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Un observatorio,Jantar Mantar, y un palacio, Hawa Mahal

Miércoles, 23/06/2011 (4)

Efectivamente, no había muchas. La guía recomendaba contratar los servicios de un guía para que explicara lo que era cada uno de los instrumentos, pero no tenemos mucho interés en la astronomía y menos aún lo teníamos en estar al sol ni un minuto más de lo necesario. Cada “extraña escultura”, como los llamaba la guía, tiene un cartel con una pequeña explicación que nos pareció más que suficiente. Medir la posición de las estrellas, la altitud y el acimut, pronosticar eclipses… son algunos de los propósitos de los edificios, algunos enormes, que se encuentran en el observatorio. Jai Singh II construyó cinco, siendo éste el más grande.

Entre los distintos ingenios hay un césped bastante bien cuidado, con algunas partes en sombra. Allí vemos familias enteras de indios que comen tranquilamente. Nosotros no nos vamos a poner a comer, pero sí nos sentamos a la sombra, lamentando no haber comprado dos botellas de agua, la que compramos se quedó en la primera papelera del recinto (sí, aquí hay hasta papeleras). Mientras estamos sentados se nos acerca la familia para hacerse una foto con nosotros. Volvemos a ser la atracción. Por supuesto, no hay problema. Todas las mujeres y los niños se ponen alrededor de Sara. Yo aprovecho para hacer una foto de la familia al completo.

Todavía nos quedaban muchos instrumentos por ver…

Después de años y años viendo a los hare khrisna por el rastro de Madrid, teníamos una oportunidad de entrar en un templo Khrisna, el Govind Devji. Resulta que los «hare khrisna» es como se conoce coloquialmente en occidente a los movimientos religiosos occidentales basados en la religión visnuitas, pertenecientes al hinduismo, por sus rezos, el mantra «hare khrisna». Pero Khrisna no es sólo hinduista. Para estos es sólo una encarnación de Visnú. Mientras que para el khrisnaísmo, Khrisna es el dios principal del que todos los demás emanan.

El templo forma parte del palacio pero se encuentra extramuros, fuera de la muralla. Está situado de forma que el marajá pudiera ver al dios desde sus aposentos, desde el Chandra Mahal. Cuando llegamos ya está cerrado. Tenemos a un pesado detrás que nos lleva siguiendo un rato tratando de hacernos de guía. Nos dice que cierra a medio día y que luego vuelve a abrir. Además de querer ser nuestro guía también tiene un tuctuc y no deja pasar la oportunidad de ofrecerse para recogernos después, llevarnos a donde queramos (él tiene varias sugerencias), etc. Está cerrado y listo. Si luego volvemos será como hemos venido ahora: andando y solitos. ¡Qué malo es el calor para la paciencia!

Antes de volver al hotel a descansar nos queda un palacio que visitar, el palacio de los vientos, Hawa Mahal.

A pesar de estar también extramuros forma parte del palacio de la ciudad. Construido en 1799 en arenisca rosa y roja, su función era permitir a las mujeres de la casa real contemplar la vida y las procesiones de la ciudad, sin ser vistas. Las ventanas están cubiertas con elaboradas celosías que permiten ver sin ser visto. El palacio tiene una enorme fachada (953 ventanas), cinco plantas (las dos superiores más estrechas), pero una profundidad de una habitación.

Entrar es más difícil de lo que parece porque el acceso está en mitad de una calle estrecha que da a la principal, donde un montón de puestos callejeros forman un animado mercadillo. Tuvimos que pasar un par de veces por la calle hasta darnos cuenta de que habría que entrar por ahí. Uno espera que un palacio sea más ancho, por mucho que en la guía ponga lo contrario.

Aquí, al menos, había sombra. Nadie dijo que fresco, pero el sol no llegaba a través de los intrincados dibujos de las celosías. Por una gran red de rampas es posible llegar a lo más alto del edificio. No hay nada arriba que sea distinto de lo que se encuentra uno nada más entrar pero, por la vista de la ciudad antigua merece la pena el esfuerzo.

Hacer una foto salto delante de la fachada, un símbolo de la ciudad de Jaipur, es prácticamente imposible. Al servir para que las mujeres siguieran la vida de la ciudad, el palacio no está rodeado de jardines sino que se encuentra al lado de una de las calles principales. Una de esas calles que ahora está abarrotada de coches (y de contaminación). La acera no es lo bastante ancha y la foto desde el otro lado de la calle da para poco más que la fachada.

Ya estaba completada la mañana. Habíamos visto todo lo que estaba previsto y habíamos reservado un safari y una habitación y comprado un billete de tren. Francamente productivo para haber cogido sólo un tuctuc para salir del hotel y haber llegado ese mismo día desde Ajmer. Nos merecíamos un descanso, pero antes una nueva negociación con un conductor de tuctuc para llegar al hotel. Estábamos flojos y la negociación fue rápida, regatear lo justo, pero no forzar, había prisa por ducharse y tirarse en una cama debajo de un ventilador. Luego iríamos a visitar el Fuerte del Tigre, Nahargarh.

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