Buscar a Quasimodo es, sin ninguna duda, una de las cosas que tienes que hacer en París en 3 días. Ya te adelantamos que no lo vas a encontrar… todo el mundo sabe que el Titanic acaba por hundirse y seguimos viendo la película. En este caso, además, descubrir “su hogar”, la maravillosa catedral de Notre-Dame de París, será suficiente premio.
A pesar de tus pocas posibilidades de encontrarte con el jorobado más famoso de la historia, la búsqueda de su iglesia no será muy dificultosa. La catedral de Notre-Dame –uno de nuestros edificios religiosos favoritos– está en el centro más centro de la ciudad y su punto de origen: la Île de la Cité. Y no se puede decir que pase desapercibida con los 69 metros de altura de sus torres o los 40 metros de anchura de su fachada.
AVISO
La tarde del 15 de abril de 2019 se declaró un incendio en el tejado de la catedral de Notre-Dame que acabó propagándose por gran parte del edificio. La aguja de Viollet-le-Duc colapsó llevándose parte del tejado con ella y se temió por la estabilidad de las torres. Finalmente, tras nueve horas, los bomberos consiguieron controlar y apagar el fuego. Desde entonces, la catedral , su tesoro y sus torres permanecen cerrados.
Breve historia de la catedral de Notre-Dame de París
Como siempre sucede con los templos religiosos, la espiritualidad del lugar viene de lejos. Se cuenta que en la Île de la Cité se llevaban a cabo ritos celtas antes de la llegada de los romanos. Éstos, después de someter a los celtas, construyeron aquí los templos dedicados a sus dioses. Ya se sabe: quítate tú –en este caso tu dios– para ponerme yo –en este caso los míos–.
¿Qué hicieron los jerarcas católicos cuando el cristianismo se declaró religión del Imperio Romano? Exactamente lo mismo: quítate tú para ponerme yo. Con los años, llegó a ser una basílica enorme, de cinco naves y con una fachada casi tan ancha como la actual, dedicada a San Esteban, Sant-Etienne.
La importancia que logró París en el siglo XII –capital política y centro económico de Francia– llevó a su obispo, Maurice de Sully, a tomar la decisión de demoler Sant-Etienne y construir una catedral nueva en su lugar.
Primera piedra de Notre-Dame
En 1163 se colocó la primera piedra del edificio actual, que estaría dedicado a la Virgen María –Notre-Dame, Nuestra Señora en español–, que no se dio por terminado hasta 1345. Uno de los edificios góticos más antiguos que se conservan.
Los años, la Revolución Francesa, el abandono… casi acaban con la catedral de Notre-Dame. Un movimiento cívico consiguió su restauración a mediados del siglo XIX de la mano de Jean-Baptiste Lassus y, fundamentalmente, de Eugène Viollet-le-Duc. ¿Cuánto queda de la original? Difícil decirlo cuando el credo de Eugène Viollet-le-Duc era: “Restaurar un edificio no es mantenerlo, repararlo o rehacerlo, sino restaurarlo a un estado completo que tal vez nunca haya existido en un momento dado”. Ten en cuenta que Viollet-le-Duc es también el responsable de la restauración de Carcasona… Y ahí también construyó a su antojo más que restaurar pero, ¡y lo bien que le quedó!
De Napoleón a Víctor Hugo y a Disney
Fue en la catedral de Notre-Dame donde Napoleón fue coronado emperador. En realidad, más que “fue coronado” habría que decir “se coronó”, porque la historia cuenta que fue él mismo quien se colocó la corona sobre la cabeza. Eso sí, el Papa Pío VII estaba presente aquel 2 de diciembre de 1804.
Hablando de personajes famosos ligados a la iglesia, no podemos dejar de hablar de Victor Hugo. El escritor estaba enamorado de Notre-Dame, especialmente de sus torres que consideraba “un conjunto maravilloso y armónico”. Tal vez debido a este amor, tal vez influido por la pena que sentía por su abandono a principios del siglo XIX, decidió ambientar en ellas su novela Nuestra Señora de París publicada en 1831. Allí vivía el campanero Quasimodo, el jorobado de Notre-Dame, y allí cobijaba a Esmeralda. Fue un éxito rotundo y, quién sabe si la llamada de atención necesaria para que se pensara en restaurar la catedral.
En la novela las quimeras no cantaban… bueno, no cantaba nadie, pero las quimeras tampoco hablaban. Aunque no se le puede quitar a Disney el mérito de haber vuelto a recuperar para el público general la historia y la fascinación por este edificio maravilloso. Una confesión… nunca he visto la película de dibujos animados, me pilló mayor.
La fachada de Notre-Dame, el símbolo de París
La simetría es la principal característica de la fachada de la catedral de Notre-Dame. Aunque, en realidad, si te fijas bien, podrás notar que no es simétrica por completo: la portada de la Virgen, a la izquierda, no es exactamente igual a la de Santa Ana, a la derecha –la del centro, por cierto, representa el Juicio Final según el evangelio de San Mateo–.
Líneas horizontales y verticales que le dan armonía y equilibrio y mucha piedra desnuda: ésta es la otra gran característica de la fachada de Notre-Dame. Se “divide” en cuatro plantas: las portadas, las ventanas y el rosetón, los arcos y las columnas y los pisos superiores de las torres. Entre las portadas y las ventanas está la galería de los reyes de Israel y de Judea con sus 28 estatuas.
¿Sabías que…?
Casi todas las estatuas de la galería de los reyes fueron destruidas durante la Revolución Francesa porque se creía, erróneamente, que eran los reyes de Francia los que estaban representados en lugar que los reyes de Israel y de Judea.
Delante del rosetón se encuentra una estatua de la Virgen María, Notre-Dame, con el niño, flanqueada por dos ángeles. Delante de las ventanas laterales, una estatua de Adán, en la izquierda, y una de Eva, en la derecha.
Paseando por el interior de la catedral de Notre-Dame
Hasta mediados del siglo XIII, la catedral de Notre-Dame fue el mayor edificio religioso del Viejo Continente. Nada más y nada menos que 40 metros de anchura por 128 metros de longitud y 4.800 metros cuadrados de superficie.
Como sucede con la catedral de Mallorca, la luminosidad es una de las características principales de la de Notre-Dame. La mayor parte de las vidrieras es nueva, de restauraciones del siglo XIX y XX, pero los huecos ya estaban en el edificio original, demostrando las posibilidades que el gótico ofrecía. Bueno, no todos, el rosetón sur se lo sacó de la manga Viollet-le-Duc.
Es imposible enumerar todas las obras de arte que atesora la catedral. Así que, date una vuelta tranquilo por sus cinco naves, descubriendo sus 37 capillas, admirando las 113 vidrieras de sus tres niveles y “sobrevolando” el edificio gracias a su gran maqueta. Atento también a la maqueta que reproduce las obras de construcción.
No te pierdas la clausura del coro –tallas de madera de la primera mitad del siglo XIV– ni las estatuas de Luis XIII y Luis XIV a los lados del altar mayor –de principios del siglo XVIII–. En la sacristía se encuentra el tesoro de la catedral donde se conserva un trío de lujo: restos de la corona de espinas, un trozo de la Vera Cruz y uno de los clavos con que Jesucristo fue crucificado. ¡Ahí es nada! Nosotros no entramos…
Un extra: si visitas la catedral de Notre-Dame un domingo a las 17:45 podrás disfrutar del sonido de su órgano.
Las torres de Notre-Dame: gárgolas, quimeras y vistas de París
Muy bien pero… ¿y las gárgolas de Notre-Dame? Pues muy arriba, tanto que tendrás que subir a las torres para verlas de cerca. A diferencia del resto del edificio, las torres de Notre-Dame dependen del Centro de Monumentos Nacionales, Centre des Monuments Nationaux, del que ya contamos todas las maravillas que protege en París.
Justo sobre las columnas y arcos de la fachada se encuentra la galería de las quimeras, a 46 metros del suelo. Estas archiconocidas estatuas son obra de… sí, Viollet-le-Duc. Aves fantásticas, animales híbridos y monstruos fabulosos. La más famosa: la figura alada que mira a París sujetando su cabeza con las manos, es la “estirga”. La red de seguridad tiene agujeros en lugares estratégicos para que puedas sacar la foto sin problemas. Hablado de fotos, están prohibidos los palos selfies, bien por Quasimodo.
¿Sabías que…?
A pesar de que ser conocidas como “las gárgolas de Notre-Dame”, las famosos figuras de la catedral son quimeras. ¿Cuál es la diferencia entre gárgola y quimera? Que la primera es un “desagüe” decorado, mientras que la segunda es únicamente un objeto de decoración sin ninguna función práctica. Ojo, que la catedral de Notre-Dame también tiene gárgolas, pero están asomadas a la galería para que el agua que lanzan caiga lejos de los muros.
Por cierto, la torre sur, a la que se sube después de cruzar la galería de las quimeras, aloja las dos campanas más grandes de la catedral: Emmanuel de 13 toneladas, fundida en el siglo XVII, y Marie de 6,2 toneladas, colocada en 2013. En la torre norte hay otras ocho campanas que son las que oirás tañer, porque las grandes sólo suenan en las principales festividades católicas.
Desde lo alto de la torre sur, además de disfrutar de unas vistas impresionantes de París, se puede apreciar mejor la forma de la catedral y su imponente aguja de 96 metros. ¿Consiguieron levantar una aguja de 96 metros entre los siglos XII y XIV? La respuesta es… no. De nuevo, Viollet-le-Duc y su imaginación. Eso sí, le queda muy bien.
Información práctica para subir a las torres de Notre-Dame: precios, horarios, duración…
La visita a las torres de Notre-Dame tiene una duración media de 50 minutos y se lleva a cabo en grupos de 20 personas. Cada 10 minutos sube un grupo, así que no podrás quedarte rezagado el tiempo que quieras, aunque tendrás tiempo para verlo todo. Atención, hablamos de torres o, lo que es lo mismo, de subir escaleras: 422 peldaños sin ascensor. No es accesible para personas con movilidad reducida, pero sí está preparada para turismo invidente y sordo.
Las torres de Notre-Dame abren todos los días del año excepto el 1 de enero, el 1 de mayo y el 25 de diciembre. Si la temperatura baja de dos grados bajo cero, también se cierra el acceso por seguridad. El horario de abril a septiembre es de 10:00 a 18:30 y el resto del año de 10:00 a 17:30. Durante los meses de julio y agosto, los viernes y sábados el horario es de 10:00 a 23:00.
El precio de la entrada es de 10 €. Puedes encontrar más información en la página oficial.
Curiosidades de la catedral de Notre-Dame
Como hemos dicho, gran cantidad de los elementos actuales de la catedral de Notre-Dame son obra de Viollet-le-Duc. Entre ellos, la recuperación de las estatuas de la galería de los reyes… tanto es así que alguna de ellas tienen sus facciones. Lo mismo que sucede con la imagen de Santo Tomás en el grupo de San Juan el Evangelista en la cubierta de la nave junto a la aguja.
En 2013 se colocó una colmena en el tejado de la sacristía y, desde entonces, hay miel de la catedral de Notre-Dame. Poca producción, así que es casi tan difícil probarla como encontrar a Quasimodo.
En la plaza frente a la catedral y en sus alrededores se levantaban gran cantidad de edificios hasta finales del siglo XIX. Entonces, bajo el mandato de Napoleón III y el prefecto Haussmann, se derribaron para que la catedral de Notre-Dame se pudiera apreciar en toda su grandeza. En la plaza se puede ver, gracias a adoquines coloreados, la planta del antiguo templo y el trazado de la rue Neuve-Notre-Dame. Si te fijas bien, también encontrarás la placa que marca el kilómetro cero desde el que se miden todas las distancias entre París y las demás ciudades.
Información práctica: dirección, horarios, precios…
La catedral de Notre-Dame abre todos los días del año de 7:45 a 18:45 –19:15 sábados y domingos– pero puede cerrar por celebraciones religiosas, momento en que no se permiten las visitas turísticas.
La entrada es gratuita, aunque suele haber colas por el aforo limitado. La visita es libre, aunque se puede alquilar una audioguía. Por cierto, a diferencia de las torres, la catedral sí es accesible para personas con movilidad reducida.
Puedes encontrar más información en su página oficial.
Tienes pocas posibilidades de saludar a Quasimodo, menos aún de cantar un dueto con una quimera, pero nunca quedarás defraudado tras la visita a la catedral de Notre-Dame.
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