La Ruta de la Seda y Samarcanda, Uzbekistán está de moda. En realidad, lo está desde hace años –tampoco vamos a decir que nosotros lo descubrimos cuando lo visitamos en 2011–. Aunque, ¿sabes qué ver en Uzbekistán además de Samarcanda? Cierto es que, la plaza Registan, así es como se llama esa plaza de Samarcanda que aparece en todas las fotos, ya justifica el viaje por sí sola, pero deja que te descubramos otras maravillas de esta república de Asia Central.
Vaya por delante que nosotros visitamos el país a finales de febrero con temperaturas que, en el desierto, alcanzaron los ¡veinte grados bajo cero! Eso condicionó un poco los lugares que visitamos en nuestras dos semanas de viaje por Uzbekistán. Además de que, como siempre cuando hacemos nuestros listados, son completamente subjetivos. Si se te ocurre un lugar que no mencionemos y que debería estar, no dudes en decírnoslo en los comentarios. Siempre está bien tener motivos para volver a un lugar conocido.
Kyzyl Kum, el desierto que tienes que ver en Uzbekistán
De acuerdo, podría decirse que es “sólo” un desierto más… pero es que nos encantan los desiertos. Por si fuera poco, el desierto de Kyzyl Kum en la región de Karakalpakistán, está lleno de restos de antiguas fortalezas –algunas del siglo IV a. C.–. Son las “kalas”: Guldursun Kala, Toprak Kala, Qizil Kala…
Una razón más para incluir este desierto entre los lugares que ver en Uzbekistán: aquí puedes pasar una noche en una auténtica yurta. Las tiendas de los antiguos pueblos nómadas de Asia Central, que todavía se siguen usando en Mongolia. Eso sí, hacerlo en pleno mes de febrero puede que no sea una idea tan buena… te lo contamos en nuestro artículo Dormir en una yurta en el desierto de Uzbekistán, Kyzyl Kum.
Ayaz Kala: la fortaleza del desierto
La más grande de las fortalezas del desierto Kyzyl Kum es Ayaz Kala. Tres fortalezas en una: la más antigua, denominada Ayaz Kala 1, del siglo IV a. C.; Ayaz Kala 2, construida entre los siglos VI y VIII; y la tercera, Ayaz Kala 3, de los siglos I o II. Sí, ¡no tuvieron mucha creatividad al darles nombre!
Gigantescos restos de estructuras defensivas en mitad de un desierto que, hace siglos, era un vergel pantanoso –hay quien sitúa aquí el Jardín del Edén, no decimos más–. Desde lo alto de Ayaz Kala 1, la mejor conservada, hay una panorámica fantástica del campamento de yurtas y de todo el desierto de Kyzyl Kum. Aunque la vista de la propia Ayaz Kala 1 surgiendo de un desierto con nieve tampoco tiene desperdicio. Eso sí, hay que ir en febrero para disfrutarla.
La ciudad amurallada de Jiva: Itchan Kala
La primera de las ciudades de la Ruta de la Seda en Uzbekistán; un oasis en mitad del desierto; la más impresionante de las fortalezas de Kyzyl Kum… Esto y más es Jiva. Bueno, sobre todo su ciudad amurallada: Itchan Kala, Patrimonio de la Humanidad desde 1990.
Atravesar sus murallas de adobe es adentrarse en una ciudad islámica de hace cinco siglos o más. Desde las calles estrechas hasta las madrazas. Desde el fuerte de Kukhna, con el mirador desde donde sacar la foto más clásica de Itchan Kala –déjate convencer por la guardesa y sube esos escalones, lo agradecerás–, hasta las 218 columnas de la mezquita Juma. Desde el antiguo bazar de esclavos hasta los museos. Dos días enteros pasamos en la ciudad, hasta “gastar” el billete turístico que da acceso a todos los lugares que visitar en Jiva.
¿Sabías que…?
La región de Jiva era conocida como Khorezm y sus habitantes se denominaban khorezmi. Este dato explica el nombre del gran matemático, astrónomo y geógrafo Al-Khorezmi que era originario de la zona. Puede que Al-Khorezmi no te diga nada porque en España se conoce como Al-Juarismi –por su pronunciación–. De su nombre derivan palabras como algoritmo, guarismo y álgebra, de la que es considerado el padre. El uso de los números tal y como los conocemos en el mundo occidental tenemos que agradecérselo a él.
Bujará: la ciudad histórica desconocida de Uzbekistán
Como Itchan Kala, Bujará también forma parte del listado del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO. También como ella, es poco conocida en un país en el que Samarcanda se lleva toda la fama.
Bujará fue, durante siglos, el mayor centro de la cultura islámica de Asia Central. Sus madrazas, como Kukeldash –la mayor escuela islámica de toda la zona–, la de Ulugh Beg o la de Abdul Aziz Kan, son testigo de ello. Donde hay madrazas, también hay mezquitas. En Bujará destaca la mezquita de Kalon con su minarete. Construido en 1127 era, en ese momento, el edificio más alto de toda Asia Central con sus 47 metros de altura.
Pero también fue parada de la Ruta de la Seda. Tres son los bazares que todavía perviven en la ciudad: Taki-Sarrafon, el bazar de las monedas; Taki-Telpak Furushon, el de los gorros; y Taki-Zargaron, el de las joyas.
Samarcanda: la joya de la corona
Samarcanda es, sin duda, la ciudad –y el lugar en general– más conocida de Uzbekistán. Aunque en muchos casos sólo por su nombre y el exotismo que evoca, sin que se sepa situar en un mapa. Es mencionarla y pensar en cuentos de Las mil y una noches, en fastuosos palacios, en grandes caravanas de comerciantes… Pero, ¿merece la pena visitar Samarcanda o es mejor mantener ese halo de misterio y encanto? La respuesta es evidente: merece la pena, por muy altas que fueran tus expectativas, Samarcanda no te defraudará nunca.
¿Sabías que…?
Tamerlán, del que poco se sabe en esta parte del mundo, fue el amo y señor de un imperio, llamado imperio Timúrida, que se extendía, allá por el siglo XV, por los actuales Uzbekistán, Kirguistán, Tajikistán, Turkmenistán, Afganistán, Pakistán, Irán, Azerbaiyán, Armenia, Georgia y parte de Irak, Siria y Turquía. Su corte estaba aquí, en Samarcanda.
Su poder, en aquel entonces, era tal que el rey Enrique III de Castilla envió a Samarcanda, en 1403, una embajada formada por Ruy González de Clavijo, Alfonso Páez de Santamaría y Gómez de Salazar. La narración de ese viaje dio lugar al libro Embajada a Tamorlán.
Uno de los descendientes directos de Tamerlán, Akbar, mandó construir la ciudad de Fatehpur Sikri y, otro de ellos, Shah Jahan I, legó al mundo la maravilla del Taj Mahal en Agra.
Empezando por el mausoleo de Gur-e-Amir y acabando por Zhah-i-Zinda, la visita a Samarcanda está ligada al imperio Timúrida y a la religión. En el mausoleo están enterrados Tamerlán, dos de sus hijos y dos de sus nietos, entre ellos Ulugh Beg. Zhah-i-Zinda, la “tumba del rey viviente”, es un complejo de estancias alrededor de la sepultura de Qusam Ibn Abbas, un primo del profeta Mahoma. Por supuesto, madrazas, mezquitas y minaretes tampoco faltan en la ciudad. Eso sí, la modernidad también ha llegado a Samarcanda, con grandes avenidas, feos edificios funcionales y mucho tráfico.
En la antigua Maracanda, a unos dos kilómetros de la actual Samarcanda, se encuentra el museo-observatorio de Ulugh Beg. Delante del museo se alza una estatua del propio Ulugh Beg en la que siempre encontrarás una pareja de novios uzbecos haciéndose fotos de boda.
La plaza Registan, la belleza de la arquitectura musulmana
Tres, nada menos que tres, enormes madrazas forman la plaza Registan de Samarcanda. No preguntes qué hay en el cuarto lado… es una enorme avenida llena de coches.
A la izquierda la madraza de Ulugh Beg, la más antigua de las tres, del siglo XV. Un par de siglos después la replicaron. La central es la madraza de Tilla-Kari, literalmente cubierta de oro. A la derecha, la madraza de Sher Dor, la madraza del León –no te compliques, los “leones” de la fachada parecen más tigres que otra cosa, pero…–.
Si tienes oportunidad, acércate a la plaza a la puesta de sol, los tonos dorados harán que las cúpulas azules resalten todavía más en lo alto. A esa hora, al atardecer, puede que te encuentres con grupos de uzbekos que celebran cualquier cosa y acabes en una sesión de fotos con ellos y sus ushankas, como nos pasó a nosotros.
Shakhrisyabz: presentado tus respetos a Tamerlán
Era en Shakhrisyabz donde Tamerlán se había hecho construir un mausoleo para ser enterrado. ¿No estaba en Samarcanda? Sí. Cuando murió, camino de conquistar China, el paso entre Samarcanda y Shakhrisyabz estaba cerrado y lo enterraron en la capital.
El paso estaba cerrado entonces y casi lo encontramos cerrado nosotros también. Nada más salir de la capital, en taxi compartido, se puso a nevar y salvar el puerto de montaña se convirtió en una angustia. Bueno, angustia para nosotros porque el conductor, a pesar de que no se veían las líneas en la carretera tapadas por la nieve y de que el limpiaparabrisas no funcionaba, iba tan relajado.
Además del mausoleo, en Shakhrisyabz se encuentran los restos del palacio de Ak-Saray, construido para conmemorar la victoria de Tamerlán en Khorezm. Su entrada tenía un arco de 22 metros de altura y fue decorado por los mejores artesanos de Jiva. Junto al palacio, hay una estatua de Tamerlán frente a la que, como con la de Ulugh Beg, siempre hay parejas de novios haciéndose fotos de boda. Siempre es siempre, ¡que estaba nevando y había cola para posar con el emperador!
La cripta de Tamerlan se encuentra en el complejo de Khazrati-Iman y, al menos cuando la visitamos nosotros, era un poco complicado encontrar la puerta de acceso.
Urgut: el bazar que hay que ver en Uzbekistán
Urgut se viste de bazar en domingo. Después de visitar los edificios de los antiguos bazares de Jiva y Bujará y de los mercados de Samarcanda y Shakhrisyabz, queríamos vivir la experiencia de un día de mercado callejero.
Prepárate para un buen atasco. El bazar de Urgut es un acontecimiento y se llena de gente que viene en coche. Comida, ropa, baúles, zapatos, utensilios de cocina, de fontanería, de electricidad… pero también joyas, alfombras y bordados. Una experiencia que no olvidarás tras perderte por las calles y callejuelas de una ciudad dentro de la ciudad.
El valle de Fergana: frenados por la guerra
Uzbekistán es un país tranquilo, excepto en las zonas fronterizas. Pocas ganas teníamos de acercarnos a la frontera afgana –por aquel entonces en guerra–, a la turkmena –cerrada cuando viajamos nosotros– o a la kirguís, donde se encuentra el valle de Fergana. Una guerra, que nunca nos quedó claro si había sido declarada, desaconsejaba el viaje…
Los talleres de seda y la arquitectura musulmana tendrían que esperar a mejor ocasión, por lo menos según la web del Ministerio de Asuntos Exteriores.
Mar de Aral: la destrucción provocada por el hombre
El mar de Aral se encuentra entre Uzbekistán y Kazajistán. Es un mar interior creado por la desembocadura en una llanura de los ríos Amu Daria y Sir Daria. Su agua ha sido esquilmada a lo largo del tiempo sin ningún control, lo que ha llevado a su práctica desaparición. Hablamos del que fuera uno de los cuatro lagos más grandes del mundo, con 68 000 km2, de los que hoy quedan menos del 10%.
El invierno no es la mejor época para cruzar la llanura de Asia Central y tuvimos que dejar para otra ocasión la foto en la que constatáramos el destrozo que el ser humano es capaz de provocar en la naturaleza.
Comer plov
Un extra que no puedes dejar de disfrutar en tu viaje –incluso podríamos decir que es una de las cosas que ver en Uzbekistán, justo antes de comérselo– es de un buen plato de plov. El plato típico uzbeko, inscrito en la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad de la UNESCO. Te explicamos en qué consiste en nuestro artículo El plov, el plato típico de la cocina de Uzbekistán.
La Ruta de la Seda pero también el Imperio Timúrida, la arquitectura islámica, la historia… hay tanto que ver en Uzbekistán que no deberías esperar más para ir a visitarlo.
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