Lecce fue, sin lugar a dudas, una de las paradas top de nuestra ruta por Puglia, el tacón de la bota de Italia. Una ciudad mediana con un casco histórico relativamente pequeño, al que es fácil acceder en tren y que está lleno de arte. Que en Italia la llamen la Florencia del sur no es casualidad. Aunque, si en la capital toscana es el Renacimiento el que manda, aquí es el barroco. De hecho, nosotros preferimos el otro apodo que le han dado mis compatriotas: la señora del barroco. La fachada de la Basílica de la Santa Cruz es todo un triunfo de esa corriente artística, pero es solo uno de los muchos lugares que ver en Lecce. Más iglesias, palacios, plazas y hasta un castillo mandado construir por un rey español. Vas a cansarte de mirar hacia arriba.

Por si no fuera suficiente, también se come de vicio. No te preocupes, te vamos a contar qué y dónde. Y, además, es la capital del Salento, una zona de Apulia en la que están algunas de las playas más bonitas de Italia.
Seguro que ya te hemos convencido. ¿Nos acompañas por nuestros 10 lugares que visitar en Lecce?
1. La Basílica de la Santa Cruz
Si hay un lugar que tienes que ver en Lecce, vamos, que no puedes perderte por nada del mundo, es la Basílica de la Santa Cruz. En cuanto le eches un vistazo a su fachada, te darás cuenta de que estás delante de una maravilla del barroco. De hecho, está considerada la obra maestra por excelencia del barroco de Lecce, que no es moco de pavo.

No sabemos cuántas veces nos acercamos a fijarnos en algún detalle más de sus relieves. Santos, virtudes teologales, querubines, motivos vegetales, animales del bestiario medieval –como el dragón y el grifo– o la loba símbolo de la ciudad. Porque sí, aquí todo tiene su significado. Mucho conectado con la batalla de Lepanto, esa derrota de la flota otomana y triunfo del cristianismo: los turcos de rodillas dan una pista y las bestias mitológicas se cree que simbolizarían a los paganos.

¿Sabías que…?
Si te fijas, verás que alrededor del gran rosetón hay cinco caras. Según una hipótesis, la de nariz pronunciada de la izquierda sería el autorretrato del arquitecto Cesare Penna.
En el exterior de la iglesia hay otro elemento curioso: la “columna angular” que da al Vicolo Saponea, con su cilindro “encajado” en un marco rectangular. Dos volúmenes que pueden simbolizar el cielo frente a la tierra, alma y cuerpo, espíritu y materia… Sí, ¡que no falten las alegorías!

Y todo esto sin pisar el interior. Con su artesonado, sus estucos, sus dorados, sus mármoles policromados, los relieves en los capiteles de sus columnas, sus muchos altares a cada cual más despampanante… pero al mismo tiempo con la sobriedad de su estructura renacentista y de la piedra de Lecce. Un sitio único. Ver para creer.
2. La catedral de Lecce
Hay muchas iglesias que visitar en Lecce, así que la elección es complicada. Pero, claro, no te vas a perder la catedral, ¿no? El Duomo di Lecce, dedicado a Santa María de la Asunción, es otra parada obligatoria. Desde la plaza, fíjate en sus dos fachadas tan diferentes la una de la otra: una fastuosa y la otra más sencilla. Desde otros puntos de la ciudad, podrás ver la cima de su campanario de 70 metros, coronado por una cúpula recubierta de mayólica, un globo terráqueo y San Oronzo, el patrono de Lecce, bendiciendo la ciudad.

En el interior, no te pierdas sus altares barrocos y, sobre todo, su cripta. Un bosque 92 de columnas coronadas por capiteles tallados donde te encontrarás desde la loba y la encina, símbolo de la ciudad, hasta el antiguo campanario de la catedral.

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En realidad la catedral tiene una tercera fachada, mucho menos conocida, que da al Vico dei Sotteranei. No dejes de acercarte y busca los perros jugando con una pelota.
3. La plaza de la catedral y el Museo de Arte Sacro
Aunque vayas hasta allí para visitar la catedral, no dejes de pararte un momento en la Piazza Duomo. El que seguramente fuera en su día el foro de la Lupiae romana y más adelante plaza del mercado, es uno de nuestros rincones favoritos de Lecce. Quizás por esa peculiaridad de ser una plaza cerrada, accesible solo por un lado entre grandes edificios, como si fueras a entrar en un patio. Además, en la plaza se levantan otras dos joyitas: el palacio arzobispal y el seminario. Este último es ahora sede del Museo de Arte Sacro. Merece la pena pasar, aunque solo sea para ver el patio con su pozo.

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El Museo de Arte Sacro está incluido en el pase Leccecclesiae junto a la Santa Cruz, a la catedral y a las iglesias de San Mateo y Santa Clara. A poco que quieras visitarlas, te recomendamos que lo compres y te descargues la audioguía –aunque es mejor leer los textos que escucharla, es más rápido–.
4. La Piazza Sant’Oronzo
Entre los lugares que ver en Lecce no puede faltar su plaza más céntrica: la Piazza Sant’Oronzo. Esta gran plaza ovalada, llena de edificios de diferentes épocas, de tiendas y de restaurantes, a lo mejor no es la más bonita de la ciudad –que para eso está la Piazza Duomo–, pero sí la más animada.
Busca, en el suelo, el mosaico del escudo de Lecce con la loba y la encina. Y, cuando levantes los ojos, al “responsable” de su nombre: el santo patrono de Lecce. En el centro de la plaza se levanta la colonna di Sant’Oronzo. La columna monumental del siglo XVII para agradecer a San Oronzo que librara a la ciudad de una epidemia de peste. Ya sabes quién es el personaje que bendice en lo alto de la columna –personaje que no estaba cuando fuimos nosotros porque estaban restaurando la estatua y preparando una copia para colocar después–. Por cierto, en Ostuni también hay colonna di Sant’Oronzo –hablamos de ella en nuestro artículo Lugares que ver en Ostuni–.

5. El anfiteatro romano
Casi toda la superficie que ocupa actualmente la Piazza Sant’Oronzo en época romana estaba ocupada por un gran anfiteatro, el mayor de esta zona de Italia. Un anfiteatro del siglo I o II que medía 102 x 83 metros y parece que podía llegar a acoger a unos 20.000 espectadores. Estaba en parte excavado en la toba y la arena se encontraba ocho metros por debajo del nivel actual del suelo. Gran parte del anfiteatro sigue sepultado bajo la plaza y lo que está visible salió a la luz solo en 1938. Es básicamente una zona de las gradas del orden inferior y la balaustrada que la separaba de la arena, llena de relieves con escenas de caza y combates entre animales –toros, leones y osos–.
6. El castillo de Carlos V
Cerca de la Piazza Sant’Oronzo no puedes dejar de pasar por el castillo de Lecce, el castillo de Carlos V. Se llama así porque fue el emperador español quien le dio su aspecto actual, mandando restaurar la construcción normanda anterior y convirtiéndola en una gran estructura militar que pudiera resistir los ataques de los turcos.
En su interior, aunque no en todo el espacio, se encuentra un museo dedicado al papel maché, la artesanía más típica de Lecce.
7. Las puertas de la muralla de Lecce
Carlos V también mandó reforzar y reconstruir el resto de fortificaciones de Lecce. El paño de la muralla en Via Leonardo Leo, que se puede visitar en algunas ocasiones especiales, es de su época, el siglo XVI. Lo que puedes ver cuando quieras son las tres puertas que se han conservado de la muralla. La más monumental es la Puerta de Nápoles, con el águila bicéfala símbolo del Sacro Imperio Romano Germánico. Las otras dos son la Puerta de San Blas y la Puerta Rudiae –que toma nombre de la antigua ciudad prerromana, de los mesapios, en las afueras de Lecce–.

8. El Teatro Romano
Si Lupiae tenía un anfiteatro, no es de extrañar que tuviera teatro. Un teatro que tuvo la misma suerte que el anfiteatro: fue sepultado bajo edificios de épocas posteriores y fue redescubierto solo a principios del siglo XX. Se piensa que podía tener capacidad para unos 5.000 espectadores y muchas más de las doce gradas que han llegado hasta nuestros días. La verdad es que sorprende un poco encontrarse con él, tan encajado entre las callejuelas del casco histórico de Lecce.

9. La iglesia de San Mateo
La iglesia de San Mateo es otra de las incluidas en el pase de Leccecclasiae. Ha sido rebautizada como el “panteón del barroco de Lecce”, no te decimos más. Bueno, sí, que hasta se cuenta que el diablo tuvo celos de la belleza de la iglesia y mató a su autor… De ahí que la columna en la derecha de la fachada esté decorada solo en parte, no llegó a acabarla. ¡La columna del diablo!

10. La iglesia de Santa Clara
Tampoco deberías perderte la última de las iglesias incluidas en el pase de Leccecclasiae: la iglesia de Santa Clara. Otra pequeña iglesia barroca que tiene un elemento muy curioso en su interior. Su cielo raso realizado en ¡papel maché! Sí, unos trescientos metros cuadrados de superficie que imitan a la madera, pero están realizados con este material “pobre” tan típico de la artesanía de Lecce. Se finalizó en 1738, en pleno auge de la artesanía del papel maché, cuando la ciudad rebosaba de talleres de maestri cartapestai –cartapesta es papel maché en italiano–. Todavía hoy queda una calle dedicada al papel maché, la via della Cartapesta, donde sobreviven algunos talleres de artesanos de este material.

Un extra: más callejuelas, más palacios y más iglesias, ¡quién da más!
El casco histórico de Lecce está lleno de rincones con encanto. Hay pequeñas callejuelas como la Via delle Giravolte. Literalmente calle de las “vueltas sobre uno mismo”, una calle medieval que, según dicen, se construyó así para desorientar a los enemigos. Si no te pierdes allí, has pasado el examen. Y hay calles algo más grandes, como la Via Giuseppe Libertini, llenas de fachadas de iglesias, conventos y palacios antiguos. No dejes nunca de levantar la cabeza para buscar relieves, como las cariátides del Palazzo Marrese, la loba en la iglesia de Santa Irene o la Virgen coronada por los ángeles en Santa María de los Ángeles.

Tampoco dejes de entrar en todos los patios y claustros que puedas. Como el claustro del ex conservatorio de Santa Ana, con su gran ficus, el del ex convento de los Teatinos, con sus mercadillos, o el gran patio del Palazzo dei Celestini. Y, por supuesto, en las iglesias, como la misma Santa Irene, barroca, o la iglesia de San Niccolò dei Greci, una iglesia medieval católica convertida en iglesia ortodoxa. Te indicamos algunos de los rincones que más nos gustaron en el mapa de Lecce, pero déjate llevar.

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Una de nuestras iglesias favoritas de Lecce está un poco fuera del casco histórico: es la iglesia de los santos Niccolò y Cataldo. Tiene elementos románicos, frescos góticos, decoración barroca, un campanario que recuerda a un minarete… y está en un cementerio monumental.
Mapa con los lugares que ver en Lecce
Aquí tienes nuestro mapa con todos los lugares que visitar en Lecce de los que te hemos hablado, para que te orientes más fácilmente.
Las playas de Lecce
El casco histórico de Lecce está a poco más de 10 kilómetros del mar, de hecho la misma ciudad, bueno, su municipio, llega hasta el Adriático. Nosotros fuimos en invierno y no somos muy de arena y sal, pero hemos leído que las playas más bonitas de Lecce son las de Torre Rinalda y Torre Chianca. En cualquier caso, fuera de lo que es Lecce capital, en la zona del Salento, están algunas de las playas más bonitas de Italia, en el Mar Adriático y en el Mar Jónico. Punta Prosciutto, Porto San Cesareo, Baia Verde, Torre dell’Orso, Spiaggia degli Alimini… Vamos, si buscas playas, estás en buen sitio.
Qué y dónde comer en Lecce: restaurantes, pastelerías, heladerías y un tour gastronómico
¿Y qué hacer en Lecce más allá de visitar palacios e iglesias? Pues comer, que la comida típica de Puglia está de muerte. A nosotros nos encantó el restaurante Le Zie Trattoria Casereccia, con platos regionales como ciceri e tria –garbanzos con pasta–, orecchiette al sugo –la pasta típica de Puglia con tomate y carne– o pezzetti di carne di cavallo al sugo –carne de caballo en salsa–.

Otro imprescindible de cualquier viaje a esta zona es probar los pasticciotti, unos dulces de masa quebrada rellenos originalmente de crema pastelera y ahora de casi todo lo dulce que se te ocurra. Probamos unos cuantos en diferentes sitios y los que más nos gustaron fueron, en este orden, los del Caffè Alvino, los de la Pasticceria Natale y los de Martinucci Laboratory. No puedes irte de Lecce sin probar al menos uno, aunque dudamos que puedas parar.

En la Pasticceria Natale, además, hay un gelato riquísimo. También escuchamos hablar bien del de Baldo Gelato, pero lo encontramos cerrado. Nosotros no somos muy de café, pero el caffè leccese, con leche de almendra y hielo, también es famoso. En el mismo Caffè Alvino y en el Avio Bar puedes probar dos de los mejores, según nos contaron.
Si quieres que te lleven de la mano para probar algunas de las mejores especialidades locales, siempre puedes contratar un tour gastronómico por Lecce. ¡Qué hambre nos está entrando!

Con el postre y el café, nos despedimos de Lecce, alla prossima!
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