Un mes recorriendo Camboya da para visitar templos, conocer su historia, pasar unas cuantas horas en autobuses… y para sorprenderse. Durante este tiempo hemos descubierto costumbres que en el país son de lo más natural, pero que a nosotros nos han dejado con la boca abierta. Estas son nuestras 25 sorpresas de Camboya.

Estamos seguros de que muchas de las cosas que hacemos en España también les llamarían la atención a los camboyanos. Que quede claro que los sorprendidos y los “raros” somos nosotros en su casa.
Viajar es no solo visitar monumentos, también descubrir las cosas más sencillas… ¿te animas?
Saltaconmiconsejo
Te sorprenderás con lo cotidiano, pero no deberías dejar de ver los lugares que visitar en Camboya. Y, para que todo te resulte más sencillo, lee nuestros consejos para viajar a Camboya.
¿Desde cuándo un país funciona con dos monedas?
Si miras en la Wikipedia, verás que Camboya tiene como moneda oficial el riel. Pues olvídate de él… Solo lo verás cuando hagas pequeños pagos, porque aquí lo que de verdad se usa es el dólar americano. Y, ¿qué hacen cuando tienen que devolverte centavos de dólar? Usar el riel –no, las monedas de dólar no han llegado aquí–. Por cierto, que no hay monedas de dólar, pero tampoco las hemos visto de riel, aunque se supone que las hay de 50, 100, 200 y 500.

Puede parecer un poco complicado, pero lo tienen completamente asumido. Bueno, tampoco completamente, porque el cambio de riel a dólar varía de un sitio a otro. El “oficial” es variable, pero como tampoco se trata de ponerse a echar cuentas cada vez, por lo general se toma como 1 US$ – 4.000 KHR o, dependiendo del sitio, 4.100 KHR. Sí, según dónde compres y en qué moneda pagues, puedes estar ganando o perdiendo centavos de dólar.
”Supermercados” de cajeros automáticos
Acostumbrados a que cada banco tenga fuera su cajero automático, se nos hizo muy raro encontrar “supermercados” de cajeros. En lugar de estar el cajero adosado a una pared, está en una especie de cabina de teléfonos –de las antiguas, con puerta– junto a otro montón de “cabinas-cajero” de otros bancos. Hemos llegado a ver filas de hasta nueve cajeros distintos, cada uno dentro de su “cabina” y cada uno con su aire acondicionado a todo trapo. Sí, aire acondicionado en cada cajero porque, si no, hasta los billetes se derretirían con el calor del sol y el cristal.

Por cierto, esto nos sorprendió pero no nos hizo ninguna gracia: todos los bancos cobran una comisión por usar una tarjeta de débito extranjera en sus cajeros. Entre cuatro y nueve dólares por retirada de efectivo. No te extrañe que los edificios más impresionantes de las ciudades sean… de bancos.
Y, ¿qué moneda sale del cajero?
Ya hemos dicho que funcionan con rieles y dólares estadounidenses, pero cuando sacas dinero del cajero –después de pagar tu “impuesto revolucionario por tarjeta extranjera”– ¿qué moneda sale? Dólares. Bueno, en algunos puedes elegir moneda, pero por defecto salen dólares.

La primera vez que fuimos a sacar, como no daba la opción de elegir moneda, preguntamos cómo escoger. Su respuesta fue que siempre salen dólares de los cajeros. Eso nos llevó a hacernos otra pregunta, ¿de dónde salen los rieles que están en la calle? Resulta que de los supermercados y las tiendas. Tienen fajos de billetes recién salidos de fábrica para dar el cambio y así es como entran en circulación. Bueno, es lo que entendimos nosotros, unos turistas que no hablan camboyano… De las ventanillas de los bancos también es posible sacar también rieles.
Contando billetes
En pocos países hemos visto tanta tranquilidad a la hora de manejar dinero. En los supermercados, mercados, restaurantes, tiendas, hoteles… no es raro ver a alguien hacer la caja o, simplemente, contando fajos de billetes solo detrás del mostrador, sin esconderse y sin protección. Puedes pensar que si son billetes de riel tampoco tiene mucho mérito, aunque hay que decir que hay billetes de hasta 50.000 KHR que equivalen a unos 12,5 US$ –en teoría los hay también de 100.000, 25 US$, aunque no hemos visto nunca uno–. Pero no, lo hacen también con los dólares. Olvídate de los cristales blindados, de las cámaras de seguridad o de las cajas fuertes de apertura retardada que los empleados no pueden abrir. Aquí no parece que haya robos…

De hecho, como decíamos antes, vimos fajos de billetes nuevos en las cajas de los supermercados esperando para entrar en circulación con los cambios de las compras.
La comida callejera se les ha ido de las manos
Te haces con un carrito y ya tienes un foodtruck. Da igual que no tenga motor ni que no se mueva solo. De hecho, no hace falta ni que tenga cocina. Solo necesitas que se vea que tienes comida que vender y pararte en el lateral de una calle. Nos quedamos con la duda de saber si estaba regulado de alguna forma o si cualquiera podía lanzarse a la carrera de restauración por su cuenta y riesgo. Bueno… dudas, lo que se dice dudas, no tenemos: barra libre de foodtrucks.

Luego están los puestos más “profesionales” que llevan una moto delante para ir moviéndose hasta donde haga falta. Los súperprofesionales que tienen hasta mesas y sillas de plástico –que también van en el carrito–. Y los que parten la pana que tienen un local detrás del carrito donde están las mesas y las sillas con un techo. Esto, lo sabemos, es muy típico de todo el Sudeste Asiático y de más países de Asia, pero aquí nos parece que prácticamente todas las familias salen a la calle a cenar y, de paso, aprovechan para intentar vender esa misma comida a los demás…
Son bajitos, pero lo de las sillas no es normal…
Que un camboyano de media es más bajo que un occidental es un hecho. Pero, lo que no es normal, es el tamaño de los bancos y mesas de plástico que colocan en las calles a la hora de comer. Parecen de juguete o, cuando menos, de niños. Y no, no les resulta incómodo…

Con tanta comida callejera, ¿quién va a un supermercado?
Pues a los supermercados vamos los turistas, así de claro. Por eso los precios son, en su mayoría, para turistas. En un país con un sueldo mínimo de 170 US$ no puede ser que la gente haga la compra en un lugar donde nada cuesta menos de uno o dos dólares. Es más, llegamos a encontrar una bolsa de mandarinas a ¡14 US$ (poco más de medio kilo)! Y no es que la mandarina sea una cosa tan rara: en los puestos de fruta de los mercados locales siempre tienen. Eso sí, a un mínimo de 4 US$ el kilo. ¿Quién demonios come mandarinas en Camboya a ese precio? Y, si nadie las puede pagar, ¿por qué las venden en todas partes?
Para hacerse una idea, puedes conseguir un plato de arroz frito o de noodles por entre 1 y 2,50 US$ en restaurante. En los puestos callejeros debe ser mucho menos. ¡Dos personas comen con aire acondicionado por lo que cuesta un kilo de mandarinas en el mercado!
La limpieza, el yin y el yang
En pocos países del mundo hemos visto más autolavados. No solo los autolavados “reales”, también lugares en los que aparecen una manguera y un cubo de agua con jabón y comienzan a lavar coches, motos, autobuses… En nuestro trayecto de Kompong Thom a Phnom Penh lavaron el autobús entero en la parada para comer. La mayoría de los coches brilla sin una mota de polvo. Y no solo en vehículos, un día entramos en un supermercado –bueno, un centro comercial, el de las mandarinas a 14 US$– y estaban limpiando las botellas de las neveras ¡una a una!

Lo anterior es una cara de la moneda. La otra es que la mitad de las calles y carreteras están en obras con lo que hay arena, barro, polvo… No es raro ver a los conductores de tuk-tuks llevando mascarillas. Aunque, todo lo que se empeñan en limpiar las cosas con ruedas lo olvidan a la hora de limpiar las calles…
El cochazo como estilo de vida
Jamás hemos visto tantos cochazos por la calle. Vale, los habremos visto, pero lo que sorprende de las grandes ciudades de Camboya es que solo hay cochazos. Cochazos como enormes todoterrenos Lexus, camionetas Ford con morros que asustan, unos cuantos Hummer, Audis… y millones de motocicletas. Entre unos y otras, un gran vacío. Aquí si eres alguien lo tienes que demostrar con un coche que impresione. Y si no, te compras una motillo. Tampoco hemos visto motos de gran cilindrada ahora que lo pensamos.

El coche fantasma
No es un porcentaje muy alto, pero hemos visto bastantes coches circulando por Camboya sin matrícula. Pero sin matrícula delante y sin matrícula detrás. Y nada de que los acabaran de sacar del concesionario… que se les notaba vividos. Son los coches fantasma. Tenemos que reconocer que no hemos visto policía de carretera –ni de ningún tipo– por las calles, pero nos quedó la duda de cómo localizar un coche sin matrícula si comete una infracción… Ahora la pregunta es, ¿se pueden cometer infracciones de tráfico en Camboya?

Circulen, circulen
En Camboya solo hay una máxima a la hora de circular: no parar nunca. Puedes adelantar por la derecha, por la izquierda, por el arcén, por la tierra al lado del arcén… Puedes girar en cualquier intersección con solo meter el morro y pitar un poco. Si hay un coche que no puede pasar, pero tú vas en moto, te metes por donde sea para avanzar. Lo de las direcciones prohibidas es una mera sugerencia. Lo mejor: si giras en una calle y hay mucho tráfico para ponerte en el carril que te corresponde, puedes circular un rato en sentido contrario hasta que tengas un hueco para situarte donde debes. Y eso se lo hemos visto hacer a motos, tuk-tuks y hasta coches.

Lo que parece un caos en toda regla –podemos asegurar que lo parece– resulta que les funciona. No hay grandes atascos, excepto uno que pillamos en Siem Reap para ir a la estación de autobuses, y los cruces no se bloquean.
La moto navaja suiza
No lo habíamos visto en otros países. Siempre habíamos visto tuk-tuks de una pieza hasta Camboya. Aquí han inventado la moto navaja suiza. Cogen una motocicleta cualquiera y le montan un tubo vertical en la parte trasera del asiento, casi como si fuera la bola del remolque de un coche. Ahí enganchan cualquier cosa: desde un carrito, para convertirla en moto-tuk-tuk, hasta un remolque, para tener una moto-camión. Hemos visto: moto-tiendas con camisas, artículos de limpieza, colchones…, moto-autobuses con remolques con hasta tres filas de asientos y, por supuesto, moto-restaurantes.

¿Y si eres un turista sin cochazo ni moto en Camboya?
Si no tienes cochazo –normal, porque no vives en el país– y no has alquilado una moto –lo que nos parece una locura visto cómo conducen–, ¿qué haces? Pues destacar, porque serás el único que camine. Sí, en Camboya los niños pasan de gatear a ir en moto con los padres –hemos llegado a ver seis niños con un adulto en una moto–, de ahí a la bici, de la bici a la moto y, si tienen pasta, al coche. Andar está sobrevalorado.

Es más, tan poca gente anda que las aceras, y mira que las han hecho grandes, se utilizan como aparcamientos de coches y motos. Tal vez por eso las han hecho grandes, para poder aparcar un Hummer o una moto en batería. Tú, pobre caminante, vas a tener que andar por la calle esquivando coches y siendo esquivado por ellos. El summum fue cuando descubrimos que te puedes “hacer” con un trozo de acera y cobrar por dejar a la gente aparcar. Brillante.
No siempre podrás andar, pero sí sentarte
No en las aceras –tomadas por coches y motos como acabamos de decir–, pero sí en los parques y en los paseos fluviales suele haber bancos en los que sentarse. De piedra, poco ergonómicos y menos aún cómodos. Aunque tampoco es que los bancos de los parques en España sean colchones de látex… Lo curioso de los bancos en Camboya es que están patrocinados: en los respaldos de piedra llevan grabados los nombres y logos de empresas. Desde seguros hasta marcas de cerveza, ¿en cuál te sentarías?

El líquido amarillo en botellas junto a la carretera
Botellas de cristal de refrescos y bebidas alcohólicas llenas de un líquido amarillento colocadas en expositores metálicos junto a las carreteras. Las hemos visto por todo el país y jugábamos para descubrir qué podía ser: ¿un licor, una bebida típica, algún tipo de limpiador –sí, aquí fuimos un poco ilusos–? Finalmente encontramos a un estadounidense que vive en el país y le preguntamos. ¡Era gasolina! En botellas de cristal, al lado de la carretera y al sol: auténticos cócteles Molotov. En teoría se vende así en zonas rurales donde no hay gasolineras. Pero nos explicó que muchos camboyanos prefieren comprarla de esta forma porque están seguros de que hay un litro y no tienen que confiar en que el surtidor esté bien calibrado. Tanto es así, que hemos visto botellas ¡incluso en las gasolineras!

El e-tuk-tuk
Todo el que haya viajado por Asia y haya parado un tuk-tuk sabe que el precio que le pide el conductor es un número indeterminado de veces –mínimo tres– más alto que el que le cobraría a un local. En Camboya es igual: en las paradas de autobús los “tuktukeros” se lanzan a los blanquitos que bajan con sus mochilas para llevarles a sus hostels. ¿Cuánto piden por el trayecto? Dólares como si tuvieran que recorrer la ciudad de una punta a otra y continuar por la carretera hasta el siguiente pueblo. Regatear es una opción, pero no la única. Si no te gusta el regateo, no se te da bien o simplemente estás cansado, puedes pedir un tuk-tuk desde el móvil.

Sí, en Camboya no hay UBER, pero hay PassApp. Desde que descubrimos la aplicación y nos la bajamos, no volvimos a discutir con un conductor. No solo porque ya saben cuál es la dirección a la que vas, también porque tú sabes cuánto te va a cobrar antes de pedirlo. Y es el precio de local… o lo parece. Muchísimo más ajustado que el de los que te paran por la calle. ¡Un inventaco! En otros países del Sudeste Asiático, y en Camboya pero solo en Phnom Penh y Siem Reap, también está Grab –que se ha fusionado con UBER, ¡así que sí que ha llegado!–.
El otro lado del turismo religioso
Viajar por Europa visitando catedrales es tan común como recorrer Camboya de templo en templo. La novedad aquí es que los monjes también hacen turismo. Es lo más normal del mundo encontrar grupos de monjes con sus túnicas de distintos tonos de naranja en templos y museos cargando sus cámaras y sus smartphones para llevarse fotos de recuerdo. Un guía nos explicó que parte de la formación de los monjes consiste en conocer la historia y en visitar los lugares del país, no solo templos.

Seguramente haya grupos de curas que van recorriendo España de catedral en catedral, pero es que las túnicas naranjas y las cabezas afeitadas llaman mucho más la atención que los alzacuellos. Además, ¿llevan siempre alzacuello los curas en España?
Los baño-ducha
A decir verdad esto nos ha sorprendido algo menos porque ya lo habíamos visto el año pasado en Bulgaria y sabemos que pasa en más países de Asia –en Tailandia por ejemplo–. En Bulgaria sí que nos chocó porque era la primera vez que nos encontrábamos con un baño en el que la ducha está en todo el medio. Y está en el medio porque no hay plato de ducha y mucho menos bañera: todo el suelo del baño es ducha. Hay un sumidero por donde se va el agua que cae por todas partes como si hubiera una tormenta dentro del baño. No olvides sacar el papel higiénico si no quieres que se empape antes de ponerte a cantar el O Sole mio bajo el agua.

Montar una fiesta en mitad de la calle es lo más normal
No te imagines que estás en un vídeo musical de los años 80, que empieza a sonar música en la calle y se organiza una fiesta con bailes que ríete tú de Bollywood. No es eso. Lo que pasa en Camboya es que si se casa alguien, si la niña cumple años o si hoy es hoy… montamos una carpa en mitad de la calle ocupando un carril, dos o los que sean menester. Llenamos la carpa de altavoces de los que hacen que vibre el pecho con los bajos, metemos un escenario, un karaoke –eso, o el presupuesto para los cantantes de las que hemos visto nosotros no daba para mucho– y ya tenemos sala de fiestas.
El despliegue de una boda camboyana
Más allá de montar la carpa en mitad de la calle con música atronadora, el modus operandi de una boda camboyana incluye ¡un mínimo de 15 vestidos! Sí, 15 vestidos para la novia y otros tantos para el novio, que van conjuntados. Nos han contado que lo normal es que los novios se cambien de traje cada media hora más o menos y que vayan repitiendo fotos con los invitados con los distintos modelitos. ¿Cuánto puede costar semejante despliegue? Lo más económico ronda unos 500 US$ por los vestidos y el personal que los arregla para ponérselos y el que maquilla a los novios. No parece mucho, pero recuerda que el sueldo mínimo es de 170 US$ y nos dijeron que esto era lo más barato.

Y después de la fiesta de boda, ¿qué hacemos con las fotos?
Tampoco es la primera vez que vemos algo así. De hecho, es más sorprendente cruzarte con parejas de japoneses que viajan por Europa con un fotógrafo, también japonés, y el traje de novios en la maleta para hacerse un albúm de boda. En Camboya también van con sus equipos de fotografía profesionales, recorriendo templos como localización… pero con el vestido tradicional.

Guardia de seguridad, una profesión con futuro
Llámalo guardia de seguridad o señor con uniforme que se sienta frente a la puerta de un edificio en una silla de plástico debajo de una sombrilla… y no parece hacer nada. No va armado –por suerte– ni tiene pinta de poder evitar un atraco –¿quién atracaría un edificio cuando las tiendas tienen fajos de billetes en cajones de madera?–. Simplemente está ahí, viendo la vida pasar y moviendo la silla, o la sombrilla, según cambia la posición del Sol. Lo más que les hemos visto hacer es levantarse para indicar a un coche dónde aparcar encima de la acera, claro.
You’ll never walk alone… en una tienda
Es entrar en una tienda y ser perseguido por uno de los muchos empleados que hay en cada una. Si es una panadería, que en Camboya son enormes y también sirven comida, aparecerá rápido una chica siguiéndote con una bandeja para que coloques lo que vayas eligiendo de las vitrinas. Peor aún es en los restaurantes: es acercarte a mirar el menú y llegar corriendo desde el otro lado del local. Solo para sonreírte porque, en la mayoría de los casos no hablan inglés y no pueden responder a nada que les preguntes…
Juventud, divino tesoro
Ya veníamos advertidos, pero no deja de sorprender la poca gente mayor que se ve por las calles de Camboya. El motivo es una muestra de la falta de humanidad de algunos seres que no nos atreveríamos a llamar humanos. Por si no lo sabes, Camboya sufrió uno de los mayores genocidios de la historia… a manos de los propios camboyanos. Entre 1975 y 1979 los Jemeres Rojos se hicieron con el gobierno del país y trataron de convertirlo en una utopía comunista en la que abolieron el dinero, la educación, la sanidad… y convirtieron a toda la población en agricultores esclavos en plantaciones de arroz. La hambruna, las condiciones de trabajo y, sobre todo, la paranoia de los gobernantes que veían traidores por todas partes, acabó con un tercio de la población o más. Te lo contamos todo en los lugares del genocidio camboyano.
Orgullo nacional… u obligación
En pocos países hemos visto más banderas nacionales que en Camboya. A lo largo de la carretera que va de Bangkok a Siem Reap, nada más pasada la frontera, hay una cada 50 metros o menos. En los templos, en algunas tiendas, en algunas calles… Y no solo la bandera nacional, también la budista y la del rey: ¡un despliegue!

Claro que, después de ver que hay casi más carteles del partido en el poder: Cambodian People’s Party –sí, también en inglés para que los turistas sepamos quiénes son los del cartel–, nos queda la duda de si es sentimiento de orgullo patrio espontáneo o una obligación del partido del pueblo de Camboya. Ya no hay Jemeres Rojos, hay dinero, educación, sanidad… pero sigue sin haber democracia.
Ahora nos ha entrado curiosidad por saber qué les sorprendería a los camboyanos de las costumbres de los españoles, italianos y europeos en general. ¿Qué será lo que más les choque?
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