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Ya casi estamos

Jueves, 16/06/2011 (1)

Nos despertamos para el desayuno. Quieren que nos vayamos acostumbrando a lo que vamos a encontrar en India y el desayuno vuelve a ser pollo o vegetariano. De nuevo pollo, pero esta vez es una especie de crèpe rellena de pollo triturado que pica demasiado. Para desayunar no parece lo más adecuado…

Con los papeles de inmigración rellenos nos preparamos para llegar a Delhi. En todos los papeles de inmigración siempre hay alguna pregunta que le «saca los colores» al país, el «quiere atentar contra el presidente» en los Estados Unidos, «conoces a algún ciudadano árabe» en Israel,… aquí la pregunta es si tienes algún pariente de Pakistán, o incluso si conoces a alguno. No conocemos a ninguno, pero la mitad del barrio de Lavapiés no podrá venir a India.

Nada más salir del avión lo primero que nos llama la atención es que el suelo del aeropuerto está enmoquetado, al menos, hasta pasar el control de pasaportes.

No tardamos demasiado en pasarlo, aunque hemos elegido la peor cola. Los Symbios no habían salido cuando llegamos a la cinta de equipajes, de hecho las maletas empiezan a salir justo cuando llegamos nosotros. Son muy cuidadosos en este aeropuerto, todas las mochilas las sacan dentro de bandejas. No hay muchas, pero Decathlon se lleva la palma.

Segunda etapa cumplida. Estamos en Delhi. No saldremos del aeropuerto, así que no nos dará el impacto del caos y todo lo demás que todo el mundo que ha venido nos ha dicho. Seguiremos en la zona «protegida» un rato más.

Ahora tenemos que ir a la zona de salidas. Nuestro siguiente vuelo sale, otra vez, en cinco horas con destino a Jodhpur. Había otro antes pero no estábamos seguros de que lo pudiésemos coger: retrasos de avión, trámites de aduanas… Lo podíamos haber cogido de sobra. A pesar de que el avión salió con retraso ha llegado media hora antes de lo previsto. Para las 7.25, que era cuando tenía que aterrizar, ya estamos en la zona de salidas con los Symbios y los pasaportes sellados.

No íbamos a salir y el hecho de que la facturación para nuestro vuelo no esté abierta limita más aún las posibilidades, habría que llevarse a los Symbios encima y así el turismo es más molesto.

Un vistazo a la guía para cerrar las visitas del día y un rato de diario hacen que el tiempo vaya pasando.

Pero no tan rápido como debería. A eso de las nueve nos acercamos a los mostradores de Kingfisher Airways, la compañía con el vuelo a Jodhpur a las 10.30. El que tenemos es de Air India, no salió muy caro y si el otro tiene un precio razonable lo compraremos, trataremos de que nos devuelvan algo del que ya tenemos y ganaremos un par de horas. No se cumple ninguna de las premisas: el vuelo cuesta el doble de lo que pagamos por el de Air India y estos no nos devolverían prácticamente nada si lo cancelamos ahora. Tampoco esperaba que nos devolvieran nada la verdad. Nos hacemos a la idea de que sólo son un par de horas las que ganaríamos.

Entre unas cosas y otras ya está abierta la facturación. Aquí es todavía más complicada que en de Barajas. No es que tengas que hacerlo con una máquina, es que los auxiliares parece que están todos aprendiendo. Por otra parte no debe ser muy normal que los turistas cojan estos vuelos, en cuanto nos hemos colocado en la fila ha venido una señorita a preguntarnos si necesitábamos algo, como si nos hubiésemos equivocado. Pues no, estamos donde tenemos que estar. La auxiliar de nuestro mostrador tiene problemas con un pasaje y se va a buscar a la supervisora, en ese momento se acerca otro de los que están ayudando para decirnos que nos coloquemos en otra cola que irá más rápido. Dicho y hecho, en cuanto nos movemos con las mochilas la del nuevo mostrador se va también y vuelve la de antes al suyo. A los cinco minutos decidimos volver a la primera cola y tomárnoslo con una sonrisa.

Cuando nos toca a nosotros la supervisora sigue en nuestro mostrador. El vuelo tiene un código compartido con Lufthansa, así que preguntamos si podemos dar la tarjeta para que nos sumen las millas. Menos mal que estaba la supervisora, porque la otra se ha puesto a mirarla suplicando ayuda en cuanto le hemos preguntado. La otra dice que sí y allí van nuestras tarjetas Miles&More.

Después de facturar nos metemos en la zona de embarque, ya conocemos la zona de espera de las últimas tres horas y media. Además de los típicos asientos de aeropuerto también hay tumbonas. Hay un par de ellas por cada puerta. En la nuestra están ocupadas, pero las de la puerta de enfrente están libres y allá que vamos. Tan cómodas son que decidimos que será mejor poner la alarma del reloj no vaya a ser que nos durmamos más de la cuenta. Que nos íbamos a dormir estaba claro desde el momento en que vimos cómo eran. Juntamos las dos tumbonas y ponemos la cámara y a Okihita debajo para que no nos las quiten (que aquí también dicen por megafonía que estés atento a tus pertenencias).

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