Siempre es difícil hacer clasificaciones de los lugares a los que se viaja, pero éste fue probablemente el más espectacular de los que visitamos en China. Puede que esta sensación se deba a que no lo conocíamos, nunca habíamos visto ninguna foto y no nos esperábamos semejante maravilla. Eran nuestros primeros días en un país que no dejaba de sorprendernos a cada instante, pero cuando entramos en las cuevas de Dazu nos quedamos literalmente atónitos al contemplar sus tallas y grabados rupestres.
Declaradas patrimonio mundial por la UNESCO, constituyen uno de los cuatro grandes complejos de esculturas en cuevas budistas de China –junto con las de Dunhuáng, Luòyáng y Dátóng– y están consideradas por muchos las más valiosas a pesar de ser las más “nuevas”. El “nuevo” es relativo, claro: datan de un periodo comprendido entre los siglos XI y XIII, bajo las dinastías Tang y Song.
La Cueva de la Iluminación Total, un grupo de 52 estatuas entre las que destacan tres Budas en la parte frontal y doce Bodhisattvas en los laterales
El Sutra del amor paterno, siete grandes budas en el centro y bajo ellos historias de amor
El complejo cuenta con miles de grabados, tallas y estatuas repartidos en una cuarentena de enclaves diferentes, siendo el principal el de Baoding Shan, literalmente la Colina del Tesoro en la Cima, como siempre los nombre chinos son muy evocadores. Esta parte se realizó bajo la supervisión del monje Zhao Zifeng con un trabajo que duró casi 80 años, del 1174 al 1252, bajo la dinastía Song. Y no sorprende que tardaran tanto: a lo largo de sus 2,5 km el viajero se topará con nada menos que 10.000 esculturas que, como en las que embellecían las catedrales europeas, cuentan visualmente los principios de la filosofía y religión para que los “fieles” puedan comprenderlos. En este caso las tallas muestran la integración de los principios básicos de la doctrina del Budismo Tántrico, la ética del Confucianismo y las teorías del Taoismo, representando un gran valor cultural, además de artístico.
El Nicho de los guardianes de la ley budista, nueve enormes guardianes en el centro con seis dioses a cada lada y siete fantasmas en la parte de abajo
La peculiaridad de esta parte del complejo, a parte de su muy buen estado de conservación y del enorme tamaño de algunas de sus tallas, es que sus estatuas son las únicas que han llegado hasta hoy en día de la desaparecida secta secreta del Budismo Tántrico llamada Bodhimandala.
Los tres santos de la escuela budista Huayan de siete metros de altura cada uno, la pagoda que lleva en la mano el que está más a la izquierda pesa 500 kilos
El Sutra de Amitabha y su tierra pura cuenta con 169 estatuas de vivos colores, en su parte superior se muestran historias del paraíso budista
Al recorrer el sendero de la visita, el viajero se encuentra con diferentes cuevas y nichos plagados de preciosas tallas embellecidas con pinturas cuyos vivos colores aún se conservan en parte. Son representaciones de Buddhas y Bodhisattvas –los que buscan la suprema iluminación– pero también de monjes, príncipes, hombres de negocios o simples campesinos. Se pueden admirar desde representaciones más típicas de la iconografía budista, como la Rueda de la vida a otras mucho menos comunes, como las 18 historias de los infiernos representadas en uno de los nichos y que constituyen la obra más grande y rica del arte budista sobre esta temática.
Anicca, en español Anitya, sujetando la Rueda de la Vida. Anitya significa literalmente transitoriedad, cambio o no permanencia
El infierno budista también aparece representado, en este caso aplastando a sus moradores
Los moradores del Infierno, no sólo son torturados, también cocinados en un caldero por extraños animales
La pieza central de lo que se ha convertido en un gran museo al aire libre es un Buddha, Sakyamuni, de 31 m de largo por 5 de alto representado en el momento de alcanzar el nirvana. Acompañado por otras 36 estatuas más pequeñas, el Buda está apoyado sobre su costado derecho, pero solo la parte superior de su cuerpo es visible, ya que el resto del cuerpo queda para la imaginación del visitante. De esta forma los escultores dejaban que quien viera su obra imaginara la magnificiencia del Buddha en su totalidad, algo que es poco común en la iconografía budista.
Los 31 metros de Buda, Sakyamuni, alcanzando el Nirvana dan para marcar los detalles de su rostro a la perfección
Sakyamuni está rodeado por 37 estatuas con el mismo detalle que el Buda
Al lado del Buddha, en un pequeño templo, se encuentra una impresionante Avalokitesvara, la diosa de la misericordia. La escultura, hecha de oro, tiene nada menos que 1007 brazos entrelazados que acaban en sendas manos, cada una de las cuales tiene un ojo, símbolo de la sabiduría. Desafortunadamente, cuando fuimos la estaban restaurando, pero intuimos su excepcional belleza detrás de los andamios.
Los 1007 brazos con 1007 manos entrelazadas de Avalokitesvara, detrás de los andamios…
La entrada a las cuevas cuesta 120 CYN. Se llega en autobús local desde la estación de autobús de Dazu. Dazu cuenta con conexión directa a las ciudades de Chengdu y Chongquin, cada una desde una parada de autobús distinta.
Si te han entrado ganas de ver a las cuevas de Dazu en persona, no dejes de leer nuestros consejos para viajar a China.