Hemos necesitado unos cuantos viajes a Bélgica para visitar la que hasta hace poco era una gran desconocida para nosotros: Ostende. Y eso que está solo a unos 25 kilómetros, menos de un cuarto de hora en tren, de Brujas. Aquí no hay canales, ni una bonita plaza del mercado, ni un ayuntamiento, ni castillos o iglesias con siglos y siglos de historia… No es lo que esperas de una ciudad flamenca, vamos. De ahí nuestro desconocimiento, que creemos compartir con muchos. Pero, si buscas un Flandes diferente, aquí lo encontrarás y, no lo dudes, también hay mucho que ver en Ostende –Oostende en neerlandés–. De entrada, ¡el mar! Que no viajarás a Bélgica para ir a la playa, pero ya que estás…

Ya era la “reina de las playas” de Bélgica en la belle époque, cuando la aristocracia europea se acercaba a sus arenales y a su centro termal siguiendo los pasos de Leopoldo II de Bélgica. Todavía queda alguna construcción de esa época en pie, aunque el turismo de masas surgido tras la guerra trajera consigo sus “palacios modernos”… Hoy, más allá de la playa y de esos vestigios, Ostende es un hervidero cultural. Nosotros fuimos para visitar la Casa de Ensor, el genio de la vanguardia belga que habíamos conocido en el Museo Real de Bellas Artes de Amberes, y alucinamos. Pero también nos encontramos con un “museo al aire libre” de arte urbano, con esculturas contemporáneas de primer nivel… y hasta con unos “establos vikingos”.
Nuestros 10 lugares que ver en Ostende te van a dejar con ganas de visitar ese Flandes diferente.
1. La Casa de Ensor
La visita a la Ensorhuis, la Casa de Ensor, justifica por sí sola un viaje a Ostende. De hecho, si llegas de Brujas para hacer una escapada y te preguntas qué ver en Ostende en un día, esta debería ser tu primera y principal parada. Una parada a la que dedicarle por lo menos una horita y media o dos. Y es que la Ensorhuis es un museo relativamente pequeño pero muy entretenido, como no podía ser de otra forma al sumergirte en el mundo de este artista tan único.

Decimos “relativamente” porque, además de la casa donde el artista vivió y trabajó durante más de treinta años –desde 1917 hasta su muerte, en 1949–, el museo ha “absorbido” otros edificios contiguos, hasta un antiguo hotel.
La casa en sí se ha conservado en su estado original. Allí sigue el “salón azul”, con una copia de su obra más famosa, Entrada de Cristo a Bruselas en 1889, donde en su día estuvo colgado el original. Además del sombrero que usó para su autorretrato sobre una calavera y un montón de objetos personales, como el armonio que tocaba para invitados de la talla de Kandinsky. La estancia más curiosa es la tienda de souvenirs de la planta baja que heredó de su tío y que nunca volvió a abrir, pero conservó intacta.

Además de la casa propiamente dicha, todo el museo es un viaje por la vida y la obra de Ensor. Descubrimos muchas facetas del “artista de las máscaras y de las calaveras”. Desde su amor a Ostende hasta su compromiso social, pasando por el sarcasmo de sus obras o su obsesión por seguir modificando sus pinturas.
Tienes información de precios y horarios en su web, donde puedes comprar la entrada, que va con hora.
Más Ensor en Ostende
Con la entrada al museo, recibirás un código para bajarte gratuitamente la app Ensor Walk –que cuesta 5,49 €–. El “Paseo Ensor” te lleva por los rincones de Ostende ligados a la vida del artista. Están todos muy cerca y es una ocasión más para pasear por la ciudad y redescubrirla a través de su conexión con Ensor. No la compraríamos por sí sola, pero, al estar incluida en el museo… Eso sí, cuando te pida aceptar los permisos, marca que pueda usar el GPS todo el tiempo. Si no, cuando cambies de app o bloquees el móvil, perderá tu localización en el mapa y tendrás que reiniciarla.
¿Sabías que…?
En 2024, el 75º aniversario del fallecimiento del artista, se celebrará el Año Ensor en Flandes, con exposiciones, además de en Amberes y Bruselas, en su Ostende natal. La Ensorhuis no podía faltar: habrá una exposición de autorretratos del 21 de marzo al 16 de junio.
2. El Paseo Marítimo Alberto I
Uno de los lugares incluidos en el Paseo Ensor es el paseo marítimo. Al fin y al cabo, la playa le pillaba al lado de casa. La “reina de las playas” de Bélgica tiene, cómo no, una enorme arenal urbano. Junto a él, discurren los dos kilómetros de paseo marítimo “real”. Decimos “real” porque al este está dedicado al rey Alberto I –Albert I-promenade– y al oeste al rey Balduino –Koning Boudewijnpromenade–.

Por un lado tienes la playa, con sus postes rematados por emoticonos. Sí, ¡también está la caca con ojos! Y la gamba, claro. Por el otro lado, hay unas cuantas paradas interesantes.
- Un poco antes de que empiece el paseo marítimo, el mercado de pescado, conocido como Vistrap, “escalera de los peces”.
- El monumento a los marineros y pescadores.
- El Casino Kursaal Oostende, epicentro cultural de la ciudad y el edificio más grande de Bélgica. Se reconstruyó en 1953 donde se alzaba en su día el edificio de 1875.
- La Villa Simone y, sobre todo, la Villa Maritza, dos “supervivientes” de la belle époque.
- Las galerías venecianas y las galerías reales, de principios del siglo XX, que acaban en el antiguo hipódromo de Wellington.
- Entre ellas, los tres “Gapers”, tres arcos, el central tapado por la estatua ecuestre de Leopoldo II y los laterales con acceso a la playa.
- El mítico Palacio Termal construido en la época de esplendor de la ciudad balneario y hoy hotel Thermae Palace.
¿Sabías que…?
En el casino Kursaal hay murales de Delvaux, el otro gran artista de las vanguardias belgas, junto a Magritte y Ensor. Eso sí, no se pueden visitar.
3. Rock Strangers y el Parque de Esculturas de Beaufort
Aunque se encuentre al principio del Paseo Marítimo Alberto I, en el Zeeheldenplein, queremos destacar entre nuestros lugares que visitar en Ostende la escultura Rock Strangers, del artista belga Arne Quinze. Y es que este enorme grupo escultórico de metal color naranja eléctrico es uno de nuestros rincones favoritos de la ciudad. Unas estructuras que parecen caídas del cielo y aplastadas que dan un toque único de color y contraste.

Rock Strangers es una de las obras del Parque de Esculturas de Beaufort. Un “parque” formado por las obras que quedan de forma permanente a lo largo de toda la costa belga al acabar cada edición de la Trienal de Beaufort o Triënnale aan Zee –Trienal junto al mar–. Puedes buscarlas todas aquí, hay unas cuantas en Ostende, uno de los diez municipios costeros flamencos que participan en la trienal. Por cierto, la próxima es en 2024.
4. Los grafitis y demás arte urbano de Ostende
Ya hemos dicho que la antigua ciudad balneario decimonónica que fue Ostende se ha convertido, en el siglo XXI, en un hervidero cultural. Entre otros eventos, en 2006 nació la Trienal de Beaufort, en 2016 el festival de arte urbano anual The Crystal Ship y en 2021 la Foto Bienal Internacional de Ostende. Vamos, que siempre podrás disfrutar de arte contemporáneo del bueno. Nosotros viajamos durante la la Foto Bienal Internacional de Ostende de 2023 y nos encontramos de casualidad con unas cuantas fotografías conceptuales que nos dejaron boquiabiertos –allí descubrimos al italiano Luca Izzo, por ejemplo–.

Volviendo a The Crystal Ship, lo bueno es que, en ese caso, todas las obras de arte urbano que se crean durante el festival, al que acuden cada año una docena de artistas belgas e internacionales, quedan allí para que las admires cuando quieras. Vamos, que Ostende es una galería de arte al aire libre “abierta” todo el año. Grafitis, murales, esculturas e instalaciones de todo tipo que nos acompañaron en nuestro paseo por la ciudad. Te aconsejamos descargarte la app gratuita Street Art Ostende. Allí encontrarás tres rutas que podrás seguir por la ciudad, nosotros hicimos un mix de la la ruta del centro y de la de la belle époque.
5. El Wapenplein
En Ostende no hay una Grote Markt tan bonita como la de Brujas, Gante, Amberes u otras ciudades flamencas, para qué te vamos a engañar. Pero, ya que vas a pasear por el centro, deberías hacer una parada en su plaza principal: el Wapenplein. Allí se levantan un quiosco decimonónico y el Palacio de las Fiestas y de las Culturas, inaugurado en 1958. Palacio que ha mantenido su fachada y su torre del reloj intactas aunque ahora sea ¡un centro comercial! Por cierto, entra: te espera una de las obras de The Crystal Ship.

Rincón Salta Conmigo
En la Wapenplein empiezan la Kapellestraat, la principal calle comercial de Ostende, y su continuación, la Vlaanderenstraat. Allí se abre la Galería Ensor, conocida también como Glazenstraat, calle de cristal, ya que está cubierta con un techo abovedado de cristal que le da cierto encanto.
6. La iglesia de San Pedro y San Pablo con sus vidrieras y la Peperbusse
¿Y no hay ninguna iglesia que visitar en Ostende? Sí que las hay. La más importante es la iglesia de San Pedro y San Pablo, Sint-Petrus-en-Pauluskerk. En el interior de esta iglesia neogótica de principios del siglo XX se encuentra el mausoleo de mármol de Carrara de Luisa María de Orleans, primera reina de Bélgica. Murió en Ostende en 1850, aunque su tumba está en Bruselas. En esa capilla, que no se puede visitar, resiste la única vidriera original de la iglesia.

Eso sí, a nosotros nos encantaron las vidrieras contemporáneas de Michel Martens que hay en el resto del edificio. La iglesia merece una visita solo por ellas. Además, te encontrarás otra de las obras del Parque de Esculturas de Beaufort.
El templo está construido sobre la antigua iglesia gótica de San Pedro, destruida y reconstruida en varias ocasiones y derribada definitivamente tras un incendio en 1896. Todavía queda en pie una torre: la torre de San Pedro o Peperbusse. Su base es del siglo XV y la parte superior del XVIII, seguramente el monumento más antiguo de la ciudad. Está justo detrás de la iglesia de San Pedro y San Pablo, frente al exterior de la capilla de Luisa María de Orleans.
7. El Leopoldpark
En pleno centro de Ostende, encontramos uno de sus pulmones verdes: el Leopoldpark. El estanque con sus pequeños puentes, el quiosco de 1885, el gran reloj floral, las esculturas… Cada rincón tiene su encanto. Por cierto, entre las estatuas hay un busto de Ensor –otra parada del Paseo Ensor– y otra de las obras del Parque de Esculturas de Beaufort. Hablamos de Sorry, de Guillaume Bijl, con un perro en un pedestal y otros a su alrededor.

8. El museo Mu.ZEE
Las únicas obras de Ensor que han permanecido en su ciudad natal las puedes ver en el museo de arte moderno y contemporáneo Mu.ZEE. Además de alguna obra temprana, como Cristo calma la tempestad, que es casi impresionista, se expone su famoso Autorretrato con sombrero de flores. Un sombrero que añadió más tarde y que, si has prestado atención, sabrás que está en la Ensorhuis.

No solo obras de Ensor, en su web puedes ver las que el mismo museo ha seleccionado como sus obras maestras, para hacerte una idea. A nosotros nos encantaron los dibujos del director de cine e historietista Raoul Servais. El edificio, unos antiguos grandes almacenes, también es curioso.
Suele haber exposiciones temporales muy buenas que atraen a mucho público. Nosotros vimos una de la neoimpresionista Anna Boch, que incluía también obras de van Gogh, Signac y Gauguin, y estaba llenísima –el resto del museo, vacío–.

En el Mu.ZEE se inaugura el año Ensor el 16 de diciembre de 2023. Hasta el 14 de abril de 2024 acogerá Rose, Rose, Rose à mes yeux!, la primera exposición dedicada enteramente a bodegones de Ensor.
9. El Mercator y el Amandine
Si te gusta visitar barcos con historia, Ostende también es tu sitio. En el puerto turístico está amarrado el Mercator, un velero de tres mástiles construido en Escocia. Hizo unos cuantos viajes al Ártico y se utilizó para misiones científicas hasta 1960. En 1961 se transformó en museo y, desde 1964, es la joya de la corona marítima de Ostende. Eso sí, el lunes cierra y no pudimos visitarlo.

Cerca de la estación, se encuentra otro barco histórico, el Amandine. Símbolo de la pesca belga en Islandia y utilizado hasta 1995. Hoy es un museo interactivo, aunque también nos lo encontramos cerrado.
10. Los Establos Reales
Acabamos nuestros lugares que ver en Ostende con un sitio un poco más alejado, pero muy curioso: los Establos Reales. Un complejo de edificios de estilo noruego que Leopoldo II encargó a principios del siglo XX al arquitecto Finn Knudsen, autor del pabellón noruego de la Exposición Universal de París de 1900. Un rincón “vikingo” de lo más peculiar en la costa belga construido con el dinero del caucho del Congo. Por cierto, los edificios nunca se utilizaron como establos reales y hoy acogen un polideportivo. La combinación de aros de baloncesto y edificio noruego de madera es de lo más peculiar.

Muy cerca, en el edificio de la Sauna Aquarius Oostende, está uno de nuestros murales favoritos de la ciudad, el de Kitsune.
Rincón Salta Conmigo
Volviendo hacia la playa, en la esquina de las calles Nieuwpoortsesteenweg y Koninginnelaan, está el Châtelet, un palacio ecléctico de finales del siglo XX. Otro superviviente de la belle époque. No muy lejos hay otro más: la Villa Yvonne.
Mapa con los lugares que ver en Ostende
Aquí tienes nuestro mapa con los lugares que visitar en Ostende, para que no te pierdas ni uno.
Cómo llegar a Ostende desde Brujas y más sitios
Ya hemos dicho que Ostende está al lado de Brujas, a unos 25 kilómetros y menos de un cuarto de hora en tren. El tren es la forma más fácil de llegar, hay directos a las principales ciudades belgas, Bruselas incluida.

También hay aeropuerto, el Aeropuerto Internacional de Ostende-Brujas –OST–. Desde España y considerando que seguramente no estés solo en Ostende, lo más fácil y cómodo es volar a Bruselas y, desde allí, moverse en tren. Desde el aeropuerto de Bruselas tendrás que cambiar de tren en el centro. Aquí puedes ver los horarios y comprar los billetes.
Dónde dormir: nuestro hotel en Ostende
En Ostende dormimos en el Rosa Hotel y estamos encantados con la elección. Está en pleno centro, al lado de la playa –de hecho teníamos vistas al mar–, las habitaciones son muy bonitas y cómodas y el personal muy simpático. ¿Qué más se puede pedir? Ah, sí, el desayuno, muy variado y todo lo salado estaba riquísimo. Mejoraríamos solo la bollería, que no nos acabó de gustar. Echa un vistazo a la disponibilidad y precios del Hotel Rosa o de otros hoteles en Ostende, si este no te convence.

Dónde comer: restaurantes
Ostende es conocida por su comida marinera, como no podía ser de otra forma. Entre todos sus platos, el más famoso es ¡las croquetas de gambas! Bueno, de gambas grises, quisquillas o camarones, para ser exactos. Las encontrarás en todo Flandes –las incluimos los platos típicos flamencos–, pero aquí en especial. Nosotros probamos las del Brassi Grand Café, una brasserie francesa que sirve también platos locales y que, según habíamos leído, es uno de los mejores restaurantes de Ostende. Está en el edificio del Casino Kursaal, con vistas al Mar del Norte: una buena opción para cenar y ver la puesta de sol. Las croquetas de gambas estaban riquísimas y el “bacalao a la ostendesa”, con ostras, también. Y esa Dame blanche…

Como opción más económica, puedes probar los típicos mejillones con patatas fritas belgas en muchos sitios en la ciudad. A nosotros nos habían recomendado la Mosselhuis –casa del mejillón– y la verdad es que, desde fuera, tenía muy buena pinta. Intentamos reservar el día de antes y no hubo manera: es pequeñito y se llena rápido. Así que si quieres, ya sabes, tienes que reservar con tiempo. También lo intentamos en otros sitios conocidos por este y otros platos marineros: De Kleine Garnaal, Ocean y la Moulinière, pero todos estaban o llenos o cerrados el lunes. Al final, fuimos a De Amandine, a probar sus mejillones con salsa de langosta. Estaban bien, pero no han sido los mejores que hemos probado. ¡Y nos cobraron 9,50 € por una botella de agua!

Ostende te espera en la costa belga: ¡un Flandes diferente existe!
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