Después de pasar por Los Llanos decidimos que, antes de cruzar a Colombia, estaría bien pasar unos días lejos del asfixiante calor y los mosquitos, puri-puri, que nos habían acompañado en todo nuestro paso por Venezuela. No muchos lo saben –nosotros tampoco lo sabíamos– pero los Andes llegan hasta Venezuela y allí es a donde decidimos ir, a Mérida, la capital venezolana de los deportes de aventura.
Un viaje de larga duración es la ocasión perfecta para improvisar: quedarse más días en una ciudad, cambiar el itinerario, romper los planes… incluso para hacer deportes de riesgo. Pero, un viaje de larga duración también es un mal momento para hacerlo, hay mucho en juego, una mala caída en un viaje de dos semanas puede estropearte unas vacaciones, pero en un viaje de un año puede hacer que todo acabe precipitadamente. Por eso, a pesar de estar en Mérida, nos centramos más en actividades más tranquilas: la excursión para ver el Relámpago del Catatumbo y pasear por la ciudad.
Saltaconmiconsejo
Para acabar de convencerte de que el país merece una visita, echa un vistazo a nuestras 5 maravillas naturales de Venezuela que tienes que visitar. El relámpago del Catatumbo es una de ellas.
Cómo llegar y salir de Mérida
Para llegar a Mérida es necesario atravesar una sierra. Y digo para llegar, sin importar desde donde, porque Mérida se encuentra en el valle formado por la Sierra Nevada y la Sierra de la Culata. Nosotros atravesamos las dos, la Sierra Nevada de Mérida en microbús desde Barinas, y la Sierra de la Culata en todoterreno camino del lago de Maracaibo.
En microbuses es fácil llegar a la ciudad: casi cada hora salen desde Barinas –algunos con aire acondicionado y otros sin–, también hay hacia San Cristobal, El Vigía y Barquisimeto. El problema aparece cuando se quiere coger un autobús grande de largo recorrido. Los billetes se venden sólo el mismo día, con lo que si quieres uno tienes que ir muy pronto para hacer la cola. Dos veces tuvimos que ir: una a las 4.30 am –y no lo conseguimos– y otra a las 2.30 am –conseguido–. Si no te importa fomentar la corrupción local y estás dispuesto a ser «estafado», puedes comprar los billetes un día antes al ¡doble! de su precio a través de gente que tiene contactos en la terminal de autobuses. Es vergonzoso y provoca que la gente, extranjeros y locales, tenga que esperar varios días para conseguir salir de la ciudad.
Qué hacer en Mérida
En Mérida se pueden contratar excursiones de parapente, descenso de barrancos, canoa, trekkings de varias jornadas, incluso, expediciones de montañismo para hacer cumbre en los picos más altos del país como el Pico Bolívar con casi 5.000 metros de altura. También desde aquí organizan salidas a Los Llanos y Salto Ángel. La cantidad de agencias de viaje y de posadas es muy elevada al tratarse, en su mayor parte, de turismo joven y de aventura.
La zona del Páramo, en la Sierra Nevada de Mérida, es su punto fuerte cultural, paisajístico y gastronómico: pequeños pueblos, antiguas iglesias, lagunas, cataratas, platos a base de trucha –que puedes pescar tú mismo–… Hay excursiones de un día que te llevan por varios de estos pueblos y salen de la calle 24. Lamentablemente, no parece posible hacerlo de otra forma. Lo intentamos, pero la poca frecuencia de los microbuses, la falta de horarios definidos –nadie sabía a qué hora volvía a Mérida el último–, el mal estado de las carreteras… hacían que sólo fuera posible visitar un pueblo antes de volver a la ciudad. Nadie parecía ser capaz de decidirse por uno en concreto así que nos volvimos a la posada.
En nuestro viaje desde Barinas ya habíamos recorrido la zona, con sus 294 curvas, admirando parte de su paisaje. No pudimos probar los famosos pastelitos de trucha –que probamos después camino del Catatumbo–, demasiadas curvas para cualquier estómago. Otro plato fuerte de la gastronomía merideña son las fresas, con o sin nata –aquí crema–. Y como curiosidades, Mérida cuenta con la heladería con el record Guinness de sabores –heladería Coromoto, que no nos pareció gran cosa– y una bebida típica de receta secreta en su Mercado Modelo: el Levantón Andino –alguno de sus ingredientes son ojo de toro, huevas de pescado, brandy, leche en polvo… además de muchas frutas y otros licores– que Sara se atrevió a probar.
Otro de los atractivos, más tranquilo, que ofrece Mérida es la visita al lago de Maracaibo y su famoso relámpago del Catatumbo, aunque se encuentra en el vecino estado Zulia,en este caso sólo es posible hacerlo con viaje organizado.
Relámpago del Catatumbo
El nombre, Catatumbo, es de origen indígena. Hace referencia al ruido del propio relámpago, el trueno, con lo que sería algo así como el relámpago del trueno. La fama de este relámpago le llega justamente por eso, bueno, por su falta. Se trata de un relámpago que no lleva trueno asociado, es decir, que no suena. En los casos en los que hay tormenta el relámpago es normal –acompañado de su trueno–, pero cuando no la hay se ve únicamente el destello sin ningún sonido.
La concentración de petróleo y gases debajo del lago, el calor y la evaporación provocados por el Sol, las cordilleras que rodean al lago… muchos son los factores que tratan de explicar este fenómeno, pero es su belleza lo que atrae, no la ciencia. Con una frecuencia de 260 noches al año la posibilidad de verlo es muy alta, aunque no está garantizada.
Nosotros lo intentamos y no se puede decir que no viéramos alguna luz en el cielo, pero lo cierto es que pasamos una de esas 125 noches con poca visibilidad –había muchas nubes en el horizonte–. A cambio disfrutamos de un bonito paseo nocturno por el río Catatumbo en el que vimos monos, iguanas, caimanes y serpientes arborícolas a la búsqueda de nidos con huevos que asaltar. Sin olvidar un fabuloso amanecer desde el lago (dormimos en un palafito en el mismo lago Maracaibo).
Más que un relámpago del Catatumbo
La excursión desde Mérida incluye la visita a una antigua hacienda cafetera «La Victoria», de la cueva del Pirata –prisión sin salida durante la dictadura militar, recuperada hace poco–, la iglesia de Coromoto, una plantación de caña de azúcar en la que te enseñan cómo se produce la panela y un lago salado, Laguna del Uruao, en el que darse un baño, necesario porque fuera de Mérida la temperatura volvió a ser altísima.
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