Siguiendo con nuestro turismo cerca de Barcelona, una vez superada Badalona, nos encontramos con la comarca del Maresme. Se trata de la zona costera que va desde Badalona hasta Blanes –sin incluir ninguna de las ciudades–. Como somos muy dados a poner nombre a cada trozo de costa a lo largo del litoral, pues nos encontramos con la Costa del Maresme. Pero tranquilos, que no sólo hay arena, sal y playa –hay que decir que unas preciosas playas de todas formas– también hay viñas, naturaleza –en el Parque de la Serralada de Marina y en el Parque de la Serralada Litoral– y pueblos de monte, no llegan a la categoría de montaña.
El paseo será corto, pero servirá para que os entren ganas de visitar la zona. Como pasaba con Badalona, la cercanía a la Ciudad Condal hace que esta comarca sea poco conocida turísticamente –sobre todo fuera de Cataluña– pero también hace que sea muy fácil llegar hasta allí tanto en tren como en autobús, perfecto para excursiones desde Barcelona.
Comunicaciones en la comarca del Maresme
Es pregunta de concurso y hecho histórico que se menciona miles de veces… pero allá va: la primera línea de ferrocarril en España unía Barcelona con Mataró allá por 1848. ¿Y qué quiere decir esto? Pues, teniendo en cuenta que Mataró es la capital del Maresme… blanco y en botella. Si ya en 1848 se podía llegar en tren, ¿qué no se podrá hacer hoy en día? De hecho, el crecimiento de Barcelona, Badalona y algunos municipios de la costa del Maresme, han hecho que haya un enorme “paseo marítimo” desde la capital catalana hasta Premiá de Mar. No tenéis excusa para no llegar hasta allí.
No sólo en el Caribe había piratas hace siglos, en el Mediterráneo también campaban a sus anchas algunas banderas de calaveras con tibias cruzadas. Éste es el motivo por el que hay pueblos de monte en el Maresme en lugar de estar todos en la costa: era peligroso por causa de los ataques. Pero cuando la situación se tranquilizó, muchos decidieron bajar a las costas y vivir más cerca de su trabajo –los pescadores siempre han estado–. Así aparecieron los “de Mar” –Arenys de Mar, Premiá de Mar, Vilassar de Mar…– en contraposición a los de “de Munt”, de Monte –Arenys de Munt–, o a los “de Dalt”, del Alto –Premiá de Dalt o Vilassar de Dalt–. Así que, atentos a los nombres, no vayáis a aparecer en el monte con la sombrilla y las sandalias.
Comer en el Maresme
Como no podía ser de otra forma, la gastronomía de la comarca del Maresme tiene mucho sabor a mar: pescados y mariscos.
Fue en la Fonda Marina, en Montgat, donde descubrí la existencia de un arroz a mi medida: paella del Senyoret, del señorito. Una paella en la que no hay que preocuparse por quitar nada de lo que arrastre tu tenedor, todo está limpio y sin cáscaras. Una delicia, no sólo para el gusto, sino también para el olfato. Acercar la nariz al plato y oler el mar era todo uno… y no es porque el mar esté al otro lado de la carretera –y de la vía del tren, que en toda esta zona circula pegada a la costa creando una especie de frontera artificial–, es porque ese arroz olía al ruido de las olas y al sabor de la sal en la piel. Sin olvidar un delicioso salmón marinado.
Otro de los lugares en los que disfrutar de la comida de mar en el Maresme es el restaurante Pòsit en Arenys de Mar: arroz caldoso, lubina al horno, boquerones, calamares, langostas, centollos… en el mismo puerto. Tan cerca del mar, que cuentan con viveros propios de agua marina.
Vinos con denominación de origen Alella
Pensar en vinos en la provincia de Barcelona es sinónimo del Penedès, pero, al igual que pasa con la fama de la capital, la fama del Penedès opaca otras denominaciones de origen. En la comarca del Maresme, y en el Vallès Oriental, el vino se llama Alella. Y las vides cubren las laderas de los montes asomándose a la costa. Son bodegas, en su mayoría pequeñas y con poca, pero cuidada producción.
No es algo que haya comenzado hace poco, de hecho, se puede visitar una bodega romana en Teià, la de Valmora que estaba en funcionamiento ya en el siglo I a.C. Pero es ahora cuando, además de dedicarse a la producción vitivinícola, se están abriendo al enoturismo. Como la bodega Alta Alella, con unas 350.000 botellas al año en sus 50 hectáreas, que además de una cuidada selección de vinos de agricultura ecológica, también ofrece paseos entre sus viñas a pie, a caballo, en todoterreno o en segway; cocina de autor; catas… incluso conciertos, clases de yoga o vuelos en helicóptero desde la Ciudad Condal.
Vamos a la playa en Santa Susana
Pero, para comer y beber tan bien, tenemos que habérnoslo ganado antes… haciendo ejercicio. No podíamos dejar la comarca del Maresme sin pasar por su costa. Allá que fuimos, a Santa Susana y su estación náutica –junto con la de Vilanova i la Geltrú, las únicas de Barcelona–. Vela, kayak, moto acuática… y todo lo que se os pueda ocurrir en el agua y en la arena –como castillos inflables para los niños–. Nosotros nos quedamos con las ganas de saltar en el castillo, pero disfrutamos acelerando en la moto de agua –un poco más inestable de lo que pensábamos… aunque parezca extraño lo fácil es volcar con la moto parada– y navegando con el catamarán.
Cuenta con los sellos de Turismo Familiar y Destino Deportivo, así que nadie se aburrirá, ni de día, ni de noche. Ah, y los que sepan montar en bici –no como yo– también podrán aprovecharse del Centro BTT.
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