Barichara, el pueblo colonial más bonito de Colombia

Si Santa Marta nos había abierto el apetito colonial, Cartagena de Indias nos había encantado, Mompós nos había mostrado que la gente sigue viviendo en esas casonas y Santa Fe de Antioquia nos había desencantado un poco… todavía nos quedaban más pueblos coloniales en Colombia que admirar y disfrutar. En nuestro camino entre Medellín y Bogotá –las principales ciudades de Colombia– pasaríamos por dos de ellos: Barichara y Villa de Leyva, ambos incluidos en la Red Turística de Pueblos Patrimonio de Colombia y más distintos de lo que esperábamos.

Barichara

En pleno departamento de Santander se encuentra el pueblo ciudad colonial de Barichara de impresionantes casonas del siglo XVIII. La fundación del pueblo se debe a la aparición de la Virgen a unos campesinos, que comenzaron a adorarla en este lugar, hasta que Don Francisco Padilla y Ayerbe fundó la ciudad en 1705.

Las calles del pueblo están adoquinadas con una piedra ocre rojiza que, junto con las tejas de sus casas, hace que todo tenga un color tal como si la ciudad hubiera salido directamente de la tierra. El toque llamativo lo dan los vivos colores de las enormes ventanas que se abren en las blancas paredes. Parece un decorado, pero tenemos que decir que fue el primer sitio de toda Colombia en donde vimos niños jugando en sus calles de noche. Además de pasear por sus calles –admirando casonas, ventanales, tejados…– en Barichara también hay muchas iglesias que visitar. Por algo Barichara es considerado el pueblo más bonito de Colombia.

Lo que nos costó un poco más fue acostumbrarnos a sus horarios. Nuestra visita, a mediados de septiembre, nos mostró una Barichara que se cerraba casi por completo a partir de las siete de la noche –sí, en Colombia, como ya hemos dicho otras veces, las siete son de la noche y no de la tarde–. Las primeras dos noches que pasamos en la ciudad no pudimos cenar. La primera porque llegamos casi a las diez de la noche, y la segunda porque nos despistamos y encontramos todo cerrado cuando nos dimos cuenta.

Cómo llegar a Barichara

Lo que no resultó tan fácil fue llegar hasta allí. Para llegar a Barichara hay que pasar por San Gil, el pueblo grande más cercano, cambiando ahí o tomando un autobús directo desde Bucaramanga desde Bucaramanga, pero hay muchas más opciones con el transbordo. Nosotros estábamos a medio camino de San Gil y tratamos de llegar hasta allí desde Piedecuesta. Mala idea. Todas las busetas que pasaban o estaban llenas o el controlador de la estación nos decía que los puestos libres ya estaban vendidos más adelante…

Tuvimos que regresar hasta Bucaramanga, coger una buseta a San Gil y desde allí otra a Barichara. Por si la «complicación» del transporte no fuera suficiente, hay que decir que las carreteras son de montaña: dos carriles, uno para cada sentido, y cientos de curvas. Ya habíamos sufrido la conducción temeraria colombiana pero de noche y en carretera de montaña fue demasiado.

Guane

Guane es otro de esos pueblos coloniales que parecen congeladaos en el tiempo. El nombre de Guane se debe a los indígenas que habitaban esa zona: los guane. Incluso el nombre de Barichara es debido a ellos: en guane Barichara significa lugar de descanso. Hoy en día, Guane es poco más que su Museo paleontológico, arqueológico y antropológico y la Iglesia de Santa Lucía, construida en el año 1600.

Misma piedra, mismo color, misma arquitectura pero un tamaño mucho menor y menos turística que su vecina Barichara, es una perfecta visita de una mañana.

El Camino Real hasta Guane

Al igual que en Brasil, en Colombia también hubo Caminos Reales, allí Estradas Reales. El que une Barichara con Guane forma parte del Camino Real del Centro-Oriente que unía Santa Fe de Bogotá con Cúcuta –con desvíos hasta Cartagena de Indias y Venezuela–. Hoy en día es una agradable paseo entre estas dos ciudades coloniales. Aunque tal vez no merezca tanto la pena, bajo el sol se hace duro, no hay mucho que ver y hay busetas que hacen el recorrido entre los dos pueblos con frecuencia. De hecho, nosotros volvimos en buseta.

Barichara nos volvió a colocar en la senda de los pueblos coloniales y nos dejó con ganas de ver más, nos encantó y todavía quedaba Villa de Leyva.