Ya te adelantamos que comer mal en Cáceres es un pecado. Casi podríamos decir que tendrías que esforzarte para hacerlo. Y es que, después de cuatro días en la ciudad con sus correspondientes comidas y cenas nos resulta complicado decidirnos por un favorito entre todos los restaurantes donde comer en Cáceres. Bueno, entre los siete que probamos, que no son pocos. Comida tradicional, toques de innovación, tapas y raciones… da igual lo que busques a la hora de sentarte a comer, lo vas a encontrar. Y no decimos solo nosotros que en Cáceres se come de maravilla, fue elegida como capital española de la gastronomía en 2015.

Se nos hace la boca agua cada vez que pensamos en nuestro paso por la ciudad. Tanto, que hemos tenido que parar unas cuantas veces mientras escribíamos este artículo para asaltar la cocina… No ha sido lo mismo, obviamente, pero había que matar el gusanillo de alguna forma. Así que, advertimos: “Este artículo ataca directamente a tus ganas de comer. Si estás a dieta, léelo bajo tu propia responsabilidad.”. El que avisa no es traidor.
¡Buen provecho!
Saltaconmiconsejo
No solo de comida, aunque sea deliciosa, vive el hombre, así que, echa un vistazo a nuestros lugares que visitar en Cáceres para completar tu viaje a la ciudad.
Qué comer en Cáceres: platos típicos
Antes de hablar de nuestros restaurantes recomendados en Cáceres, vamos a hacer un pequeño repaso por alguno de sus platos más conocidos y que no deberías dejar de probar. La mayoría los encontrarás en toda la provincia e, incluso, en toda Extremadura, pero difícilmente mejor preparados.

Empezamos con unas clásicas migas, y decimos empezamos porque nosotros las comimos para desayunar. Así, dándolo todo nada más salir de la cama, sin paños calientes, en el desayuno del Gran Hotel Don Manuel. Aunque el clásico por excelencia es el cerdo ibérico. Ya sea en forma de embutido –chorizo, salchichón, lomo y patatera–, de jamón o en alguno de sus cortes –solomillo, presa, secreto…–. Y acabamos con los quesos. Seguro que estás pensando en la Torta del Casar –una delicia, aunque poco discreta porque toda la casa acaba oliendo a ella–, pero hay muchos más quesos de oveja y cabra, como el Ibores.
¿Sabías que…?
El nombre de patatera no puede ser más descriptivo: este embutido se hace con grasa de cerdo, pimentón y puré de patata. Una auténtica delicia ya sea en rodajas o untado en pan.

Sin olvidar el famoso pimentón de la Vera o las cerezas del Jerte. Para los amantes de las verduras –que no es mi caso– está el zorongollo: una especie de ensalada con pimientos rojos, tomate y ajo.
Hemos dicho que iba a ser pequeño… pero ya nos vamos a levantar a comer algo.
Restaurante Casa Madruelo: comida tradicional con recomendación Michelin
Nos resulta difícil escoger nuestro lugar favorito donde comer en Cáceres, pero el restaurante Casa Madruelo estaría en el podio sin duda. Y es que Francisco Javier Domínguez Rodríguez nos dejó con la boca abierta no solo con sus platos, sino también con su simpatía y con datos que desconocíamos como que Extremadura es el segundo –algunos años el primero– productor de arroz de la Península. No en vano hablamos de un restaurante recomendado por la Guía Michelin.

Lo que sí que no podemos elegir es nuestro plato favorito. Desde la sopa de tomate –y a mí el tomate no es algo que me apasione–, la patatera de ibérico con miel y el queso Ibores del entrante, hasta la tarta de chocolate con natillas del postre fue un no parar de sonrisas y asentimientos de cabeza. ¿Qué hubo entre el postre y el entrante? Carpaccio de ibéricos con foie, falso risotto con bacalao y solomillo ibérico con mostaza antigua. Vamos a tener que limpiar el teclado de babas… Y sí, no somos capaces de parar a la hora de elegir platos, salimos felices, pero rodando.

Web
Dirección: Camberos, 2
Precio: Entre los dos, sin vino, unos 90 € Hay menús degustación de 30, 33 y 36 €
Restaurante El Mirador de Galarza: un menú del día de lujo con vistas al casco histórico de Cáceres
Los cerdos y bueyes del restaurante El Mirador de Galarza son de confianza. Y no es un decir, es que los han criado ellos, porque, antes que restauradores fueron y son porqueros, con varias generaciones dedicadas al oficio. Después de criar cerdos ibéricos en la dehesa, decidieron llevarlos a la mesa y eligieron un fantástico mirador del centro histórico –uno de nuestros miradores de Cáceres favoritos– para abrir su parrilla de carbón. Bienvenido al templo del ibérico.

Si te dicen que tienen un chorizo con un año de curación que forma parte del “Bodegón de embutidos ibéricos” junto con el lomo, el salchichón y la patatera, no se puede empezar de otra forma. Y, a pesar de disfrutar como un niño con el entrante, el resto de la comida fue un crescendo de disfrute. Las kokotxas de ibérico –sí, kokotxas–, las albóndigas de buey retinto, la presa ibérica a la parrilla y el lingote de tostón ibérico deshuesado nos fueron sacando lágrimillas de emoción uno tras otro. ¿Ya hemos dicho que no somos capaces de parar? Tú eliges si después toca siesta o paseo por el centro histórico para quemar un poco de lo comido. ¡Ah! también hubo postre, claro: fresas, hojaldre, chantilly y yogurt, con helado de nata.

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Dirección: Piedad, 2
Precio: Entre los dos, sin vino, unos 85 € Hay menú del día por 15 €, menú parrillada por 28,90 € y más opciones de menús degustación por unos 30-35 €
La Trinidad: comer de tapas en el centro de Cáceres entre Vírgenes
La Trinidad es uno de los lugares más curiosos en el que hemos comido, y no solo en Cáceres. La decoración con Vírgenes, Cristos, rosarios y hasta un confesionario. La camarera con alzacuellos. La cuenta en un cáliz bajo dos obleas de pan ácimo. Solo por todo lo que acompaña a la experiencia ya merece la pena entrar, pero es que las tapas y raciones no se quedan atrás para nada.

Nos quedamos con las ganas de probar las croquetas, pero es que ya íbamos aprendiendo a controlar las cenas. Disfrutamos del cremoso de bacalao –con nata, patata y queso– y del solomillo carbonara –que, al ser solomillo, no nos importó que llevara también nata a pesar de ser “carbonara”–. Nos gustó un poco menos el gofre de patatera –básicamente porque la ensalada estaba dentro y a mí el verde no me atrae mucho, por usar un eufemismo…–. De postre, tarta de la abuela y de queso. Esta última, de rechupete.

Web
Dirección: Pizarro, 21
Precio: Entre los dos, sin vino, 30 €
Mastropiero Gastrobar y jardín: un restaurante con encanto de comida fusión
El ambiente tranquilo y relajado, con el sonido del agua en las fuentes y su buena sombra, del Mastropiero Gastrobar nos encantó casi tanto como la propia comida. Platos con toques orientales y sudamericanos pero con ingredientes principales de la tierra. Tengo que confesar que los nombres de alguno no me convencían sobre el papel –tal vez demasiado largos–, pero los sabores fueron un acierto en todos ellos. Jamón, Torta del Casar o rabo de toro junto a aguacate, aji amarillo, chimichurri nipón o aire de jengibre. Una combinación sorprendente, ¿verdad? Pero muy acertada.

Y, ¿qué comimos? Pani Puri relleno de mousse de jamón ibérico y Torta del Casar; aguacate a la llama con huevo escalfado, salsa de foie, aceite de trufa y sal de jamón; pulpo confitado y salteado con aji amarillo, chimichurri nipón y chips de raíz de loto; lingote de rabo de toro con toques thai, tierra de aceite de humo, aire de jengibre y helado de lima y, de postre, tarta de queso deconstruida. Ya hemos dicho que los nombres no eran precisamente cortos. Difícil elegir, pero puede que el primero y el último –el pani puri y la tarta deconstruida– fueran nuestros favoritos.

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Dirección: Fuente Nueva, 4
Precio: Entre los dos, sin vino, unos 55 €
La Trastienda de Mario y Marieta: raciones y menú del día de 10
Mario y Marieta tienen dos “trastiendas” en Cáceres: un restaurante –donde comimos nosotros– y un gastrobar de carta más reducida –en la Avenida de Cáceres, 2–. La carta se basa en raciones en las que no faltan el ibérico y los quesos, pero tampoco verduras y pescados. De hecho, nos ganaron con los quesos, nada más empezar, y con el corte de ibérico más curioso: el lagarto. Todo un acierto.

¿Sabías que…?
El lagarto es una pieza del cerdo ibérico que se encuentra entre el espinazo y el lomo. Es muy alargada y estrecha… como un lagarto.

Nos premiamos con una mezcla de clásicos extremeños y alguna sorpresa. Una tabla de quesos de entrante. Unas alcachofas confitadas –sí, incluso con mi aversión al verde disfruté de las alcachofas– salteadas en cama de jamón ibérico y ralladura de foie para ir abriendo boca. De principales, pata de pulpo a la parrilla sobre puré de pimentón de la Vera y lagarto ibérico. Y los postres, que nunca pueden faltar, también están a la altura: tarta de la abuela con natillas y tarta de queso. Imposible elegir un plato, si hasta ordenar los quesos del entrante por preferencia fue una tarea titánica.

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Dirección: Avenida de Hernán Cortés, 6
Precio: Entre los dos, sin vino, unos 80 €. Hay menú del día por 15,70 € y menú degustación por 27,50 €
La Enoteca La Maestra: un restaurante romántico con comida fusión
Lo confesamos, no somos muy de vinos, pero no por eso descartamos las enotecas a la hora de comer. De hecho, uno de los mejores sitios para comer en Cáceres es una: la Enoteca La Maestra. Los nombres de los platos volvían a parecer, desde mi punto de vista, menos apetitosos sobre el papel… pero una vez en la mesa y en la boca, se encargaron de destruir todos mis prejuicios. Toques asiáticos y productos extremeños que nos hicieron la boca agua. ¿Qué tendrá la comida asiática que casa con todas las tradicionales?

Nuestra selección –antes de que digas nada ya lo decimos nosotros: fue muchísimo, pero es que todo estaba cada vez más rico y no queríamos parar– estuvo compuesta por salmorejo de tomate Kumato y melón; sándwich de oreja de cerdo a la plancha con kimchi y crema kajmak; atún rojo marinado en soja y jengibre con ensalada de wakame y salsa codiun; kinilaw, un ceviche filipino, de hortalizas y jengibre con dados de dorada y gambón; tartar de solomillo de cerdo ibérico, polvo helado de wasabi y alioli de ajo negro; arroz de percebe con sepia y brócoli; albóndigas de buey, crema de tupinambur y alcachofas crujientes y cremoso de chocolate con té matcha, crema de limón y yogurt de postre.

Nuestros favoritos: el atún, las albóndigas y el sándwich. Tal vez, por poner un pero, demasiada verdura en el kinilaw, no somos muy fans del pimiento. Pero eso, por poner un “pero” porque fue una experiencia de principio a fin.
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Dirección: Avenida de Portugal, 2
Precio: Los dos, sin vino, unos 100 € Pero, de nuevo, con mucho menos habría sido suficiente.
El restaurante Jardín de los Golfines: comida tradicional en el casco histórico de Cáceres, también para comer con niños
Otro restaurante en un jardín, aunque en este caso, el restaurante Jardín de los Golfines está en un patio cubierto. Música relajada, ambiente tranquilo y una carta para todos los públicos –niños incluidos, había una familia en una mesa cercana–, desde arroces hasta hamburguesas pasando por los clásicos de la cocina extremeña. Platos sin florituras, pero ¿quién las necesita cuando los sabores son buenos?

Gracias a la recomendación del camarero descubrimos la Retorta de Pascualete, un queso parecido a la Torta del Casar, pero diferente: hay que probarlo. También nos encantaron las croquetas: las de los golfines –de queso azul y nueces– y las del día –de cerdo y buey–. Los platos fuertes fueron arroz con magret de pato, alioli y miel de caña y lomo de vaca con 45 días de maduración. Para acabar con coulant de chocolate y, una vez más, tarta de queso.

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Dirección: Adarve del Padre Rosalío, 2,
Precio: Los dos, sin vino, unos 60 €
Otros restaurantes recomendados de Cáceres y pastelerías
Teníamos más oferta gastronómica cacereña apuntada, pero el hambre no dio para más. Bueno, dio para un detalle más, una bamba de la pastelería Isa en plena Plaza Mayor de la ciudad. Lo cierto es que la compramos justo antes de coger el tren para volver y la comimos ya en Madrid, pero, incluso después de unas horas, estaba exquisita.

Los que sí se quedaron en el tintero y nos habían recomendado fueron La Cacharrería –donde nos dijeron que no nos podíamos perder sus croquetas de patatera–, el restaurante Maltraviesa y La Casa del Sol. En tema dulces, tampoco probamos La Casa del Goloso –pasamos por delante varias veces, pero siempre llenos–. Y, como en Alcalá de Henares, en Cáceres también hay un convento de monjas de clausura que preparan y venden dulces: el convento de San Pablo.

Vete preparando, porque vas a volver de Cáceres con unos kilos de más… además de los embutidos, quesos y más productos típicos que lleves en el equipaje.
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