No creas que el Museo POLIN de la Historia de los Judíos Polacos está enfocado en los acontecimientos vividos durante la Segunda Guerra Mundial y el Holocausto. No. Es mucho más ambicioso y completo. Recorre la historia de los judíos en Polonia incluso cuando no existía Polonia. Concretamente desde la Edad Media hasta la actualidad, mil años que se dice pronto. Y sí, obviamente, hay una parte importante dedicada a eso que todos conocemos… o que creemos conocer pero que nos asusta hasta pensarlo y profundizar.
En nuestra opinión, el Museo POLIN es un imprescindible de Varsovia. Por lo que encontrarás dentro –bueno, más por lo que aprenderás dentro que por las piezas, luego te explicamos esto– y por la arquitectura del propio edificio llena de simbolismo. Pero, ¿por qué imprescindible? Porque en la capital polaca, antes de la Segunda Guerra Mundial, un 30% de la población era judía. Hablamos de unos 400.000 y de la cuarta ciudad del mundo con más población judía. ¿Podría haber un lugar más adecuado para contar su historia?
Resérvate unas horas, hay mucho que descubrir y que pensar en el Museo POLIN de Varsovia.
Saltaconmiconsejo
Ya hemos dicho que es nuestro museo imprescindible, pero no dejes de echar un vistazo a los museos de Varsovia que no te puedes perder. Y, ya que estás en la ciudad, tendrás que leer Qué ver en Varsovia para aprovechar el viaje al máximo, ¿no?
El edificio del Museo POLIN de la Historia de los Judíos Polacos
Decíamos que el edificio del Museo POLIN de la Historia de los Judíos Polacos ya merece una visita por sí solo y es que está lleno de símbolismo. El estudio finés Lahdelma & Mahlamäki, su creador, hizo un gran trabajo llenando de pistas y referencias toda la estructura.
Comenzando por las letras latinas y hebreas en la fachada del edificio, que recuerdan la unión de las dos culturas durante siglos. Continuando por el color de la entrada, y del edificio en general, que recuerda al de la arena del desierto, tan común en el lugar de origen del pueblo judío. Y acabando por las dos paredes que se alzan a los lados del pasillo de entrada, que podrían representar las dos zonas del gueto de Varsovia –incluso hay un puente que las une, como en el propio gueto–, la apertura de las aguas del Mar Muerto en la huida de Egipto o la unión del pasado con el presente –el museo está vivo y cuenta también el siglo XXI–.
No es parte arquitectónica –no sabemos si el estudio tuvo algo que ver–, seguramente es más museística, pero tampoco queremos dejar pasar la ambientación sonora. En las zonas que cuentan momentos felices o provechosos para el pueblo judío suenan trinos de pájaros.
¿Sabías que…?
Lo de los pájaros no es gratuito. Según una leyenda, los judíos oyeron cantar a los pájaros indicándoles que podían descansar en un bosque cuando escapaban de una de tantas persecuciones a las que han sido sometidos a lo largo de la historia. Por cierto, “descansa aquí” en hebreo es “polin”, el nombre del museo. Y polin en hebreo también se traduce por Polonia.
La visita al museo: qué vas a encontrar y los imprescindible
No te quedes solo en la puerta del edificio y entra para conocer la historia. Como hemos dicho, antes de la Segunda Guerra Mundial, los judíos representaban en 30% de la población de Varsovia –unas 400.000 personas–, hoy en día son pocos miles.
El museo no cuenta con muchas piezas históricas. Los nazis, además de buscar la aniquilación de los judíos, también buscaban hacerlos desaparecer de la historia en general, destruyendo tanto los edificios como sus objetos. Pero eso no significa que solo vayas a ver paneles informativos. Hay gran cantidad de reproducciones y escenificaciones de zonas y lugares concretos a lo largo de sus ocho galerías y sus 4.000 m2.
¿Sabías que…?
Puedes hacer un recorrido virtual por sus salas gracias al proyecto Google Arts & Culture. Y te recomendamos echar un vistazo a los vídeos de las distintas galerías grabados durante el confinamiento y colgados en la web del museo.
La Colección permanente
Nada menos que 1.000 años de historia se narran en la colección permanente del museo, hasta llegar al siglo XXI. Y es una narración basada en reconstrucciones, maquetas, proyecciones, sonidos y palabras de comerciantes, eruditos y artistas de las distintas épocas. Se busca un enfoque personal dando voz a amas de casa, políticos, cronistas, revolucionarios…
Desde los primeros asentamientos judios en la actual Polonia –Polin–, pasando por la llegada de los judíos asquenazíes y el yiddish, la alianza polaco-lituana, los viajes, las ciudades judías, la época de tolerancia religiosa del siglo XVI, las primeras revueltas…
¿Sabías que…?
La posición en la sociedad de los judíos llegó a ser tal que acuñaron su propia moneda. De hecho, el objeto más antiguo del museo es una moneda del siglo XIII.
Tras la Primera Guerra Mundial, Polonia reaparece oficialmente en los mapas. Un pequeño porcentaje de judíos se integra en organizaciones de signo comunista. A pesar de ser pocos, un 4%, su relevancia llevó a muchos a considerar que todos los judíos eran comunistas… y no era un buen momento para eso con el vecino alemán.
La Segunda Guerra Mundial
Es la galería 6 y se trata el conflicto desde el principio, con la separación inicial en las universidades, el boicot a sus tiendas, el “marcado” con la estrella de David y la aparición de los guetos –solo en Polonia se establecieron unos 600–. En ese punto, el techo baja y el espacio se hace más agobiante para recordar, entre otras cosas, el hacinamiento al que estaban sometidos: llegó a haber 460.000 personas en el gueto de Varsovia, unas 8 por habitación. Nos sentimos prisioneros, hacinados y hambrientos. El ambiente nos trasladó a ese momento y a ese lugar más que la mismísima visita a Auschwitz-Birkenau.
La colección está desarrollada por un equipo internacional de académicos y curadores, bajo el amparo de la Asociación del Instituto Histórico Judío de Polonia. Eso la lleva a ser más fiel y menos política. Se habla de que hubo polacos que denunciaron a sus vecinos judíos, por ejemplo –por otra parte, ¿quién sabe lo que llegaría a hacer para proteger su vida?–. Al mismo tiempo se menciona que, solo en Polonia, se nombraron unos 6.000 Justos entre las naciones, que pusieron su vida en peligro para ayudar a los judíos.
Por supuesto, se narran los hechos que provocaron el alzamiento, las acciones que tuvieron lugar y el desenlace final. También se mencionan las deportaciones a los campos de exterminio y la evolución de la guerra fuera de las fronteras del país.
Queremos dejar claro que no es competencia del Museo del Alzamiento. El Museo POLIN cuenta mil años y solo llega a la Segunda Guerra Mundial en la galería 6 de 8. Eso sí, fue la zona que más nos impactó y la que, estamos seguros, más recuerdan los visitantes.
Después de las guerras
Solo un 10% de la población judía de Polonia sobrevivió a la Segunda Guerra Mundial. No creas que todos se fueron del país. Muchos se quedaron, sobre todo los que formaban parte de esas asociaciones comunistas. Pero tampoco les fue bien, los ataques continuaron y muchos acabaron por salir del país. Los pocos resistentes, fueron tratados de “quintacolumnistas” en 1968 y les dijeron que no se les necesitaba en Polonia. Tras la Guerra de los 6 días, llegaron las campañas antisemitas y 13.000 de ellos fueron obligados a abandonar el país.
La caída del comunismo no ha supuesto el retorno masivo de judíos a Varsovia, ni a Polonia en general. Pero sí que hay nuevas sinagogas en la ciudad y siguen viviendo judíos en ella.
Rincón Salta Conmigo
Hablando de sinagogas, no te puedes perder la reconstrucción de la sinagoga de Gwoździec –actual Ucrania– del siglo XVI. Durante la Primera Guerra Mundial fue seriamente dañada y destruida por los nazis en 1941.
Horarios y precios
El Museo POLIN de la Historia de los Judíos Polacos está en la calle Mordechaja Anielewicza, número 6. Como siempre, puedes preguntarle a Google Maps la mejor manera para llegar estés donde estés.
El horario del museo es 10 h a 18 h, los sábados hasta las 20 h, todos los días del año excepto los martes y algunos festivos. Puedes ver el calendario oficial en su web. El precio de la entrada es de 45 PLN –unos 9,50 €–. Se recomienda comprar la entrada online con antelación para asegurarse la visita en la hora deseada. Los jueves la visita es gratuita, tanto a la colección permanente como a las exposiciones temporales.
El Monumento a los héroes del gueto
Frente al Museo POLIN se alza el Monumento a los héroes del gueto de Varsovia. En realidad son dos monumentos en uno.
En 1946, con la ciudad todavía en ruinas, el Comité Central de Judíos en Polonia –en ese momento en Lublin– decidió conmemorar el alzamiento. Lo hicieron de una forma bastante discreta. Colocaron una placa circular sobre una peana con el texto “A los que cayeron en la heroica lucha sin precedentes por la dignidad y la libertad de la nación judía, por la Polonia libre, por la liberación del hombre – judíos polacos” en polaco, hebreo y yiddish. A su lado, en el suelo, otra con una hoja de palma y la letra hebrea «bet». La forma circular del monumento recordaba las tapas de las alcantarillas por las que se movieron los combatientes.
El mismo 1946, tras la colocación del primer monumento, se decidió levantar uno más llamativo. Finalmente un bloque de piedra de unos 11 metros. La parte que da al Museo POLIN está decorada con un bajorrelieve en bronce que representa a los combatientes con las armas de que disponían y rodeados de llamas, titulado Lucha. En la parte de atrás se muestra una fila de judíos –mujeres, niños y ancianos– camino de los campos de exterminio, titulado Marcha a la extinción. Ambos relieves son obra de Natan Rapaport.
¿Sabías que…?
El canciller alemán Willy Brandt se arrodilló a los pies del Monumento a los héroes del gueto, en su visita a Varsovia en 1970, para pedir perdón por los crímenes perpetrados durante la guerra por el Tercer Reich.
También verás, delante de la piedra, dos enormes menorás de bronce que se encienden en las celebraciones del aniversario del alzamiento.
Hay que conocer la historia para no repetirla… y hay partes de la historia que no deberían repetirse jamás. Así que, tienes que visitar el Museo POLIN.
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