El Salar de Uyuni nos había dejado sin aliento, todo era tal y como tenía que ser: impresionante, pero la excursión no había hecho nada más que empezar y todavía quedaba mucho camino hasta San Pedro de Atacama. A la salida del salar por el extremo sur seguimos encontrando otros lugares que, mucho menos conocidos, justifican por sí mismos el tour.
Las Galaxias y las Momias de Chantani
Dos excursiones opcionales –no incluidas en ningún tour– son las formaciones llamadas Galaxias y las Momias de Chantani –30 Bs (3,17€-4,34US$) y 20 Bs (2,21€-2,90US$) respectivamente–. Las Galaxias son formaciones rocosas en el interior de una cueva, pero no son las típicas estalactitas y estalagmitas, son algas petrificadas. El antiguo mar que cubrió toda esta zona no sólo dejó sal a su paso. Mucho cuidado con la cabeza –aunque os darán un casco– porque son duras y tienen bastante filo.
Las Momias –más esqueletos que otra cosa– están en San Juan de Rosario, dentro de sus tumbas construidas con roca volcánica. Pertenecen a los señoríos Aymaras que se desarrollaron tras la caída de la cultura Tiahuanaco. El Sol ha dejado los huesos completamente pelados y sus cuencas vacías parecen mirarte desde hace siglos… No dejéis de visitar el museo que hay en la entrada.
Lagunas altiplánicas bolivianas
Desde San Juan de Rosario, tras una comida picnic, nos dirigimos a las primeras lagunas altiplánicas: Laguna Cañapa y Laguna Hedionda, donde dormiríamos en el Ecolodge los Flamencos.
Los flamencos y vicuñas hicieron acto de presencia en la primera de las lagunas. Flamencos de dos tipos, andinos y australes chilenos, que se mezclaban inclinando sus largos cuellos e introduciendo sus curvos picos en el agua salada en busca de alimento –una especie de gamba diminuta y un tipo de alga–. Acostumbrados a la presencia de humanos nos permitieron acercarnos a la orilla para tomarles fotos con los volcanes que rodean a las lagunas como fondo. De pronto, varios de los flamencos comenzaron a moverse en círculos como bailando mientras «cantaban». Durante más de una hora siguieron con su danza mientras se les iban añadiendo más bailarines, ¿sería la bienvenida al Ecolodge los Flamencos donde dormíamos?
Los casi 5.000 metros de altura en la Laguna Hedionda y el fuerte viento nos obligaron a abrigarnos para ver una puesta de Sol que, si bien fue bonita, no llegó a la altura de la del día anterior.
El Árbol de piedra y la Reserva Nacional de Fauna Andina Eduardo Avaroa
Nuestro último día de tour comenzó con la visita al Árbol de piedra, de nuevo solos. Debido a que nosotros y otra pareja del grupo seguíamos hacia Chile, era necesario estar en la frontera antes de las diez de las mañana, momento en que salen los transfers hasta San Pedro de Atacama. Después la frontera queda vacía y no hay manera de continuar el viaje. Esto hizo que nuestro paso por la Reserva Nacional de Fauna Andina Eduardo Avaroa (150 Bs – 15,85€, 21,70US$) fuera eso: un paso casi sin parar.
En ese momento descubrimos que la Laguna Colorada y la Laguna Verde muestran sus colores sólo cuando se juntan viento y altas temperaturas. Viento teníamos mucho pero, por lo menos hasta el mediodía, el calor no sería suficiente… Nuestro gozo en un pozo, aunque la otra pareja que volvía a Uyuni, los vería al regresar por la reserva.
Lo que sí vimos fueron los geysers soltando su vapor de agua y, de nuevo, los paisajes que volcanes, lagunas y desiertos nos ofrecían. Y, como la Colorada, la Laguna Verde nos saludó sin su color debido a las algas.
La frontera con Chile y la llegada a San Pedro de Atacama
La frontera entre Chile y Bolivia es un poco distinta a las otras que habíamos cruzado en el viaje. La inmigración boliviana es un edificio en medio del desierto al lado del «poste» que marca la separación entre Bolivia y Chile, mientras que la chilena está en el ciudad de San Pedro de Atacama, más de 45 minutos de transfer (50 Bs) después…