Lunes, 29/08/2011 (y 4)
Nuestro camino desde Bergen llegaba a su punto culminante: el Flåmsbana, uno de esos trenes que hacen que viajar sea algo especial. Si habíamos leído muchas veces que era uno de los trayectos en tren más espectaculares de Europa, era el momento de comprobarlo…
Curiosidades del Flåmsbana, un tren mítico
El Flåmsbana llega puntual a su vía. No es la principal, tenemos que salir por el otro lado de la estación para llegar a su andén. Parece un tren antiguo, de hierro y pintado de verde oscuro. En los laterales de los vagones hay frases en gran cantidad de idiomas que hablan de la fabuloso obra de ingeniería que supone superar el desnivel de 864 metros de altura en poco más de 20 kilómetros de distancia. Una vez dentro vemos que de antiguo no tiene más que el aspecto, que han mantenido del original, asientos cómodos, pantallas de información, amplitud… Lo que uno espera encontrar viajando en tren en Noruega.
Hemos leído en el folleto que no hay ningún otro ferrocarril de adhesión con vía normal –signifique eso lo que signifique– más empinado en el mundo. Casi el 80% del recorrido tiene un grado de desnivel de 55 por mil, lo que equivale a un metro de subida por cada 18 metros de distancia. Fueron necesarios 20 años para su construcción. Su inauguración para trenes de vapor tuvo lugar en 1940, llegando los eléctricos en 1944.
Ver El recorrido del Flåmsbana en un mapa más grande
Los datos nos abruman: está construido siguiendo una espiral de cuatro niveles por el interior de la montaña, tiene 20 túneles que suponen casi un tercio del recorrido (6 km), cruza el río y el fondo del valle tres veces para evitar los lugares más expuestos a las avalanchas, las 21 curvas del camino del obrero… pero lo que es verdaderamente impresionante es el paisaje.
Naturaleza desde el Flåmsbana
En cuanto montamos nos colocamos de forma que podamos mirar por los dos lados. No hay mucha gente y casi vamos solos en el vagón. Viajar en el Flåmsbana te permite disfrutar de la naturaleza noruega en su máxima expresión. Entre túnel y túnel se ve el cortado de la montaña con el río al fondo, cascadas salvajes de agua de montaña, vegetación que lo cubre casi todo y, de cuando en cuando, granjas de madera alejadas de todo.
La experiencia merece la pena y no dejamos de saltar de una ventana a otra para no perder detalle. En mitad del recorrido el tren hace una parada en la cascada de Kjos. Es un tren funcional que une Myrdal y Flåm pero no deja de ser un tren turístico y el hecho de que pare en la cascada, donde han construido un pequeño apeadero, para que la gente pueda fotografiarse lo deja claro.
Cinco minutos después seguimos la ruta pasando por el resto de puntos de interés que hay en el folleto, algunos con nombres tan curiosos como Trollaskredet, la avalancha del troll, donde todos los inviernos se producen peligrosas avalanchas. En el mapa los puntos importantes aparecen numerados y en las pantallas del interior del tren van avisando de la llegada de los números.
Alrededor de una hora después de la partida llegamos a Flåm. Pero la estación de tren en cualquier sitio, no. Está al lado del fiordo, del Aurlandsfjorden, la rama del Sognfjorden –el fiordo de los sueños– que llega a la población. ¿Qué os parece llegar al muelle del fiordo en tren?
Flåm, una maravilla entre el fiordo y el río
Uno podría pensar que todo el esfuerzo de esta obra de ingeniería y todo el turismo que supone el ferrocarril tendrían como destino una importante ciudad. No es así. Flåm tiene unos 450 habitantes y cuando uno baja del tren, tiene la impresión de estar de nuevo en el Gamle de Bergen. No porque las casas parezcan antiguas, al contrario están primorosamente cuidadas, sino porque la separación entre ellas es tal que casi parece que las han dejado caer sin mucho orden.
Nuestro albergue debería estar relativamente cerca, pero antes queremos pasar por la oficina de turismo, ya que por teléfono no conseguimos que nos dijera los horarios, para saber a qué hora sale el barco a Gubvagen y si es posible llegar desde allí a Sogndal, nuestra siguiente parada, sin tener que volver. En persona es mucho más amable, Sara ha reconocido su voz. Nos da todos los horarios y nos confirma que podremos seguir nuestro viaje sin tener que volver hasta Voss para ir a Sogndal. Antes de salir le preguntamos por el albergue. Es un camping que está al otro lado del río que hay frente a la estación. La estación está entre un río y un fiordo.
La recepción del camping/albergue está abierta hasta las diez de la noche lo que nos lleva a preguntarnos por qué tenían tanto interés en que llegáramos antes de las siete de la tarde. La habitación, después de haber dormido en el dormitorio compartido de Bergen es una maravilla. Una pequeña habitación doble con baño privado y con un paisaje como todo el pueblo, digno de postal. Incluso tenemos wifi.
El barco sale a primera hora, a las nueve, no podremos visitar el museo del ferrocarril de Flåm. Lo único que está abierto a esta hora, todavía no son las ocho, son las tiendas de recuerdos. Aquí sí que se nota que es una zona turística, pero más de paso que para quedarse. No hay muchos alojamientos y los restaurantes están casi todos cerrados: es lunes y ya acabó la temporada alta.
Nuestros planes para mañana serán ir a Gudvagen y desde allí a Sogndal. Tendremos que buscar un sitio para dormir allí y, si tenemos tiempo, visitaremos la iglesia de madera de Urnes. Todo esto después de recorrer el fiordo en el ferry.
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