15 días en Bangkok, sabemos que nos faltaron muchos lugares que visitar y muchas experiencias por vivir. Cada vez viajamos más lentos y, si ya antes cuando corríamos no podíamos llegar a todo, ahora lo tenemos más claro si cabe. Así que seguro que echas en falta más de un punto que consideres fundamental. Lo más probable es que nosotros no llegáramos. Tendremos que volver para cumplir con todo y, tal vez, enamorarnos de Bangkok.
Saltaconmiconsejo
Si te estás planteando el destino, echa un vistazo a nuestros consejos para viajar a Bangkok, que no todo es llenar el viaje, también hay que prepararlo primero. Y, si vas justo de tiempo, aquí tienes nuestra ruta con los lugares que ver en Bangkok en 3 días
Nuestras 60 cosas que hacer y que ver en Bangkok
- Visitar el gigantesco Gran Palacio. No se puede viajar a Bangkok y no hacerlo, así que, empezamos por un clásico que te llevará un buen rato. Te lo contamos en nuestro artículo El Gran Palacio de Bangkok.
- Y, hablando del Gran Palacio, no caer en los timos sobre su cierre. Sí, lo vivimos en primera persona: después de un rato de charla simpática con un local, te dice que si estás yendo al palacio es una pena, porque está cerrado ese día. Por supuesto, te recomienda ir a otros lugares a los que te llevará un conocido suyo en tuk-tuk. No sabemos cómo serían esos otros lugares –puede que merecieran la pena, aunque hemos leído que suelen ser tiendas donde quieren que compres–, pero el palacio siempre está abierto.
- Encontrarte cara a cara con tu primera estatua de Buda en Bangkok: el Buda esmeralda, en el Gran Palacio. Que sepas que lo de “esmeralda” es por el color, no es que esté tallado en piedra preciosa. Es de jade, que “solo” llega a la categoría de piedra semipreciosa.
- Hacer fotos a monjes con sus ropas naranjas. Las primeras veces te llamarán la atención, pero pronto te acostumbrarás, están por todas partes.
- Conocer parte de la cultura tailandesa en el mercado de los amuletos.
- Probar el famosísimo pad thai, bueno, una de sus cientos de versiones. Una curiosidad: a pesar de ser el plato nacional de Tailandia, se inventó a mediados del siglo XX.
- Asombrarte con el Buda reclinado más grande de Tailandia en Wat Pho. Nada menos que 46 metros de largo y 15 de alto. Te va a costar elegir los templos que ver en Bangkok.
- Encontrarte con Marco Polo entre los guardias farang, extranjeros, en el mismo templo.
- Visitar un mercado flotante… aunque tenemos que confesar que nosotros no fuimos, nos dio pereza por turístico que parecía –si ya no nos gusta la Boquería por eso…–. Si tú quieres verlo, puedes contratar una excursión que también incluye el mercado sobre la vía del tren desde aquí.
- Buscar uno de los pocos puntos en los que te puedes asomar al río Chao Phraya para ver el atardecer sobre Wat Arun. Es el muelle del barco de pasajeros. O, si no te quieres complicar la vida, subir a la azotea de alguno de los bares y restaurantes con vistas.
- Elegir el taxi por el color: hay taxis prácticamente de todos los colores, del verde al rosa, pasando por el amarillo, el naranja, el rojo…
- Darte un masaje… si te atreves. El masaje tailandés real es bastante cañero y no estamos seguros de cuántos salones de masaje –por no hablar de los que lo dan directamente en la calle– tienen profesionales formados. De todas formas, tranquilo, la mayoría de las veces son simples masajes relajantes.
- Recorrer los pasillos del mercado más grande de Tailandia: el mercado de Chatuchak. ¿Podrás salir sin comprar nada en alguno de sus más de 15.000 puestos?
- Subir a uno de los rascacielos de la ciudad. Nosotros subimos al King Power Mahanakhon, el más alto de Tailandia con 314 metros de altura. ¡Y vaya vistas al atardecer!
- Deambular por el barrio rojo de noche. Lo de entrar a ver un show de ping pong o de lady boys lo dejamos a tu elección. Si quieres ver un espectáculo de lady boys pero lo de hacerlo en el barrio rojo no es lo tuyo, echa un vistazo aquí. Eso sí, está bastante alejado del centro.
- Subir a lo alto de la única “montaña” de Bangkok: la montaña dorada. Una colina artificial en cuya cima está Wat Saket. Eso sí, si coincide con una fiesta te recomendamos no hacerlo, la cantidad de tailandeses con la que te encontrarás lo convertirá en una lata de sardinas.
- Comer en un puesto callejero con estrella Michelin, el de Jay Fai. Eso sí, tendrás que reservar con un par de meses de antelación si te quieres sentar.
- Navegar por el río Chao Phraya o por alguno de sus canales. Puede ser la mejor manera de moverse en Bangkok si no hay estación de metro cerca.
- Intentar encontrarle algo bueno al jengibre. Nosotros no lo hemos conseguido, pero ellos tienen hasta ensaladas solo con ese ingrediente.
- Sorprenderse con un “Guggenheim de Nueva York” en pleno centro: el Bangkok Art and Culture Centre. Cuando veas el interior del edificio sabrás a qué nos referimos. Y las exposiciones también merecen mucho la pena.
- Viajar sin salir de Bangkok. Darse un paseo por la zona de Phahurat Road, conocida como little India.
- Seguir viajando en el barrio chino. También hay China town en Bangkok.
- Pasear entre los puestos del mercado chino y sentirse en pleno centro de Beijing.
- Alucinar con la estatua de Buda de Wat Traimit: el Buda de oro. Una estatua de 3 metros de altura que con sus ¡5,5 toneladas de oro! es la más grande del mundo de oro macizo.
- Caminar por el parque de Lumphini o por otro de los muchos parques que hay en la ciudad. Cuidado con los lagartos, encontramos uno gigante en Saranrom Palace Park.
- Cruzar la calle y no morir en el intento. Ojo, que los semáforos son solo una sugerencia y que llegan vehículos de todas partes, no solo desde el lado que no corresponde –porque, además, en Tailandia conducen por la izquierda–.
- Montar en el tren. Los trenes regionales tienen muchas paradas en la ciudad y pueden servirte para moverte por muy poco dinero. Además de encontrarte con la realidad de los bangkokianos de a pie.
- Montar en el metro –MRT, el Sky Train o Airport Rail Link– para confirmar que hay un mundo mejor… pero es más caro.
- Descubrir cuál es tu color. En Tailandia cada día de la semana está asociado a un color –los sirvientes del palacio tienen siete uniformes, cada uno de un color, para que el rey sepa qué día es sin tener que preguntar–. El color del rey actual en Tailandia es el amarillo porque es el color del lunes, el día en que nació. Los nuestros: amarillo el de Sara y rosa el mío.
- Reconocer a garudás, nagas y otras criaturas mitológicas que verás por todas partes. De hecho, el emblema nacional de Tailandia es un garudá.
Todavía quedan 30 cosas que hacer y que ver en Bangkok más
- Disfrutar de todas las simetrías de Wat Ratchanatdaram, un templo que hará las delicias de todos los que tengan TOC.
- Buscar el mejor cambio de moneda en la ciudad. Y te recomendamos que te esfuerces. Como te contamos en nuestros consejos para sacar y cambiar dinero en Tailandia, puedes estar perdiendo mucho dinero.
- Acercarse al monumento a la Democracia. Democracia, pero el rey es considerado directamente un dios y cualquier crítica a la familia real, mascotas incluidas, se castiga con cárcel.
- Entrar en el paraíso de los mochileros –y no solo mochileros– en Bangkok: Khao San Road. De día y de noche. ¿Sabías que la calle se hizo popular porque era allí donde se alojaba el personaje de Leonardo DiCaprio en la película “La playa”?
- Evitar parecer un turista más no comprando los clásicos pantalones de elefantes. Por favor, por favor.
- Asistir a una velada de muay thai. Los domingos hay combates gratuitos en los estudios del Canal 7. Te contamos nuestra experiencia en Ver un combate de muay thai en Bangkok. Cuidado, no es para espectadores sensibles.
- Entrar en Wat Arun. La foto del atardecer con la estupa es un imprescindible, pero también tendrías que visitar el interior del templo.
- Comprar bálsamo de tigre. Sirve para todo, desde dolores musculares o de cabeza hasta picaduras de insectos y repelente –según ellos–, y es mucho más barato que en España.
- Adentrarse en las callejuelas del barrio de Ban Baat donde se siguen fabricando a mano los cuencos utilizados por los monjes para recibir las ofrendas de comida, los bàht.
- Visitar la casa-museo de Jim Thompson con su colección de arte y sus edificios tradicionales. Jim Thompson desapareció sin dejar rastro en Cameron Highlands, Malasia, en 1967.
- Descubrir otros templos en Bangkok: los centros comerciales como el Siam Center. Modernidad, lujo, estilo… otro mundo.
- Comer en las últimas plantas de los centros comerciales, por ejemplo la del MBK. A pesar de su lujo, muchos tienen un patio de comidas de lo más económico, aunque hay que pagar con la tarjeta Rabbit en casi todos y eso complica las cosas.
- Hacer una excursión a Ayutthaya, el mini-Angkor de Tailandia donde encontrarás el templo del “Buda dentro del árbol”, entre otros muchos templos. Puedes ir por tu cuenta en tren –te contamos en este artículo qué ver en Ayutthaya– o con un crucero por el río con guía y almuerzo desde Bangkok –echa un vistazo aquí a las características y el precio–. Incluso puedes combinarlo con los mercados flotante y de la vía, aquí.
- Y, ¿por qué no ir a visitar el verdadero Angkor en Camboya? Te contamos cómo cruzar la frontera entre Bangkok y Siem Reap.
- Comprar algo en un 7 Eleven. La ciudad está llena y están abiertos las 24 horas del día. Eso sí, no compres plátanos plastificados… ya llevan cáscara y no hace falta echar más plástico al planeta.
- Oler las flores en su mercado. Sí, también hay un mercado de flores en Bangkok. Todo lo que sea vender… Si no te cruzas con una rata seguro que la experiencia será mejor.
- Todavía quedan más templos que visitar en Bangkok, empezando por Wat Suthat, uno de los 10 que tienen categoría real de primer rango.
- Localizar uno de los símbolo de la ciudad –está en el logo de la oficina de turismo–, el columpio gigante justo delante de Wat Suthat: el Sao Ching-Cha. Por cierto, que lo de columpio no es una forma de hablar, la ceremonia del balanceo se dejó de celebrar en 1935 después de varios accidentes fatales.
- Siguiendo con símbolos: presentar tus respetos al Lak Meueang, el pilar de la ciudad, en su templo, San Lak Muang. Cuando se decidió construir la nueva capital, la ciudad de Bangkok, se colocó este pilar antes de comenzar las obras. Estarás delante de la primera “construcción” de la capital tailandesa. Y se supone que da buena suerte… si haces una ofrenda, claro.
- Encontrar las siete diferencias entre un templo chino y uno tailandés en el templo chino de Mangkon Kamalawat.
- Comer fruta pelada por la calle. Hay cientos de puestos en donde comprar piña, mango, sandía… Nuestro consejo es que pidas que te pelen una en el momento, nunca se sabe cuánto tiempo puede llevar pelada la que está ya embolsada.
- Y, puestos a vivir el peligro, comer cualquier cosa en un puesto de comida callejera. Eso sí, no queremos responsabilidad ninguna…
- Tratar de convencer a un taxista de que ponga en marcha el taxímetro. Tenemos que admitir que solo cogimos el taxi una vez y no conseguimos que lo encendiera.
- Aprenderte de memoria el Ramakien –una adaptación tailandesa de la india Ramayana– representada en la mayoría de los templos y edificios del palacio. El de la cara blanca suele ser Hanuman, el rey mono.
- Ver parte del Ramakien bailado, junto con otros bailes típicos del país. La entrada al Gran Palacio incluye un espectáculo de danza. Todavía alucinamos al recordar cómo se desplazaban las bailarinas sin mover los hombros, como si se deslizaran.
- Contar los templos que te vas encontrando por la calle –las puertas con las que te cruces y las puntas de los techos–. Se supone que hay más de mil en Bangkok.
- Si no tienes bastante con los templos, puedes visitar la calle Bamrung Mueang, donde están los artesanos que fabrican las estatuas y los pequeños altares que hay frente a muchas casas.
- Comprobar en un calendario de fiestas con qué celebraciones te vas a encontrar en la ciudad, merece la pena. Nosotros nos topamos con las fiestas de ¡coronación del rey!
- Y, aunque tú no tengas coronación, te vas a quedar con la cara del rey seguro. Hay cientos de fotografías gigantes de cuerpo entero por la calle, además del documental en el cine antes de todas las películas.
- Sonreír como un tailandés, que para eso estás en el país de la sonrisa.
La verdad es que, después de escribir todo esto… lo mismo sí que nos gustó Bangkok. ¿Y a ti?
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