5% de descuento en tu seguro IATI por ser lector de SaltaConmigo.com

Más Samarcanda

Viernes, 04/03/2011 (5)

Decidimos visitar los monumentos que están por la zona del restaurante, que ya sabemos bien como llegar. Tan bien sabemos cómo llegar, que ayer giramos en la mezquita que hoy vamos a visitar. Pero antes entramos en la galería de arte que hay junto a las mezquitas de la plaza Registan. Hay allí un artista, así se define él y sus cuadros que están allí colgados, que nos invita a entrar. Cuando pasamos veo que está dibujando con bolígrafo. Al ver que me llaman la atención nos muestra toda su colección. Tiene varias decenas de dibujos con la misma técnica de Samarcanda. Casi todos de épocas antiguas a partir de fotos. Lo cierto es que lo hace estupendamente y hace que me sienta torpe al pensar en los míos. Pero bueno, él se dedica a esto y lleva muchos más años que yo practicando.

Volvemos a recorrer la avenida Taskent que nos deja la misma sensación de tristeza que ayer. Han creado una avenida construyendo edificios de una planta todos iguales a ambos lados que son tiendas de recuerdos y más tiendas de recuerdos una tras otra. La tristeza es porque están todas cerradas, con las luces apagadas y por todos los escaparates hay carteles con «Open» escrito. Es evidente que llevan cerradas desde el final de la temporada turística y que no se han molestado en quitar los carteles de abierto porque daban por sentado que tampoco habría nadie para leerlos. Pero aquí estamos nosotros.

La mezquita en la que giramos ayer es la de Bibi-Khanym, una de las más grandes mezquitas del mundo islámico en su momento, principios del siglo XV. Acabada poco antes de la muerte de Timur (1404). La mezquita tiene una cúpula de 41 metros de alto y un pishtaq de 38 metros, reconstruidos en 1970 porque un terremoto provocó grandes daños en 1897. El pishtaq es un elemento de la arquitectura musulmana persa: un portal en forma de arco que sobresale de la parte delantera donde se encuentra. En cualquier caso la reconstrucción ha sido muy ligera porque quitando las fachadas todo el interior se cae a pedazos. Como en otros sitios encontramos a unos turistas locales con su móvil y nos piden que les hagamos una foto. Por cierto que la entrada aquí también cuesta cuatro dólares al cambio oficial, 6.600, y la cámara 3.000 som más. Nos hacen un descuento de 200 som, en lugar de 15.200 nos lo dejan en 15.000.

Cuenta la leyenda que la mezquita fue mandada construir por Bibi-Khanym como sorpresa para su marido Tamerlán y como regalo por sus conquistas en el norte de la India. Que ya te digo yo que pedazo de sorpresa, ¿cómo se le tapan a uno los ojos para que no vea esta pedazo de mezquita hasta que la señora quiera? Bibi-Khanym era la mujer favorita de Tamerlán. De procedencia china, posiblemente sobrina de Gengis Khan, se supone que su belleza era tan grande que el arquitecto de la mezquita se enamoró locamente de ella, negándose a terminar el trabajo si ésta no le daba un beso. Que digo yo que ya podía haber pedido algo más con lo grande que era el trabajo. El caso es que Bibi-Khanym se lo dio, pero Tamerlán se enteró y mandó matarles, a él y a su mujer lanzándolos a cada uno desde un minarete. Casi era mejor haber pedido algo más en vista de lo que se ganó por un beso. En ese momento Tamerlán decretó que las mujeres de aquí en adelante debían portar velos para no tentar a otros hombres.

 

El complejo está formado por una mezquita principal, que quitando la fachada se cae a cachos y está llena de hierros, y otras dos laterales, que no tienen bien ni la fachada. También hay un Corán de mármol con otra leyenda: las mujeres que pasen arrastrándose bajo él tendrán muchos hijos.

Al salir nos indican que el mausoleo de Bibi-Khanym está justo enfrente. Era del siglo XIV pero ha sido restaurado en 2007 y vaya si se nota. No hay mucho que ver, excepto las piedras que marcan la situación de las tumbas. Mientras estamos allí llega una para pedirnos la entrada. Le muestro la de la mezquita y me dice que no vale, que son dos cosas separadas. Pues en la mezquita nos han dicho que viniéramos. Ella dice que la mezquita son 6.600 y que esto son 5.000. Estás loca, si aquí no hay nada que ver es todo nuevo. Le decimos que nos han dicho que la entrada es la misma y que si quería que pagásemos tendría que estar en la puerta diciéndolo y no dejar que la gente entre, lo vea y luego quiera cobrar. En resumidas cuentas, que no pagamos.

Detrás del mausoleo, a la izquierda, vemos un cementerio que cubre una colina. No sabemos si es un cementerio judío, porque el barrio judío está aquí cerca, o es otra cosa. Sara me dice que iremos mañana y que no es judío, pero eso no quita que el barrio judío siga estando aquí cerca y que lo tengan medio tapiado entre las tiendas de recuerdos.

Cuando fuimos ayer al restaurante vimos una especie de mercado. No tenemos más que hacer y entramos para verlo. Es como un mercado de abastos de cualquier pueblo, pero sin paredes sólo columnas que sujetan el techo. Venden de todo: frutos secos, frutas escarchadas, frutas sin más, vegetales, legumbres, especias, dulces… incluso productos de limpieza, en los mostradores de mármol. En unas habitaciones cerradas con ventanales venden algo parecido a nata, la salsa que llevaban los platos de ayer, kéfir, y cosas que parecen proceder de leche.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Comentarios

  • JAAC
    20 abril, 2011 a las 09:18

    Tomarse un vaso lo mismo es aceptable, pero vamos… que una botellita de medio litro así del tirón… :-O

    Ya podía haber pedido algo más interesante el arquitecto, eh? porque se veía venir cómo iba a acabar la cosa 🙂

    Gente rara hay en todas partes…

    Responder
  • conxa
    19 abril, 2011 a las 17:05

    oti, lo del beso y minarete abajo….

    Un poco estupido el viajero «caluroso» no??

    Responder
  • conxa
    19 abril, 2011 a las 17:01

    Yo he tenido en casa Kéfir, y me tomaba a diario mi vaso.

    Me he dado un palizon de nuevo!!

    Responder