Es decir Pamplona y pensar en los sanfermines y, desde hace unos años, en sus pintxos, que la están convirtiendo en la “nueva San Sebastián”. Pero, ¿no hay nada más en la capital de Navarra? Tras recorrerla y “patearla” a fondo durante unos días, podemos asegurarte que hay muchísimo que ver en Pamplona y que, seguramente, si estás solo de paso en una visita por la región, te quedarás con ganas de más.
Su muralla renacentista, el legado del Camino de Santiago, su catedral gótica, los parques, sus edificios con historia, el recorrido del encierro –aunque no la visites en fiestas–… JAAC ya había estado en San Fermín, pero descubrió una ciudad totalmente diferente. Te llevamos de la mano por ella. ¡Viva San Fermín! Pero también ¡viva Pamplona todo el año!
- La plaza Consistorial y el ayuntamiento: lo primero que tienes que ver en Pamplona
- La catedral de Pamplona: sorpresa gótica tras una fachada neoclásica
- La ruta de la muralla: el rincón del caballo blanco, el portal de Francia, los jardines de la Taconera…
- La muralla de Pamplona, también desde abajo
- La ciudadela y el parque de la Vuelta del Castillo con sus esculturas contemporáneas
- El recorrido del encierro, ¡a correr por Estafeta!
- Más iglesias medievales: San Saturnino y San Nicolás
- El museo de Navarra: de Goya a la arqueta de Leyre o los capiteles románicos de la catedral
- Otro imprescindible que ver en Pamplona: la plaza del Castillo… y Hemingway
- El archivo real y general de Navarra: el antiguo palacio de los reyes de Navarra y la reforma de Moneo
- El palacio de Navarra y el Monumento a los Fueros
- Más edificios con historia y curiosos en el casco viejo de Pamplona
- El camino de Santiago: cruzando la ciudad hasta la Universidad de Navarra
- El Pamplonetario y el parque Yamaguchi: un planetario en medio de un parque japonés
- Mapa con todas las cosas que ver en Pamplona
- Tours por Pamplona, recorrer la ciudad con guía
- Restaurantes y pintxos en Pamplona: dónde comer
- Hoteles en Pamplona: dónde dormir
La plaza Consistorial y el ayuntamiento: lo primero que tienes que ver en Pamplona
Seguro que has visto más de una vez en la tele alguna imagen del chupinazo en la plaza Consistorial de Pamplona. Cada año, el 6 de julio a las 12 en punto, es desde aquí –desde el balcón central del segundo piso del ayuntamiento para ser exactos– desde donde se prende la mecha del cohete al grito de “¡Viva San Fermín!”. Es el momento en que estalla la locura de los sanfermines. Unas 12.500 personas, cada una con su pañuelo rojo, celebran el inicio de las fiestas en una plaza… de 2.500 metros cuadrados. Sí, ¡5 personas por metro cuadrado! Y aquí es también donde el 14 de julio, a las 12 de la noche, se cierran oficialmente las fiestas con velas y pañuelos rojos al aire, entonando el “Pobre de mí”.
Si, como nosotros, no vas a en sanfermines, tendrás la misma reacción que todo el mundo: te preguntarás cómo puede caber ahí tanta gente. La plaza te parecerá mucho más pequeña. Pero, eso sí, no menos espectacular. Sin la emoción de las fiestas tendrás más tiempo para fijarte en la fachada del ayuntamiento, con sus esculturas del siglo XVIII. Y podrás “saludar” a la Prudencia, a la Justicia, a la Fama y al mismísimo Hércules.
La catedral de Pamplona: sorpresa gótica tras una fachada neoclásica
Si la imagen del ayuntamiento de Pamplona es tan conocida gracias a su fachada, protagonista en los sanfermines, la catedral de Pamplona es una gran desconocida, tal vez justamente por su fachada. Te explicamos más en nuestro artículo dedicado a la Catedral de Pamplona.
Tras esa fachada neoclásica –realizada siguiendo un diseño de Ventura Rodríguez– se “oculta” una de las joyas más preciosas del gótico de estilo francés de toda España. Sus altas naves, su enorme claustro –uno de los claustros góticos más importantes de Europa–, sus capillas… ¡tendrás que dedicarle más tiempo del que pensabas! Y, cuando te encuentres cara a cara con Carlos III el Noble y su esposa doña Leonor, en su mausoleo de alabastro del siglo XV, tendrás que pararte a tomar aire. Puedes contratar tu visita guiada a la catedral, o añadir un recorrido por la ciudad.
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En un lateral de la catedral, yendo hacia las murallas, se encuentra la plazuela de San José. Un rincón bonito y muy tranquilo, de nuestros favoritos en el casco histórico de Pamplona. Puedes buscarr la casa más antigua de la ciudad, la salida de la calle Salsipuedes o la única fuente-farola de Pamplona.
La exposición Occidens en el museo Diocesano
El complejo de Santa María la Real –llamada así porque aquí se celebraban las coronaciones reales– incluye también la exposición Occidens, del museo Diocesano. Visitamos la sala capitular, el refectorio, la cocina y otros espacios del complejo catedralicio, donde nos encontramos con restos arqueológicos y grandes obras de arte. Eso sí, nada de un museo diocesano “viejuno”, nosotros no somos muy amantes de ellos. Es muy entretenido, se nota que es moderno. Más detalles en nuestro artículo sobre la catedral de Pamplona y la exposición Occidens.
La capital de Navarra desde arriba: la subida a la torre de la catedral
En la página web oficial de la catedral de Navarra tienes información sobre su visita. Ahí leímos, antes de llegar, que solo una vez al día, a las 11:15, es posible subir a la torre de la campana María –por el mismo precio, 5 €, junto con la catedral y el museo Diocesano– ¡y allá que fuimos!
¿Sabías que…?
La campana María, construida en 1540, es la campana en uso más grande de España. Pesa unas 10 toneladas –¡solo el badajo son 300 kg!– y cuando, en ocasiones especiales, se toca, su sonido se escucha hasta 12 km alrededor, lo que se conoce como la cuenca de Pamplona. Como curiosidad, la campana la Gorda, de la catedral de Toledo, con sus casi 18 toneladas, es más grande, pero está rota, así que no está en uso.
La vista sobre Pamplona y las montañas que se tiene desde la torre merece mucho la pena. Pero también los documentales y las pantallas interactivas sobre el uso de las campanas –¡podrás escuchar todos los toques que se daban, cada uno con su significado!– y sobre la construcción de la fachada neoclásica. Sin olvidar la visita a la vieja casa del campanero y, sobre todo, pasar sobre el techo de una de las naves góticas de la iglesia.
La ruta de la muralla: el rincón del caballo blanco, el portal de Francia, los jardines de la Taconera…
Al pasear por el casco histórico de Pamplona no te darás cuenta de que estás rodeado por murallas. ¿Por qué? Porque la ciudad está encima de ellas… Es un poco complicado de explicar, pero lo entenderás en cuanto pongas pie en el camino de ronda y te asomes. Y no puedes irte de Pamplona sin hacerlo. Disfrutarás de vistas privilegiadas sobre la ciudad –fuera del casco histórico–, de sus alrededores y de la misma muralla, con sus baluartes, revellines o contraguardias. Todo el recorrido por la muralla está señalizado y hay carteles para conocer datos históricos y curiosos. Si prefieres que te lo cuenten y no ir buscando las señales, puedes reservar tu tour por las murallas de Pamplona.
¿Sabías que…?
El recorrido por las murallas hasta la ciudadela de Pamplona es de ¡más de 5 kilómetros! Es uno de los complejos militares renacentistas más significativos y mejor conservados de Europa.
Del parque de la Media Luna al rincón del caballo blanco
Nosotros empezamos la vuelta, aunque todavía no estuviéramos en el camino de ronda, por el parque de la Media Luna, con sus vistas sobre la catedral. De ahí nos fuimos hacia el fortín de San Bartolomé, donde está el Centro de interpretación de las fortificaciones, cerrado cuando pasamos.
Cruzando hacia el palacio arzobispal, subimos por el baluarte de Labrit, pasamos por detrás de la catedral y llegamos hasta uno de los lugares más pintorescos de Pamplona. Hablamos del baluarte del Redín y el rincón del caballo blanco, con su mesón, su cruz del Mentidero –en realidad, una picota, un lugar de ajusticiamiento– y, detrás, el pasadizo que las carmelitas descalzas de San José utilizaban para no romper la clausura.
Del portal de Francia al jardín de la Taconera
Después, seguimos hacia el portal de Francia –el único de los seis que se abrían en la muralla que queda en su emplazamiento original–, el antiguo palacio de los reyes de Navarra y bajamos para volver a subir hacia el camino de ronda, con sus altas y estrechas casas de colores.
Tras el Portal Nuevo, nos esperaba una sorpresa más: el jardín de la Taconera. ¿Quién esperaba encontrarse con un jardín de estilo francés integrado entre las fortificaciones con la muralla y el baluarte de la taconera como marco? Y normal encontrarnos con estatuas –la más conocida es la de la “Mari Blanca”–, pero ¿y con pavos reales y ciervos?
¿Sabías que…?
Los jardines de la Taconera, de 1830, son los más antiguos de Pamplona. Pero no son, ni mucho menos, los únicos. ¡El 15% de la superficie de la ciudad es zona verde! Y los pamploneses son unos verdaderos enamorados de sus parques. Se lanzan a ellos en cuanto hay un poco de sol.
La muralla de Pamplona, también desde abajo
Para apreciar en toda su grandiosidad la muralla de Pamplona, tienes que verla también desde abajo. Nosotros bajamos en ascensor desde el camino de ronda –en realidad porque teníamos que hacerlo para ir al hotel– y la vista desde abajo de sus casas, que parecen colgadas, es única.
También salimos del portal de Francia para dar una vuelta alrededor de la muralla al nivel del río. Desde ahí aseguramos que la muralla se ve aún más imponente.
La ciudadela y el parque de la Vuelta del Castillo con sus esculturas contemporáneas
Tras el jardín de la Taconera, seguimos camino hacia la ciudadela: la guinda de la fortificación de Pamplona. Fue uno de esos momentos en los que deseamos tener un dron. La foto desde arriba debe ser espectacular, mientras que desde abajo no llegas a hacerte una idea de su magnitud. De lo que sí nos hicimos una idea fue de la belleza del parque que la rodea, la Vuelta del Castillo, en los antiguos glacis de la fortificación. Nuestro parque favorito de la ciudad y uno de sus rincones más bonitos.
La ciudadela es sede del Centro de Cultura Contemporánea – Hiriartea y, además de en sus pabellones, hay esculturas contemporáneas también en sus jardines. Pasear por los fosos, admirar todos los detalles de esta antigua construcción militar –revellines, contraguardias, puentes levadizos, troneras, baluartes… – y pararse en uno de los bancos de la Vuelta del Castillo a ver los pamploneses pasar caminando o en bici es otro de los imprescindibles de la ciudad.
¿Sabías que…?
La ciudadela de Pamplona, diseñada en 1571 por orden de Felipe II, es la ciudadela pentagonal en pie más antigua del mundo. Dos de sus cinco baluartes se dirigían hacia el interior de la ciudad. Como decía su ingeniero: “deberá servir para defenderse del peligro extrínseco, pero también intrínseco”. Al fin y al cabo, la conquista del Reino de Navarra era muy reciente, y no faltaban los intentos de reconquista…
El recorrido del encierro, ¡a correr por Estafeta!
Te gusten o no los toros, la pasión por los sanfermines en Pamplona es contagiosa. Nosotros, desde luego, no pudimos evitar pasear –que no correr– por el recorrido del encierro, sin toros, ¡claro!
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No dejes de entrar en la oficina de turismo, en la plaza Consistorial, y hazte con un folleto y un mapa. A nosotros nos vinieron genial para seguir los diferentes recorridos por la ciudad: por la muralla, por los parques, por el Camino de Santiago y, por supuesto, por la ruta del encierro. Cada recorrido está indicado con un color y es muy fácil de seguir.
Subir la cuesta de Santo Domingo –¡sí que es empinada la cuestita!–; saludar a San Fermín delante de su hornacina –nos resistimos a la tentación de entonar el cántico y de gritar “¡Viva San Fermín! Gora San Fermin!”–; pasar por la plaza consistorial; llegar a la calle Mercaderes y a su mítica curva; a la más mítica aún calle Estafeta; al tramo de Telefónica y, finalmente, al callejón –cerrado, eso sí– delante de la plaza de toros… es toda una experiencia. Incluso puedes hacer un tour de los San Fermines.
¡Si hasta hay carteles con cuentas atrás hasta el siguiente chupinazo! Y, como no, una escultura dedicada al encierro.
La imagen de San Fermín en la iglesia de… San Lorenzo
La imagen que se encuentra en la hornacina fuera de las fiestas es una copia. Si quieres ver la original, tienes que ir a la iglesia de San Lorenzo. Ahí, en una capilla barroca, se encuentra el busto del santo.
Más iglesias medievales: San Saturnino y San Nicolás
Pero para iglesias, además de la catedral, las que no deberías perderte son las de San Saturnino –o San Cernin– y de San Nicolás. En la Edad Media el actual casco histórico de Pamplona estaba dividido en tres poblaciones distintas, cada una amurallada: el burgo de la Navarrería, el de San Cernin o San Saturnino y el de San Nicolás. Cada uno tenía su gran iglesia, que también funcionaba como bastión defensivo. La catedral era la de la Navarrería y las otras dos… pues puedes imaginarlo.
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Cerca de la iglesia de San Saturnino dimos con los restos de la antigua muralla del burgo de Saturnino en la Belena Portalapea. Los proyectiles de catapulta de la Guerra de la Navarrería –que, en 1276 enfrentó a los burgos de San Nicolás y San Cernin unidos contra la Navarrería– recuerdan ese pasado “dividido” de Pamplona.
La iglesia de San Saturnino la reconocerás por sus torres –miden 55 metros–, que dibujan uno de los perfiles más característicos de Pamplona. Delante de la iglesia está el “pocico” que habría utilizado el santo obispo para bautizar a los primeros habitantes de Pamplona. Y dentro darás con la mezcla de un edificio gótico y de una gran capilla barroca, construida donde se levantaba el claustro. La iglesia de San Nicolás tiene una mezcla de diferentes estilos, con rasgos cistercienses, góticos, capillas y un gran órgano barroco.
El museo de Navarra: de Goya a la arqueta de Leyre o los capiteles románicos de la catedral
Si solo tienes tiempo para visitar un museo en Pamplona –además del de la catedral–, deberías visitar el museo de Navarra. Aunque no entres, merece la pena que te acerques para admirar la fachada renacentista del edificio que lo acoge, un antiguo hospital.
El museo no es muy grande y ha sido reformado hace poco así que, además de tener grandes piezas, es muy ameno de recorrer. Ahí encontramos joyas de la prehistoria, como el curiosísimo mapa de Abauntz, considerado el mapa más antiguo de Europa; piezas romanas como los mosaicos de antiguas domus de la actual Navarra; la arqueta de Leyre, un preciosa arca de marfil tallada en Medina Azahara a principios del siglo XI; los capiteles románicos de la antigua catedral y sus increíbles relieves; el Retrato del marqués de San Adrián, obra maestra de Goya, o una exposición de arte contemporáneo en la capilla renacentista del antiguo hospital.
Para nosotros, un imprescindible. Además, solo cuesta 2 € y el sábado por la tarde y los domingos es gratuito. En su página oficial tienes horarios y precios en detalle.
Otro imprescindible que ver en Pamplona: la plaza del Castillo… y Hemingway
Hay dos plazas que tienes que ver en Pamplona sí o sí: la plaza Consistorial y la plaza del Castillo, llamada así por el castillo que la ocupaba en la Edad Media. Las dos plazas tienen algo en común: hasta 1941 era desde la plaza del Castillo desde donde se lanzaba el cohete el 6 de julio.
Esta plaza es, desde la Edad Media, el centro de la vida de Pamplona: lugar de espectáculos, de encuentro y de acceso a las calles más características, y hoy más fiesteras, de la ciudad. Cuando fuimos de pintxos, la cruzamos unas cuantas veces.
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Cerca de la plaza se encuentra la mítica tienda de Las tres ZZZ, la marca de las botas de vino artesanales más famosas de Pamplonas. Ya sabes, “a Pamplona hemos de ir con una bota y un calcetín”.
En la plaza del castillo, en 1888, se abrió el precioso Café Iruña que, como curiosidad, fue el primer establecimiento con luz eléctrica de Pamplona. Merece la pena entrar para admirar su decoración original: las lámparas de época, grandes espejos, escudos policromados… Pero también por la atmósfera tan relajada que se sigue respirando ahí, con los pamploneses tomando café y leyendo su periódico. ¡Parecen ir con la decoración!
El Café Iruña era también el favorito de visitantes ilustres como Ava Gardner y Ernest Hemingway. Este último es particularmente querido en la ciudad, a la que hizo popular a nivel mundial con su libro Fiesta –The Sun Also Rises, su título original–. Aunque nosotros no seamos muy amantes de la literatura de Hemingway –JAAC leyó Fiesta justo antes de llegar a Pamplona y digamos que “no le emocionó”–, no podíamos evitar visitar el “rincón Hemingway” del café, con estatua y todo.
El hotel La Perla y la antigua habitación de Hemingway
Al lado del Café Iruña se encuentra otro lugar mítico para los amantes de Hemingway: el hotel La Perla, hoy Gran Hotel La Perla. Aquí es donde se hospedó en sus últimos viajes a Pamplona, siempre en la misma habitación con vistas a Estafeta. Si eres un apasionado del autor norteamericano y pides visitar la habitación de Hemingway, puedes tener la suerte de que esté libre y conocerla. Su decoración, a pesar de la reforma del resto del edificio para convertirlo en cinco estrellas, se ha mantenido como la original –bueno, se ha restaurado bastante, claro…–. ¡Hasta está el teléfono original! Y dos vitrinas con Fiesta en ¡80 idiomas! Da igual de donde vengas, podrás leértelo o, por lo menos, ojearlo.
Nosotros fuimos a visitarla y, de paso, nos enteramos de unos cuantos datos históricos y curiosos. Como que el hotel, fundado en 1881, es el segundo en activo más antiguo de España, tras el hotel Oriente de Barcelona. O que durmieron en él muchos más personajes famosos: de Orson Welles a Charles Chaplin, pasando por Pablo Sarasate o Imperio Argentina. Una curiosidad más: la bisabuela de los actuales dueños fue quien conoció a Hemingway y le invitó a dormir en el hotel cuando todavía no era tan famoso a cambio de que le hiciera publicidad si llegaba a serlo. ¡Parece que le fue bien!
Por cierto, aquí puedes consultar los precios del hotel. Si sientes curiosidad, una noche en sanfermines en la habitación Hemingway cuesta unos ¡2.500 €!
El archivo real y general de Navarra: el antiguo palacio de los reyes de Navarra y la reforma de Moneo
El paseo por la muralla nos llevó a conocer uno de los edificios más emblemáticos de Pamplona: el antiguo palacio de los reyes de Navarra, hoy archivo real y general de Navarra. Del edificio original, mandado construir por el rey Sancho VI el Sabio a finales del siglo XII, queda muy poco, pero la reforma de Rafael Moneo le ha dado una nueva vida. No dejes de entrar al patio. Además, ahí darás con una maqueta de la Pamplona del 1900.
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Tampoco dejes de bajar a la cripta protogótica, de lo poco que se conserva de la construcción original del siglo XII. Nosotros disfrutamos de ella en solitario y dimos, además, con una exposición sobre los primeros textos en euskera de Navarra. ¡Muy interesante!
El palacio de Navarra y el Monumento a los Fueros
Al otro lado del casco histórico está otro de los edificios más emblemáticos de Pamplona: el neoclásico palacio de Navarra, sede del Gobierno Foral. Por lo visto, sus salones interiores, especialmente el del Trono, son magníficos. Pero se pueden visitar solo en ocasiones especiales, por ejemplo alrededor del día de Navarra, el 3 de diciembre. Aquí tienes más información.
¿Sabías que…?
Todos los días a las 12 del mediodía el reloj del palacio interpreta el himno de Navarra, escuchándose en casi todo el casco histórico. En Navidad y en sanfermines interpreta villancicos y estampas navarras.
Delante del palacio está el monumento a los Fueros, de principios del siglo XX. La mujer que lo corona, con las cadenas en su mano derecha y la Ley Foral en la izquierda, simboliza a Navarra.
Más edificios con historia y curiosos en el casco viejo de Pamplona
Son muchos más los edificios llamativos que nos encontramos paseando por “lo viejo”, como llaman los pamploneses al casco histórico. Tres de nuestros favoritos son el palacio de Ezpeleta, con su fachada barroca; el edificio modernista del número 72 de la calle San Nicolás y el palacio de Comptos, el único edificio civil de estilo gótico de la ciudad, con su patio del siglo XIII.
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Buscando edificios con historia, dimos con un rincón muy curioso: un huerto urbano. Sí, ¡en pleno casco viejo! Y con construcciones muy peculiares.
El camino de Santiago: cruzando la ciudad hasta la Universidad de Navarra
El último día de nuestro viaje por Pamplona decidimos dedicarlo a recorrer el Camino de Santiago por la ciudad. Nos fuimos hasta uno de los puentes medievales de Pamplona, el puente de la Magdalena. Desde allí, siguiendo las flechas amarillas y las constantes señales en forma de placas en el suelo –¡qué bien indicado está el Camino en la ciudad!– , recorrimos sus 4 km.
¿Sabías que…?
Pamplona es la primera ciudad del Camino francés desde Roncesvalles. Antes solo te encontrarás con pueblos y pedanías.
Las murallas desde abajo; el portal de Francia y la calle del Carmen; la catedral; la plaza Consistorial; la iglesia de San Saturnino; la calle Mayor con el palacio de Ezpeleta; la iglesia de San Lorenzo con el busto de San Fermín; la Vuelta al Castillo… volvimos a recorrer la ciudad y algunos de sus rincones más bonitos, pero esta vez como dos peregrinos más. Tras pasar por la la Vuelta al Castillo, nos alejamos del casco histórico y cruzamos una Pamplona más moderna hasta llegar al Campus de la Universidad de Navarra, que despide a los peregrinos de la ciudad.
Solo fueron 4 km, pero nos volvieron a transportar a nuestro Camino, aunque el nuestro saliera de León. ¿Haremos algún día el Camino francés desde Roncesvalles y volveremos a cruzar la ciudad? Si tú también quieres conocer más del Camino de Santiago en Pamplona en compañía con un free tour. También puedes hacer una visita teatralizada del Camino de Santiago.
El Pamplonetario y el parque Yamaguchi: un planetario en medio de un parque japonés
Ya que estábamos en el campus de la Universidad de Navarra, no podíamos perdernos uno de los parques más singulares de la ciudad que se encuentra cerca: el parque Yamaguchi. ¿Por qué tiene ese nombre tan raro? Porque simboliza el hermanamiento entre Pamplona y la ciudad japonesa de Yamaguchi, evangelizada por el navarro San Francisco Javier. La diseñaron dos paisajistas japoneses y ¡tiene pagoda y todo!
En el parque visitamos también el planetario de Pamplona: el Pamplonetario –¡qué grande quien le dio el nombre!–. Nosotros vimos una exposición genial de pequeñas esculturas de científicos realizadas en plastilina. De Leonardo a Einstein pasando por Newton, ¡unas joyitas!
Al lado del planetario está el jardín de la Galaxia. Habíamos leído que recreaba los 100.000 años luz de la Vía Láctea. El tema es que fuimos en invierno y, sin flores, entendemos que pierde bastante… Como curiosidad: el sistema solar cabría en cualquiera de las hojas de las plantas del jardín.
Mapa con todas las cosas que ver en Pamplona
Aquí tienes un mapa con todas las cosas que ver en Pamplona para que no te pierdas ni una y organices el recorrido por la ciudad como más te apetezca y te convenga.
Tours por Pamplona, recorrer la ciudad con guía
Si lo de ir con el mapa del móvil todo el rato tratando de no perderte no es lo tuyo, o quieres que te expliquen la historia delante de los sitios, puedes reservar una visita guiada por Pamplona. Desde un free tour hasta una clásica
Restaurantes y pintxos en Pamplona: dónde comer
Vale, hay mucho que ver en Pamplona y no todo son pintxos pero, también hay que comer, ¿no? ¡Y qué bien se come en la capital de Navarra! Hay tanto que contar sobre la ruta de pinchos, los restaurantes, las pastelerías, las jornadas gastronómicas… que hemos escrito un artículo aparte solo sobre eso. Dónde comer en Pamplona, restaurantes y ruta de pintxos. ¡No te pierdas ni un bocado!
Hoteles en Pamplona: dónde dormir
Nosotros dormimos en el hotel Pamplona Plaza. Tiene una muy buena relación calidad-precio, las habitaciones son nuevas, el desayuno está bien y el personal es muy agradable.
Eso sí, está un poco lejos del centro histórico, aunque cerca de la estación de tren. Volver por la noche tras las cenas se nos hacía un poco cuesta arriba –a pesar de ser cuesta abajo en realidad–, pero estaba bien para bajar la comida. Aquí puedes ver precios y disponibilidad si te interesa, y aquí los de otros hoteles de Pamplona.
Si pensabas que no había mucho que ver en Pamplona, esperamos haberte convencido de que estabas muy equivocado…
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