Viajar a Medellín, además de desterrar un montón de mitos de violencia y descubrir arte, gastronomía y buena gente, implica conocer sus alrededores. En nuestro paso por la ciudad de la eterna primavera, aprovechamos los días en los que el tiempo no acompañó para nuestra aventura en parapente y visitamos alguno de los pequeños pueblos que se encuentran cerca de la capital antioqueña.
Santa Fe de Antioquia
Vaya por delante que es posible que la fama que precede a Santa Fe de Antioquia le perjudicara en nuestro caso. Aunque puede que fuera cierta saturación de pueblos coloniales a esas alturas de viaje… –sabemos que no fue esto porque Barichara, un pueblo colonial que visitaríamos más tarde, nos encantó: todavía no estábamos hartos de pueblos coloniales–. No sabría decir cuál fue el motivo de nuestra «apatía».
Capital del estado de Antioquia durante casi 250 años, el pueblo floreció y, como en Mompós, las casonas con sus balcones y sus ventanales pronto llenaron sus calles. Hoy, varios siglos después, las calles que forman el casco histórico de Santa Fe de Antioquia todavía conservan esas construcciones.
Uno de sus atractivos es el Puente de Occidente, un puente que une el oriente y el occidente antioqueño, las riberas del río Cauca. Durante años fue el más largo de toda Sudamérica –291 metros de longitud– y uno de los más importantes del mundo. Desencantados con el pueblo, no encontramos motivo para pagar los 15.000$ (5,90€/7,90US$) que cobraban los mototaxis, por persona, por llevarnos hasta allí, esperar durante treinta minutos y devolvernos a Santa Fe de Antioquia.
Llegar hasta Santa Fe de Antioquia es sencillo: desde la Terminal Norte de Medellín salen busetas (8.000$: 3,10€/4,20US$) hasta el pueblo con mucha frecuencia.
La Piedra de Guatapé o del Peñol
Uno de los puntos más visitados cerca de Medellín es la Piedra del Peñol o de Guatapé. El hecho de ser más conocida como Piedra del Peñol, a pesar de estar cerca del pueblo de Guatapé, llevó a las autoridades de Guatapé a pensar que la mejor campaña de «recuperación» de la piedra era escribir Guatapé con enormes letras en ella. Obviamente les pararon antes de acabar –se trata de un patrimonio cultural– y ahora es posible ver en la roca una gigantesca G y el principio de la U.
No fue hasta 1954 cuando se consiguió llegar hasta arriba de sus 220 metros de altura. Luis Eduardo Villegas –así se llamaba quien lo consiguió– disfrutó tanto con la vista que encontró desde la cima que decidió que todo el mundo tendría que poder verla y que buscaría la forma de lograrlo. No sabemos si los 659 peldaños de la poco estética escalera que construyeron para subirla eran la mejor manera de compartir la vista, ¿no habría sido mejor colocar un ascensor? Después de la prueba del Roraima la rodilla de Sara no estaba para esfuerzos y sólo yo subí los más de 700 peldaños –han habilitado un mirador encima del restaurante que han construido en la cima–, después de pagar los 10.000$ (3,90€/5,25US$) que cuesta la entrada a la roca.
La vista desde lo alto es espectacular: alrededor de la piedra se encuentra la represa de Guatapé, represa que anegó una cuarta parte del primer pueblo de Guatapé y al pueblo de Peñol casi en su totalidad –antes de su reubicación estaba más cerca de la piedra–. Un paisaje de aguas esmeraldas que rodean pequeñas islas y forman enormes meandros. La sequía que sufría la región cuando pasamos por allí hizo que el nivel del agua de la presa fuera muy bajo, tanto que la tirolina que construyeron sobre la laguna pasaba más sobre la tierra que sobre el agua.
Llegar hasta la Piedra de Guatapé es un poco más complicado. Al no tratarse de un pueblo no hay servicio de busetas directo hasta la base. Una de las opciones es contratar un recorrido que incluya la visita a la Piedra de Guatapé y al mismo pueblo, que también merece una visita. Nosotros optamos por esta opción con Landventure Travel. Andrés, su fundador, nos acompañó en un día lleno de paisajes, de buenas historias y de rica comida. Una buena experiencia que, sin duda, recomendamos.
Guatapé
Después de visitar el Peñol, el tour de Landventure Travel nos llevó al pueblo de Guatapé, al nuevo. A pesar de que la fama de la piedra no ha permanecido por completo en el pueblo, Guatapé ha sabido ganarse un lugar en los puntos turísticos de Medellín. Las casas del pueblo han sido decoradas durante años con coloridos zócalos. Visto el éxito de esta decoración, se «amplió» el concepto de zócalo –hasta hace años sólo figuras geométricas– hasta llegar a animales, profesiones, personas… cualquier cosa capaz de llamar la atención, junto con los brillantes colores que pintan sus paredes.
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