Domingo 17/05/2009 (2)
El museo tiene un aire al cementerio de Chauchilla en Nazca, una enorme extensión de arena que cubre gran cantidad de historia peruana. Al igual que allí aquí tampoco hay dinero para continuar con las excavaciones y sacar a la luz toda la información. Lo que lo hace diferente es que éste está intacto, bajo la arena las cosas siguen como estaban hace quinientos o mil años. Bien es cierto que al final de la ocupación de esta zona fue casi destruida, pero desde entonces no ha sido saqueada. Da la casualidad de que mayo es el mes de los museos también en Perú y que ayer, 16, y hoy, 17, la entrada es gratuita, así como el servicio de guía. Lo que en hotel nos costaba 35 dólares por cabeza (movilidad, guía y entrada), se queda sólo en movilidad, lo demás es gratis. Y la movilidad nos la hemos gestionado nosotros por 3,5 soles por cabeza y trayecto. Teniendo en cuenta que el cambio del dólar es de tres soles, hemos gastado 14 soles por 210 (70 dólares entre los dos).
A pesar de ser una zona de restos arqueológicos cuenta también con una pequeña sala de exposiciones en la que informan de las culturas que ocuparon la zona antes de pasar a ver las construcciones. Esta zona estuvo ocupada desde el año 200 a. C. por la cultura Lima. Una pequeña comunidad regional que se desarrolló aquí. Posteriormente los Wari en el 450, hasta llegar en el 1.100 a los Ichma que fueron sometidos por los incas aproximadamente en 1.450. Esto deja una ocupación inca de unos ochenta años hasta la llegada de los conquistadores.
La zona de Pachacámac era una zona de peregrinación muy antigua. Mucho antes de la llegada de los incas los pueblos vecinos hacían viajes hasta aquí para traer ofrendas y preguntar al oráculo. El dios Pachacámac era muy poderoso y venerado. Una de las preguntas más recurrentes al dios era el clima. Todos estos pueblos se basaban en la agricultura y necesitaban conocer las épocas de lluvias y sequías para sus cosechas. La información en la que se basan los arqueólogos para determinar el paso de una cultura a otra es la cerámica.
Al salir del museo se observa una zona de enterramientos. Usada desde el pueblo Lima, pasó a ser cementerio con los Wari y posteriormente cubierta con arena con la llegada de los incas. Se puede observar la forma de construcción de este pueblo. Al no haber piedra utilizaban adobe y para mejorar la resistencia frente a los terremotos los colocaban siguiendo la técnica de «librero», esto es, como libros en estanterías para que en caso de movimiento la estructura se meciera sin derrumbarse.
La primera construcción que se observa es inca. Un gran edificio de doble dintel y doble jamba, lo que le daba una connotación sagrada, en el que vivían las llamadas vírgenes. Al ser el inca el hijo del dios Sol en la tierra las muchachas que yacían con él seguían siendo «vírgenes». Un sistema de canales introducía el agua del río en el edificio permitiendo cultivos.
Al lado se ha encontrado un basurero inca. Saliendo de Moray, el arqueólogo nos dijo que no se había encontrado ningún basurero inca en ningún sitio. Que era extraño porque es lo primero que se tiene que planificar en una ciudad. Pues no debía estar muy informado, porque aquí tienen uno.
En la zona han descubierto 17 pirámides que servían para dar alojamiento a los peregrinos que llegaban hasta aquí. Se dividían en culturas, de manera que en cada una se juntaba con su gente. La forma en la que creen que se identificaban era a través de los ídolos que colocaban en lo alto. Cada pirámide tenía los dioses de un pueblo. Allí permanecían mientras esperaban las respuestas del dios a sus preguntas. Corrales de llamas y cuys han sido encontrado al lado.
El cuy era un animal utilizado en el diagnóstico de enfermedades. La corona española lo prohibió en su momento por brujería pero los evangelizadores no tuvieron suficiente fuerza como para erradicar su uso, no se atrevieron. Aún hoy en día se sigue utilizando. Se toma un cuy negro y se pasa por el cuerpo del enfermo. Se mata y se le abre en canal desde la garganta. El “curandero” estudia al animal para determinar la enfermedad del paciente, que supuestamente se ha trasmitido al cuy.
Después de dejar la primera de estas pirámides el recorrido nos lleva hacia arriba. Allí encontramos una zona con montículos de piedra que en su día eran soportes para vigas de madera. Era la zona de espera de los peregrinos. Además de las vigas también contaba con techo de madera.
El ídolo de Pachacámac se encontró a los pies de otra pirámide que se alza un poco más arriba. Las crónicas cuentan que el oráculo leía el futuro en el vuelo de los gallinazos. Se depositaba pescado en una habitación cerrada y se esperaba que bajaran a comerlo, luego, estudiando su vuelo se respondía a la pregunta. Cuando llegaron los españoles encontraron una sala con un olor nauseabundo a pescado podrido en esta zona (sus crónicas así lo dicen) y posteriormente se encontró el ídolo. Esto hace pensar que era aquí donde se encontraba el templo de Pachacámac. El exterior de la construcción estaba cubierto con barro rojo y pinturas.
Max Uhle, arqueólogo alemán, fue el primero que excavó esta zona encontrando hasta 300 momias a los pies de esta pirámide. Su labor se desarrolló antes de la segunda guerra mundial. Al declararse la guerra fue expulsado del país. Las momias habían sido enviadas a Alemania para su estudio y ahora están en el museo de Berlín. Exceptuando las momias de la época Lima, que no presentan signos de violencia sino de muerte natural por vejez o enfermedad, el resto de momias de las siguientes culturas, incas incluidos, presentan heridas de guerra o de combates. Otra diferencia respecto a los Lima y los demás es que los Lima son los únicos que enterraban a sus muertos tumbados, estirados, el resto en posición fetal.
Los incas, como siempre, construyeron su pirámide en la parte más alta del complejo. Todas están en promontorios naturales, pero la del Sol es la más alta. Como el sitio ya era sagrado antes de su llegada inventaron leyendas para legitimar su presencia. En una de ellas contaban que Pachacámac y el Sol habían luchado mucho tiempo atrás y que el Sol venció por lo que ahora tenía todo el derecho a estar allí y recibir ofrendas. Además de ofrendas de comidas y animales, también se hicieron (en época inca y en la pirámide del dios Sol) sacrificios humanos de jóvenes doncellas. Estas doncellas eran las que vivían en la primera casa. Los sacrificios rituales incas eran de dos tipos: estrangulamiento u hoguera. Cuando eran estranguladas eran enterradas cerca de la parte superior del templo, se han encontrado sus momias con sus fajos funerarios. Cuando eran quemadas sus cenizas se vertían a un canal que lleva al río Lurin que desemboca a unos cientos de metros en el océano Pacífico. Esto es por Wiracocha, según el guía este dios era el creador del agua (nos habían dicho que era el creador de todo: lo de arriba, lo de abajo, lo de alrededor y de todos los dioses), por eso su ofrenda tenía que volver al agua. Lo creado era ofrecido a la creación. La pirámide inca del Sol sí que tiene piedra.
En lo alto del complejo acaba el recorrido guiado. Por nuestra cuenta completamos el recorrido circular que nos lleva a ver un palacio y otro par de pirámides.