Chambord. Repite conmigo, Chambord. ¡Qué tendrán los nombres franceses que todos te hacen pensar en un perfume! En el caso de los perfumes, se dice que la esencia más pura viene en frasco pequeño, pero Francisco I no debía estar de acuerdo con eso cuando mandó construir Chambord… sí, el castillo de Chambord, el más grande del Valle del Loira.
El castillo de Chambord fue nuestra primera parada en la ruta por los castillos del Valle del Loira.
Francisco I y su gran obra
Pocos reyes en la historia, con sólo 25 años de edad, han proyectado un castillo con la intención de demostrar su poder. Francisco I lo hizo. Lo pensó, lo ¿diseñó? y consiguió asombrar al mundo incluso cinco siglos después –entró en el listado de Patrimonio de la Humanidad en 1981–. Si en pleno siglo XXI la visión del castillo de Chambord con su simetría y su grandeza reflejada en el agua te enamora –¿puede enamorarte un castillo?–, ¿qué sucedería en el siglo XVI? ¿Qué le pasaría por la cabeza a Francisco I para construir un edificio que rivalizara en belleza con la propia basílica de San Pedro en el Vaticano, que se había comenzado a construir apenas 10 años antes?
Pero si el castillo impresiona, los alrededores también cuando te diga que los terrenos del castillo tienen la misma superficie que tenía la ciudad de París intramuros, es el mayor parque de toda Europa cercado con muros, con 32 km exactamente. Tanto es así que es posible desde montar en bici, a caballo y 4×4, hasta navegar por el canal y realizar muchas más actividades en el parque. Incluso llegamos a ver carteles en el aparcamiento que indicaban que Chambord también era el castillo… parece que a los parisinos –el castillo y el parque están a unas dos horas de la capital– les gusta más pasar el día en los jardines gratis–aunque el parking cuesta entre 4 y 10 euros–que pagar la entrada–11 euros la completa, 9 la reducida– y visitar el château.
El castillo de Chambord, un castillo de cuento
Al verlo pensarás que no es de verdad por su perfección, cuando pases bajo el porche real y entres en el patio ya no estarás seguro de si las piedras que tocas son de verdad o si lo estás soñando. Puedes pensar en revisar la documentación relativa al castillo de Chambord para convertirlo en algo terrenal. Pero hasta eso se aliará en tu contra: casi no hay datos sobre su construcción, aparte del hecho de que el rey Francisco I estaba muy involucrado en su diseño. Se destruyeron en el siglo XVIII. Por no saberse, ni se sabe quién fue su arquitecto… Gracias a que es Francia y que fue en el siglo XVI, sino, alguno ya estaría pensando en extraterrestres o en conspiraciones sobre arquitectos y obreros asesinados para que no pudieran replicar semejante obra de arte.
Nos habíamos quedado dentro del patio, delante de la impresionante torre del homenaje. El color blanco de las paredes se debe al material de construcción: toba calcárea. La fragilidad de este material deja claro que no estaba pensado para soportar un asedio o el ataque de un ejército enemigo. Es un castillo de ostentación, un palacio –en francés château hace referencia a castillo y a palacio–. Tan de ostentación que casi no sirvió ni como residencia: fueron sólo 72 los días que pasó Francisco I en él en todo su reinado. Pero eso no evitó que llevara a otros reyes europeos, como a Carlos I de España con el que tuvo sus rencillas, a verlo para demostrar su poder.
La escalera del castillo de Chambord
Seguramente ya lo sepas, pero si no, atento que viene un spoiler: el castillo de Chambord está construido alrededor de una escalera. Recuerdo cuando un compañero de trabajo, que recorrió los castillos del Loira hace muchos años, me lo contó. Viendo las fotos del castillo, ¿cómo podía haber salido esa maravilla alrededor de una escalera? La respuesta es sencilla, porque no es una escalera cualquiera, es una a la altura del castillo.
Considerada una obra maestra del Renacimiento francés, la escalera de Chambord está llena de detalles que demuestran su grandeza: su doble hélice y su simetría hacen posible que se baje y se suba simultáneamente sin cruzarse, pero viéndose a través de las ventanas interiores. Semejante maravilla dio que pensar, ya en el siglo XX, que Leonardo da Vinci, al que Francisco I sacó de Italia con un contrato y con la cesión del castillo de Clos-Lucé, pudiera tener algo que ver en la construcción de Chambord. La leyenda que rodea al castillo crece con su mención… pero sigue siendo eso: leyenda.
Otras de las grandes “modernidades” con las que contaba Chambord en su momento eran letrinas, con doble fosa de decantación y respiradero, o el aislamiento de las terrazas. Más motivos para pensar en Leonardo.
La salamandra de Francisco I y la magia del castillo de Chambord
¿Una salamandra? Sí, y no es que el rey tuviera una salamandra como mascota. No, era su emblema: “Me alimento con el buen fuego y apago el malo”. La permanencia de su emblema en varias estancias y muros demuestra otra de las características “mágicas” del castillo de Chambord: durante los reinados posteriores, la revolución francesa, la república… Chambord ha estado siempre protegido por su propia belleza. Ningún rey ha cambiado nada del diseño original, y eso que no se terminó su construcción hasta un siglo después por parte de Luis XIV, el rey Sol.
Ese escudo mágico lo convirtió en el lugar ideal para guardar las obras de arte de los museos parisinos durante la Segunda Guerra Mundial. La Gioconda de Leonardo da Vinci pasó más días en el castillo de Chambord que el propio Francisco I.
La azotea del castillo de Chambord
Nos encanta subir a las azoteas y ver el tamaño real de todos esos detalles que parecen tan pequeños desde el suelo. En el castillo de Chambord la azotea es un museo propiamente dicho: una colección de chimeneas y chapiteles a cual más grande y espectacular. Al enorme tamaño de las torres se une el detalle con el que están trabajadas y las vistas del parque y del canal.
Es muy difícil decidir con qué quedarse en Chambord, con sus ocho torres, su escalera de doble hélice, su planta de cruz griega en la torre del homenaje, sus 440 habitaciones, sus 365 chimeneas, sus muebles, su capilla, su historia, sus vistas desde la azotea, su imagen reflejada en el canal… pero lo que está claro es que sí, un castillo puede enamorar.
Visitar el castillo de Chambord: información práctica
Puedes encontrar más información en la página web oficial del castillo de Chambord.
Horario: Abierto todos los días del año excepto el 1 y el 3 de enero y Navidad. De 9.00 a 17.00 de octubre a marzo y de 9.00 a 18.00 de abril a septiembre.
Precios: Adultos 11 €; Gratuito para ciudadanos de la UE menores de 26 años. Puedes comprar tu entrada anticipada y saltarte las colas desde aquí.
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