Que quisiéramos ver la Gran Muralla China y la Ciudad Prohibida de Pekín no debería sorprender a nadie. Casi cualquiera que haya visto alguna imagen de esos sitios querría recorrerlos. Lo “sorprendente” es que no entraba en nuestros planes a corto plazo hacerlo pero una oferta de vuelos desde Madrid a Pekín nos convenció de que era el momento de visitar el gigante asiático. Sólo teníamos un par de semanas, así que había que reducir mucho el itinerario de nuestro viaje a China.
La primera decisión fue no visitar ni Hong Kong ni Shanghai. Las distancias eran enormes y nos obligaban a comprar billetes de avión internos –ya habíamos decidido comprar uno hasta Chengdú, queríamos ver los osos panda–. Además, en aquel momento, visitar cualquiera de estas dos ciudades y “volver al país» suponía pedir un visado multientrada, lo que complicaba el proceso. Con todo y con eso, al final tuvimos que acabar comprando un billete de avión una vez allí, porque sólo a nosotros se nos ocurre hacer caso de una oferta que te lleva a China a finales de abril y principios de mayo, justo correspondiendo con la fiesta del trabajo del 1 de mayo, una de las más importantes del país y en la que más chinos se mueven.
Nuestro viaje a China por libre de dos semanas
Primer día. Vuelos Madrid – Amsterdam – Pekin
El comienzo del viaje no fue lo que se dice sencillo: nuestro billete por París transmutó en uno por Amsterdam debido a la avería del avión que teníamos que coger en Madrid.
Segundo día. Pekín
Nada más llegar nos fuimos a visitar el Templo de los Lamas, el más famoso del budismo tibetano, y el Templo del Cielo, donde llamamos la atención lo bastante como para que un grupo de chinos quisiera hacerse una foto con nosotros. A última hora dimos un paseo por la plaza de Tian’anmen, viendo la foto de Mao en la entrada de la Ciudad Prohibida.
Tercer día. Ciudad Prohibida de Pekín y vuelo Pekin – Chengdú
Ocho horas recorriendo la Ciudad Prohibida de Pekín siguiendo el mapa y dándonos cuenta de que éramos de los pocos turistas occidentales que había, aunque todos somos turistas en la Ciudad Prohibida.
En la misma línea que en la salida desde Madrid, hubo problemas con el vuelo a Chengdú y acabamos volando con otra compañía tres horas después. Tras tres vuelos, todavía no habíamos montado en ninguno de la compañía con la que lo habíamos comprado… y guardamos todos los billetes para reclamar a la compañía aérea después.
Cuarto día. Gran Buda de Leshan
Autobús hacia Leshan desde Chengdú y visita al Gran Buda de Leshan y su parque temático. Noche en Zìgòng, donde probamos la picante comida de Sichuan en los puestos callejeros.
Quinto día. Cuevas de Dazu
Hay más de cuarenta grutas en Dazu. Visitamos las Baoding Shan, con la colina del tesoro en la cima, una auténtica maravilla.
Vuelta en bus a Chengdú.
Sexto día. Osos panda
Si por algo es famosa la ciudad Chengdú es por su centro de investigación y reproducción del oso panda, y allá que fuimos a visitar al tesoro nacional chino. ¿Sabías que, por ley, todos los osos panda gigante del mundo , y sus células reproductivas, son propiedad del gobierno chino?
Por la tarde dimos un paseo por la ciudad.
Séptimo día. Vuelo Chendgú – Xi’an y guerreros de terracota
No hubo manera de conseguir un billete de bus o de tren desde Chengdú hasta Xi’an. Sólo a nosotros se nos ocurre ir a China a finales de abril y principios de mayo. Por suerte encontramos un billete de avión a buen precio.
El uno de mayo no es el mejor día para visitar los guerreros de terracota de Xi’an. Miles y miles de turistas chinos tratando de encontrar un pequeño hueco junto a la barandilla para ver lo más cerca posible las estatuas, sin descartar el uso de los codos –como ya habíamos probado en la Ciudad Prohibida–. Aún así, una maravilla digna de verse.
Vuelta por la ciudad de Xi’an.
Octavo día. Xi’an y Pingyao
Apurando el tiempo, dimos una vuelta por la ciudad de Xi’an antes de coger nuestro bus a Pingyao y casi lo acabamos perdiendo por un atasco y un taxista que no entendía del todo dónde nos tenía que llevar.
Paseo por la ciudad de Pingyao, una de las joyas medievales de China. Una muralla del siglo XIV rodea los poco más de 2 kilómetros cuadrados de centro histórico de la ciudad. También salimos de la muralla para comprar el billete que nos llevaría a Datong y comprobamos que, fuera del centro histórico, la ciudad es una de esas de varios millones de habitantes que hay por China y que, allí, se consideran pequeñas.
Noveno día. Datong
Nuestro primer tren chino, un trayecto desde Pingyao hasta Datong. Como el tren salía a medio día, aprovechamos para ver alguno de los templos y edificios –sobre todo antiguos bancos– que nos faltaban por ver en Pingyao por la mañana.
Décimo día. Excursión al monasterio colgante y a las cuevas de Yúngāng
Visita al monasterio colgante, Xuánkōng Sì, en la montaña de Heng. Un monasterio para tres religiones: taoísmo, budismo y confucionismo, que se mantiene en equilibrio desde hace más de 1.400 años. Y, en la misma excursión desde Datong, también visitamos las cuevas de Yúngāng. Cuarenta cuevas en las que se mezclan distintas dinastías y budas. Te contamos todos los detalles en Datong: el monasterio suspendido y las cuevas de Yungang.
Undécimo día. Pekín
Nuestro segundo tren chino nos llevó desde Datong a Pekín. Seis horas en tren y casi otras tantas para llegar hasta el albergue. No es fácil moverse por la red metropolitana de Pekín.
Uno de los objetivos del viaje a China –además de los guerreros de terracota y los pandas– era la Gran Muralla China y allá que fuimos. Después de la experiencia con el metro de la capital y sabiendo que en un día era prácticamente imposible ir y volver por nuestra cuenta decidimos contratar una excursión. A la llegada a la capital buscamos una agencia que hiciera un recorrido que nos gustara, paseando por las calles del hutong –barrio tradicional– y probando el famoso yogur de Beijing.
Para acabar el día disfrutamos del mejor pato laqueado de Pekín, según la guía, en Li Qun.
Duodécimo día. Gran Muralla China
El tramo de la Gran Muralla China al que fuimos fue Mùtiányù. Por lo que hemos leído, Mùtiányù, se ha convertido en algo mucho más turístico de lo que ya era cuando fuimos nosotros. En cualquier caso, lo disfrutamos como niños y, después de caminar una hora, llegamos a zonas de la muralla en las que casi estábamos nosotros solos. La excursión acabó con la visita a la ciudad olímpica de Pekín.
Por la noche fuimos a visitar el mercado nocturno de Donghuamen en la calle Wangfujing: un mercado callejero de comida con sus ciempiés, gusanos, escorpiones, arañas, serpientes…
Decimotercer día. Pekín y vuelos Pekín – Paris – Madrid
Último día en la ciudad china y mucho que ver todavía: Palacio de verano, Jin Ding Xuan, mercado de artesanía de Panjiayuan y ciudad olímpica iluminada, con el nido de pájaro y el cubo de agua en su máximo esplendor.
La última de las 10 veces que cogimos el metro ese día fue para ir al aeropuerto desde donde saldría nuestro vuelo de regreso ya de noche y que ésta vez sí que pasaría por París.
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