Hay iconos reconocidos a nivel mundial: la estatua de la Libertad, la torre Eiffel, la ópera de Sídney… pero pocos tan longevos como el Coliseo de Roma –vale, pirámides de Giza aparte–. Frente a sus bloques de travertino, cobra un nuevo significado el dicho: “si las piedras hablaran”. Estas podrían contarnos secretos con casi 2.000 años de antigüedad. Han visto el apogeo y la destrucción de culturas, invasiones, saqueos, guerras…
El nombre de Coliseo no es original de la época del Imperio Romano. Fue durante la Edad Media cuando se le comenzó a llamar así. En época romana era conocido como Anfiteatro Flavio –en honor a la familia que lo mandó construir–. Parece que “coliseo” hacía referencia a una gigantesca estatua de Nerón que se hallaba en las cercanías del anfiteatro.
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Más allá de visitar el símbolo más universal de la ciudad, te recomendamos que eches un vistazo a nuestros artículos: 60 cosas que hacer y que ver en Roma; si tienes menos tiempo: Qué ver en Roma en 3 días, con recorridos y mapa; con aún menos: Roma en dos días y Dónde comer en Roma, para llenar tu viaje.
La visita al Coliseo de Roma por dentro
La visita al Coliseo de Roma permite vivir en primera persona la historia del Imperio Romano. Nos sentimos ciudadanos de la antigua Roma por un rato atravesando los vomitorios de acceso y “buscando nuestro asiento” en las gradas inferiores. No es que puedas ir a tu asiento con la entrada, ¿eh? Es una forma de hablar.
Además de las gradas –hoy mucho menos lujosas y cuidadas que en su inauguración–, disfrutamos de una panorámica completa de la arena de los gladiadores y de parte del hipogeo, los subterráneos del Coliseo. Hay una zona de la arena en que la madera está levantada dejando ver el sistema de túneles y salas subterráneo. Caminamos por los pasillos interiores que daban acceso a las gradas –pasillos con paneles informativos, maquetas y restos–, por los mismo que hace casi dos milenios andaban los antiguos romanos con sus entradas.
La visita completa incluye también el acceso a zonas especiales como el hipogeo y la parte superior de las gradas. Hablamos de una entrada extra y tenemos que confesar que no hemos hecho esa visita.
Información: dónde comprar las entradas para el Coliseo de Roma, página oficial, precios y horarios
El Coliseo es un icono de Roma y es muy fácil llegar hasta él. ¿Dónde está el Coliseo? En la Piazza del Colosseo, junto a la estación de metro Colosseo –ya sabes cómo llegar–, no tiene pérdida.
Hablamos del monumento más visitado de Italia, lo que deja claro que plantarte en la puerta para comprar una entrada puede ser una pésima idea por las colas y puedes que no encuentre sitio para los siguientes días. Lo mejor es reservarla en la página web oficial de venta –en Italia muchos monumentos públicos tienen las entradas gestionadas por empresas privadas–.
El precio es de 16 € e incluye el acceso al Foro Romano-Palatino. Ten en cuenta que es uno de los sitios arqueológicos de Roma gratis el primer domingo de mes. Las entradas tienen horario para que no se sature el monumento, vamos, que tampoco es comprar y entrar. La visita completa con subterráneos y tercer nivel de gradas tiene un precio de 22 €. Es un tour con aforo limitado y no está disponible todos los días.
Puedes consultar los horarios del Coliseo en la página del ministerio de bienes y actividades culturales y del turismo italiano.
Entradas sin colas: Roma Pass y OMNIA Card + Roma Pass
Las colas para visitar el Coliseo pueden desanimar a cualquiera, empezando por las de la compra de entradas y siguiendo por las de acceso. Para evitarlas en lo posible, lo mejor es hacerse con una tarjeta Roma Pass que incluye la visita al Coliseo –y a otros monumentos– sin colas. El transporte urbano también está incluido con la tarjeta.
Si estás pensando en más visitas en la Ciudad Eterna, echa un vistazo a la OMNIA Card + Roma Pass que, además de la visita al Coliseo y otros monumentos, incluye también el acceso a los Museos Vaticanos. El transporte urbano en la ciudad de Roma también te saldrá gratis. Aquí puedes ver los precios y reservarla.
Un aviso: el aforo del Coliseo está limitado a 3.000 personas al mismo tiempo, por lo que es posible que tengas que esperar para poder entrar sea cual sea el tipo de entrada que hayas comprado, de ahí que tengan horario de acceso.
Visita guiada al Coliseo en español: tours
La entrada al Coliseo romano no incluye guía. Si quieres transportarte al glorioso pasado de la considerada una de las nuevas siete maravillas del mundo moderno, te recomendamos que contrates una visita guiada. También es buena opción si no encuentras entrada para el día que quieres: las agencias tienen siempre reservadas unas entradas extra para los tours.
Hay varias opciones a la hora de contratar un tour del Coliseo. La más básica une la visita al Coliseo y al Foro Romano-Palatino, aquí puedes ver los precios. Si quieres sentirte gladiador y poner el pie en la arena de los gladiadores, puedes incluirla en tu visita, aquí puedes ver los precios. La última combinación reúne los dos grandes clásicos de la ciudad: el Coliseo y el Vaticano, aquí puedes ver los precios y te contamos nuestra experiencia en El tour de Vaticano más Coliseo, Foro y Palatino en un día.
Normalmente se visita primero el Foro Romano-Palatino y, una vez acabado el tour, puedes quedarte en el interior del Coliseo el tiempo que quieras. Nosotros nos quedamos para disfrutar del atardecer… y hasta que nos echaron al cerrar.
Cómo era el Coliseo en su origen
Si hoy en día no deja indiferente a pesar de su estado, imagina lo que habría sido llegar a la Roma del año 80 y encontrarte con el portentoso Coliseo recién acabado, en su máximo esplendor.
Como si de la película Gladiator se tratara, vamos a reconstruir lo que le falta en nuestra cabeza. De entrada, el muro exterior estaba completo con sus tres niveles de arcadas con columnas dóricas, jónicas y corintias. Estaba cubierto con mármol y, en los nichos entre el segundo y el tercer piso, se colocaron estatuas también de mármol.
La idea de cubrir con telas el Coliseo no fue una ocurrencia de Ridley Scott. La estructura superior del Anfiteatro Flavio tenía soportes para 240 mástiles sobre los que se colocaba una tela para dar sombra a los espectadores o cubrirlos de las inclemencias del tiempo, el velarium. Esas telas eran manejadas por marineros de la flota imperial. Hablamos, sin duda, del primer “estadio” cubierto de la historia.
¿Sabías que…?
Las entradas para disfrutar de los espectáculos en el Coliseo estaban numeradas. En la restauración de 2015 se descubrieron números en color rojo en las arcadas que indicaban los sectores.
La zona de los espectadores, la cavea, se dividía en tres gradas. La inferior, en la que se colocaban los magistrados y oficiales superiores. La central, ocupada por ciudadanos poderosos. Y la superior, para la plebe. Las mujeres se situaban en los sectores más baratos de la parte superior.
Los subterráneos del Coliseo: el hipogeo
Por debajo de la arena de los gladiadores se encontraba la sala de máquinas que mantenía activo el espectáculo: el hipogeo. De hecho, la arena se colocaba sobre un suelo de madera para que absorbiera la sangre y evitara que gladiadores y animales resbalaran.
El hipogeo estaba formado por salas, pasillos, jaulas… En ellas se concentraban los gladiadores antes de salir y se encerraba a los animales. Los “escenarios” de las batallas se preparaban debajo de la arena y un complejo sistema de poleas con 80 elevadores era el encargado de colocarlos delante del público. Suena aséptico, pero ese sistema de poleas era manejado por cientos de esclavos.
Naumaquias: las batallas navales del Coliseo
¿Cómo podían representarse batallas navales en el Coliseo con ese suelo de madera y todo el sistema subterráneo que había debajo de la arena? Lo cierto es que no se sabe con certeza si se llegaron a representar, ni cómo. En cualquier caso, todo apunta a que, si ocurrieron, se llevaron a cabo en los juegos inaugurales, antes de construirse el hipogeo. En ese momento, el Coliseo contaba con un sistema de drenaje capaz de eliminar el agua dirigiéndola a cuatro enormes cloacas.
En cualquier caso, dado el volumen de agua necesario para llenar la arena, se estima que sería con barcos ligeros de río y solo con un metro de profundidad. Siempre si se llegaron a celebrar naumaquias en el Coliseo.
Características del Coliseo: medidas, capacidad, aforo
La grandiosidad del Coliseo se entiende mejor con cifras. La altura era de 57 metros, como la de un edificio actual de unas 19 o 20 plantas. “Era” porque hoy en día es más bajo, solo 48,5 metros, al haberse perdido parte de la estructura. Su forma es ovalada, con unas medidas de 189 metros por 156. La arena cubría una superficie también ovalada de 75 por 44 metros. Las medidas son importantes, pero ten en cuenta que hablamos del año 80, el siglo I.
La capacidad del Coliseo era de unos 50.000 espectadores y no era la arena más grande de la ciudad. El Circo Máximo tenía un aforo de 250.000 personas. Números gigantescos incluso para hoy en día. Eso sí, en el siglo I la población de Roma rondaba el millón de habitantes.
Curiosidades del Coliseo: a que no sabías…
Unos datos para lucirte en la próxima reunión familiar y dejar con la boca abierta a tu cuñado:
- es el monumento más visitado de Italia, más de 6.000.000 de personas pasean por el Coliseo cada año;
- se calcula que, a lo largo de sus años de “servicio”, murieron en la arena unas 400.000 personas –y solo morían un 5% de los gladiadores, a pesar de lo que hayas visto en las películas– y más de un millón de animales;
- algunos de los bloques de travertino del Coliseo se usaron para construir la basílica de San Pedro del Vaticano;
- desde el año 2000, el Coliseo se ilumina durante 48 horas cada vez que se conmuta o aplaza una sentencia de muerte a un condenado en cualquier lugar del mundo;
- en las paredes del Coliseo puedes encontrar grabados que hacían los propios espectadores en sus asientos y hasta un fresco con la vista de Jerusalén del siglo XVII-XVIII;
- el emperador Trajano tiene el récord con unos juegos de 117 días en los que participaron 9.000 gladiadores y 10.000 animales, celebraba su victoria en Dacia.
La historia del Coliseo romano: quién lo construyó y cuándo
Los juegos en Roma eran la forma de mantener al pueblo tranquilo y feliz. Panem et circenses que decía Juvenal en el año 100 de nuestra era. El panem se refería a que el trigo se regalaba o vendía a muy bajo precio a los más pobres. El circenses… pues de eso estamos hablando aquí.
¿Sabías que…?
La frase “pan y circo” dio lugar en los siglos XIX y XX al “pan y toros” en España. Más extraño aún es que la frase también se utilizó en Rusia como “pan y espectáculo”, хлеба и зрелищ.
Para que el circenses llegara a la mayor cantidad de ciudadanos posible, el emperador Vespasiano –Tito Flavio Vespasiano– mandó construir un enorme anfiteatro fijo. Corría el año 72 –sí, así, sin más números, el 72– y el lugar elegido fue el terreno de la destruida Domus Aurea de Nerón. Ocho años después finalizaron las obras.
Vespasiano no pudo disfrutar de su legado, murió un año antes de que se terminara el edificio. Su hijo y sucesor, Tito, organizó unos juegos para su inauguración que duraron nada más y nada menos que ¡100 días con sus 100 noches! Si te paras a pensar, sería como si la fiesta de tu pueblo durara algo más de tres meses. De acuerdo que no había una cada año, pero… ¡más de tres meses de juegos! Y ya hemos dicho que no fueron los más largos.
El Coliseo de Roma se inauguró cuarenta años antes de que comenzaran las obras de otro icono de la ciudad, el Panteón de Agripa, y más de medio siglo antes de otro de los edificios imperiales de la ciudad: la mole de Adriano, el actual Castel Sant’Angelo.
El Coliseo tras el Imperio Romano
Con la caída del Imperio Romano quedó abandonado. El último espectáculo que tuvo lugar en el Coliseo data del año 523 –casi 450 años de uso ininterrumpido–. No fue hasta el siglo XII cuando se le volvió a dar uso como fortaleza de la familia Frangipani.
Un fuerte terremoto en 1349 derrumbó la pared externa del lado sur y fue entonces cuando comenzó su expolio. Primero de los bloques caídos y después directamente arrancándolos de las paredes, junto con el bronce de las abrazaderas que sujetaban la mampostería. Sus bloques de travertino y su mármol fueron utilizados para construir grandes palacios romanos como el Palazzo Venezia, el Palazzo Barberini –hay un dicho romano que reza: Quod non fecerunt Barbari, fecerunt Barberini, lo que no hicieron los bárbaros, lo hicieron los Barberini– o el Palazzo Cancelleria.
El expolio no acabó hasta mediados del siglo XVIII, cuando el Papa Benedicto XIV consagró el Coliseo como lugar santo en memoria de los mártires cristianos allí ejecutados. Encontrarás la cruz que recuerda el hecho junto a la arena.
Ave César, los que van a disfrutar del Coliseo te saludan.
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