Lo sabemos, la región italiana de los Abruzos no es la más popular del país. Así que, hablar de su zona costera es mencionar un destino prácticamente desconocido. Bueno, desconocido fuera de Italia, porque la Costa dei Trabocchi se ha convertido en uno de los grandes atractivos de la región y un lugar que todos los italianos quieren visitar. De hecho, estamos seguros de que cuando veas los colores del Adriático y las formas de los trabocchi tú también querrás ir.
Y, ¿qué es la Costa dei Trabocchi? Pues uno de los tramos más bonitos de la costa adriática que se extiende al sur de Pescara, la ciudad más grande los Abruzos. No te dejes engañar, aunque son los trabocchi los que le dan la fama y el nombre, hay unos cuantos motivos más para llegar hasta allí –como siempre hablando de Italia, la comida es uno de ellos–.
Antes de explicar qué son los trabocchi, vamos a mencionar a un desconocido – en España– más: el poeta italiano D’Annunzio, que los comparó con arañas colosales. ¿Te vienes?
Saltaconmiconsejo
No dejes de echar un vistazo a nuestros lugares que ver en Abruzzo, la Costa dei Trabocchi es solo uno de ellos.
Dónde está la Costa dei Trabocchi de los Abruzos y cómo llegar
Ya hemos adelantado dónde está la Costa dei Trabocchi: al sur de la ciudad de Pescara, en la región italiana de los Abruzos. Y no es poca cosa, hablamos de 60 km de costa del Mar Adriático.
En la ciudad de Pescara hay un aeropuerto: Aeroporto di Pescara-Abruzzo, PSR. Eso sí, no es un aeropuerto particularmente grande y no tiene vuelos directos con España –hay que pasar por Bérgamo–. La mejor manera de llegar a la Costa dei Trabocchi es volar a Roma y, desde allí, ir a Pescara. En coche se tarda alrededor de dos horas y media, en tren son unas tres horas y media y también hay opciones de autobús, aunque no directas. Una vez en Pescara, lo más recomendable es alquilar un coche, hablamos de pueblecitos pequeños y moverse en transporte público te haría perder mucho tiempo.
¿Qué es un trabocco? Un poco de historia
Llega el momento de explicar qué es un trabocco. Resumiendo, es un palafito utilizado para la pesca desde, al menos, el siglo XVIII. Hoy, la mayoría de trabocchi se han convertido en restaurantes de cocina de pescado y marisco.
¿Sabías que…?
No se sabe el momento en que aparecieron los trabocchi en la costa adriática. Se cree que fue en el siglo XVII-XVIII, aunque hay hipótesis que datan su aparición en el ¡siglo XII!
Con algo más de detalle, podríamos hablar de las partes que lo forman, de sus gigantescas redes –de más de 250 metros cuadrados–, de las poleas que permitían elevar esas redes llenas de peces a una sola persona, de las pasarelas que los unen a tierra –aunque también los hay “aislados” en el mar–, de su casi desaparición en los ‘80 –una tormenta casi acaba con todos y se abandonaron–, de las leyes que promovieron su recuperación, de su propuesta como Patrimonio UNESCO…
Desde finales del siglo XX, se han recuperado unos cuantos –23 para ser exactos–. Como decíamos, muchos son restaurantes y se puede disfrutar en ellos de la gastronomía marinera de la zona, desde la más clásica a la más innovadora.
Qué ver en la Costa dei Trabocchi
Más allá de las “arañas colosales” que se levantan en el mar, hay más lugares que visitar en la Costa dei Trabocchi. Comienza a apuntar.
Las vistas desde el Promontorio Dannunziano
Cuando el escritor y poeta italiano Gabriele D’Annunzio hablaba de los trabocchi sabía de lo que hablaba, y es que San Vito Chietino fue su hogar. De hecho, la casa amarilla que destaca desde el Promontorio Dannunziano era la suya. Aunque el color de la casa es llamativo, no puede competir con el color del Adriático ni con los trabocchi que surgen aquí y allá. Sin duda, uno de los lugares que hay que ver en la Costa dei Trabocchi sí o sí.
San Vito Chietino: el centro histórico con el Belvedere Guglielmo Marconi y la Marina di San Vito
Las casas que se ven desde el Promontorio Dannunziano son las de San Vito Chietino. Un pequeño pueblo dividido en dos. Comenzamos por el casco histórico en la parte alta. Allí, entre estrechas callejuelas, comprobamos que la casa amarilla de D’Annunzio no es la única con intensos colores y es que se trata de una antigua villa marinera. No perdimos la ocasión de pasear buscando macetas llenas de flores, mesas y sillas de madera pintadas, callejones con escaleras… Nos tomamos nuestro tiempo y disfrutamos de la tranquilidad. En el casco histórico de San Vito Chietino no existe la prisa.
Al final de la calle principal, el Corso Trento e Trieste, está el Belvedere Guglielmo Marconi. Nada menos que la terrazza più bella del Adriático, la terraza más bonita del Adriático, según algunos y… bueno, sí que es una vista impresionante. Te vas a hartar a hacer fotos. Además del mar, también se ven las cadenas montañosas más famosas de Abruzzo: la Majella y el Gran Sasso d’Italia.
Ese mar que se divisa desde el Belvedere Guglielmo Marconi está a poco más de 500 metros de distancia, pero suponen casi dos kilómetros de carretera entre curvas. Allí, en la Marina di San Vito, encontramos la Vía Verde –una pista ciclista– al borde del mar y vimos de cerca nuestros primeros trabocchi.
Rocca San Giovanni
Como San Vito Chietino, Rocca San Giovanni tiene una parte “alta” y una “baja”. La “alta” está en el interior, en lo alto de una colina, mientras que la “baja” es la marina, a los pies del Mar Adriático. Comenzamos por el casco histórico de callejuelas estrechas convertidas en pequeños museos etnográficos gracias a los cubos y baldes de metal, rastrillos y azadas, tablas de lavar y palanganas, cacerolas… que los decoran. Incluso conserva parte de su antigua muralla.
¿Sabías que…?
Rocca San Giovanni está dentro de la lista de pueblos más bonitos de Italia –Borghi più belli d’Italia–.
Unos diez minutos en coche separan el casco histórico de Rocca San Giovanni de la costa. Por aquí pasa también la Vía Verde y, obviamente, también hay trabocchi. Fue allí donde visitamos el trabocco de Punta Tufano.
El trabocco de Punta Tufano
Hemos dicho que la mayoría de los trabocchi se han convertido en restaurantes. Eso les permite seguir abiertos, pero no podrás ver mucho de la estructura y menos aún conocer su historia mientras comes. Por eso nos acercamos al trabocco de Punta Tufano que sigue activo como “máquina” de pesca y hace visitas guiadas –también sirve comidas, ojo–. Allí nos encontramos con su dueño y rehabilitador que nos contó la historia de la costa y sus trabocchi y cómo habían cambiado las leyes para fomentar su recuperación.
Rincón Salta Conmigo
No todos los trabocchi se han convertido en restaurantes, hay uno que no solo no lo ha hecho, sino que es un museo. Hablamos del Trabocco Turchino, uno de los que más historia tiene –es el que menciona D’Annunzio–. El problema es que no es privado como los demás, es propiedad del ayuntamiento de San Vito Chietino, y abre muy pocas veces al año. Nosotros no tuvimos la suerte de coincidir con una visita, pero no dejes de intentarlo.
También nos explicó el funcionamiento de la red y las poleas, además de anécdotas como aquella vez que encalló una ballena bajo el trabocco cuando estaba su padre. O que la mayoría de los materiales utilizados para rehabilitarlos llegó del tren o directamente de las vías abandonadas, cuyo lugar ocupa ahora la Vía Verde.
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Si te gusta la idea de ver los trabocchi desde otra perspectiva y quieres surcar las aguas turquesas del Adriático, echa un vistazo aquí a un paseo en barco por la costa de los Abruzos desde la playa de Lido Riccio.
La abadía de San Giovanni in Venere
Si estabas pensando que no había edificios religiosos en la Costa dei Trabocchi… ¡Error! Aquí está la abadía de San Giovanni in Venere en Fossacesia. Y no es una pequeña abadía: llegó a controlar todas las tierras de los alrededores convirtiéndose en uno de los monasterios más poderosos de la región durante la Edad Media. Date una vuelta por la iglesia, su claustro –fíjate bien en los capiteles originales– y su cripta –con sus bóvedas y sus frescos– para confirmar que no es poca cosa y alucinar con la decoración en piedra tallada.
La Lecceta di Torino di Sangro
No solo de las aguas turquesas del Adriático vive la naturaleza en la Costa dei Trabocchi. A poca distancia del mar, se encuentra la Riserva naturale regionale Lecceta di Torino di Sangro. Se trata de un bosque muy especial, es el único bosque originario en la costa de Abruzzo. Fíjate bien, la clave está en “originario”, porque hay muchos más bosques en la zona, pero todos plantados por el hombre –casi todos pinares con un siglo de antigüedad–. La lecceta, un robledal, es el “Jurassic Park” de los Abruzos con sus encinas, sus otros tipos de robles, sus tortugas, lobos, jabalíes… Bueno, nosotros solo vimos los robles, la fauna salvaje fue mucho más esquiva.
El cementerio inglés de Torino di Sangro
Seguimos en los alrededores de Torino di Sangro para visitar un cementerio militar. El río Sangro marcó la línea del frente durante un periodo en la Segunda Guerra Mundial y fueron muchas las víctimas de los combates. Tantas, que la Commonwealth decidió enterrar a sus soldados allí en lugar de repatriarlos. Después de haber visitado el cementerio militar de Mons y los cementerios militares de Luxemburgo, nos acercamos al cementerio militar inglés de Torino di Sangro.
Nos comentaron que son muchos los británicos que visitan a sus antepasados y que, de vez en cuando, se llevan sus restos con ellos. Por eso el número de tumbas varía en el tiempo… siempre a menos.
Playas: un chapuzón en la Costa dei Trabocchi
Después de tanto ver el mar y hasta de estar sobre él en un trabocco, puede que estés pensando ¿y no hay playas en la Costa dei Trabocchi? Pues sí que hay, de hecho, algunas de las mejores del Adriático.
Comenzamos con la spiaggia del Turchino en Marina di San Vito, que toma su nombre del color azul de sus aguas. Una playa de roca en la que nos encontramos con uno de los trabocchi más famosos de la costa: el Trabocco Turchino. Nosotros no “íbamos a playas”, pero nos dijeron que en los alrededores de Rocca San Giovanni están otras dos de las playas más bonitas de la Costa dei Trabocchi: la spiaggia della Foce –de roca– y la spiaggia del Cavalluccio –de arena–.
Una excursión a Roccascalegna
No está propiamente en la Costa dei Trabocchi, pero no podemos dejar de recomendar una excursión a una de las fortalezas más fotogénicas de Abruzzo y de toda Italia: la fortaleza de Roccascalegna. En lo alto de un promontorio rocoso, con su torre del homenaje asomándose al vacío. Tenemos que confesar que el interior es un poco menos espectacular de lo que pensábamos –unas cuantas salas con algunos objetos y unos cuantos carteles–, pero las vistas son impresionantes.
Aunque, sin duda, las mejores vistas son a la propia fortaleza. Las vistas desde el Belvedere Castello Rocca Scalegna camino de la entrada nos dejaron con la boca abierta, pero las mejores están en la Contrada Peschio Cupo – te lo indicamos exactamente en Google Maps–.
Dónde dormir: hoteles
Está claro que vas a pasar más de un día visitando la Costa dei Trabocchi, así que ya puedes ir buscando un alojamiento. Nosotros estuvimos dos noches en San Vito Chietino, pero en una “tercera zona”. Porque San Vito Chietino tiene la parte histórica, la marina y… una zona de interior de campos de cultivo. Allí, en la campagna está el Relais FraSimon, Antico Casale. Un complejo de pequeños edificios integrados con el paisaje con todas las comodidades –no pudimos disfrutar de la sauna, pero porque no sacamos ni un minuto de tiempo, y la bici… pues habrá que aprender para la próxima– y con un desayuno buffet en el que la cantidad y variedad de tartas nos atrapó cada día. ¡Elegir la tarta del desayuno fue lo más complicado del viaje, pero siempre aciertas!
Además, también tiene aparcamiento privado gratuito –nos movimos en coche por la región, era importante que hubiera un lugar para él–. Puedes echar un vistazo a los precios aquí y aquí a otros hoteles de San Vito Chietino y de la Costa dei Trabocchi.
Dónde comer: restaurantes
Como hemos dicho, la mayoría de los trabocchi se han convertido en restaurantes, de comida tradicional o de comida creativa, pero siempre con ingredientes de mar. Nosotros nos decidimos por uno creativo, el Trabocco di Punta Mucchiola, el restaurante Gli Ostinati. No vamos negar la sensación de “debilidad” que nos transmitió la estructura desde la orilla mientras mirábamos la pasarela que la une a tierra. Sensación que no mejoró una vez en el trabocco, pero que se olvidó por completo en cuanto comenzaron a llegar los platos. Se trata de un menú cerrado de cinco pasos con postre que cambia cada día en función de la pesca y que es el mismo para todas las mesas. Eso hace que los tiempos se alarguen un poco demasiado, al tener que esperar a que todas las mesas acaben antes de sacar el siguiente plato… y hablamos de cinco platos y un postre. Con todo y con eso, delicioso. Desde el cacio e pepe con ricci di mare hasta el sospiro, ripieno crema chantilly. Todo con precio cerrado de 70 €.
Eso sí, como pasaba con el resto de lugares que ver en la Costa dei Trabocchi, no todos los restaurantes están sobre el mar. Cierto es que tampoco nos alejamos mucho, porque comimos en la Marina di San Vito, concretamente en Essenza Cucina di Mare y, obviamente, platos de mar. De hecho, los ventanales permiten comer con la vista del Adriático en primer plano –aunque nosotros fuimos a cenar–. El menú cambia según la estación y el producto disponible, probamos el calamar, una pasta con pescado fresco –los clásicos tacconcini alla Filippo– y más delicias, por unos 65 € los dos con agua. Eso sí, tenemos que decir que a los camareros les pareció que nuestro aspecto no era lo bastante elegante para el local –que estaba vacío, excepto por una mesa– y nos recomendaron ir al restaurante más popular, del mismo propietario, cuando nos vieron entrar.
Ya has visto que hay muchos motivos para visitar esta zona de los desconocidos Abruzos. Los trabocchi son la excusa perfecta.
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