Una ciudad que rodea a una bahía y que escala por morros tiene que ser espectacular desde arriba. Así que, cuando, finalmente, decidimos viajar a Río de Janeiro en nuestro viaje de un año por Sudamérica –sí, inicialmente no estaba previsto, ¿te lo puedes creer?–, no dudamos en recorrer alguno de los miradores de Río de Janeiro para confirmar, también desde arriba, que aquella ciudad era de verdad “maravilhosa”. Además, era la forma perfecta de situar la mayoría de cosas que ver en Río de Janeiro de un vistazo.
No es complicado tener una vista casi perfecta de la bahía desde alguno de los muchos morros de la ciudad. Los miradores de Río de Janeiro más conocidos y turísticos son Corcovado y Pão de Açúcar, pero no son los únicos lugares desde los que disfrutar de la Cidade Maravilhosa desde las alturas.
Con tantas opciones, lo mejor es elegir la más adecuada según la hora del día. Encontrarte con el sol donde no debería estar –sobre todo teniendo en cuenta el coste que tiene subir a alguno de los miradores de Río de Janeiro– puede estropearte la excursión. Y encontrarte con que te has quedado sin sol en una zona de la ciudad en la que no es aconsejable estar de noche puede estropearte todo el viaje –no dejes de leer nuestros consejos sobre seguridad en Río de Janeiro–.
Ten en cuenta que Río de Janeiro es, con sus seis millones y medio de habitantes, una de las ciudades más pobladas de Brasil, y eso es decir mucho. Hay edificios. Muchos edificios. Por todas partes aparecen torres blancas como pequeñas colmenas. Pero la belleza de la bahía y de la naturaleza exuberante que la rodea –que parece querer volver a ocupar su lugar con los pequeños parques y los árboles que reclaman lo que era suyo– hará que esa imagen no sólo no te decepcione sino que te conquiste y que quede grabada en tu retina para siempre.
Corcovado, la mañana perfecta en Río de Janeiro
La imagen por excelencia de Río de Janeiro es la del Cristo Redentor. Con un tamaño imponente –que se aprecia sobre todo cuando estás allí debajo– es una de las nuevas siete maravillas del mundo por derecho propio. Pero toda esa fama hace que subir al Corcovado, el hogar del Cristo Redentor, pueda convertirse en una tarea titánica por la cantidad de turistas que buscan la misma foto.
Si a la cantidad de turistas le unimos que el mejor momento para subir al Corcovado es por la mañana porque el sol ilumina al Cristo Redentor –por la tarde el sol queda detrás de la estatua y el contraluz hace que no se puedan ver sus detalles–, queda claro que la mejor opción es madrugar y subir los primeros.
Nosotros pasamos por Río de Janeiro en mayo, temporada baja de turistas, y no tuvimos muchos problemas para montar en el trem do Corcovado (56 R$ –unos 15 €– en temporada baja y 68 R$ –unos 19 €– en alta, con la entrada al monumento incluida). El tren funciona todos los días desde las 8.00 hasta las 19.00 cada media hora, si el tiempo lo permite. Así que, los que van en el tren de las 8.00 se encuentran la zona del Cristo Redentor vacía –bueno, se puede llegar en taxi/furgoneta–. Si vas a viajar en temporada alta te recomendamos que compres los billetes desde la web con antelación para evitar colas y asegurar tu sitio.
Pão de Açúcar, el atardecer perfecto en Río de Janeiro
La imagen del sol ocultándose tras la estatua del Cristo Redentor al tiempo que se encienden las luces de la ciudad reflejándose en las aguas de la bahía es algo que querrás llevarte en tu viaje a Río de Janeiro. ¿Dónde conseguirla? En el otro mirador de la ciudad: Pão de Açúcar.
Si a lo alto del Corcovado se llega en tren, al Pão de Açúcar se sube en teleférico, el bondinho de Pão de Açúcar. Las cabinas cuelgan del cable que va uniendo un morro con el siguiente por encima del mar y de la selva –sí, en plena ciudad hay selva–. Desde praia Vermelha hasta Urca el primer tramo y desde Urca hasta Pão de Açúcar el segundo.
El bondinho de Pão de Açúcar tiene más frecuencia, las cabinas salen cada 20 minutos o cuando se llenan, lo que pase antes, con lo que la cola será menor –en cualquier caso, también es posible comprar los billetes desde la web– (76 R$, algo más de 20 €)–.
Como en este caso lo que se busca es la puesta de sol, hay que estar atento al horario del último bondinho. Aunque las taquillas, en praia Vermelha, cierran a las 19.50, el último viaje desde Pão de Açúcar hasta Urca suele ser a las 20.40 y desde allí a praia Vermelha a las 21.00, podrás ver la ciudad a oscuras –en diciembre enero, los días más largos en el hemisferio sur, el sol se pone a las 18.45 más o menos–.
Si estás pensando que muy bonito lo de ver la puesta de sol desde lo alto del Pão de Açúcar pero te preocupa el volver a tu hotel de noche, decirte que nosotros volvimos a nuestra casa en Botafogo andando desde praia Vermelha sin ningún problema y sin sensación de estar haciendo una locura.
Un último consejo: puede hacer mucho calor en la ciudad, llevar todo el día caminando en bermudas y manga corta… pero cuando estás en lo alto del Pão de Açúcar y se pone el sol la temperatura baja a marchas forzadas. Mete algo de abrigo en tu mochila además del trípode, lo agradecerás.
La favela de Santa Marta, las mejores vistas de Río de Janeiro las tienen los pobres
Curioso, ¿no? En Río de Janeiro los ricos construyen rascacielos para vivir en los áticos mientras que los pobres viven más arriba en lo alto de los morros por los que trepan las favelas. A cambio, los ricos pueden llegar a sus casas en coches –o helicópteros– mientras que los pobres afortunados hacen una parte de su trayecto en funicular y los menos afortunados tiene que “escalar” el morro cada día.
Como avisamos cuando hablamos de la favela de Santa Marta, no todas las favelas de Río de Janeiro están pacificadas ni son seguras. No te lances a subir por el primer morro que te encuentres mientras caminas por la ciudad porque, aunque hemos dicho que Río de Janeiro no es tan insegura como dicen, sí que puede ser lo último que intentes hacer en tu vida si te equivocas de cuesta.
En el caso de la favela de Santa Marta es sencillo llegar al mirador. Un funicular gratuito lleva desde la praça Corumbá hasta lo más alto del morro. Allí, nada más salir de la cabina, podrás ver una panorámica de Río de Janeiro y, si no te atreves a caminar por una favela, volver a montar y hacer el recorrido de vuelta hasta la plaza.
La floresta de Tijuca, el mirador más salvaje de Río de Janeiro
Si en algún momento te superan el asfalto, los edificios, las playas, la arena, la gente… Río de Janeiro también tiene un lugar para ti: la floresta de Tijuca, la tercera selva –porque llamarlo parque sería casi un insulto– urbana más grande de Brasil.
¿Teníamos pensado pasar por allí? No, definitivamente ni sabíamos que existía, pero cosas de la vida y del couchsurfing, acabamos haciendo una ruta de senderismo por Tijuca. Incluso podíamos haber acabado haciendo rápel con Edson –nuestro anfitrión– y sus amigos. Pensamos que en plena selva –por muy “urbana” que fuera– y nada más comenzar nuestro viaje sin billete de vuelta no eran ni el mejor lugar ni el mejor momento para nuestra primera experiencia de rápel.
Lo que sí hicimos fue sentarnos en lo alto de uno de los morros de la floresta a ver el paisaje. Totalmente distinto al que habíamos visto hasta ese momento: el verde era el rey. Las casas trataban de asomarse en los huecos que dejaban los árboles en nuestra vista hacia la bahía, pero “molestaban” mucho menos. Era una vista que debía ser muy parecida a la que tuvieron los primeros habitantes de Río de Janeiro, antes de que el cemento, el asfalto y el hormigón hicieran acto de presencia.
Más miradores de Río de Janeiro
Tan impresionantes, y seguros, como estos cuatro miradores de Río de Janeiro creemos que hay pocos, pero siempre quedan, como decíamos, los áticos de los rascacielos de Botafogo o de otras zonas nobles de la ciudad. ¿La ventaja? Podrás ver la noche carioca desde arriba sin preocuparte de si será peligroso o no volver a casa.
La Cidade Maravilhosa se merece el esfuerzo –ya sea madrugando, haciendo cola o caminando– de verla desde arriba. ¿Vas a dejar de subir a alguno de los miradores de Río de Janeiro?
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