Huyendo de Xi’an –y de su caos con los miles de turistas chinos que se movían por el país en los días festivos de primeros de mayo– y metidos en un autobús que no estábamos seguros de que parase donde queríamos, no sabíamos qué nos esperaba. Al acercarse la salida de la carretera, cruzamos los dedos, bajo la atenta mirada de nuestros vecinos de autobús que nos habían dicho que no creían que parara allí, a diferencia del conductor. Todo esto, claro está, en chino, idioma que no hablamos, y a gestos. Se acercaba la parada… 5 km, 4, 3, 2, 1… y ¡sí, salió! Bieeeen, ¡lo habíamos conseguido! Pero paró y nos dejó justo al lado del peaje, ¿cómo íbamos a llegar al pueblo? No nos dio casi tiempo para preguntárnoslo ya que, al salir del autobús, apareció un menudo señor chino con un coche eléctrico y la tarjeta de nuestra guest house, ¡ya nos estaba gustando Pingyao y todavía no la habíamos visto! Pero cuando el cochecito empezó a meterse por unas estrechas callejuelas entrando en el casco antiguo –el primero que vimos en una China llena de edificios históricos perdidos entre enormes e impersonales edificios modernos– sí que nos quedamos atónitos.
Una muralla del siglo XIV prácticamente intacta, con sus bastiones y sus seis imponentes puertas fortificadas, encierra un pequeño y encantador centro histórico de poco más de 2 km2. Parece la descripción de una ciudad medieval europea pero no, es uno de los mejores ejemplos de ciudad tradicional Han que ha llegado hasta hoy en día, conservándose extraordinariamente bien: esto es Pingyao.
Una ciudad sin duda rica en historia. Aunque fundada anteriormente, fue en 1370, durante el reinado del emperador Hong Wu de la dinastía Ming, cuando empezó a tomar su aspecto actual, fortificándose con su imponente muralla de 12 m de altura. Se modificó también el trazado interior de sus calles, siguiendo las estrictas reglas de planificación urbana de los Han. Continuó desarrollándose y prosperando durante las dinastías Ming (1368-1644) y Qing (1644-1912), tanto que en el siglo XVI fue una de las ciudades comerciales más importantes del norte de China y en la segunda mitad del siglo XIX sus bancos dominaban la vida financiera del país.
La historia de su prosperidad se refleja en las calles de Pingyao, en las que se alzan numerosos edificios históricos de gran interés, desde palacios administrativos a bancos –que acogen museos, como el del Banco Rishengchang– casas particulares y, ¡como no!, templos. Para visitar la veintena de edificios de interés del centro histórico, hay un billete único –cosa que nos recordó a Jiva, en Uzbekistán–. También se puede coger una audioguía en inglés, nosotros sólo cogimos una entre los dos pero, aún así, nos arrepentimos. Primero porque se activaba sola, con sistema de GPS, pero la mayoría de veces no empezaba cuando debía y ya no podías volver a escucharla; segundo porque se le acabó la pila antes de que acabáramos la visita; y tercero y más importante: la información, en su mayoría, era interesante, pero con tanto edificio y tanta explicación al final acababas con ganas de matar a la locutora de voz inexpresiva que te contaba la vida de cada empleado del banco que había pasado por la ciudad…
Además de visitar estos edificios, merece la pena, aunque haya que comprar un billete aparte, subir a la Torre de la Ciudad, el edificio más alto del centro histórico, para admirar Pingyao desde lo alto, con sus típicos tejados curvos de puntas combadas hacia arriba. Y luego simplemente pasear por sus calles, darse un masaje y entrar en sus tiendas o restaurantes, que se encuentran en edificios de los siglos XVII al XIX.
Aquí no había grandes aglomeraciones de turistas chinos pero, a diferencia de en Dazu, sí que había bastantes turistas extranjeros, sobre todo mochileros, imaginamos que gracias a la Lonely Planet, que la incluye entre los destinos destacados de China, con razón. Así que hay bastante ambiente y guest houses donde hablan inglés. Nosotros estuvimos en el Harmony Guest House y la verdad es que nos encantó. Todo el sitio está lleno de buenas palabras de sus clientes, en las paredes y en hojas pegadas sobre las paredes.
Tiene pinta de un sitio en el que podrías estar unos días y hacerte amigo de todos. Lástima que tuviéramos el tiempo tan justo. En los carteles también hablaban de un par de excursiones que organiza el hostal diciendo que son espectaculares… otra vez será. Por esta, nuestros límites de tiempo nos lo han impedido.
Si te han entrado ganas de vivir Pingyao más en profundidad, no dejes de leer nuestros consejos para viajar a China.
¿Quieres viajar a Pingyao? Aquí puedes hacerlo:
- Busca tu vuelo más barato a China aquí.
- Escoge el hotel que más te guste al mejor precio en Pingyao aquí.
- Alquila el coche en China al mejor precio comparando entre varias compañías aquí
- Las mejores guías de China aquí.
- Contrata tu tour guiado en China aquí.
- Contrata tu seguro de viaje con un 5% de descuento aquí.