Uruguay es un país todo por descubrir, prueba de ello son las 10 de las experiencias que aquí os relatamos. Las vivimos en nuestro recorrido por el sur (Colonia del Sacramento y Montevideo) y el interior (Tacuarembó y cercanías) del país, nos falta la costa a la que esperamos ir más adelante. No conseguíamos hacer un ranking así que la lista sigue simplemente el orden cronológico en el que vivimos las distintas experiencias. No son extrictamente 10 cosas que hacer en Uruguay porque algunas fueron fruto de la casualidad y del momento y no pensamos que se puedan repetir, pero se puede intentar…
Disfrutar de la puesta de sol en Colonia del Sacramento
Colonia del Sacramento, punto de entrada a Uruguay desde Buenos Aires en Buquebús y ciudad declarada Patrimonio Mundial por la UNESCO, es una de las estrellas del turismo uruguayo. Fundada por los portugueses en 1680, fue el primer asentamiento europeo del actual territorio uruguayo, convirtiéndose así en la ciudad más antigua del país. El menudo casco antiguo, con sus pequeñas e irregulares calles adoquinadas, no tendrá bellezas arquitectónicas comparables a las de los pueblos del Viejo Continente en los que probablemente se inspirase, pero sí tiene su particular encanto. Un encanto que se intensifica al bajar el Sol, cuando los últimos rayos del día enrojecen el Río de la Plata con la vista, a lo lejos, de los rascacielos de Puerto Madero en Buenos Aires. La puesta de sol se puede admirar desde el faro o desde la misma costa del río, en el que los más valientes se pueden incluso bañar (¡el agua es marrón!).
Comer un chivito en un puesto callejero
Dos lonchas de pan separadas nada más y nada menos que por un filete de carne de vacuno, jamón cocido, bacon, queso (normalmente mozzarella o, como la llaman ellos, muzzarella), lechuga, tomate, huevo frito y salsas varias. Esto es el chivito. Un clásico de la gastronomía del país que no se puede dejar de probar, ¡aunque luego haya que ponerse a dieta y hacerse un análisis para controlarse el nivel de colesterol! Además, es una opción de comida relativamente barata –unos 6 euros en los puestos callejeros, más en los restaurantes donde se suele acompañar con patatas fritas o ensaladilla rusa– en un país carísimo.
Dar un paseo por la feria de Tristán Narvaja de Montevideo
Dar un paseo por la feria de Tristán Narvaja, es algo que todo el mundo debería hacer en Montevideo. Que intenten robarte, y que salga un superhéroe a pegar al villano lo hace todavía más especial.
En la feria dominical que se encuentra alrededor de la calle Tristán Narvaja de Montevideo se puede encontrar de todo: es el típico mercado de las pulgas en el que hay desde cosas interesantes, incluidas incluso algunas antigüedades, hasta chismes de todo tipo. También hay comida a buen precio: es la posibilidad de comprar a precios un poco mejores en un país tan caro. Fue aquí donde a JAAC le abrieron la mochila e intentaron robarle. Ibamos preparados y allí no había nada de valor: sólo la libreta y el agua, pero eso no lo sabían el ladrón ni el superhéroe que apareció de repente para darle un buen puñetazo. Nosotros no nos dimos cuenta de nada –de hecho no habíamos entendido la razón de la pelea– hasta que el superhéroe no nos dijo que tuviéramos cuidado y que habían intentado robarnos… ¡Una experiencia más!
Visitar un museo ubicado en una antigua cárcel
El recién estrenado Espacio de Arte Contemporáneo de Montevideo –fue inaugurado en 2010– se encuentra en una de las alas de la antigua cárcel de Miguelete. Las obras de arte contemporáneo se encuentran ubicadas en algunas de las antiguas celdas y la parte restaurada y rehabilitada para el museo está separada del resto por un cristal a través del cual se puede observar el resto del edificio abandonado. Escalofriante.
Disfrutar con todos los sentidos (o casi) del Mercado del Puerto de Montevideo
Ubicado en la ciudad vieja, se inauguró en la segunda mitad del siglo XIX como mercado en el que se vendían las frutas, verduras y carnes que llegaban en los buques del cercano puerto. Al cabo de los años, los puestos del mercado de abastos pasaron a transformarse en puestos de comida y hoy en día el Mercado del Puerto es un verdadero complejo gastronómico especializado en carne. Decenas de puesto en los que los cocineros preparan deliciosos asados, o sea carne a la parrilla. Y allí que fuimos, acompañados además por un local, Andrés de Bitacoras de Viaje. Una delicia para los sentidos: la «melodía» de la carne chisporroteando en las parrillas, su intenso olor, el maravilloso aspecto y, como no, su sabor. Bueno, de éste último no tenemos pruebas, nuestro ajustado presupuesto nos impidió disfrutar del asado en el mercado del puerto, decidimos hacerlo en algún sitio menos «a la moda».
Maravillarse ante el culto al mate en un paseo dominical por la Rambla
En la Rambla, el paseo marítimo de Montevideo, todos los fines de semana se reúnen todo tipo de habitantes de la capital uruguaya: mayores que juegan a las cartas, jóvenes escuchando músicas con sus cascos, deportistas corriendo, dueños con sus mascotas, señoras con sus bolsas de la compra… Gente de todas las edades, clases sociales y estilos de vidas unidas sólo por dos cosas: su termo y su mate. Nos sorprendió a ver gente tan diferente unida por una bebida que es tradición y actualidad al mismo tiempo. No por nada los uruguayos son los mayores consumidores de mate del mundo, con un consumo que supera el de todas los refrescos juntos.
Comer un asado en el país de los gauchos y la carne
Los uruguayos son los mayores consumidores de carne del mundo, llegando a casi 100 kg per cápita al año. Así que ir a Uruguay y no comer un típico «asado» sería imperdonable. Después de dejar la oportunidad de probarlo en el Mercado del Puerto de Montevideo, no podíamos resistirnos más y cayó en Tacuarembó, en el restaurante La Rueda. No defraudó desde luego, aunque los chinchulines no llegaron a cautivarnos.
Disfrutar de la naturaleza en Tacuarembó y cercanías
La naturaleza y la tranquilidad de Tacuarembó nos cautivaron tanto que les dedicamos una entrada entera.
Hacer autostop, o, como lo llaman allí, «dedo»
La primera experiencia con el autostop en Uruguay llegó por casualidad. De vuelta del Valle Edén, camino a Tacuarembó, paramos un camión de noche pensando que se trataba del autobús. El conductor estaba encantado de tener algo de compañía y nosotros de que nos contara de su vida. Contentos de la experiencia, un par de días después, camino a Salto, en la frontera con Argentina, intentamos que nos llevara algún coche. No fue fácil porque esa carretera casi no estaba transitada pero allí llegó Fernando, un ganadero argentino que iba hacia su casa. En el camino encontramos gauchos con sus vacas, JAAC aprendió a cebar el mate para Fernando y hubo tiempo para que nos contara muchas historias interesantes sobre su país y sobre Uruguay. Dos grandes experiencias. Como el couchsurfing, el autostop, aparte de ayudarte a ahorrar dinero, es la manera perfecta para conocer un país de la forma más auténtica: de la mano de su gente. Y en Uruguay desde luego lo mejor que hay son los uruguayos: gente amable, siempre con ganas de charlar y dispuesta a echarte una mano cuando lo necesites.
Ir a la radio local para buscar un coche y acabar siendo entrevistados en directo
El día antes de subir al coche de Fernando hicimos otro pequeño recorrido en autostop para llegar desde el Balneario Iporá hasta Tacuarembó. Desde allí, nuestra intención era ir a Salto pero ese día no había autobuses y se lo comentamos a la simpática familia que nos llevó en coche. Fueron ellos quienes nos dijeron que podíamos preguntar por la radio local si alguien iba hacia Salto para que pudiera llevarnos. Nos sorprendimos un poco pero no podíamos dejar escapar la ocasión. Además, nos dejaron en la misma puerta de la radio, así que entramos y efectivamente intentaron ayudarnos pidiendo al locutor que pasara el mensaje. A los 20 minutos nadie había llamado. Al despedirnos, la chica con la que habíamos hablado nos preguntó si habíamos ido a la otra emisora, Radio Zorrilla San Martín. Estaba de camino a la carretera a donde pensábamos ir para hacer dedo así que también fuimos. Y allí llegó lo bueno: nos hicieron subir una escalera y entrar, con las mochilas y todo, en el estudio donde estaban emitiendo el programa en directo. Lo demás no os lo cuento, podéis verlo directamente en el video. En cualquier caso, nadie llamó pero, como llovía como si se acabara el mundo, nos quedamos en la radio y… ¡nos volvieron a entrevistar en otro programa de la tarde! No conseguimos el coche (por eso fuimos a la carretera al día siguiente, cuando encontramos a Fernando) pero la experiencia fue por lo menos peculiar.
Sabemos que nos faltaron muchas cosas que hacer en Uruguay pero éste fue nuestro viaje y lo que vivimos en el país de los gauchos.