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Comienza la Ruta de la Seda

Miércoles, 02/03/2011 (1)

Hemos dormido como unos campeones. La calefacción de la habitación es una maravilla y a pesar de que las mantas son algo cortas y se nos salen los pies por abajo no hemos tenido frío en ningún momento.

Nuestra intención era estar a las nueve viendo cosas. Hay mucho que ver en Bujará y no sabemos si nos dará tiempo en un día. Trataremos de ver por la mañana lo más posible y luego nos acercaremos a comprar el billete de tren para Samarcanda, para mañana o para pasado si vemos que merece la pena pasar un día más aquí. Sara, mientras yo escribía el diario ayer, hizo un calendario para los días que nos quedan y las ciudades y sitios que visitar… y contaba con ver todo Bujará hoy.

Entre unas cosas y otras, lo bien que se está en la cama, desayunar unos cuadrados de chocolate y salir a la calle, nuestra habitación tiene puerta a la calle (es como una corrala) acabamos saliendo a las nueve. Al salir recogemos los pasaportes, con sus tarjetas de registro dentro para los dos días y buscamos el hotel que está al lado en la guía para situarnos en el mapa.

El hotel de al lado tampoco sale en la guía así que volvemos a entrar para que la simpática hija de la dueña, la que habla español, nos lo señale. Resulta que estamos en el mismo centro, en la plaza central de la ciudad, Lyabi-Hauz. La plaza es también un lago-fuente, pero ahora mismo está en obras. La están vaciando. Lo cierto es que encontramos obras de restauración y reconstrucción por todas partes, muchas madrazas, plazas, casas y calles. De los tres mercados, bazares, cubiertos que hay: el del dinero, el de los sombreros y el de las joyas, sólo el de las joyas está operativo y a medio gas. Los otros dos están en obras, raspando la pintura descascarillada de techos y paredes el de los sombreros y directamente reconstruyendo el del dinero.

Enfrente de nuestro hotel hay otra madraza pero más en restauración-reconstrucción que otra cosa. Ahora mismo no se puede visitar pero en su momento fue la mayor escuela islámica de todo Asia Central, Kukeldash.

La primera madraza que vemos, Nadir Divanbegy, se construyó como una caravanera, como las que había en Siria y Jordania, pero el kan la convirtió en madraza en 1622. Nada más entrar hay una oficina de cambio oficial lo que es casi tan sorprendente dentro de una madraza, aunque aquí puede haber de todo como ya vimos en Jiva, como ver a un par de turistas japoneses dentro. Todavía somos los únicos occidentales, pero ya no somos los únicos turistas. A la izquierda está la Nadir Divanbegy Khanaka. El nombre de las dos se debe al ministro del tesoro de Abdul Aziz Kan que las financió en el siglo XVII.

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La mezquita Maghoki-Attar, otra que no se puede visitar por las obras, está en un piso inferior y tuvo que ser excavada. Su origen está en el siglo IX y quizás sea el sitio más sagrado de toda la ciudad porque en sus cimientos se han encontrado ruinas de un templo zoroástrico, derruido por los árabes, y de un templo budista anterior. Para más sacro, los judíos lo utilizaron como sinagoga hasta el siglo XVI.

En ese momento nos damos a las compras. Pasamos por el Taki-Sarrafon, el bazar de las monedas, que está casi deshecho. Después por el Taki-Telpak Furushon, el de los gorros, que están recuperando raspando la pintura. Seguimos con una tienda enorme de alfombras, que tenía pinta de ser algo que visitar y no sólo una tienda. Para acabar en el Taki-Zargaron, el de las joyas, donde encontramos a otro señor «mercado negro» que se ofrece a cambiarnos dinero. Mucha compra, pero ninguna adquisición. A Sara le ha gustado un collar en la tienda de alfombras que costaba veinte euros pero tampoco estaba muy entusiasmada y luego otro en el bazar de las joyas que sí le ha gustado más pero que costaba 180 dólares americanos.

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La siguiente visita es a la madraza de Ulugh Beg de 1417. Ulugh Beg (Ulugʻbek en uzbeco) era el nieto favorito de Timur, nacido en 1393, el mayor de los hijos de Shah Rokh. Llegó a sultán y regente del imperio y fue un famoso matemático y astrónomo. El Beg es un título honorífico.

Al igual que Nadir Divanbegy, Ulugh Beg, también mandó construir varias madrazas, en concreto tres. Una en Samarcanda, en la plaza principal, otra en Gijduvan y otra en Bujará. Eso sí, la de aquí está cerrada. Frente a ella está otra de la que sale una señora para buscarnos y que la visitemos. Según esta señora es la única que no está restaurada. Es del siglo XVI, la madraza de Abdul Aziz Kan. La señora nos muestra la parte no restaurada, a la que le vendría bien un poco de trabajo y después nos trata de llevar a su tienda que está en el interior. Bueno, su tienda y un montón más. Como en Jiva cambiaban las salas de las madrazas por salas de exposiciones de los museos, aquí las han cambiado por tiendas de recuerdos y artesanía.

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Comentarios

  • JAAC
    11 abril, 2011 a las 15:19

    Espero que los hayas podido oír en algún momento, que encima hoy he puesto otros cuatro vídeos nuevos.

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  • conxa
    8 abril, 2011 a las 16:50

    ver los videos sin audio,,,pues eso que me he quedado a medias…
    Pero me ha encantado el segundo video,que chulo.

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