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Vidas intensas bajo el agua

Para trabajar en un centro de buceo parece condición imprescindible haber tenido una vida tan intensa que todos tus clientes vayan arrastrando los dientes por el fondo cuando se lo cuentes. Ya nos pasó con nuestro instructor en Calpe y nos ha vuelto a pasar ahora en Ponta Delgada, São Miguel, Azores.

En Calpe, Aleksejs, un letón nacido en la antigua URSS con un pasado largo e impresionante. Empezando por su tío abuelo que era el responsable de la KGB en su región y que desapareció una noche después de recibir una llamada del cuartel (cuarenta años después descubrieron que había sido asesinado esa misma noche) y acabando por él mismo. Ingeniero de motores por la universidad de Moscú, trabajó en una fábrica de tanques en Letonia, antes de que fuera letonia. También estudió fotografía y trabajó en varias publicaciones.

Practicó el buceo en apnea llegando a los 80 metros de profundidad y el buceo bajo el hielo. Era un hombre mayor que no necesitó títulos ni carnés cuando empezó a bucear y que, llegado el momento de sacárselos, obtuvo directamente el avanzado. Para completar esa vida llena de emociones nos contó que había estado casado tres veces, con una rusa, con una letona y con una estadounidense. Por si fuera poco, también era capitán de barco y trabajaba llevando de acá para allá en el Mediterráneo el yate de lujo de un ricachón.

En Ponta Delgada hemos encontrado a Sofian. Mucho más joven pero con mucho que contar. Medio francés (25% del padre y otro 25% de la madre), un cuarto argelino (por parte del padre) y otro cuarto siciliano (por parte de la madre), para empezar. Ha vivido en Madrid donde trabajó como orientador juvenil mientras estudiaba biología, Erasmus; cuatro años en México; en Grecia; en Chipre; en Nepal, también es guía de montaña; y, obviamente, en Francia, con visitas a Sicilia, Túnez y Argelia. Durante una semana tuvo el record del mundo de profundidad de menos de 20 años: ¡188 metros!, lo que le llevó a estar 11 horas en una cámara de descompresión. Ha trabajado como buzo profesional.

Lo mejor es la historia de cómo llegó a las Azores. Nos contó que, las navidades de 2010 estaba en Francia muriéndose de frío a diez grados bajo cero después de haber pasado cuatro años en México. Sin poder aguantar más, buscó un viaje en lastminute.com y encontró uno a Croacia y otro a Azores. Croacia pensó que sería también frío y Azores ni siquiera sabía con exactitud dónde estaba. Cogió el billete y se plantó en la isla. Todos los centros de buceo estaban cerrados y, aunque él llevaba su equipo, necesitaba una botella. Estando en un bar oyó el sonido del aire saliendo de un tanque y encontró a un pescador inflando su zodiac. Le pidió alquilar la botella y, a pesar de las reticencias del pescador, lo consiguió. Su primera inmersión fue en Nochebuena y le encantó. Le encantó tanto, que en Navidad lo volvió a hacer, en compañía del marinero que le llevó en su barco a un pecio cercano, el Dori. En esa segunda inmersión se encontró cara a cara con un cachalote y, desde entonces, no ha salido de la isla. Es más, su novia vino encantada nada más ver las fotos de sus inmersiones, otra dive master.

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Comentarios

  • JAAC
    20 febrero, 2012 a las 14:43

    Tienes más razón que un santo 🙂
    Muchas veces cuando hablas con la gente descubres que sus vidas son dignas de guiones de película. Tanto que te quedarías un buen rato oyéndola… incluso a veces llegas a plantearte si es posible haber vivido tanto 🙂
    Impresionante la vida del director del hotel, historias de película o de novela!

    Responder
  • 20 febrero, 2012 a las 10:37

    A veces uno se encuentra en la vida, y en el mundo, con gente que realmente tiene una vida singular, casi podríamos decir que de novela, o de película! Y lo mejor es cuando el descubrimiento se produce casi por casualidad,charlando de cualquier cosa, en el lugar más inesperado… Nuestra última vivencia, en ese sentido, fue con un director de hotel,griego de origen, congoleño de nacimiento, que vivió un golpe de estado en aquel país y salvó la vida de milagro…De esas veces que no das crédito y querrías haber seguido escuchando sus andanzas hasta que amaneciera!

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