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La visita al Palacio de la Aljafería de Zaragoza

¿Un palacio islámico en Zaragoza? Tenemos que confesar que a nosotros también nos sorprendió encontrarnos con una construcción así tan al norte. De hecho, es el palacio islámico más al norte de Europa. Partiendo de ese “récord”, ¿te vas a quedar sin visitar el Palacio de la Aljafería en Zaragoza?

Palacio de la Aljaferia Zaragoza Muralla Salto
Saltando frente a la muralla del Palacio de la Aljafería de Zaragoza

El palacio es, en realidad, tres palacios porque sus distintos ocupantes a lo largo de los siglos fueron modificándolo. Y no hablamos de unos cualquiera. Por aquí pasaron, después de los reyes taifas, los Reyes Católicos sin ir más lejos… y, desde 1987, es la sede de las Cortes de Aragón. Por el camino también fue sede de la Inquisición, cárcel, fortaleza, cuartel… Vamos, que se puede decir que el Palacio de la Aljafería ha tenido mucha vida. Casi, casi, hasta muerte, porque también pasó por un periodo de abandono.

No dejes que las sobrias murallas exteriores te quiten la ilusión. Dentro del Palacio de la Aljafería vas a estar más tiempo con la boca abierta de lo que te imaginas.

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Sin duda, el Palacio de la Aljafería es un imprescindible, pero no el único. Echa un vistazo a nuestros lugares que visitar en Zaragoza para aprovechar al máximo tu escapada.

Dónde está, cómo llegar y horarios y precios del Palacio de la Aljafería de Zaragoza

Comenzamos por la información práctica, porque, después de lo que has leído, seguro que ya te ha entrado curiosidad y quieres ir a visitarlo. El Palacio de la Aljafería está en la calle de los Diputados, s/n –a medio camino entre la estación del AVE Zaragoza-Delicias y la Basílica del Pilar–. Sí, está algo alejado del centro, pero merece la pena el paseo.

Palacio de la Aljaferia Zaragoza Patio Acceso
Patio de acceso al palacio, con la tienda y la sede de las Cortes de Aragón

Si no te apetece caminar por la orilla del Ebro, siempre puedes llegar al Palacio de la Aljafería en autobús, las líneas 32, 33 y 52 tienen parada muy cerca del edificio. Desde la Basílica del Pilar o la Seo de Zaragoza, lo más rápido es caminar hasta el Paseo Echegaray y Caballero y subir en el 36. Ya sabes, pregúntale a Google Maps.

El horario del Palacio de la Aljafería de Zaragoza varía a lo largo del año. Abre todos los días, excepto el 1 de enero y el 25 de diciembre, las mañanas de 10 h a 14 h y las tardes de 16:00 a 18:30 de noviembre a marzo –excepto domingos– y de 16:30 a 20:00 de abril a octubre. El precio de la entrada es de 5 € –jubilados, estudiantes y carné joven 1 €–. Ten en cuenta que las entradas son para una franja horaria específica, así que, para asegurarte de que consigues entrar cuando quieres, es mejor reservarlas online con antelación desde la página oficial.

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Lo de la hora de visita en la entrada no es una sugerencia. Si llegas 10 minutos después de tu hora, pierdes la posibilidad de entrar si la siguiente franja está completa. Sé puntual.

El primer domingo del mes y la tarde del primer lunes la entrada al Palacio de la Aljafería es gratis. Sigue siendo necesario reservar la franja horaria.

Tours y visitas guiadas

La entrada al Palacio de la Aljafería incluye una visita guiada a horas específicas. De noviembre a marzo a las 10:30, 11:30, 12:30, 16:30 y 17:30 y de abril a octubre a las 10:30, 11:30, 12:30, 16:30, 17:30 y 18:30.

Palacio de la Aljaferia Zaragoza Patio Santa Isabel
Patio de Santa Isabel

En ciertos momentos del año se realizan visitas guiadas temáticas al Palacio de la Aljafería. Por ejemplo, alrededor de la fiesta de Todos los Santos hay una visita llamada Aljafería Misteriosa que se hace de noche. Las reservas se hacen desde la misma web y el precio es el mismo que el de las visitas convencionales.

Un poco de historia

Ya hemos dicho que el Palacio de la Aljafería de Zaragoza tiene historia para dar y regalar. Tampoco nos vamos a poner intensitos contándola toda, porque hablamos de unos mil años y unos cuantos ocupantes, pero sí que habrá que tener alguna noción de por qué está ahí, quién y cuándo la construyó, cómo fue evolucionando en el tiempo… Vamos, lo básico. Prometemos ser ligeros, relájate y disfruta.

El Palacio de la Aljafería lo mandó construir Abu Yafar Ahmad al Muqtadir, también llamado Jafar, a mediados del siglo XI. ¿Quién era este Jafar? Pues el monarca de la taifa de Saraqusta –¿te suena a algo Saraqusta?–. Lo mandó construir como lugar de recreo al estilo de los Palacios Nazaríes de la Alhambra de Granada.

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Entrada al oratorio con el mihrab de la Aljafería

¿Sabías que…?


El nombre original del palacio era Qasr al Surur, Palacio de la Alegría, pero acabó llamándose Aljafería, “lugar de Jafar”.

Con la Reconquista, Alfonso I de Aragón y Navarra cedió el palacio a la Orden del Cister hasta el siglo XIV. Llegaron entonces Pedro IV el Ceremonioso y Juan I el Amador de Gentilezas que recuperaron el palacio y lo transformaron en sede de la Corona de Aragón. Con los Reyes Católicos se reformó siguiendo el estilo gótico y se amplió para todo lo que conllevaba ser palacio real de las coronas de Castilla y Aragón.

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Emblemas de los Reyes Católicos en el techo de una de las salas

A finales del siglo XVI el Palacio de la Aljafería de Zaragoza se convierte en fortaleza militar. Es el momento en que aparecen las murallas exteriores, el foso, los baluartes, las troneras y el puente levadizo. En el siglo XVII se abandona y está a punto de desaparecer, pero se repara durante el XVIII. Es entonces cuando se convierte en sede del Tribunal del Santo Oficio y se transforma su forma exterior en un cuadrilátero.

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El macizo exterior del Palacio de la Aljafería

No es hasta mediados del siglo XX cuando se pone en valor el edificio y comienzan las obras de restauración y rehabilitación –hasta entonces, las obras no tenían en cuenta lo que había, solo lo que se quería hacer nuevo–. El Palacio de la Aljafería no “recuperó” su aspecto actual hasta 1998. Eso sí, es un aspecto que mezcla los elementos de varias épocas recuperados en distintas zonas del palacio.

No ha sido para tanto, ¿verdad? Los mil años han pasado volando.

El interior del Palacio de la Aljafería: qué te vas a encontrar

Como decíamos, la última restauración ha recuperado elementos de todas las épocas –bueno, de las de esplendor– del palacio. Y lo ha hecho de forma ordenada: el recorrido comienza con el palacio taifal, continúa con el cristiano medieval y acaba con el de los Reyes Católicos. Las modificaciones para convertirlo en fortaleza y cuartel se mantienen solo en el exterior, en la muralla y los torreones.

El palacio taifal

Nada más entrar, nos pareció que habíamos saltado hasta la Alhambra de Granada por las yeserías, los arcos y las columnas del patio de Santa Isabel –obviamente no tenía ese nombre en su origen–. En el lado norte del patio, en el pórtico, está el salón de los mármoles. La mayoría de la decoración está reconstruida a partir de lo poco que se conservó tras tantas intervenciones y abandonos, pero da una idea de la finura de los artesanos que lo levantaron.

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Las columnas del pórtico norte y el salón de mármoles

No te puedes perder el oratorio, donde está el mihrab de la Aljafería, a la izquierda del pórtico. Reconocerás el arco de herradura, pero con yeserías en lugar que pintado. El interior de la sala es muy pequeño y se cierra con una bóveda octogonal –la cúpula original desapareció con las obras de construcción del Alcázar por parte de los Reyes Católicos y la actual copia el modelo de las de la maqsurah de la Mezquita de Córdoba–. Nosotros no supimos a dónde mirar, porque todo llamaba nuestra atención: la sura del Corán en el friso, los arcos, los restos de pinturas musulmanas…

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La cúpula octogonal del oratorio

Lo más antiguo del Palacio de la Aljafería es la Torre del Trovador, con partes del siglo X. Sí, la torre era anterior al propio palacio, pero se integró en él. De las cinco plantas actuales, se considera que las tres primeras son musulmanas y las dos últimas cristianas.

¿Sabías que…?


El nombre de Torre del Trovador se debe a una obra de teatro de Antonio García Gutierrez, cuyo argumento sirvió de inspiración a Verdi para su ópera Il Trovatore.

El palacio cristiano medieval

Las reformas medievales ampliaron espacios y cambiaron la decoración por una mudéjar aragonesa. Aparecen los techos planos de madera labrada y vigas vistas –alfarjes–, decorados con blasones, escudos, motivos mitológicos –ya en la época de los Reyes Católicos–…

Palacio de la Aljaferia Zaragoza Techo Mudejar
Techo mudéjar de una de las salas del palacio cristiano medieval

Pasarás por la sala de Pedro IV el Ceremonioso –el que convirtió la Aljafería en palacio real–, por el salón del trono del siglo XV –con pan de oro en el artesonado del techo y su galería de arcos– y las salas de pasos perdidos –tres antesalas del salón del trono–, entre otras.

¿Sabías que…?


El monstruo alado que aparece en el escudo de la monarquía es creación de Pedro IV y hace referencia a “D’Aragón”, apellido y título de la dinastía, convirtiéndolo en “dragón”.

El palacio de los Reyes Católicos

Las reformas de los Reyes Católicos llegaron al Palacio de la Aljafería incluso antes de la toma de Granada, comenzaron en 1488. Era una demostración de poder y de supremacía sobre Al-Andalus, donde el nudo gordiano tajado sobre el yugo de carro, emblema de Fernando, y el haz de flechas, de Isabel, aparecen por todas partes.

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Escalinata al palacio de los Reyes Católicos

El palacio toma altura y, a través de una escalinata monumental, se accede a la planta superior donde se construye un nuevo salón del trono, con sus salas de los pasos perdidos. El estilo se recarga, con una mezcla de gótico tardío y un comienzo de Renacimiento. Eso sí, el mudéjar sigue presente en las techumbres de madera de las salas, auténticas obras maestras.

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El salón del trono de los Reyes Católicos con sus casetones y su galería de arcos

Nosotros no pudimos evitar –ni quisimos– quedarnos un rato en el salón del trono. Con 20 metros de largo y 8 de alto es un espacio que dejaba clara la grandeza real. Lo que más nos llamó la atención fue el techo, también de madera tallada, con treinta casetones cuadrados en los que hay grandes piñas –símbolo de la fertilidad y la inmortalidad– y, cómo no, gran cantidad de yugos y flechas.

La sede de las Cortes de Aragón

Ya que estábamos ahí no dejamos de asomarnos al hemiciclo de las Cortes de Aragón. Olvídate de los elementos históricos y de los techos de madera, aquí todo es funcional y los sillones de cuero y las mesas se llevan todo el protagonismo.

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Las Cortes de Aragón

El restaurante de la Aljafería

Nos recomendaron comer en el restaurante de la Aljafería como si fuéramos unos diputados por Zaragoza. La comida es buena –eso nos dijeron–, el menú variado y el precio más que ajustado. ¿Qué pasó? Que había un evento de las Cortes de Aragón y el restaurante estaba cerrado al público –estaba centrado en el catering–. Nos quedamos con las ganas, porque el menú del día estaba en la barra a la vista y tenía muy buena pinta. Tanto, que estuvimos a punto de volver otro día solo para probarlo.

Mil años de historia y de patrimonio te esperan en el Palacio de la Aljafería.

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