¿Sabías que Belorado, un pequeño pueblo de la provincia de Burgos, fue el único lugar de España donde se conmemoró el centenario de la primera guerra mundial? Sí, en Belorado, en pleno Camino de Santiago, final de la primera etapa del camino en Castilla y León. ¿Por qué? Porque en el Museo internacional de radiotransmisión Inocencio Bocanegra de Belorado se encuentra la mayor réplica de una trinchera de la primera guerra mundial de Europa. Pero no es ésa la única sorpresa –una de las que encontré en un fin de semana en Burgos– que esconde el museo, comenzando por el propio edificio en el que se encuentra.
Foto: Como en casa en cualquier lugar
El silo de Belorado
Durante años, los silos se hicieron un hueco en el paisaje rural de España. Nada menos que 968 se construyeron para almacenar el grano y nada menos que 968 se abandonaron poco a poco dejándolos poco menos que derrumbarse. El silo de Belorado es el único rehabilitado íntegramente. En él, además de aprender sobre su funcionamiento –porque estos edificios no sólo almacenaban el grano, también se utilizaban para facilitar su distribución por medio camiones y para evitar que se pudriera–, se encuentra la colección privada de instrumentos de radiotransmisión de Inocencio Bocanegra.
El Museo internacional de radiotransmisión Inocencio Bocanegra
La primera sorpresa que uno se lleva cuando se acerca al Museo internacional de radiotransmisión Inocencio Bocanegra de Belorado está en la entrada: una reproducción a tamaño real del famoso checkpoint Charlie de Berlín y un tanque M-60 Patton ATTS perfectamente restaurado y visitable donado por el ejército. El ayuntamiento de Belorado está en conversaciones con el de Berlín para poder contar con un trozo real de muro.
Un traje de cosmonauta –los soviéticos eran cosmonautas, mientras que los estadounidenses eran astronautas–, la radio que acompañó a Little Boy en el Enola Gay o la que emitió la señal de SOS desde el Titanic –mismos modelos–, el equipo en que se grabó por primera vez a Elvis Presley, la radio que retransmitió la rendición japonesa y la alemana en la segunda guerra mundial, visores nocturnos utilizados en la guerra del golfo, máscaras antigás, equipos espías de grabación de sonido… Hasta 450 piezas, todas originales –modelos iguales a los usados, de la misma época– y en perfecto estado de funcionamiento. Se trata de una de las tres colecciones expuestas a nivel público más importantes de Europa. También hay equipos utilizados en aeropuertos, en barcos, en aviones, incluso el utilizado en el Canal de Suez. Una de las cinco colecciones de este tipo más importantes de Europa.
Si eres un apasionado de la electrónica o de la radiotrasmisión habrá que sacarte a rastras, pero si “sólo” eres un curioso de la historia también pasarás un rato fantástico leyendo los paneles que acompañan a cada equipo y pensando en la de cosas que se dijeron, escucharon o grabaron en sus “hermanos”.
¿Sabías que el sonido del SMS de Nokia no es más que las letras ese, eme y ese en morse? ¿O que el sonido del gol en la radio son las letras ge, o y ele también en morse? Éstas son algunas curiosidades más que aprenderás en el museo. Seguro que no esperabas darte de bruces con un casco como el que utilizó Gagarin en su primer paseo espacial, pero detrás de una puerta llegan más sorpresas…
La trinchera de la primera guerra mundial
Crear el museo de la radiotransmisión está bien, pero demostrar su uso en un momento crítico de la historia está mejor. La radiotransmisión se inventó a principios del siglo XX y fue durante la primera guerra mundial cuando se evolucionó por razones tristes pero obvias. Así que en Belorado pidieron ayuda al ejército de tierra para que les construyeran una réplica de una trinchera de la primera guerra mundial junto al silo del museo –todos los años construyen una durante sus maniobras–. Y, puestos a construir, pues las más grandes de Europa, con 619 m2.
Es una réplica muy real, aunque para poder tener permiso de actividad turística tuvieron que ser controladas por un aparejador. Eso hace que las puertas sean altas y amplias y que todas tengan la misma forma, cosa que no pasaba en las trincheras reales. Pero los materiales de construcción y la forma –dos líneas, la de combate con las escaleras para salir al campo de batalla y los puestos de control, y la de abastecimiento con las barracones, el hospital, las cocinas y el centro de mando– son reales, como podrían haber sido los de una trinchera del lado británico de 1917.
Si entrar en una trinchera ya hace que se te ponga la piel de gallina, imagina lo que debe ser vivir un living history. ¿Un living history? Sí, así se denominan las recreaciones históricas en las que los personajes, los roles y las ropas son originales. Ya se han desarrollado varios en el museo, con “tropas aliadas y del eje” –miembros de la asociación Imperial Services– que pasan dos o tres días viviendo en la trinchera: durmiendo en las literas, cocinando en los fuegos y acompañando a los visitantes de un lado a otro explicándoles el funcionamiento mientras lo llevan a un viaje al pasado.
Cómo llegar: Sólo se permite la visita guiada, con lo que hay que ir a la oficina de turismo de Belorado, Plaza Mayor, 1
Horarios: de miércoles a domingo de 12 a 16 –de octubre a abril– y hasta las 17 –de mayo a septiembre–
Precios: 3 €, si estás haciendo el camino de Santiago y te quedas en Belorado pregunta por los descuentos.
Una sorpresa tras otra en este pequeño municipio burgalés de poco más de 2.000 habitantes en el que encontrar un tanque, un traje espacial y una trinchera en un museo.
Aquí tienes el resto de sorpresas del fin de semana en Burgos
