Estar a poco más de 10 km de una ciudad como Barcelona es, a primera vista, algo muy positivo: todos los servicios de la gran ciudad están a menos de media hora en coche, tienes una vida tranquila –a pesar de sus más de 200.000 habitantes– , menos estrés… Todo parece perfecto, excepto desde el punto de vista del turismo. Con todo lo que tiene que ofrecer la ciudad que recibe más turistas de España, ¿cuántos de ellos saben que existe Badalona? Son muchas las cosas que hacer y que ver en Badalona, os dejamos unas cuantas de las que hicimos en nuestra escapada por los alrededores de Barcelona.
Baetulo, el origen de Badalona
Cuando hablamos de Badalona no tenemos que pensar en una de esas típicas ciudades dormitorio creadas en las cercanías de grandes metrópolis. Podría parecerlo, pero nos estaríamos equivocando. Fueron los romanos los que fundaron Baetulo en el siglo I a.C., pero es incluso más antigua. La fundaron sobre antiguos asentamientos que comenzaron allá por el año 3.500 a.C.
La ciudad está orgullosa de su pasado romano –como para no estarlo– y lo exhibe. Además de en el Museo de Badalona, construido para ello, también se puede ver en otros emplazamientos protegidos.
El ilustre Vicente Bosch y el Anís del Mono
Nuestra visita comenzó en la puerta de la destilería del señor Vicente Bosch. Un badalonés que, si bien no demasiado conocido, colocó una botella de su bebida en cada casa del país. Él creó el Anís del Mono. ¿Quién no ha rascado la botella de Anís del Mono en Navidad? Por cierto, ahora puedes hacerlo digitalmente, hay una aplicación para iPhone y Android con la que meter la botella en tu móvil.
La destilería sigue en el mismo sitio, al lado del paseo marítimo de Badalona, desde su fundación en 1870 y es el único lugar en el que se produce el famoso anís. Unos cuatro millones de litros al año que se exportan a medio mundo. No nos quedamos en la entrada, como tampoco deberíais hacer vosotros, y así pudimos admirar las salas de destilación, el archivo y el despacho del gerente, además de conocer algunas curiosidades de la marca. Eso sí, no hay cata al final. Las visitas se organizan a través del Museo de la ciudad.
Y, ¿por qué un mono? Pues no se sabe… La destilería producía en sus orígenes, además de anís, cava, aguardiente, vino… Cada uno llevaba un animal en su etiqueta, pero fue el mono –el del anís– el que acabó por triunfar. Puede que el hecho de que hubiera de verdad un mono –regalo desde América– en el patio de la destilería influyera. De hecho, en la famosa etiqueta de Anís del Mono, no aparece el texto “anís del mono” por ningún sitio. El nombre original era, y sigue siendo, «Anisado refinado Vicente Bosch», y tuvo que añadirse otra pequeña etiqueta encima en donde se puede leer «Anís del mono». Otra curiosidad de la etiqueta es que tiene un error. Si os fijáis bien, se puede leer «DESTILLACIÓN». Nunca se arregló y, gracias a eso, se descubrió una imitación que se estaba vendiendo en América. Ellos no copiaron el error de la etiqueta.
Por otra parte, el diseño de la botella es lo que parece: un antiguo frasco de perfume. Un perfume de París nada menos, que el señor Bosch compró para su mujer. Tanto le gustó el diseño de la botella, que compró la patente para su anís.
¿Sabías que…?
El diseño de la botella y de la etiqueta del anís del mono es tan icónico que hasta está expuesto en museos, como el Museo de artes decorativas de Madrid.
Lo de Darwin… Sí, ¿cómo? ¿no os habíais dado cuenta? El mono de la etiqueta tiene los rasgos del famoso naturalista inglés que acababa de presentar su teoría de la evolución. A pesar de que Vicente Bosch murió hace “poco”, en 1907, no se sabe si usar los rasgos de Darwin era un homenaje o una burla.
Como homenaje, esta vez al anís del mono, está la estatua del mono sentado en el comienzo del puente del petróleo, a pocos metros de la entrada de la destilería.
El puente del petróleo, pont del petroli
Si la destilería de Anís del Mono sigue en el mismo sitio, no se puede decir lo mismo de la refinería de petróleo. Hablamos de la primera refinería de petróleo de España, en 1879. La situación de la ciudad entre Barcelona y Mataró la convirtió en una de las paradas del primer tren de España, 1848. El tren, el mar, las carreteras, ayudaron a industrializar Badalona y se llegó a construir la refinería de petróleo, de la empresa que acabaría por ser CAMPSA. Para cargar y descargar los barcos se utilizaba el puente del petróleo. Una construcción que se adentraba en el mar y que se ha convertido en un símbolo para la ciudad.
Con los años fue haciéndose más largo y acabó por llegar a los 250 metros de longitud. En el momento en que desapareció la refinería se pensó en desmontar pero se acabó por salvar e integrar en el paseo marítimo como una atracción más de Badalona. Desde su terraza final, se puede disfrutar de una impresionante panorámica de la ciudad y del norte de Barcelona. Pero es bajo el propio puente donde se encuentra el mayor tesoro: una vida submarina muy activa, incluso con una colonia de caballitos de mar. Ya sabéis, si pasáis por aquí y os gusta el buceo, no podéis dejar de poneros las aletas.
Más Badalona
Monasterios góticos, poblados ibéricos, castillos, masías, modernismo, fiestas… todo eso se puede encontrar también en Badalona. Y, si lo que os gusta es el deporte, aquí está la Penya, probablemente una de las primeras cosas que os haya venido a la cabeza: el equipo de baloncesto, el Club Joventut Badalona.
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