Cae la noche en la cacereña Alcántara y, con ella, un manto que la rejuvenece. Rejuvenecer una ciudad de casi dos mil años no es tarea sencilla, y el manto “sólo” consigue quitarle unos quinientos. Con la oscuridad aparecen ropajes, profesiones, costumbres… Alcántara se viste de Edad Media y el visitante de viajero en el tiempo cargado con su cámara y rodeado de mendigos y caballeros, de damas y cortesanas, de monjes y pícaros. Es la bienvenida que la ciudad ofrece a la Luna, son sus rutas teatralizadas.
El puente de Alcántara
No se entiende la ciudad de Alcántara sin su puente. Es su razón de ser. Lleva casi dos mil años protegiéndolo –y ha seguido con esa ocupación al volcarse hasta conseguir que el puente de Alcántara fuera declarado mejor rincón de España 2014 por la Guía Repsol–.
Unir las dos orillas del Tajo era una gran idea para los romanos que, en tiempos de Trajano, construyeron el puente original. El hecho de que el río se transformara, con los años, en frontera natural y zona de guerra en innumerables ocasiones no entraba en sus planes. El puente ha sido cortado y restaurado muchas veces a causa de las guerras. Como curiosidad, si en Segóbriga se perdió el nombre romano del cerro durante el periodo de ocupación musulmana y la reconquista, el puente de Alcántara también tiene un nombre muy relacionado con estos siglos. Relacionado y redundante. ¿Sabías que Alcántara significa literalmente puente en árabe? Nos encontramos frente al puente del puente, el puente al cuadrado.
Pero no es el único puente al cuadrado. También sobre el Tajo, pero en Toledo, se levanta otro puente de Alcántara.
La ciudad de Alcántara
Primero los trabajadores que construyeron el puente y después las guarniciones encargadas de protegerlo fueron los habitantes de la ciudad. Tras la reconquista, aquí tenían su casa los caballeros de la orden de Alcántara –dueños del 10% de la ciudad–. La de Alcántara es una de las cuatro grandes órdenes militares españolas junto con las de Santiago, Calatrava y Montesa. Semejante poder, los territorios de la orden de Alcántara eran amplios, hizo prosperar la ciudad y las casas solariegas comenzaron a aparecer: la casa del clavero, la casa Chávez, la de los Maldonado…
Para proteger el puente había que mantener la ciudad a salvo. En tres periodos se levantaron las murallas de Alcántara: durante la conquista musulmana, en la reconquista y en la preparación de la guerra de restauración entre Portugal y España. Todos estos corsés urbanos hicieron que el centro de la ciudad no pudiera crecer y que se haya mantenido medieval hasta la fecha.
Calles con casas de ricos y poderosos, talleres de artesanos, mercados medievales –sigue celebrándose todos los lunes–, barrio árabe, barrio judío, iglesias, chimeneas… incluso calle Duende, donde se colocaban las cortesanas. La orden de Alcántara fue liberada del voto de celibato a mediados del siglo XVI.
El conventual de San Benito
La demostración más clara del poder de la orden de los caballeros de Alcántara es su última seda: el conventual, o convento, de San Benito. Su tamaño y belleza impresionan, pero cuando te cuentan que se quedó a medias –la idea original era construir una catedral– porque el dinero se utilizó en la construcción del Monasterio del Escorial de Madrid, te preguntas cómo habría llegado a ser.
La fachada lateral del conventual, con su restaurada galería porticada de la hospedería o de Carlos V, sirve como escenario para uno de los eventos más conocidos de la ciudad: el festival de teatro clásico de Alcántara que cumplió 30 años en 2014. Y donde comienzan las visitas teatralizadas a la ciudad tras las obras, aunque se organizan a petición en cualquier época del año.
Saltaconmiconsejo
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Eventos en Alcántara
Además del festival de teatro clásico, la mormentera o la caracolada son citas para no perderse. La mormentera es un postre de la época árabe con miel, almendras y anís, y durante el día de la mormentera es el rey de las cocinas. La caracolada se hace con los primeros caracoles de la temporada, en octubre.
Es evidente que la gastronomía es muy importante en la ciudad. Y lo ha sido desde hace siglos. De hecho, según Auguste Escoffier, el recetario de Alcántara fue lo único valioso que logró Francia en la guerra contra España. El mariscal Junot regaló el recetario de los monjes de San Benito –de los pocos libros que se salvaron de su biblioteca– a su mujer. Ésta lo tradujo y lo difundió entre los cocineros franceses. Son muchos los platos que incluyen á la mode d’Alcantara en su nombre en los recetarios del país vecino.
Tiene uno de los puentes romanos mejor conservados, pero Alcántara es mucho más que un puente.
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