Monumento nacional, patrimonio de la Humanidad y bien de valor universal excepcional. Ahí es nada. Esta es la carta de presentación de la mezquita-catedral de Córdoba. Una de esas maravillas que nos reconcilian con el ser humano, capaz de levantar esta belleza y de protegerla a lo largo de los siglos. Siglos de historia, religiones, estilos arquitectónicos, culturas… se unen a lo imponente de un conjunto conocido en todo el mundo. Sin duda, el lugar por excelencia que tienes que ver en Córdoba.
Desde el exterior no conseguimos hacernos una idea del tamaño de la mezquita-catedral. Las callejuelas que la rodean, con sus estrecheces, enturbiaron nuestra percepción. Fue, primero, desde lo alto de su torre campanario y, después, desde su interior cuando caímos en la magnificencia de sus 23.400 metros cuadrados. Superficie que la convirtió, en su momento, en la segunda mezquita más grande del mundo, solo por detrás de La Meca.
Bosques de columnas, naves infinitas, los clásicos arcos blancos y color almagra –el rojo–, las capillas, el coro… Sin olvidar el patio ni la torre campanario. La mezquita-catedral de Córdoba nos esperaba.
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Date una vuelta por nuestra lista de edificios religiosos favoritos para descubrir cuáles son los otros 29… Porque la Mezquita-Catedral de Córdoba no podía faltar.
La mezquita de Córdoba: un poco de historia
La mezquita se encuentra sobre una basílica visigoda del siglo VI dedicada a San Vicente. Fue Abderramán I quien la mandó construir entre 786 y 788. Durante más de dos siglos, Abderramán II, Abderramán III, Alhakén II y, finalmente, Almanzor fueron ampliándola hasta llegar a la superficie que ocupa hoy en día allá por el año 991.
¿Sabías que…?
La mezquita de Córdoba era, allá por el siglo X, la segunda mezquita más grande del mundo solo por detrás de La Meca.
Con la conquista de Córdoba, la mezquita fue consagrada como catedral de Santa María de forma definitiva en 1236. Desde ese momento y hasta mediados del siglo XVIII, se construyen capillas, se eleva el crucero con la cúpula central, se le añaden campanas a la torre… Se convierte en un templo católico propiamente dicho.
Gracias a que el conjunto pasó de ser un edificio religioso musulmán a uno católico sin solución de continuidad, se ha conservado hasta nuestros días. De hecho, todavía hoy se celebran misas cada día en su interior. Es una historia similar a la de Santa Sofía en Estambul, que pasó de catedral a mezquita, aunque luego fue convertida en museo.
La visita a la mezquita-catedral de Córdoba: descubriendo su arquitectura
Si has visitado otras mezquitas antes, olvídate de todo lo que has visto. Si has visitado otras catedrales, haz lo mismo. La mezquita-catedral de Córdoba es… la mezquita-catedral de Córdoba, única en su especie.
La mezquita de Córdoba, el bosque de columnas
La primera construcción de Abderramán I marcó la que sería la seña de identidad del conjunto: las dobles arquerías superpuestas. Los diferentes colores, blanco y almagra, se deben a los dos materiales con que estaban construidos: piedra y ladrillo. Marcó la seña pero fue “decayendo”. Las columnas de siguientes ampliaciones perdieron las basas. Y en la última, que casi duplicó la superficie de la mezquita, los colores de los arcos se pintaron –algo parecido a lo que sucedió en la ciudad califal de Medina Azahara–.
¿Sabías que…?
Las dobles arquerías superpuestas están formadas por dos arcos de distinto tipo. Mientras que el inferior es de herradura, el elevado es de medio punto. Un detalle que, si no te lo dicen o lo lees en el folleto de la visita, puede pasar desapercibido.
La ampliación de Alhakén III introdujo mármoles, arabescos vegetales y mosaicos frente a la sobriedad del modelo original. El mejor ejemplo de este despliegue es el mihrab. Fíjate en los mosaicos que, si te parecen bizantinos, es porque lo son. Los fabricaron artesanos enviados por el emperador Nicéforo II.
La catedral de Córdoba, el Gótico, el Renacimiento y el Barroco
No hay que dejar de dar gracias a Fernando III de Castilla por decidir mantener en pie un edificio tan característico de la cultura musulmana en la ciudad que acababa de conquistar. Bien es cierto que su transformación en catedral provocó unas cuantas modificaciones…
Pero no nos llevemos las manos a la cabeza. Las capillas, en su mayoría adosadas a los muros laterales, se construyeron con cuidado de no romper más de lo estrictamente necesario. El bosque de columnas se mantuvo en su mayor parte. A excepción de la zona de la “catedral” propiamente dicha en el centro del edificio. Su construcción fue dolorosa incluso para Carlos V que dijo “habéis destruido lo que era único en el mundo, y habéis puesto en su lugar lo que se puede ver en todas partes”.
El crucero, el coro y el trascoro
Rompiendo la perfecta alineación de las columnas se abre una zona de luz. De luz y de mucha más altura. Es la cúpula de la catedral de Córdoba que, aunque es poco visible desde el muro exterior, también está ahí –la vista desde el puente romano lo confirma–. Levanta la cabeza para descubrir otro alarde arquitectónico.
El crucero se integra en un espacio de color blanco que destaca –por altura, por formas y por luminosidad– sobre el resto del conjunto. Pero, ojo, fuera del crucero el resto mantiene su atmósfera original, no se ve afectado por esa luz y esa exageración decorativa.
El cambio de iluminación nos trasladó al interior de una catedral “normal”. Nuestras pupilas, cerradas por la cantidad de luz, dejaban las columnas fuera de la imagen. Casi desaparecieron al quedar a oscuras. Los elementos clásicos de una catedral estaban frente a nosotros: el coro –una de las últimas incorporaciones a mediados del siglo XVIII–, el trascoro, el altar con su retablo mayor… ¿Nos habíamos teletransportado a otro lugar sin darnos cuenta?
La capilla mayor y la capilla Real, el eje de Villaviciosa
Al sur del crucero se encuentra el eje de Villaviciosa, dedicado a Nuestra Señora de Villaviciosa. Esta fue, en los primeros años, la capilla mayor de la nueva catedral de Córdoba.
¿Sabías que…?
El techo de madera de la capilla de Villaviciosa, con sus casetones a dos aguas y decoración ornamental vegetal, es único en Córdoba.
La contigua capilla Real fue mandada construir por el rey Enrique II en 1371 para que sirviera como lugar de sepultura para los reyes Alfonso XI y Fernando IV. La curiosidad de la capilla es que tiene dos plantas, ninguna de las cuales se puede visitar, pero sí que es posible admirar su bóveda de arcos cruzados. Un detalle: los restos de los dos reyes hoy reposan en la iglesia de San Hipólito.
Museos en la Mezquita-Catedral de Córdoba
La cantidad de superficie del conjunto hace que se utilice también como sala de exposiciones. Cuando nosotros la visitamos nos encontramos con una muestra sobre las vidas de dos ilustres cordobeses: Luis de Góngora y el Inca Garcilaso de la Vega, cordobés de adopción.
¿Sabías que…?
Tanto Luis de Góngora como el Inca Garcilaso de la Vega están enterrados en la mezquita-catedral de Córdoba.
Además de las exposiciones temporales, hay nada menos que tres museos en el interior de la Mezquita-Catedral: el tesoro –en la capilla de Santa Teresa–, el museo de San Vicente –con restos arqueológicos de la iglesia visigoda original– y el museo de San Clemente –el de la historia del monumento–, todos incluidos en la entrada.
El patio de los naranjos
Si te estás preguntando dónde está el patio de la mezquita, es por donde has entrado. A pesar de que hay un par de puertas al edificio en sí, la de las palmas y la de San Sebastián, lo normal es acceder desde el jardín. De hecho, es allí donde están las taquillas.
Al convertirse en catedral, el patio se transformó en un jardín en el que los naranjos siguen las líneas de las columnas interiores. El diseño se remonta a finales del siglo XVI y, además de los evidentes naranjos, también hay palmeras y cipreses. Es una zona de acceso público en la que descansar un poco a resguardo de los turistas que llenan las callejuelas. De los turistas y del calor, gracias a la sombra de los árboles y a los canales de agua que lo atraviesan.
Entradas, horarios y precios: ¿cuándo y para quién es gratis la entrada a la mezquita?
Las entradas de la mezquita-catedral de Córdoba solo pueden comprarse en las taquillas del patio de los naranjos. El precio es de 10 €. Si eres cordobés o residente, la entrada es gratuita. También puedes visitarla gratis de lunes a sábado de 8:30 a 9:30, cuando no haya celebraciones extraordinarias –eso sí, no todas las zonas son accesibles, por ejemplo el tesoro está cerrado a esa hora–.
La visita como tal tiene un horario de 10 h a 19 h –los domingos de 8:30 a 11:30 y de 15 a 19–, de marzo a octubre, de noviembre a febrero cierra una hora antes todos los días. Pero te recomendamos que lo confirmes en su página web por si hay celebraciones –confirmaciones, ferias, hermandades…–. Ten en cuenta que la taquilla cierra media hora antes que el conjunto.
Ten en cuenta que, como lugar de culto que es, hay que vestir con cierto decoro: hombros cubiertos y pantalones y faldas por debajo de las rodillas. Aunque tampoco vimos a nadie controlándolo…
¿Cuánto tiempo necesitas para visitar la mezquita-catedral de Córdoba? Difícil respuesta. Nosotros la visitamos dos veces y un par de horas, al menos, en cada ocasión. Nos encantaron su elegancia y la sensación de infinito que nos daban las líneas de columnas.
Visitas guiadas a la mezquita de Córdoba
Si lo que estás buscando es una visita guiada a la mezquita-catedral de Córdoba en la que te cuenten su historia y sus curiosidades, puedes ver las características, los horarios y el precio, además de contratarla, desde aquí.
Puedes completar la visita a la mezquita con un tour por la judería –aquí puedes ver los detalles– o con un tour por Córdoba al completo con entradas –puedes encontrar más información aquí–.
La Torre Campanario
El antiguo alminar de la mezquita se transformó en campanario con la consagración del lugar. Bueno, más que con la consagración, con la incorporación de las campanas y con todas las reformas y modificaciones que sufrió a lo largo de los años. De hecho, el alminar de Abderramán III se encuentra “embutido” en la actual torre campanario. Fue necesario reforzarlo con piedra por el peso de los elementos que se añadieron en su parte superior.
La subida a la torre es acompañada y en grupo –los grupos se forman al comprar la entrada–. Lo bueno es que te cuentan algunos datos –tampoco muchos– y lo malo es que no te puedes quedar todo el tiempo que quieras admirando el edificio desde arriba. En cualquier caso, por poco tiempo que fuera, merecería la pena ver cómo las naves de la antigua mezquita dejan salir el techo de una catedral desde su interior.
La entrada se compra también en las taquillas del patio de los naranjos. El precio es de 2 € y, como la mezquita-catedral, es gratis para cordobeses. Las subidas son cada media hora de 9:30 a 18:30, los domingos hay menos subidas. Como antes, te recomendamos comprobar los horarios en su página oficial.
La visita nocturna de la mezquita-catedral: El alma de Córdoba
Todavía hay una forma más de visitar la mezquita-catedral de Córdoba: de noche. Una visita nocturna que se conoce con el nombre de El alma de Córdoba. Solo podemos contar lo que hemos visto en la página web porque no la hicimos. Además de la visita, hay proyecciones y efectos de sonido sobre el propio edificio.
No está disponible todos los días y no coincidió con nuestro paso por la ciudad. El precio es de 18 € y, en este caso, sí que se puede reservar online.
A pesar de las palabras del emperador Carlos V, la mezquita-catedral de Córdoba sigue siendo algo único en el mundo.
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