El dinero y el buen gusto suelen dar como resultado auténticas obras de arte en las que todo parece encajar a la perfección incluso aunque sea de diferentes épocas y orígenes. Eso es el Palacio de Monserrate: una combinación perfecta de dinero –mucho– y de buen gusto. ¿El resultado? Uno de los palacios de Sintra más populares durante el Romanticismo –por aquí pasó el mismísimo Lord Byron– y un exuberante jardín botánico con ejemplares llegados de todos los rincones del mundo.
A pesar de su belleza, es el menos visitado de los palacios de Sintra, así que tendrás la oportunidad de disfrutar del Palacio de Monserrate con tranquilidad. ¿Por qué es tan poco conocido? Primero, porque la competencia es durísima. Y, segundo, puede que sea porque se abrió al público después de una importante restauración en 2010 y no se acabó de acondicionar su interior hasta 2016 –los trabajos se llevaron a cabo a la vista de los visitantes–.
Echa un vistazo a lo que te espera en su interior y a su jardín, lo mismo rehaces tu itinerario y acabas por incluirlo.
El Palacio de Monserrate en Sintra: un poco de historia
El origen del palacio, y de su nombre, es una capilla dedicada a Nossa Senhora de Monserrate. Nada menos que a mediados del siglo XVI, fray Gaspar Preto mandó construir una ermita en honor a la Virgen de Montserrat, sí, la del Santuario de Montserrat de Barcelona. A principios del XVII el terreno pasó a manos de Caetano de Mello e Castro que vió cómo su inversión era destrozada por el terremoto de Lisboa de 1755.
A pesar de su estado, Gerard de Visme –el primer inglés que se relaciona con el Palacio de Monserrate– compró la finca y mandó construir el primer palacio neogótico sobre los restos de la ermita. Pero fue otro inglés, Sir Francis Cook –un rico comerciante y coleccionista de arte–, quien le dio su aspecto definitivo. Se hizo con la propiedad en 1856 y levantó el actual Palacio de Monserrate con influencias góticas, indias y moriscas. Además de crear el gigantesco jardín que la rodea, de nada menos que siete hectáreas.
¿Sabías que…?
La construcción del Palacio da Pena llevó casi 30 años de trabajos, mientras que el Palacio de Monserrate se levantó en solo 7, incluyendo los jardines. El secreto es la mano de obra: más de 2.000 personas trabajando todos los días.
La Segunda Guerra Mundial acabó con la fortuna del Sir Francis y fue necesario vender. Pero vender no solo la propiedad, sino todo el mobiliario y las obras de arte. Sí, no queda casi nada original de la decoración del palacio.
El estado portugués compró el Palacio de Monserrate y sus jardines en 1949. Fue incluido en la lista de Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO en 1995 dentro del Paisaje cultural de Sintra y abierto al público en 2010.
La visita: con qué te vas a encontrar
El Palacio de Monserrate se construyó como museo donde colocar parte de la colección de Sir Francis Cook y, posteriormente, se añadieron habitaciones para que la familia pasara las vacaciones en él. Sí, todo lo que ves se usaba solo un mes al año. Hay que decir que Sir Francis Cook está considerado el inglés joven más rico de su época y, según nos contó nuestro guía, su fortuna era la número 13 del país –contando a todo el mundo, reina Victoria, incluida–.
Solo un detalle para ir haciéndote una idea: el arco que da acceso al terreno del palacio es un auténtico arco indio traído desde el palacio de un marajá. Ahí es nada.
El Palacio de Monserrate
Desde el exterior, lo primero que nos llamó la atención, además de la mezcla de estilos, fue la torre sur, por donde se accede. Desde ahí, una galería cubierta con arcos finamente decorados atraviesa todo el palacio desde la entrada hasta la sala de música, pasando por el atrio. Es casi como volver a la India y mirar el mundo a través de la celosía de una ventana: ver sin ser visto. El palacio no es tan largo, la sucesión de arcos engaña al cerebro y, antes de darte cuenta, estás en el atrio con su cúpula de madera decorada en estuco. No, no es mármol.
Ya hemos dicho que no es un palacio muy grande, tanto es así que solo hay nueve salas. Desde la entrada, te encontrarás con la biblioteca –la reconocerás por su puerta de madera tallada– y frente a ella el comedor, después la sala de arte sacro, antes de llegar al atrio, y, junto a la sala de música, la sala indiana o de estar y la de billar. Las otras no tienen nombre.
La visita se completa con la cocina. Puede que sea la parte más humilde de los palacios y la que nunca se diseña pensando en que será vista por nadie más que el servicio, pero a nosotros nos encanta visitar las cocinas. Los cazos, las sartenes, el horno –servía también de calefacción central a base de tubos por toda la casa–… ¿Será que pensamos en las delicias que saldrían de ahí hacia el comedor?
La sala de música
La joya de la corona, al menos en nuestra opinión, está al final de la galería, después del atrio. Hablamos de la sala de música y su cúpula que casi nos provocó un esguince de cuello de tanto levantar la cabeza para fijarnos en todos los detalles. Bueno, y no solo la cúpula, que las columnas que la sostienen también nos mantuvieron un rato entretenidos. No tuvimos la ocasión de comprobar la acústica, pero nos comentaron que todavía se celebran conciertos en ella.
Los jardines del Palacio de Monserrate
Cuando Sir Francis Cook compró la propiedad, decidió crear un jardín botánico con ejemplares de todo el mundo. Con la ayuda de un paisajista, un botánico y un maestro jardinero, diseñó las distintas zonas del jardín, los caminos, las cascadas… incluso las ruinas.
¿Las ruinas? Sí, caminando por el jardín de la Quinta de Monserrate nos encontramos con las ruinas de una antigua capilla… Que no era tal. Se construyó ya con ese aspecto de abandono y se plantaron los árboles para que se convirtiera en una especie de Angkor en pleno siglo XIX. Si el Romanticismo exigía que hubiera ruinas, había que cumplir, por falsas que fueran. Lo que gustaba en el siglo XIX sigue haciéndolo en el XXI, los jardines ganaron el premio a Mejor Jardín Europeo de 2013.
¿Sabías que…?
En los jardines del Palacio de Monserrate se plantó la primera pradera de césped de Portugal.
Un jardín mejicano, uno japonés, una rosaleda con más de 200 especies de rosas, una gigantesca secuoya –que se dice que dejará de crecer cuando su cima vea el mar– y una enorme araucaria de más de 50 metros de altura. Son más de 7 hectáreas de terreno, hasta hay un lago artificial, y cuenta con una plantilla de 30 jardineros para mantenerlo.
Información práctica: cómo llegar, horarios y precios
El Palacio de Monserrate está a unos seis kilómetros del centro de Sintra. Se puede llegar en coche –Google Maps sabe–, pero se recomienda hacerlo en transporte público porque las carreteras son estrechas y no hay mucho espacio para aparcar. Desde la estación de tren de Sintra sale el autobús 435 que llega hasta allí. Confírmalo en su página web porque cuando hay obras en la carretera puede suspenderse el servicio.
El palacio abre todos los días del año excepto el 1 de enero y el 25 de diciembre –como el resto de palacios y monumentos qué son gestionados por la empresa Parques de Sintra–. El horario del parque es de 9:00 a 19:00 –la última entrada es una hora antes del cierre–. El horario del palacio es de 9:30 a 18:30 –la última entrada es a las 18:00, pero la taquilla cierra una hora antes, a las 17:30–.
El precio de la entrada es de 8 €. Tienes un 15% de descuento con la Lisboa Card comprando la entrada en taquilla.
El antiguo garaje, donde Sir Francis guardaba su Rolls Royce, es ahora una cafetería. Para comer en restaurante, tendrás que ir a Sintra o a Cascais –echa un vistazo a nuestro Dónde comer en Cascais para ir eligiendo–.
Es el menos visitado, pero ¿a que tú no quieres dejar de ver el Palacio de Monserrate en Sintra?
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